NeG Visual & Básico. Mercado de trabajo: evidencias que piden acción

Tres hechos ilustrados en unos pocos gráficos que deberían tenerse en cuenta para las reformas laborales, de las políticas activas y del sistema de pensiones de las que se van filtrando algunos rasgos, de forma alterna e intermitente.

La reforma laboral: lecciones del pasado

El Gráfico 1, en portada, presenta la evolución de la tasa de temporalidad agregadas para la población asalariada menor de 65 años, y también por grupos de edad de 10 en 10 años.  Muestra que aunque la tasa de temporalidad agregada se sitúe en la actualidad 8 puntos por debajo de la estimada antes del inicio de la Gran Recesión (GR), las tasas de temporalidad por edades siguen siendo muy similares a las de aquel período.

En realidad, en los últimos 25 años la tasa de temporalidad se ha visto afectada principalmente por la composición del empleo por edades, que como vemos en el Gráfico 1b, se ha alterado de forma sustancial en los últimos 15 años por el envejecimiento demográfico y por los efectos de la GR, con una caída sustancial del empleo juvenil (que no consiguió recuperarse, ver aquí ), con mayores tasas de temporalidad, y un aumento del empleo en edad más avanzada, con menores tasas de temporalidad.

De hecho, con la misma composición demográfica que en el año 1995 ( por grupos de edad de 5 en 5 y por género) la tasa de temporalidad agregada de 2019 hubiera sido del 33% en lugar del 26%, muy cercana al máximo alcanzado en ese año 1995.

Quiere decir que las múltiples reformas laborales aprobadas desde mediados de los años 80, ni los varios milles de millones de euros gastados desde entonces en incentivos a la contratación indefinida, han conseguido atajar el problema de la temporalidad en España. Este largo historial de reformas incluyó todo tipo de medidas parciales de las que se esperaba que tuvieran efectos reales en la temporalidad, sin éxito. Es necesario aprender de estas experiencias para no cometer los mismos errores y conseguir aliviar un problema estructural de nuestro mercado de trabajo que se ha convertido en un problema social y cultural que ha afectado tan sensiblemente la vida de  varias generaciones de nuestros colectivos más vulnerables.  Quiero decir, que no bastan de nuevo con medidas parciales, como la supresión de uno u otro tipo de contrato o la penalización de otro. Los problemas sociales de tal magnitud y tan enquistados se han de resolver de una forma más integral, con campañas de formación e información, y con una batería completa de medidas como la que se defendieron en este blog desde su inicio en 2009 (aquí). Más aún cuando los vientos no soplan a favor, y la precariedad laboral ha ido mutando desde entonces para convertirse en más perversa aún con la ayuda de las nuevas tecnologías (aquí)

El presente: los parados de larga duración y la reforma de las políticas activas

Esta crisis se recordará por el aumento relativamente moderado del paro registrado gracias al uso masivo y extendido de los ERTE. Pero los ERTE no han evitado que esta crisis tenga un impacto considerable en el paro de larga duración. El aumento de este tipo de paro entre febrero del 2020 y junio del 2021, fue incluso mayor que el registrado durante los 3 primeros años de la Gran Recesión (GR). Los últimos datos lo situaron en el máximo de la serie histórica en un mes de junio, mayor incluso que el registrado en el año 2013 (con 1.15 millones de parados totales más que en junio de 2021), esto es, una vez transcurridos los 6 largos años de la GR. Por el contrario, el paro de corta duración (menor de 6 meses) se encuentran en la actualidad en niveles incluso inferiores al período pre-GR.

Lo preocupante es que durante los 6 años de la última expansión sólo se pudo reducir el paro de largo duración en un 60% del aumento que se generó durante los 6 años de la GR.

Estos datos sitúan claramente el reto al que se habrán de enfrentar de manera inmediata  los servicios públicos de empleo que deberán orientarse por una línea de gestión que persiga la eficacia y la eficiencia.   Pone en relieve la necesidad de recuperar el retraso acumulado durante largos años en la modernización de las políticas activas, en especial, las dirigidas a la atención de los desempleados de forma preventiva, antes de que se conviertan en parados de larga duración o, alcanzada esta situación laboral, puedan abandonar la actividad laboral.  Ya no es concebible en este sentido que los servicios de empleo no usen de forma exhaustiva e intensiva el análisis de los datos internos (los administrativos) y externos (los de los portales de empleo y las redes sociales) para atender a los demandantes de empleo en sus laborales de intermediación y orientación profesional (laboral y formativa), y para la evaluación de los servicios ofrecidos.

El futuro: la escasez de personal con estudios STEM y la reforma de pensiones

Los baby boomers, nacidos en finales de 50 y mediados de los 70, fuimos los primeros españoles que acudimos masivamente a la universidad. Cierto que en una menor proporción aún que las siguientes generaciones, pero este grupo poblacional es de tal tamaño que las nuevas generaciones con estudios superiores pronto no serán suficientes para reemplazarnos y menos  para que se siga produciendo una aumento neto de profesionales de nivel superior. El Gráfico 3 muestra la evolución del empleo de las personas con estudios superiores en los campos STEM. Como se puede ver, el volumen de ocupados de 25-34 años ya se acerca al de las cohortes de 55-64 años, y ha sido ampliamente superado por los de 45-54. Si este tipo de ocupados han de ser los conductores de nuestro crecimiento económico, este se vera claramente amenazado por la mayor escasez aún de personal cualificado y mayores cuellos de botella en determinadas ocupaciones clave, como las ocupaciones TIC.La evidencia también muestra que entre las últimas cohortes la proporción de mujeres entre la población residente en España con estudios superiores STEM ha detenido su tendencia al crecimiento y se ha mantenido estable. Algo similar ocurre con la población inmigrante. Desde mediados de los años 2000, tanto la proporción de inmigrantes STEM en la población, actividad como en la ocupación se han mantenido constantes en torno al 10% del total.  El problema aquí es que no somos el único país con escasez de este tipo de personal y que incluso hemos sido exportadores del mismo. Algunos países europeos que nos adelantaron alguna década en el crecimiento de la población con estudios superiores ya ha tenido que enfrentar a este mismo problema, y hemos de competir con ellos en peores condiciones salariales y en otras condiciones laborales, como los contratos estables.  Por este motivo, la reforma del sistema de pensiones es aún más crucial, no solo ha de abordar si a los babyboomers nos toca o no tener una menor pensión, sino también y sobre todo en  la necesidad de incentivar el envejecimiento activo, mientras se van resolviendo otras deficiencias clave, como la baja demanda femenina  de estudios STEM y la precariedad de nuestro mercado de trabajo que supone un serio límite a nuestra posibilidad de competir por inmigrantes con estudios STEM.

 


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