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Las Aventuras de Niall Ferguson II

Cerrábamos ayer la primera entrega de este serie hablando de cómo Ferguson había renunciado a ser el nuevo Richard Evans y había decidido, en cambio, en convertirse en el nuevo A.J.P. Taylor.

Como la fama de A.J.P. Taylor como historiador se ha ido desvaneciendo en estas últimas décadas, repasemos quién fue. Nacido en una familia pacifista y de izquierdas que se había opuesto radicalmente a la primera guerra mundial, Taylor pronto se convirtió en un heterodoxo de la profesión defendiendo, entre otras cosas, que el comportamiento de Alemania durante los años 30 no era una ruptura con respecto al comportamiento tradicional de este país (o para el caso, de ningún otro gran poder), tesis que, aunque hoy poco aceptada, sí que sirvió como revulsivo para cambiar la historiografía de la Alemania nacionalsocialista en una dirección más científica y menos de boina y pandereta (aunque muchos en su ignorancia no se han enterado y siguen escribiendo superficialidades infantiles al respecto, mis amigos de Politikon saben a qué negador me refiero). Pero más que por su heterodoxia, Taylor se hizo popular por salir por la tele y explicar historia al público en general como vemos en este video (por cierto, un libro excelente sobre Taylor es este).

Así que Ferguson se dijo: “si Taylor saltó a la fama hablando de la segunda guerra mundial desde una nueva perspectiva, yo saltaré hablando de la primera” (que, aunque en España no apreciemos, tiene un peso casi mayor en la memoria histórica en el Reino Unido que la segunda, Good-Bye to All That y todo eso). Y ahí que se marcó The Pity of War, que según los rumores le llevó solo cinco meses escribir (si es verdad, es sencillamente espectacular) y en el que proponía, una detrás de otra hipótesis revisionistas sobre la primera gran conflagración del siglo (no digo mundial porque en realidad la primera guerra mundial fue la de los 7 años, que por eso la segunda ciudad de mi estado se llama Pittsburgh). Entre otras cosas, defendía que el militarismo, lejos de causar la guerra, estaba en franca decadencia en 1914, que casi nadie se esperaba una guerra en Europa en el verano de 1914 (como se aprecia en la prima de riesgo de los bonos soberanos que se comerciaban en Londres) o que Alemania, como aventuraba en mi post de ayer, estaba al borde de una crisis fiscal.

Pero quizás la tesis más provocadora era que Asquith, el primer ministro del Reino Unido, se había equivocado al intervenir en la guerra y enviar una fuerza expedicionaria a Francia. Que hubiera sido más sensato dejar que Alemania ganase la guerra, pues sus ambiciones eran limitadas y centradas en reducir el creciente poder de Rusia, algo que interesaba al Reino Unido (Rusia había sido su gran enemigo desde 1815), y el imperio colonial francés, algo que también favorecía los intereses ingleses. De esta manera, se habría mantenido la fortaleza del imperio británico, Lenin habría muerto olvidado en Suiza, Stalin en un tiroteo con la policía mientras robaba un banco, Hitler consumiendo sus días como un pintor fracasado en las calles de alguna ciudad alemana de provincias y Mao como un poeta de segunda fila que vivió del dinero de su padre. Y total, en España nos seguiríamos poniendo firmes cuando telefoneasen de Berlín, con la única diferencia que la canciller se llamaría Von Merkel y las visitas en peregrinaje a Frankfurt serían más agradables pues la fuerza aérea americana no habría remodelado la por aquel entonces bella ciudad alemana con sus peculiares ideas urbanísticas del bombardeo por saturación. Aquí el mismo autor lo explica mejor que yo:

No voy aquí a entrar en valoraciones detalladas de esta hipótesis de Ferguson pues nos llevaría muy lejos, aunque ciertamente un mundo sin los cuatro asesinos más sangrientos de la historia (Lenin, Stalin, Hitler y Mao) y donde tanto el comunismo como el nacionalsocialismo hubieran sido solo discusiones de revolucionarios chalados en bares mugrientos es algo que me hubiera gustado poder vivir. Siendo como soy un gran aficionado a la historia del partido liberal británico y a la vida de Keynes, amigo íntimo de Asquith y su familia, me podría enrollar con este tema por horas.

Sencillamente no me creo que las intenciones alemanas fueran tan benignas. Las victorias militares generan sus propias dinámicas de emborrachamiento en el éxito y, dada la fuerza del nacionalismo alemán y la lógica interna del proceso de systemstabilisierend que el malogrado Eckhart Kehr identificó hace mucho tiempo como mecanismo de defensa del Kaiserreich frente al creciente impulso del SPD y Zentrum (no, no me hecho de los del Sonderweg, pero en esto tiene razón Hans-Ulrich Wehler, uno de mis historiadores alemanes favoritos, abajo un video en el que explica su trayectoria), un proceso de radicalización de los objetivos bélicos germanos similar a lo que documentó en su día Fritz Fisher es un escenario más razonable.

Mucho más me interesa resaltar que, lógicamente, la tesis del error de la intervención británica en la primera guerra mundial despertó las iras/querencias/polémicas de más de uno y puso a Ferguson en el ojo de mira de Channel 4.

Este canal vio en Ferguson la persona ideal para escribir y presentar una serie de televisión detrás de otra con la que saciar el incansable apetito de la audiencia británica por la historia (siendo como es el Reino Unido un país obsesionado por el pasado). Y con pagos en el orden de más de un millón de libras por libro/serie, Ferguson escribió y presentó 1) Empire: The Rise and Demise of the British World Order and the Lessons for Global Power, 2) Colossus: The Rise and Fall of the American Empire, 3) The War of the World: Twentieth Century Conflict and the Descent of the West, 4) Ascent of Money: A Financial History of the World y 5) Civilization, the West and the Rest (al que volveré más tarde en detalle).

Y aquí es donde esta el truco de su productividad que insinuaba en el post anterior: sí, 5 libros muy bien escritos, entretenidos, alguno francamente bueno (The War of the World, mi favorito del grupo, por eso pongo el video del primer capítulo de la serie), otros más flojitos (Ascent of Money en particular), pero ninguno de ellos es un trabajo de investigación original: son meros resúmenes e interpretaciones, muy inteligentes (aunque Ferguson sabe menos economía de la que se él se cree y algunas veces mete la pata cuando habla sobre política fiscal o monetaria bastante hasta el fondo), pero no creativos.

Al leerlo uno siente que tiene en frente a una gran menta desperdiciándose, que en vez de estar escribiendo una nueva historia de William Pitt (ey, soy de Pennsylvania como decía antes) o del conservadurismo británico, esta dedicándose a inflar su cuenta corriente y hacerse famoso. No es que no disfrute leyendo The War of the World (que me he leído dos veces y vista la serie una), es que me apena no poder leer esa moderna biografía académica de William Pitt que no tenemos.

Y es que durante todos estos años, Ferguson ha escrito solo dos libros más serios, Cash Nexus, sobre la relación entre política y dinero y High Financier: The Lives and Time of Siegmund Warburg, que como su nombre indica es una biografía de Siegmund Warburg, el banquero que creó el mercado de Eurobonos.

La página web de Ferguson nos dice que está trabajando en una biografía “autorizada” de Kissinger (¿ven ahora por lo que el detalle de que el antiguo secretario de estado de Nixon acudió a su reciente boda con Hirsi Ali era relevante?) Dada la increíble vida de Kissinger y la posibilidad de acceso a una fuente de documentos vetada en la práctica a ningún otro historiador puede convertir a ese libro, cuando salga realmente, en un clásico instantáneo. Habrá que esperar, pues.

Volvamos a los cinco libros que se han convertido en series de televisiones. El tema recurrente de los cinco es el ascenso y descenso de Occidente, proceso que fascina a Ferguson, tanto por su militante defensa de Occidente como por observador histórico. Empire y Colossus se centran en los dos grandes imperios anglosajones, el británico y el americano, uno ya casi desaparecido y el otro con graves problemas, The War of the World es básicamente un resumen de cómo los Occidentales nos dedicamos a matarnos con gusto durante todo el siglo XX y como esto pulverizó el dominio del Reino Unido, Francia y Rusia sobre buena parte del resto del planeta no gobernado por EE.UU., y The Ascent of Money es un poco la historia económica de toda este cirio. Llegamos con ello al quinto y final libro de la serie, Civilization, que sirve en cierto modo de resumen y que sintetiza buena parte de las ideas de su obra anterior.

Y es que el objetivo de Civilization es ambicioso. En cierto sentido es intentar responder, una vez más, a la que defendería es LA PREGUNTA detrás de toda la ciencia social, desde Monstesquieu o Adam Smith a Daron Acemoglu pasando por Karl Marx o Max Weber: “¿Por qué Occidente se modernizó y creció y el resto del mundo no (o al menos hasta hace poco)?”

Pero como responder a esto (bueno, en realidad solo contar lo que Ferguson argumenta al respecto) me llevará otro par de miles de palabras, lo dejaré para el sábado, cuando completaré esta trilogía de las aventuras de Niall Ferguson.