Robert D. Tollison

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El lunes pasado recibimos la mala noticia de la repentina muerte de Robert D. Tollison. Aunque algo menos conocido en España que otros de sus contemporaneos, Tollison fue sin embargo un excelente economista que pensó por décadas sobre muchas areas de la ciencia económica en la tradición de James M. Buchanan y Gordon Tullock. Uno de sus libros que yo leí en su día fue este. Y como señala este otro obituario, Tollison también contribuyo a la economía de los deportes, de la que yo conozco menos, pero que seguro que a algún lector le intriga.

Dos de sus compañeros, Bill Dougan y Bobby McCormick, han escrito un breve obituario que David Cuberes, que coincidió en Clemson con Tollison, ha sido muy amable en traducir de manera rápida (Peter Boettke ha escrito también otro obituario con referencias a otros recordatorios). Ahí va.

Robert D. Tollison nació y murió en el norte del estado de Carolina del Sur. Tras estudiar en Spartanburg High School y Wofford Colege, Bob inició una carrera que le llevó a un gran reconocimiento académico no solo en Estados Unidos sino a nivel internacional. Sin embargo, para aquellos de nosotros en Clemson que tuvimos el gran privilegio de disfrutar del él como amigo, colega y estudiante, su más preciada decisión académica fue la de regresar para siempre al estado que le vio nacer.

Como académico, Bob jugó un papel fundamental en el desarrollo de los emergentes campos de elección pública (Public Choice), economía del deporte, y economía de la religión. En las primeras etapas de su carrera fue también uno de los pioneros del estudio de la organización industrial. En todos estos campos, su investigación fue innovadora, y, a menudo, rompedora. Bob contribuyó al mundo académico no solo como uno de los economistas más prolíficos de todos los tiempos, sino también, durante muchos años, como editor de revistas y mentor de varias generaciones de estudiantes. Entre sus logros también hay que destacar que fue el presidente de la Southern Economic Association y la Public Choice Society.

La influencia de Bob fue mucho más allá que en el mundo académico. En los primeros años de su carrera trabajó como economista sénior en el consejo de asesores económicos del Presidente (President’s Council of Economic Advisors), y una década más tarde fue nombrado director del Bureau of Economic Analysis y de la Federal Trade Commission. En Washington interactuó con políticos y legisladores desde un punto académico, aportando su característico pensamiento independiente a un entorno no muy acostumbrado a sinceros y profundos análisis de políticas. A la vez, su experiencia en el mundo no académico contribuyó a su investigación, que nunca se aisló de lo que pasaba fuera de la universidad. De hecho, sería más correcto decir que su investigación ayudó a sus colegas académicos a entender mucho mejor un mundo que, a menudo, les era poco familiar.

La influencia de Bob también sobrepasó el mundo académico y gubernamental. Se involucró a menudo con aspectos del mundo real de forma decisiva. Su activo rol y testimonio legal ayudaron a dar forma a nuestro entorno empresarial. Por ejemplo, jugó un papel crítico en el desmantelamiento parcial del cartel de la NCAA (National College Athletic Association), que controlaba los salarios de los deportistas de una forma aborrecible desde el punto de vista de la mayoría de los economistas. Es casi seguro que la NBA hubiera tardado mucho más en añadir un tercer árbitro en los partidos de no ser por la investigación, consejo y opinión de Bob Tollison.

Bob veía economía en todas partes. Su visión, perspicacia, y creatividad combinados con su capacidad intelectual y su memoria hicieron de él un rara avis en el mundo de la universidad. Uno nunca podía adivinar cuál iba a ser su próxima idea, pero tenía la completa seguridad de que sería interesante, reflexiva y estimulante. Y era casi garantizado que tu respuesta iba a ser “uau” y “¿cómo nunca se me ocurrió eso?” Simple y elegante a la vez.

Conocer a Bob era apreciar no solamente su capacidad intelectual sino también su carácter. Era, en su interacción con colegas, estudiantes o cualquier otra persona, considerado, servicial, y paciente. Como dijo uno de sus amigos y colegas al enterarse de su fallecimiento, “Bob fue el profesor preferido de muchos estudiantes, incluyendo dos de mis hijos. A pesar de su enorme intelecto y sus numerosos logros nunca hablaba a nadie con aires de superioridad.” Su humildad y presencia hicieron de él un profesor que inspiró tanto a estudiantes de doctorado como de carrera, desde sus tiempos como profesor asistente en la Universidad de Virginia hasta sus años en la Universidad de Clemson, donde era el J. Wilson Newman Professor of Economics. Era amable y gentil, incluso cuando tú fueras estúpido y arrogante. Pero no era solamente su inteligencia y su forma de ser relajada lo que hacían que quisieras ir a su oficina a charlar con él. Bob nos enseñó que trabajar duro es una virtud no solamente en el campo sino en las oficinas también.

Creía en la estructura y la disciplina y estaba convencido de que tanto si te dedicas a recoger moras como a construir una enorme base de datos, debes ir a trabajar pronto y a menudo, aunque eso sí, es buena idea tomarse un descanso para jugar un poco al baloncesto durante la comida. El árbol de la educación de Bob tiene largas ramas y muchas hojas, como lo demuestra el hecho de que dirigió más de 150 tesis de máster y doctorado.

Bob se tomaba su tiempo para juzgar, y raramente, tal vez nunca, le importó si tú le juzgabas o no. Devoto libertario, creía profundamente que, libre de cadenas, la capacidad humana era prácticamente ilimitada y que el pensamiento libre, la gente libre, actuando de forma responsable (la mayor parte de las veces) y trabajando duro (siempre), podían resolver casi cualquier problema, humano o físico. Era el consumado optimista racional.

Quizás por encima de todo, Bob era una persona divertida. En realidad, se podría decir que nunca tuvo un trabajo. Todo lo que hacía, y que te pedía hacer, era para hacer la vida más fácil, divertida, y, sobretodo, interesante. Cuando te llamaba por teléfono o se cruzaba contigo en el pasillo, sabías que tenías que olvidarte de tu trabajo porque ya intuías que estabas a punto de aprender algo o reírte, tal vez ambas cosas.

Bob fue no solamente un estudioso del deporte, sino también un ávido atleta. Fue una estrella del baloncesto en Spartanburg High School (con el dorsal 40) y le encantaba también jugar al tenis y al golf. En el deporte, como en la vida, era tranquilo y objetivo. De algún modo, era en el tenis donde uno mejor podía entender su personalidad. No estaba demasiado en forma ni tenía un juego poderoso, pero era cauteloso y jugaba con sutileza. Rápidamente identificaba las debilidades de su rival y jugaba a capitalizarlas. Nunca se regodeaba con sus victorias, ni tampoco se desalentaba mucho con las derrotas. Le encantaba jugar pero sabía que habría otro partido al día siguiente.

El fallecimiento de Bob Tollison deja un vacío en los pasillos de Sirrine y en nuestras vidas que no se puede llenar, pero sus recuerdos perdurarán mientras su espíritu inquisitivo, su amor por la vida, su tranquila afabilidad, y su sonriente presencia nos recuerde lo fantástico que la economía puede ser cuando se vive al máximo. RIP.

Apéndice: La segunda entrada sobre el libro de Holmström y Tirole prometida para esta semana saldrá en unos días. Hemos pensado que merecía la pena recordar a Tollison.

Hay 5 comentarios
  • En uno de sus artículos sobre Economía del deporte, Tollison propuso una genial aplicación del modelo de crimen de Gary Becker. Si, en lugar de dos árbitros, los partidos de baloncesto pasaran a tener tres árbitros, el modelo predeciría que el número de faltas (o “crimen”) pitadas en un partido debería aumentar. Pero claro, si los jugadores internalizan que la probabilidad de ser pillados es más alta con tres árbitros, podrían decidir jugar más limpio. Eso es exactamente lo que Tollison encontró: la incorporación de un tercer árbitro hizo que el baloncesto fuera un juego mas limpio. Chapeau.

    • El trabajo que comentaba fue con Bobby McCormick!, publicado en el JPE an 1984: “Crime on the Court.” Sorry for not mentioning you, Bobby!

    • La idea de que los comportamientos son endogenos y que cuando cambias las reglas el comportamiento tambien cambia, con lo cual el resultado puede ser contraintuitivo es una de las mas sencillas pero a la vez mas profundas en economia. Cuantas veces he intentado explicar que si cambiamos el sistema electoral cambiara el comportamiento de los partidos y que por tanto predecir el resultado final es muy complejo? Y aun asi muchos no lo ven....

      • Esto es lo que llamamos Lucas Critique en macro, no? Que usar datos históricos para ver el efecto de cambios en políticas no tiene mucho sentido...

        • Si, claro 😉 Pero es incluso mas general que la critica de Lucas, que algunas veces se piensa solo en el contexto de macro. Uno se puede encontrar con resultados totalmente contrarios a lo esperado en las situaciones mas variopintas.

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