Ayer tuvimos en Fedea una visita de excelencia: Urs Ziswiler, el embajador de Suiza en España (y Andorra). El objetivo del encuentro era transmitirnos una de las bondades de este país: tienen el paro juvenil más bajo de Europa.
Y la razón principal, según el embajador, no es otra que su sistema de formación profesional dual, aquel que combina, en alternancia, la educación en la escuela con el aprendizaje remunerado en la empresa.
Este modelo que se basa en la figura del aprendiz, tendría su origen ya en la Edad Media, en las asociaciones gremiales, y se habría mantenido desde entonces cambiando de forma para integrarse en el sistema educativo reglado.
Según el OECD Education at a Glance (2011), en el año 2009, un 65.5% de los estudiantes de la secundaria posobligatoria suizos seguían itinerarios de formación profesional, un 60% lo hacía siguiendo programas que combinan las escuelas con el empleo en alternancia. Con sólo un 7% de abandono escolar temprano, estas cifras indican que más de la mitad de la población juvenil pasa por este sistema. En España, entre el 70% de los jóvenes que no han abandonado el sistema educativo, un 43% seguía estudios de FP y sólo un 2% lo hacía bajo la fórmula de la formación dual.
Según el prospecto que nos dejó el embajador, el sistema dual estaría orientado al mercado de trabajo, teniendo pues dos grandes ventajas: capacita a los jóvenes para su entrada en el mercado de trabajo y cubre las necesidades de las empresas, garantizando que existan suficientes especialistas y cuadros en el futuro. “La estrecha correlación con el mercado de trabajo explicaría por qué Suiza tiene una de las tasas de paro juvenil más bajas entre los países europeos”.
Suiza no es el único país que apostó por la formación profesional reglada dual. Este modelo educativo es de hecho una característica bien conocida de los países germanoparlantes: Alemania, Austria y Suiza, y también de Dinamarca que lo adoptó en los años 80. Cómo se puede observar en el Gráfico 2, los cuatro países ocupan una muy buena posición en el podio de los de menor tasa de paro juvenil.
Los pros y contras de la FP dual
Las costes y beneficios de la formación dual vienen bien resumidos en estos dos documentos de la OCDE, aquí y aquí.
A mi modo de ver, la principal ventaja del modelo dual es que a diferencia de nuestro modelo educativo, la transición de la escuela al mercado de trabajo no se pospone hasta el final de los estudios. De esta forma, al menos teóricamente, las ventajas del sistema dual son claras. Al final de la educación secundaria posobligatoria, los estudiantes disponen ya de una amplia experiencia laboral. En ambos sistemas pueden obtener un diploma o graduación con la misma edad, pero en el primero ya han adquirido así dos tipos de capital humano adicionales, uno de carácter genérico (la primera experiencia laboral, que sirve para otras empresas) y otro de carácter específico (la antigüedad en una empresa, el que “vale, vale”, y la probabilidad de que permanezca en la empresa es alta).
Para entender bien los beneficios del sistema dual hay que recordar una de las máximas de la economía laboral: debido al “riesgo de pirateo” de los jóvenes ya formados por parte de otras empresas, estos han de costearse su propia formación por medio de un menor salario. Los jóvenes, aún sin título, tienen un menor salario de reserva (el que estarían dispuestos a aceptar para trabajar) que aquellos con título, y, así mismo, resulta muy probablemente más “admisible” para los agentes sociales negociar un salario inferior para un aprendiz de 16 años que para un titulado con 18 o 21 años. Por contra, la alternativa al sistema de educación dual acaba siendo la de los contratos de prácticas. Si estos incluyen un menor salario, serán tildados de “contratos basura” y, sino, deberán financiarse por el Estado por vía de subvenciones. En definitiva, el sistema resulta igualmente costoso para las arcas públicas (véase aquí otra entrada en la que ya abordamos este tema). Adicionalmente, también surge el problema del control de la formación de los jóvenes durante prácticas, que no está garantizada por el sistema educativo reglado.
El sistema sólo puede funcionar si existe una plena predisposición de empresas, agentes sociales y de las autoridades educativas que ofrecen los cursos reglados y supervisan la formación. Debe existir un mercado de trabajo de aprendices en el que el Estado interviene como intermediario. En Suiza, cerca de un 30% de las empresas participan en este proceso, teniendo las PYMEs mayor peso que las grandes empresas. La oferta educativa ha de ajustarse a las necesidades de las empresas en el largo plazo (para el corto plazo ya están las políticas activas de formación) y esto no es nada sencillo. La evidencia muestra para Alemania que sólo la mitad de la población con formación profesional reglada trabaja en empleos para los que se formaron.
¿Sería factible en España?
Un buen punto de arranque es que los sindicatos estarían, a priori, a favor de la implantación del sistema de formación dual en España y los partidos políticos también. Ahora bien, estos últimos no parecen ponerse de acuerdo. El PP apoyaría que se implante en la formación reglada. De hecho, este curso ya ha promovido una primera experiencia piloto en la Comunidad de Madrid. El actual gobierno y el futuro candidato apuestan más bien por mantener el sistema actual y reforzar la formación dual de aquellos jóvenes que han abandonado la escuela en edad temprana sin cualificación alguna para un oficio. No cabe duda que el reto es extremadamente complicado. Hay que cubrir ambas necesidades, la avería es muy gorda, pero no es menos cierto que si no se cierra el grifo, será muy difícil arreglarla.