¿Qué ha pasado con el empleo? Lecciones de esta crisis.

Esta pandemia ha puesto a prueba a los indicadores del mercado de trabajo como nunca lo había hecho ninguna crisis anterior. En la Gran Recesión surgió ya la necesidad de buscar indicadores alternativos, sobre todo de actividad laboral y paro. Los existentes no proporcionaban información suficiente para hacernos una idea del tamaño real del problema del desempleo. Desde entonces, no se hizo nada a nivel estadístico para intentar remediarlo. Y, de esta forma, nos encontramos en plena pandemia intentando resolver enigmas sobre la dinámica del empleo, la actividad laboral y el paro y su duración.

El problema añadido es que no sólo los indicadores disponibles, sino también las fuentes de datos necesarias para calcularlos, no estaban preparados para soportar el shock de la pandemia.  El INE tuvo que trabajar de lo lindo para poder sacar la EPA adelante, aunque sí se abrió a proporcionar algo más de información (como indicadores de teletrabajo trimestrales). El SEPE continuó en su inmovilismo estadístico permanente, facturando estadísticas poco útiles en este nuevo contexto. Nos tuvimos que ir alimentando de los datos de la Seguridad Social, que se comunicaron de forma complementaria en momentos (a mediados de mes), y por medios (Twitter) inusuales, y con interpretaciones ministeriales generalmente triunfalistas, lo que (al menos a mi) me llena de dudas.

Ahora surgen nuevas preguntas del tipo: ¿Cómo es posible que hayamos retornado a los niveles de empleo pre-pandémicos, estando aún lejos de recuperar los niveles de actividad?. ¿Cómo podemos explicar una caída tan considerable de la productividad? o ¿A qué se debe que se desvíe tanto el PIB adelantado del real? Y detrás de estas preguntas siguen planteándose las iniciales: ¿Estamos midiendo bien el impacto de la pandemia sobre el empleo?

Empleo: EPA vs Seguridad Social

En las últimas semanas, la Seguridad Social y del INE nos anunciaban que habíamos retornado al nivel de empleo previo a la pandemia. Siendo esta una excelente noticia, no lo era menos que, por fin, las variaciones del empleo registrado por las afiliaciones en alta y las estimadas en la EPA volvían a coincidir. No lo hicieron a lo largo de toda la pandemia. La EPA, fuente de datos básicos para la Contabilidad Nacional, llegó a estimar una variación interanual de cerca de 1,2 millones de empleo durante los primeros meses del primer Estado de Alarma, mientras que la afiliación limitaba la destrucción neta a 850 mil. Las diferencias entre ambas fuentes se mantuvieron altas hasta el segundo trimestre del 2021. Y desde entonces, coinciden en sus comparaciones con el año 2019.

Este hecho se produce a pesar de que las diferencias entre los volúmenes de empleo de ambas fuentes sean grandes. Cierto que se han ido reduciendo progresivamente desde el inicio de la última recesión. Y precisamente, en ese segundo trimestre de 2020 llegaron prácticamente a coincidir (+61 mil) cerca de medio millón menos que a finales del 2019. En el último trimestre volvieron a ser cerca de 500 mil.  ¿A qué se deben estas diferencias y por qué cayeron tanto durante el Estado de Alarma? ¿Qué lecciones podemos extraer?

Hemos de tener en cuenta primero tres factores:

El primero es que no todos los trabajadores están afiliados a la Seguridad Social. Al menos un 20% de los empleados públicos no lo están por pertenecer a alguna mutualidad como MUFACE, MUJEJU e ISFAS. Ese porcentaje ha ido disminuyendo con las jubilaciones de los funcionarios mutualistas, pero no puede explicar lo que ha ocurrido durante la pandemia.

Ahora bien, el empleo público ha sido uno de los principales responsable de que hayamos recuperado los niveles de empleo previos a la pandemia, con 250 mil empleados más según la EPA de este tercer trimestre que en la de 2019, por casi 130 mil asalariados del sector privado menos. Por otra parte, y no me resisto a dejar este gráfico aquí, las jubilaciones en el sector público parecen haberse acelerado en estos  últimos trimestres, convergiendo ya casi con las de los asalariados del sector privado (cuando la relación entre el empleo asalariado de ambos sectores es de un asalariado público por cuatro del sector privad) debido al intenso envejecimiento de los primeros. Esto hará que la convergencia entre los datos EPA y de la SS se produzca a mayor velocidad, y la EPA no debería reflejará un balance de empleo tan positivo como la SS que debería contabilizar menos salidas del empleo público.

Cómo se muestra en el tercer gráfico, los mayores responsable de la reducción de la desviación entre EPA y SS durante el Estado de alarma han sido los datos de los asalariados del sector privado, cuyo volumen estimado en la Epa ha pasado a ser inferior al de la SS en más de 400 mil personas. Ambas fuentes han contabilizado los ERTE de forma similar, así que la diferencia no ha podido proceder de estos. Una explicación (habitual) es que en una encuesta es posible que se recoja parte del empleo irregular que no se observa en registro legales, y que este tipo de empleo haya sido el principal pagano durante el Estado de Alarma, por no tener acceso precisamente a los ERTE, por ejemplo. Ya en los últimos trimestres habría vuelto a un nivel similar.  ¿Hasta qué punto existe una correlación entre empleo irregular y actividad económica irregular?, o ¿Cuál es la productividad de estos empleos? Podría ser una vía tentativa para explicar fenómenos relacionados con el PIB que no tienen hoy una explicación clara.

Otro factor del que no sabemos hasta qué punto ha podido afectar a los indicadores de empleo, paro y actividad son las dificultades por las que ha pasado la EPA. Ha sufrido una reducción significativa de su tamaño muestral, cerca de unas 30 mil personas, un 20% de la muestra, lo que ha obligado a elevar las ponderaciones usadas en la encuesta.

Dos maestros como Luis Toharia y Luis Garrido nos contaban allá por los 90, que cuando no se encontraba nadie en un hogar, se sustituía  este por otro hogar vecino. El problema era que estar en casa o no en horarios laborales debía estar muy correlacionado con la situación laboral de sus miembros. De esta forma, probablemente la EPA sobreestimaba el desempleo en épocas de crisis, y subestimara empleo en períodos expansivos. El hecho es que en anteriores recesiones el tamaño muestral aumentaba, y en la actual crisis ocurre lo contrario. Por otra parte, al pasar a hacer entrevistas por teléfono, no sólo en las segundas y sucesivas entrevistas, sino también las primeras, surgen dos preguntas: si todos los trabajadores contestan por igual a las llamadas en horario laboral, o si hay diferencias, por ejemplo, por ocupaciones, y, en segundo lugar,  si no surgen sesgos importante al no disponer de todos los números de teléfono de la población objetivo. En realidad, se sabe bien poco acerca de estas dificultades, y sobre todo cómo pudo afectar a los indicadores de empleo durante esta pandemia.

¿Y el paro?

Lo cierto es que la actividad laboral cayó fuertemente durante el Estado de Alarma, lo que amortiguó los efectos en el paro de la caída del empleo, pero al igual que este, se ha recuperado, superando a la del tercer trimestre de 2019 en casi 360 mil personas, y este es el motivo por el que, a pesar que haber superado los niveles de empleo del aquél momento, el número de parados se haya resistido a bajar. Ello indica en primer lugar que volver a recuperar los niveles de empleo del 2019 no es suficiente, y el objetivo es intentar retornar lo más pronto posible a la senda de crecimiento que dejamos en el período pre-pandemia, es decir, recuperar también los cerca de 400 empleos que muy probablemente se habrían generado sin pandemia.

¿En qué medida estas cifras de paro se han visto alteradas por los problemas que persiguieron la EPA desde el inicio de la pandemia?. Aquí, una fuente alternativa serían los datos del paro registrado del SEPE. Sin embargo, estos también se han visto grandemente afectados por cambios en los procesos de registro administrativo de altas y bajas  que han inflado el paro durante la pandemia, y que ahora están inflando la caída del paro real (Véase aquí).

Conclusiones

Será difícil, al menos esperemos que no se produzca otra pandemia pasado mañana, pero parece conveniente sacar lecciones acerca de la escasa utilidad de los indicadores del mercado de trabajo en tiempos de crisis, y por otros motivos, también en tiempos de bonanza. En parte este problema se resolvería dando acceso a los microdatos que aún se guardan como en el Señor de los Anillos, véanse los datos de contratos y demandantes de empleo, o con demasiado retraso, véase los datos de historiales de afiliación. O simplemente siendo algo más creativos, y generando nuevos indicadores adaptados al mercado de trabajo actual, no al de mediados de los 80. Finalmente, se viene reclamando desde hace décadas una mejora estadística de las vacantes. En la actualidad se podría crear en base a la información de los portales de empleo que diera alguna respuesta a los cuellos de botella que están apareciendo en nuestro mercado de trabajo, y que se espera se intensifiquen en un futuro cercano.

Hay 2 comentarios
  • Muchas gracias por este interesante post. Pero me surgen dos dudas.
    Se indica que el número de empleados del sector privado en el 3T de 2021 ha caído, cuando los datos de la EPA indican lo contrario, tanto en términos intermensuales como interanuales, incrementándose incluso más que el empleo del sector público. https://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736176918&menu=ultiDatos&idp=1254735976595
    También se indica que el número de asalariados del sector privado ha pasado a ser inferior al de los de la seguridad social. Como puede ser si todos los empleados del sector privado deben estar afiliados? Salvo economía sumergida, que incrementa la EPA.
    Gracias

    • Hola Victor, muchas gracias por tu comentario.
      La comparación que se hace es entre 2019T3 y 2021T3, es decir, en un trimestre comparable previo al inicio de la pandemia y el último trimestre. En esta comparación, el saldo del sector público es positivo, y el del sector privado sigue siendo negativo.
      En el segundo punto, tienes razón. La EPA no debería tener memos empleados del sector privado que la afiliación, y sin embargo esto ocurrió (en más de 400 mil personas!) en el 2020T2. Si fue debido a los problemas que padeció la EPA en este trimestre, no resultaría fácil explicar porque no se produjo también con el empleo público.
      Habrá que seguir investigando...

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