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Paradojas en La Rioja: el voto útil en la era del multipartidismo

(Esta entrada es conjunta con Tano Santos).

Imagínese, querido lector, el siguiente escenario:

1) Estamos a 19 de diciembre.
2) Usted vive en La Rioja.
3) El partido que más se acerca a sus preferencias es el PP.
4) Usted toma el comportamiento de todos los demás votantes como dado.

¿Cuál es su “voto útil”? Sorprendentemente, a Ciudadanos. ¿Por qué?

Vayamos a los resultados del 20 de diciembre:

PP: 67.736 votos (38.35%).
PSOE: 41.875 votos (23.71%).
Podemos: 27.941 votos (15.82%).
Ciudadanos: 26.719 votos (15.13%).

Dado que La Rioja elige a 4 diputados, la asignación de electos fue:

PP: 2 diputados.
PSOE: 1 diputado.
Podemos: 1 diputado.
Ciudadanos: 0 diputados.

Si 1.223 votantes del PP hubiesen pensado en este “voto útil”, el resultado habría sido:

PP: 66.513 votos.
PSOE: 41.875 votos.
Ciudadanos: 27.942 votos.
Podemos: 27.941 votos.

Y la asignación de escaños hubiera sido:

PP: 2 diputados.
PSOE: 1 diputado.
Ciudadanos: 1 diputado.
Podemos: 0 diputados.

La razón es sencilla. Con cuatro diputados a elegir y cuatro partidos competitivos (PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos), el tercer diputado es extraordinariamente duro de conseguir: el primer partido en la circunscripción tiene que acaparar 3 veces más votos que el tercer partido (y un 50% más votos que el segundo partido). Con Podemos o Ciudadanos cerca del 16%, el PP solo podría llevarse el tercer diputado si hubiera obtenido un 48% de los votos. O mirado de otra manera, todos los votos del PP entre el 32% de los votos (que le asegura el segundo diputado) y el 38% que obtuvo fueron “inútiles”. Este 6% de votos llevados a los que probablemente era la segunda opción de la mayoría de los votantes conservadores (Ciudadanos), hubiese cambiado el resultado electoral.

En comparación, con solo dos partidos competitivos, como en la época del bipartidismo, el primer partido solo debe de aspirar a un 50% más de votos que el segundo partido para llevarse ese tercer diputado, algo mucho más factible. De hecho, esto es lo que ocurrió en 2011, cuando el PP tuvo el 54.70% de los votos y el PSOE el 31.09%. Además, no existe razón particular para el votante del PP para votar a ninguna otra opción. El “voto útil” en la era del bipartidismo solía ser el de los simpatizantes de IU que, trasladando su voto al PSOE, podían aspirar a que el reparto de escaños fuera 2-2 y no 3-1.

Hemos seleccionado a La Rioja y PP/Ciudadanos por dos motivos:

1) Es un ejemplo muy claro de como solo un puñado de votos “estratégicos” puede alterar el resultado.

2) Es plausible pensar que la segunda preferencia de la mayoría de los votantes del PP entre los partidos con posibilidades electorales es Ciudadanos. En comparación, las segundas preferencias de los votantes del PSOE son menos claras, con algunos prefiriendo a Podemos, otros a Ciudadanos e incluso alguno a UP-IU (aunque esta coalición no era competitiva en La Rioja).

Pero, por supuesto, todos los votantes pueden jugar a esta estrategia. Al PSOE le “sobraron” casi 7 puntos de votos en La Rioja, ya que para obtener un segundo diputado necesitaban obtener dos veces más votos que el tercer partido, y estos votantes “extras” podrían haberse ido a su segunda opción (Podemos o Ciudadanos). Es más, en alguna circunscripción, como Asturias, el “voto útil” del PSOE hubiese sido irse a UP-IU para que la misma hubiese obtenido representación en perjuicio de PP-Foro.

En resumen: en el mundo del bipartidismo, el “voto útil” es casi siempre concentrarse en el PP o en el PSOE (según las preferencias de cada votante); en el mundo del cuatripartidismo, el “voto útil” es, en muchas circunscripciones, alejarse de los dos partidos más grandes para asegurar que los partidos emergentes obtengan representación.

Es importante notar que este peculiar “voto útil” no es consecuencia del denostado sistema d'Hondt. Las mismas paradojas pueden surgir en un sistema proporcional puro con cociente Hare (aunque no en este caso concreto de La Rioja: con los resultados del 20 de diciembre, cada partido hubiese obtenido 1 escaño, con la probablemente “injusta” consecuencia que los 26.719 votantes de Ciudadanos hubiesen tenido la misma representación parlamentaria de los 66.512 del PP). Un resultado básico en elección social es el teorema de Gibbard-Satterhwaite (del que ya hablamos aquí): todo sistema electoral determinístico está sujeto a manipulación por los votantes. Con varias opciones competitivas, las posibilidades de manipulación crece de manera exponencial.

Hay, además, un aspecto más sutil: la necesidad de cierto nivel de coordinación entre votantes. Un solo votante es muy improbable que cambie el resultado. En La Rioja se necesitaban 1,223. Pero a la vez tampoco pueden todos los votantes del PP “abandonar” su primera preferencia, pues esto haría perder diputados a su partido favorito. Asumamos, a los efectos de esta entrada, que el “voto útil” es una estrategia de un grupo pequeño de votantes (o, más probablemente, un factor que decide a favor de una opción o de otra a votantes en el “margen” entre dos opciones o entre votar a un partido y la abstención).

¿Entendían los votantes de La Rioja la paradoja del “voto útil” en el nuevo mapa electoral español? ¿Explotaron los partidos estas paradojas en sus campañas electorales?

Aunque carecemos de datos concretos, nuestra conjetura es que la respuesta a ambas preguntas es no. El PP (y sus medios afines) atacaron con dureza a Ciudadanos y dejaron un tanto de lado a Podemos con el objetivo de amarrar los votos conservadores y perjudicar al PSOE. Pero los resultados en La Rioja demuestran que, en ciertas circunscripciones, tal estrategia era errónea: solo consiguieron que Podemos se llevase diputados marginales en La Rioja, Burgos, Huesca y Badajoz y ERC en Gerona. A la vez, el PP pueda que asegurase diputados marginales en otras circunscripciones más grandes como Madrid o Valencia, donde la importancia del “voto útil” es menos relevante. Necesitaríamos más tiempo y medios para realizar un análisis detallado y llegar a conclusiones más solidas y determinar si la ganancia “neta” de diputados para un posible gobierno de coalición fue positiva o negativa.

Quizás si en próximas elecciones (y si el sistema electoral no cambia) haya un “proceso de aprendizaje” por parte de los partidos y se multiplique el comportamiento estratégico por parte de todos. Pero mientras tanto, nos sorprende que estos aspectos no hayan más discutidos en los últimos días y durante la campaña electoral.

Y esto es así porque este “voto útil”, junto con la fragmentación del arco parlamentario en cuatro grupos generan un nuevo conjunto de dinámicas de economía política que no entendemos bien y que, personalmente, encontramos difíciles de predecir. La existencia de voto estratégico, la peculiaridad del sistema electoral y el carácter de juego de coordinación que tiene siempre el voto generan fuertes no-linealidades que complican el análisis (incluidas las encuestas: como en esta entrada). Es nuestra intención completar esta entrada con otras en el futuro en la que intentaremos explorar estas dinámicas, aunque en estos momentos, para ser totalmente sinceros, nuestro modelización está todavía en un estado de flujo.