Volaba hoy de Madrid (después del feriado de Salamanca durante el fin de semana) a Philadelphia con lo cual no he podido ver las noticias del premio Nobel a Tom Sargent y Chris Sims hasta hace unos minutos, cuando he re-conectado el Iphone al aterrizar.
El año pasado, por estas fechas, decía: “Y, como siempre, mi corazoncito estará con Sims y Sargent,” con lo que al lector de NeG no le sorprenderá mi inusitada alegría por el acontecimiento (aunque si que le ha debido sorprender a más de uno de los que se sentaba a mi lado en el avión).
Y la alegría viene por dos motivos, uno profesional y otro personal.
El profesional es que, sin el trabajo pionero de Sargent y Sims no se puede entender nada de mi investigación. Todos y cada uno de mis artículos científicos son pequeños pasitos en intentar completar el gran edificio de la macroeconometría moderna que Sargent y Sims planearon hace ya varias décadas. Este proyecto no es más que el aunar la teoría económica moderna (dinámica, estocástica y de equilibrio general) con los más avanzados métodos estadísticos para evaluar y diseñar políticas económicas. Quizás la mejor prueba de ello es que, cuando organicé con Martin Schneider el congreso de la Society for Economic Dynamics en Estambul (que creo, sinceramente, que es el sarao más importante del mundo en temas de macro y áreas adjuntas), escogiéramos a Sims para dar una de las tres charlas plenarias (Sargent ya la había dado en un congreso anterior).
El personal es que Sargent es coautor mío (en este paper) y Sims siempre ha ayudado muchísimo, especialmente en los comienzos de mi carrera profesional. Sin ir más lejos, cenaba hace un par de semanas con Chris en Princeton y hablábamos en detalle de dónde venía y hacia dónde iba la macroeconometría y cuales eran los retos que nos planteaba el vivir en un mundo con la cota cero de los tipos de interés y dispersión de expectativas. Una cena me abrió mas ideas y caminos que todos los que yo había abierto en todo el verano anterior por mi cuenta.
Si pudiese resaltar algo de cada premiado, de Sargent destacaría su pasión intelectual y de Sims su brillantez. Me explico.
Sargent es una de esas personas que hará investigación con una intensidad total hasta el último día de su vida. No hay área de la economía que no le apasione ni reto intelectual que no le llene. Su eclecticismo intelectual lo resumió mejor que nadie Víctor Ríos-Rull, que me dijo una vez al acabar una charla de Sargent en Penn: “Tom es la única persona del mundo que puede decir las palabras “martingala” y “corona de castilla” en el mismo paper” y razón no le faltaba pues el trabajo que había presentado era sobre la evolución de la política monetaria durante los siglos de llegada del metal de las américas.
Y su constante ansia para siempre aprender cosas nuevas me la demostró cuando di un curso de doctorado en NYU hace unos años sobre métodos no-lineales en macro. Sargent se sentó en todas y cada una de mis clases, lo cual me aterraba (por si yo metía la pata) y me asombraba por su disposición a escuchar lo que yo, que no era (y no soy) más que un mocoso, tenía que decir.
Es por ello que la mitad de la profesión ahora en macro es estudiante de Sargent o estudiante de estudiantes de Sargent (aquí, de manera pictórica) y los que no lo son de manera directa, lo somos de manera indirecta por sus libros de texto (este es el que yo utilizo en mi clase de doctorado, como hace casi todo el mundo). Yo mismo, sin ir más lejos, me enamoré de la macro como por 1992 después de leer los primeros capítulos de este otro.
De Sims mencionaba la brillantez y efectivamente: Sims es más listo que los que leemos este blog todos juntos. Pocas personas he visto en mi vida con una capacidad tan impresionante de entender los más complejos argumentos en unos segundos y de encontrar sus fallos. Hace ya muchos años me dedicaba a presentar uno de mis trabajos en el que explicaba como aplicar una cosa que se llama el filtro de partículas para estimar modelos dinámicos (un rollazo, no lo voy a resumir ahora). Normalmente cuando lo presentaba en otros sitios la gente se quedaba confusa, en parte por mis propias carencias explicativas, en parte porque es una cosa un poco complicada si uno no tiene experiencia en el tema. Sims lo vio en 30 segundos y encima descubrió que Juan Rubio y yo habíamos derivado mal una fórmula (Juan todavía se acuerda del tema muy bien).
Sobre las aportaciones concretas de Sargent y Sims voy a escribir durante estos días algo más en detalle. Mientras tanto, la explicación de la academia sueca la verdad es que está muy bien y es muy clarita.