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Estoy en condiciones de ofrecer al Presidente lo que el Presidente me ha pedido

Este miércoles se presenta en el Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF) la propuesta de acuerdo para la reforma del sistema de financiación autonómica de las CC.AA. de Régimen Común (vamos, todas menos el País Vasco y Navarra). El documento que me han pasdo con el proyecto tiene nada menos que 76 páginas, con lo cual tendré que digerirlo con más calma (e intentar averiguar lo que de verdad quieren decir algunas cifras) antes de expresar opinión, aunque así, a botepronto, sigue sin crearse responsabilidad fiscal con lo cual, más de lo mismo y en dos años vuelta a empezar, como Sísifos pero en aburrido.

Lo que si queda claro, sin embargo, es que Elena Salgado ha cumplido con la principal misión que se le encomendó al ser nombrada ministra: solucionar la brecha en el sistema de financiación autonómico abierta por el nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña. Más allá de su cansancio después de mucho tiempo en el cargo, el principal punto de desencuentro entre Solbes y Zapatero, y que forzó la salida del primero del gobierno de una manera súbita, fue las reticencias del ministro al nuevo acuerdo de financiación autonómica. La labor obstruccionista de Solbes era algo que Zapatero no podía permitir en tanto que su futuro político pasa por Cataluña.

Como somos economistas, la mejor manera de demostrar esta afirmación es hacer números. El Congreso de los Diputados tiene 350 diputados. En las elecciones generales del 2008, el PSOE obtuvo 169 escaños mientras que el PP se quedó con 154.  De estos 350 diputados, 47 fueron elegidos por las cuatro circunscripciones catalanas. De estos 47 diputados, el PSC-PSOE sacó 25 mientras que el PP se conformó con 8. Es decir, que en un Congreso “sin Cataluña” con 303 diputados, el PP aventajaría al PSOE con 146 diputados frente a 144 del PSOE (lo gracioso de este contrafactual es que el PNV-NaBai, con 7 diputados, decidiría quien gobierna ya que sin sus votos no habría mayoría posible; por cierto un contrafactual también informativo es un Congreso “sin Cataluña ni País Vasco”, 285 diputados y donde los 143 diputados del PP tendrían mayoría absoluta).

Pero mantener esta distancia tan tremenda al PP en Cataluña exige no solo que el PP no suba en el area metropolitana de Barcelona (su único granero posible de votos, excepto por la posibilidad de que el PP ganase un escaño por Gerona, la única provincia donde no tiene representación y donde en el 2008 se quedó a pocos votos), sino que el PSC-PSOE no pierda votos a ERC por la izquierda o a CiU por la derecha. Y la manera más segura de lograrlo es poder presentarse a las elecciones con el marchamo de un nuevo acuerdo de financiación que demostrase a su electorado las ventajas de un gobierno PSOE en Moncloa y en la Plaza de Sant Jaume. Por eso Solbes era incomodo y Zapatero necesitaba alguien en el ministerio sin peso propio específico y que tragase con ruedas de molino pero que sacase la reforma adelante. Y Salgado le ha dado lo que quería, o parafraseando a aquel Maquiavelo de Gijón con el que comparto medio apellido: “Estoy en condiciones de ofrecer al Presidente lo que el Presidente me ha pedido.”