A estas alturas, aún parecen existir dos posturas enfrentadas cuando se aborda la necesidad de reformar nuestras instituciones laborales. Ninguna de las dos partes discute en realidad sobre la excesiva volatilidad del empleo en España. Los que demandamos estas reformas, argumentamos que las instituciones laborales sí que importan a la hora de explicar en el comportamiento de los mercados de trabajo entre países y regiones. En las dos entradas previas, Samuel se encargó de mostrarnos cómo y cuánto influyen las instituciones, con el apoyo de la teoría económica y la evidencia empírica (aquí y aquí).
Para los que se oponen a las reformas, lo que importa “fundamentalmente” es la especialización sectorial, en particular el peso de las actividades económicas estacionales y, durante esta crisis, el peso del sector de la construcción y sus actividades auxiliares. ¿Es esto cierto?
Para contestar a esta pregunta, podemos desarrollar y estimar un modelo econométrico, como los que propone Jesús (aquí o aquí), o como los que nos ha presentado Samuel. Pero también podemos llegar rápidamente a la conclusión de que esta afirmación, en realidad, no se sostiene con los datos disponibles y un sencillo cálculo, accesible a todos nuestros lectores. Y, además, se abre la puerta a otros interrogantes que tampoco se puede explicar con la especialización sectorial.
Dejemos, por un momento, la tasa paro de un lado. Fijémonos en el indicador que representa la otra cara de la moneda de la volatilidad del empleo: la tasa de temporalidad, es decir, el porcentaje de trabajadores con contratos temporales sobre el total de asalariados. Volvamos, además, a la comparación entre España y Francia, objeto de la última polémica entre partidarios y críticos de las reformas de las instituciones laborales.
Al inicio de esta crisis, nuestra tasa de temporalidad estaba 14.3 pp por encima de la francesa (casi el doble), y en la actualidad, una vez realizado el ajuste en términos de empleo (sobre todo temporal) en España, que no en Francia, la diferencia se sitúa a una distancia de 10.1pp.
Una mayor tasa de temporalidad sector a sector
La tasa de temporalidad agregada de un país no sólo depende de cómo se distribuye el empleo asalariado por sectores, sino también de la tasa de temporalidad en cada sector y, tal como se puede ver en el Gráfico 1, nuestras tasas de temporalidad antes del inicio de la crisis eran (y siguen siendo ahora) muy superiores a las francesas, sector a sector. Así, antes de abordar el tema de la especialización sectorial, deberíamos enfrentarnos a dos cuestiones:
(1) ¿Por qué nuestras tasas de temporalidad eran tan superiores en aquellos sectores con mayor temporalidad por ser más propensos a la estacionalidad? Teníamos un 32pp más en el sector de la construcción (18% en el caso francés frente a 50% en el caso español), 28.3 pp en el sector agrícola (28.3% frente 56.6), 16.1pp en el sector de actividades de los hogares (19.4% frente a 35.5%) o 15 pp en el sector de la hostelería (22.4% frente a 37.4%).
(2) ¿Por qué estas diferencias en tasas de temporalidad sectoriales entre los dos países se reproducen a su vez con 10 o más pp en los sectores que requieren de trabajadores más cualificados y que no deberíamos calificar como “estacionales”: la sanidad y servicios sociales, el sector educativo, los sectores TICs (información y comunicación) o las actividades profesionales, científicas y técnicas?
(3) Además de estos dos hechos, surge un tercero: desde el inicio de la crisis, ha caído la tasa de temporalidad en la práctica totalidad de los sectores, no sólo en el sector de la construcción y en los "estacionales", por ser ésta nuestra peculiar vía de ajuste.
La especialización sectorial sólo explica un parte muy pequeña de las diferencias en tasas de temporalidad
Para evaluar qué peso tiene la especialización sectorial a la hora de explicar las diferencias en tasas de temporalidad agregadas, podemos hacer el ejercicio que se presenta en el Cuadro 1.
En la primera columna se presentan las diferencias en tasas de temporalidad agregadas entre España y Francia en los segundos trimestres de 2008 y 2011 (desgraciadamente, los cambios en la clasificación de las actividades económicas no nos permiten ampliar más este período hacia atrás)
La segunda columna nos muestra la parte de las diferencias en tasas de temporalidad agregadas que se deberían a diferencias en la composición del empleo asalariado por sectores, mientras que la tercera columna se refiere a la parte que le correspondería a diferencias en tasas de temporalidad sector a sector. Como se puede observar, en el año 2008, de los 14.3 pp de diferencia en las tasas de temporalidad agregada, la composición sectorial sólo explicaría un 16.2% de estas diferencias (2.3pp), mientras que las tasas de temporalidad sectoriales explicarían un 83.8% (12pp).
Tres años después, con el impacto de la crisis, la tasa de temporalidad agregada en España se ha reducido unos 4 pp, mientras que en Francia, permanece prácticamente igual. Sin embargo, las diferentes tasas de temporalidad sector a sector, siguen siendo, con un 86.5%, la parte que explica la práctica totalidad de las diferencias en las tasas agregadas entre los dos países.
Conclusiones
Una vez descartada la hipótesis de que la composición sectorial de nuestro empleo sea la “razón fundamental” para explicar las diferencias en temporalidad, y por lo tanto en la volatilidad del empleo, entre España y Francia, recomiendo a los críticos de las reformas que vuelvan a leer con más detalle el trabajo Samuel y Juanjo Dolado.
Y si lo encuentran demasiado técnico (que hay que reconocer que lo es), también les recomendaría otro que lo es bastante menos, que escribí con Juanjo y Marcel Jansen y en el que mostramos que, efectivamente, en media, las niveles medios en protección del empleo percibida por los trabajadores, así como los niveles de rigidez del empleo de ambos países son muy similares, al igual que lo son en comparación con Portugal o Alemania . Pero que la gran diferencia está en la desigualdad de los niveles de protección por edades que genera nuestra legislación laboral. Y por lo tanto, no es de extrañar que en nuestro país, y más que en ningún otro lugar, sean siempre los jóvenes que acaben pagando el pato.
En una próxima entrada veremos que la influencia de las actividades estacionales, tampoco parecen ser, de nuevo, la "razón fundamental" para explicar las diferencias en la volatilidad del empleo entre Comunidades Autónomas. En fin ...
Nota:
Los resultados de esta descomposición varían en función de cómo ponderemos cada una de estas dos partes. Por ejemplo, en el Cuadro 1, las diferencias en la composición sectorial vienen ponderadas por las tasas de temporalidad de España (como hemos visto mayores que las de Francia), mientras que las diferencias en las tasas de temporalidad, se han ponderado por el peso de cada sector en Francia (que rebaja en parte el peso de los sectores con más estacionalidad). Si invertimos estas ponderaciones, las diferencias en tasas de temporalidad, sector a sector, explicarían aún más las diferencias en temporalidad agregada: un 95.5% en 2008 y un 92.6% en 2011.