Mañana lunes 7 de marzo son las elecciones a rector de la Universidad Carlos III de Madrid. Gane quien gane de los tres candidatos, habrá un perdedor claro: todos nosotros. Estas elecciones serán un ejemplo más de la terrible gobernanza de nuestras universidades y del coste que esto supone para la sociedad española en términos de bienestar.
Antes de desarrollar el argumento, déjenme que aclare un par de cosas. Una, que poco tengo que ver a nivel personal con la Carlos III. Si bien cuento con bastantes amigos que son profesores en el departamento de Economía y en el de Historia Económica e Instituciones, ni he estudiado en la Carlos III ni he tenido nunca una vinculación académica con la institución más allá de un par de charlas que he dado a lo largo de mi trayectoria profesional. Es más ni quiero una plaza en esta universidad ni, por motivos familiares, creo que la quiera en el futuro previsible. Dos, que no conozco a ninguno de los tres candidatos personalmente, ni recuerdo haberlos visto nunca (aunque en su día estudié con el libro de estadística de uno de ellos), ni se absolutamente nada de sus programas electorales más allá de lo que he leído en dos columnas en EL PAIS, una de un antiguo rector de la universidad criticando al actual rector, que se presenta a la reelección y una respuesta del candidato aludido, en la que los autores se tiran los trastos a la cabeza y que me han hecho ser consciente de esta elección.
Pero es precisamente la falta de lazos con la Carlos III y me desconocimiento de los candidatos lo que me permite disfrutar de la suficiente perspectiva para percatarme que elegir a un rector de esta manera es un absurdo. Y, no, no es un problema de un candidato u otro. Es un problema de un sistema basado en una premisa falaz, con malos incentivos y para el que existen alternativas claras y sencillas bien probadas en muchos otros países.
Empecemos con la falacia del supuesto que los rectores tienen que ser elegidos por los miembros de la universidad. De alguna manera se le ha metido al legislador la peregrina idea de que los profesores, estudiantes y personal administrativo tienen este derecho. Y digo peregrina pues no es la manera en la que seleccionamos los gestores de ningún otro servicio o agencia pública. Los beneficiarios de los servicios públicos somos todos, directamente (como los estudiantes de una universidad) o indirectamente (como partícipes en una economía con buenos profesionales o usuarios finales de la tecnología desarrollada en la universidad). Es por ello que, casi siempre, los gestores son nombrados por los poderes ejecutivos que son los que nos presentan al conjunto de los ciudadanos. Los inspectores de hacienda no votan al director de la Agencia Tributaria y los conductores del Metro de Madrid no votan al presidente de la compañía. La explicación de esta asimetría es sencilla: los profesores y estudiantes universitarios tienen un poder político desproporcionado a su tamaño y gracias a ello han extraído del resto de la sociedad un privilegio corporativo excepcional que disfrazan de apariencia democrática gracias a una sofística elocuencia.
Pero si solo fuera un privilegio sin mayor consecuencia, la elección de los rectores por votación no dejaría de ser una tontería más de las que acumula España. El verdadero problema es que el sistema genera incentivos perversos: los votantes no ganan al votar por el mejor rector desde el punto de vista de la sociedad sino por votar al que más les beneficie de manera personal. Esto no quiere decir, literalmente, que la gente solo vote por su interés, simplemente que muchos lo harán por este motivo y que muchos otros, quizás inconscientemente, lleguen a la conclusión que el rector que mejor les viene a ellos es también el mejor para todos. Negar que la gente se comporta, al menos en parte, para mejorar su situación personal es pura ingenuidad.
Repasemos pues la situación de los distintos miembros de la comunidad universitaria. El personal de administración y servicios no tiene ninguna razón especial, más allá del puro altruismo, para preferir una universidad de calidad: su sueldo será el mismo en todo caso y lo único que les puede traer la excelencia es más trabajo. A fin de cuentas ¿quién quiero gestionar una nueva beca u organizar más conferencias?
Los estudiantes tampoco ganan demasiado de una buena elección de rector: para cuando los efectos de este rector se noten, lo más probable es que ya hayan abandonado la universidad. Pensemos en los chavales que votarán mañana y estén en cuarto de carrera. En apenas 4 meses habrán terminado sus estudios y comenzado una nueva vida en la que, dado la poca selección que hace el mercado de trabajo español con respecto a la universidad de origen, el prestigio (o falta del mismo) de la Carlos III tendrá poca importancia. ¿Por tanto, tiene ninguno de ellos, de nuevo más allá del puro altruismo, una razón muy poderosa para preferir un rector exigente desde el punto de visto académico? ¿O votarán por aquel candidato que, o bien conforme con su ideología política o simplemente les ofrezca un camino más fácil y entretenido hacia la graduación?
Y finalmente los profesores. De nuevo el objetivo de muchos de ellos poco tendrán que ver con el bien de la universidad en su conjunto. Por ejemplo, imaginémonos que yo soy un mal investigador (que los hay y muchos). ¿Quiero votar a un rector que me deje en paz o a uno que me exija? O si estoy a 5 años de la jubilación, ¿a un rector que quiera cambiarlo todo o uno que me deje tranquilito los últimos años de mi carrera? O si estoy pensando en mudarme a otro universidad en el corto plazo ¿a un rector que posponga los costes de un ajuste al futuro o a uno que los quiera imponer ahora mismo?
Es más, el sistema de elección y la necesidad de “hacer campaña” probablemente desincentiven a muchos de los mejores candidatos a rector que lo último que quieren hacer es meterse en estos líos. ¿O es que hay muchos a los que les guste discutir en columnas en los periódicos nacionales si tienen o no compromiso con la democracia?
Estos argumentos no implican que, en todas las elecciones a rector salga el peor candidato elegido, sino que de media, los mejores no se presentarán y, entre los que se presenten, de nuevo de media, los elegidos no serán aquellos que trabajen de manera efectiva por la mejor universidad posible. Y aunque no quiero citar nombres ni casos concretos, hay claras experiencias que son pruebas lapidarias de todo lo que digo.
Más grave incluso es que existen maneras alternativas y más adecuadas de seleccionar rectores que se emplean con éxito en numerosos países desde hace mucho tiempo. Un ejemplo cercano a mí es Penn State, la universidad pública de mi estado (que no es UPenn, mi universidad, que es una institución privada). El presidente de Penn State (el equivalente al rector) es seleccionado por un consejo de administración con miembros del Estado, y representantes de la industria y de los antiguos alumnos (cuyas donaciones son importante fuente de financiación y quienes, en un sistema que discrima entre distintas universidades en términos de calidad, tienen un fuerte incentivo a mantener el valor de sus títulos incrementando el ranking de la universidad). El presidente es seleccionado por su curriculum, su experiencia y su capacidad de gestión y no por motivos políticos o por el deseo de una masa fluctuante de votantes (aquí se puede ver la biografía del presidente actual: una cosa solo a destacar y que es bastante común en EE.UU., antes de ser presidente de Penn State lo fue de otra universidad más pequeña y antes de ello tuvo muchos otros cargos en otras universidades, lo cual es una progresión mucho más lógica). Es más, el presidente no se selecciona por un mandato predeterminado, sino, como cualquier otro gestor, por tanto tiempo como satisfaga al consejo social.
Penn State es un orden de magnitud mejor en términos de investigación que cualquier universidad española y aunque existen muchos motivos para ello (financiación, selección de alumnos, independencia), su mejor gobernanza, en especial la selección de presidente (como demuestra la literatura empírica al respecto, aunque hoy, en el interés del espacio, voy a pedir al lector que confié en mi afirmación en vez de discutir esta evidencia en detalle que se puede encontrar por ejemplo en este trabajo), es un elemento clave en esta calidad a nivel internacional.
Concluyo con una breve frase para aquellos de nuestros seguidores que nos leen desde la Carlos III: el lunes tenéis que participar en el mal trago de un sistema demencial. Afortunadamente se pasará pronto. El martes, podemos empezar a cambiar, de verdad, la gobernanza, de nuestra universidad.
Hay 62 comentarios
Que la Universidad española funciona mal no lo duda nadie. El problema fundamental es la endogamia. Hay dos modelos que funcionan bien. Uno es el alemán: sencillamente se prohíbe la endogamia. Está prohibido que se haga la Tesis y se trabaje en la misma universidad. Otro es el británico. Es un sistema liberal. Se deja a las universidades que hagan lo que quieran. Pero, al contrario que en España, la autonomía va ligada a la responsabilidad. Las nóminas de los profesores vienen del presupuesto de la Universidad, no de una asignación fija de los presupuestos. El dinero que reciben depende de resultados. Es un sistema duro. Si un departamento, aunque sea Oxford, no alcanza ciertos objetivos (número de alumnos, proyectos de investigación aprobados, contratos con empresas, patentes con licencias vendidas) se cierra, y se despide a todo su personal.
Errata:
en mi primer comentario pone, sobre la deficiente regulación del crédito promotor "como eso de valorar". La frase, sin terminar, se refería a que se valoren como garantía de los créditos hipotecarios y a los promotores la tasación del banco o caja de ahorros. Las entidades podían parecer todo lo solventes que quisieran inflando las tasaciones, eligiendo al tasador más conveniente.
Emilio
Yo no creo que este dejando el gobierno de las universidades en manos de las CC.AA. El problema no es que haya un consejo social sino como nombramos a las miembros del mismo y que criterios les damos de comportamiento. Por ejemplo en Penn State, el gobernador del estado tiene un poder bastante limitado y los antiguos alumnos y representates de la industria uno mucho mas grande. El hecho de que los consejos de las Cajas estuviesen mal diseñados no es motivo para eliminar la idea de todo consejo social.
En todo caso los cambios en la gobernanza de las universidades que yo defiendo son mucho mas globales y si, incluyen, entre otros muchos, el dar mas libertad a las universidades y crear ejercicios como el RAE en el Reino Unido.
Jesús, pero para que haya un consejo con representantes de la industria, primero hay que tener primero industria. En USA las empresas financian importantes proyectos, y son una de las primeras fuentes de ingresos de muchas universidades. Aquí y ahora, eso es imposible. No sé por qué. Juan Carlos Barba (que tiene un excelente foro económico en Facebook) considera que en España hay falta de competitividad empresarial, debido a un montón de normas que protegen al empresario establecido frente al nuevo emprendedor.
Así que en este momento, suprimir la endogamia con métodos como los de la LOU (reventada por el actual Gobierno en favor de la endogamia) son un buen comienzo.
Una discusion sin salida, porque esta basada en dar por bueno un modelo universitario (el existente en USA) si tener en cuenta toda la mecanica social detras, desde la posicion estatutaria de los profesores, hasta la funcionalidad de los estudios.
La realidad espanyola se enmarca en EU, asi que mejor analizar modelos posibles en EU, que buscar ilusiones fuera... al menos a corto medio plazo.
Sino, es un vuelta a lo mismo continuamente... (Por cierto, antes que existiera MIT, ya se inventaban cosas en el mundo... no hay que tener miedo a cambiar, o a hacerlo diferente).
Asi:
1. Es viable una nueva gobernanza en las Universidades, que habria que cambiar, que principal problema supondria para el profesorado.
2. Que modelo mixto seria posible, dentro de un status de trabajador actual, para un sistema de incentivacion mas dinamico (y posiblemente arbitrario..)
3. Como entrar otros participes en la gobernaza, sobre todo participes privados.
Se que no es facil, pero me aclararia las ideas...
Permitanme Sres una reflexion de origen, quizas importune, pero puede centre un debate desde la base.
El sistema anglosajon universitario moderno esta destinado a formar una elite para dirigir el pais, quito los elementos nuevo de valor tecnologico, que son un must actual pero no es origen del sistema. Ustedes me diran que el frances o aleman es el mismo, solo que las elites que gobiernan en estos dos esferas son distintas.
El anglosajon forma elites para gobernar el pais desde la inicitiva privada, el europeo es sobre el gobierno publico... como ven desde la base, los impulsores, sus razones de existencia son completamente diferentes. Transplantar el sistema anglosajon aqui sin la misma base social es un poco aventurado, por decir poco.
La fuerza de lo "publico" en nuestra cultura politica, y por lo tanto administrativa/universitaria es muy, muy fuerte como para que se vea posible un cambio radical.
Asi toda maniobra para eliminar esa aberracion de "autogestion teledirigida" provocada por el abandono del estado de sus responsabilidades y la inexistencia de una sociedad civil debe ser en este contexto social... otra cosa esta abonada al fracaso y la confrontacion sin sentido.
Centros de ensanyanza de tercer ciclo asociado a las grandes universidades donde no existan plazas con titularidad, sino rotaciones por tiempo indefinido? Fundaciones de desarrollo asociados a estos centros desde la participacion privada, que sean el origen de los fondos de dichos centros?
Bien, pero el artículo es tendencioso al plantear que es lo mismo esto que dejar que los conductores de Metro de Madrid voten al presidente de la compañía. No vería nada mal que al presidente de Metro lo votaran los pasajeros. Me parece por otra parte que la provisión de estudios universitarios debiera llevarse a cabo por el Estado como ahora, dado que la solución de mercado ha llevado en varios países a que existan demasiados abogados y pocos ingenieros, lo que termina conllevando existencia de mayor cantidad de juicios a la socialmente óptima y calamitosas situaciones en infraestructura. Por eso se entiende que el poder político debería ejercer su influencia en la definición de cupos para cada carrera.
Efectivamente, la gobernanza de las universidades españolas tendrá que tener en cuenta el tipo de sociedad que tenemos, y el marco normativo de la UE, donde claramente nos alineamos con los grandes países continentales (Francia especialmente), por tradición jurídica y por predominio de lo público, tanto en este ámbito universitario como en muchos otros. Nuestra tradición administrativa es la francesa. Pero hay tanto margen para la mejora en el deteriorado sistema que tenemos (y si creen que exagero, echenle un bistazo al Borrador del estatuto del personal docente e investigador, donde se valora entre otras cosas la experiencia sindical y no es broma) que sin llegar a los modelos anglosajones, que los veo deseables pero remotos, se pueden hacer milagros que mejorarían inmediatamente el funcionamiento de nuestras Universidades públicas.
Artículo en el País sobre el Estatuto personal docente e investigador en
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Universidad/viene/profesores/puntos/elpepuopi/20110303elpepiopi_11/Tes
Pablo: si el presidente de Metro decidiera dónde se situarían las estaciones, ¿sería buena idea que los pasajeros votaran? cada uno votaría al que prometiese Metro en la puerta de su casa, ¿no? encontraríamos el mismo problema de incentivos que en las elecciones a Rector.
Estudio en la UC3M y se puede comprobar cómo se ha votado en estas elecciones. Uno de los candidatos ha pasado a segunda vuelta principalmente enaltecido por el Campus de la UC3M situado en Colmenarejo. En su programa, ese candidato ha prometido muchas cosas para ese campus. Casi el 90% de los votos de ese Campus fueron para él.
¿Por qué le han votado esos estudiantes/PAS/PDI? ¿Porque va a dar un impulso al sistema universitario y va a llevar a la UC3M a la carrera con las mejores universidades? No. ¿Importa acaso? Los incentivos en el voto de personal y estudiantes de Colmenarejo es seguir manteniendo allí su pequeña cuota. No importa la dirección de la Universidad, ni la calidad en la enseñanza. Simplemente queremos estar aquí y éste nos lo garantiza.
Y es sólo un ejemplo. A nivel de profesores, son evidentes los apoyos que se reciben por parte de cada candidato de los distintos Departamentos. Apoyos que no se fundan, como antes, en una mejor dirección de la Universidad, sino en los intereses del propio Departamento y de los profesores que lo conforman.
Con todo y con eso comparto varias opiniones en las que se plantea una gran dificultad de afrontar medidas del tipo propuesto en España. El discurso de la "democracia universitaria" ha calado sobremanera no sólo entre muchos estudiantes (o no muchos, pero sí muy ruidosos), sino en la sociedad en general.
La participación de los estudiantes ha sido, aún así, de un 21% en estas elecciones. Mejor: el 79% de los estudiantes no ha votado para elegir al Rector. Habrá que plantearse por qué se sigue palmeando a minorías que no piden, EXIGEN, que el modelo no sólo se mantenga, sino que la cuota de poder de los estudiantes sean aún mayor. Y diles algo...
El sistema de elección del que habláis permitió que Peña ganara las elecciones de la Carlos III en la vez anterior (precisamente gracias al voto de los estudiantes). Con otro sistema, con un mayor peso del voto de los profesores, por ejemplo, hubiera ganado Parejo en las elecciones anteriores de calle (y por tanto la Carlos III no hubiera conseguido muchos de los logros alcanzados en estos 4 años).
Viendo alguno de los comentarios escritos aquí... Pediría algo de consistencia. El sistema es malo si es malo en todas las ocasiones. El sistema hizo perder a Mas-Colell en la UPF (mala cosa), pero hizo ganar a Peña en la Carlos III (buena cosa)... Y posiblemente haga perder a Peña en 2011 si no se gana el voto de algunos estamentos (mala cosa).
Charlie, el post se titula "gane quien gane perdemos todos". Aquí no es cuestión de Peña o Parejo, es cuestión de si un sistema democrático donde los votantes tienen incentivos muy fuertes a aumentar su trozo del pastel antes que a aumentar el pastel entero (a ser rentistas) es el más adecuado para escoger a un gestor al frente de un organismo público.
Que en el sistema actual se llegue a alcanzar el óptimo "de carambola" significa que el subóptimo es, cuanto poco, equiprobable, con lo que no se puede defender como bueno. O dicho de otra manera: una escopeta de feria acierta uno de cada tres tiros, ¿Cuando acierte hemos de considerarlo equivalente a un rifle de francotirador?
La UC3M se gestó y se intenta llevar como una universidad "experimental". ¿Por qué no intentar también un nuevo modelo de gobernanza?
Que el sistema de elección de los rectores sea por medio del poder ejectutivo es tan dudoso como que lo sean el Director de la AT y el presidente de MetroMadrid o cualquier otro PLD de nuestro país. Esta precisamente es una de las mayores lacras de nuestro país, que en este artículo, para más inri, se alaban...
Parece obviado por todos pero reflejado en la Constitución que el acceso a la funcion pública se hace por MÉRITOS y CAPACIDAD y no por decisión de unos pocos que establecen dónde colocar a sus conocidos.
¡Ay del probre que se crea que el Gobierno (o Cortes) de España representan proporcional (o directamente) a la población española!
Cuando seamos capaces de ver que la elección de un Rector, un Director General o cualquier otro Alto Cargo de la Administración debe hacerse por los principios inspiradores de la Constitución (democracia...) ese día tal vez veamos que eligiendo a nuestro Rector, estamos representando mucho más el INTERÉS GENERAL de lo que lo que puede representarse desde un despacho que por muy grande que sea, no equivale NUNCA a 20,000 personas.
Los comentarios están cerrados.