Lecciones de la polémica sobre fijos discontinuos (II)

Fuente: https://hr.unc.edu/academic-personnel/recruitment/faculty-intermittent/

En la primera parte de esta entrada se describió el contexto de la polémica. En esta segunda parte, van unas reflexiones que espero permitan seguir avanzando en el tortuoso camino del diseño y evaluación de políticas basadas en la evidencia (o al menos no deshacer el poco camino andado).

  1. El debate informado, o, primero el análisis de los datos y luego los relatos.

Las estadísticas laborales siempre se han usado para hacer propaganda partidista (que no ideológica), especialmente, las que se generan con registros administrativos. Proporcionan indicadores mensuales (y hasta quincenales) lo que les otorga una doble utilidad: pueden utilizarse como indicadores del mercado de trabajo en un tiempo más cercano al real que la otra fuente de referencia, la EPA (INE), y permiten repetir o adaptar el relato unas 12 (24) veces al año.

Con la llegada de la pandemia, la crisis energética, los sucesivos acontecimientos internacionales, y la ayuda de las redes sociales, ha crecido el interés por estos indicadores y su uso partidista se ha exacerbado.  El cambio con la situación previa a la pandemia es que antes se publicaban los datos y las partes interesadas adaptaban el mensaje a su conveniencia: si crecía el empleo, la parte contraria se centraba en los datos de temporalidad, y viceversa o lo contrario. Ahora se comunica primero el mensaje y, luego, se busca el dato que se le ajuste mejor para su rápida difusión en las redes sociales.

Con el tema de los trabajadores fijos discontinuos (TFD) se han dado unos pasos más. Si un dato no se adecúa al relato, se bloquea. Solicitar más información (transparencia) se ha convertido en un anatema que merece el castigo de la desacreditación. Evidentemente, se entiende que quien desee más información solo quiere tumbar el relato guiado por sus intereses partidistas. Desacreditar a economistas académicos o analistas expertos en materia laboral ha sido pues el último paso, alentado por los propios gestores. Sería legitimo si quién desacredita tuviera un conocimiento mínimo de los conceptos estadísticos básicos y de cómo se generan los indicadores que se difunden.

Lo que hace el tema de los TFD especialmente interesante es la divergencia tan notable entre indicadores procedentes de distintas fuentes. Como expliqué en la primera parte de la entrada, el motivo de estas divergencias es que los indicadores que cuantifican el stock de TFD y los clasifican en función de su situación laboral son muy sensibles a los criterios elegidos para identificarlos y clasificarlos y para construir estos indicadores. Dado el carácter estacional o intermitente de este tipo de trabajos, los valores de sus indicadores varían sustancialmente en función de la unidad de medida (personas o emparejamientos empresa-trabajador), la unidad de tiempo (un período más o menos largo o una fecha determinada) y el tipo de medida estadística (frecuencias o medias). Es conveniente pues que, antes de apostar por una fuente u otra, disponga de un mínimo conocimiento de estos criterios.

En definitiva, la difusión parcial de los datos o su monopolización para imposibilitar el debate informado, el uso de estos datos para que encajen con un relato ya fijado de antemano, y el asesoramiento deficiente sobre conceptos estadísticos, no son las prácticas más deseables para avanzar por el camino de las políticas basadas en la evidencia.

  1. Indicadores del mercado de trabajo desfasados

Llevamos demasiado tiempo alimentando el debate con indicadores que se han revelado insatisfactorios para captar la nueva realidad del mercado de trabajo. La tasa de paro como indicador de la infrautilización de la oferta de trabajo es un buen ejemplo (aquí), la tasa de temporalidad como indicador de la estabilidad y precariedad laboral es otro.

La polémica de los fijos discontinuos se genera porque surge un fenómeno que no se mide de forma satisfactoria con indicadores tradicionales basados en fotogramas de la película de un mercado de trabajo dinámico. Estos indicadores le dan más peso a los que aparecen continuamente en cada uno de los fotogramas. Son como los actores principales (los indefinidos no discontinuos) que aparecen en todas las escenas, mientras que los actores secundarios (los fijos discontinuos), aparecen solo en algunos fotogramas o escenas, cuando están en período de actividad. Para ser coherentes, no se puede establecer que los TFD son cuantitativamente insignificantes contando solo los que aparecen en un fotograma. Los títulos de crédito por actores y roles (contratos) indican que por cada dos actores-roles principales nuevos hubo en media 1 actor-rol secundario nuevo en los dos últimos años. Cierto que por cada rol pudo haber más de un actor, y que cada actor pudo tener más de un rol. De ahí que para calibrar el peso de los fijos discontinuos y valorar este fenómeno necesitamos conocer el número de apariciones, la duración de las mismas y si el actor sigue disponible (si no abandonó la película harto de esperar su siguiente aparición o porque se fue para hacer otro rol más interesante, o simplemente le despidieron por el motivo que fuera). Solo entonces podremos calibrar la magnitud del fenómeno y afirmar algo sobre la estabilidad de los CFD.

Es importante que la TGSS haga un esfuerzo para generar indicadores actualizados de todos los TFD en fechas concretas del año, tanto en actividad como en inactividad, con un metodología parecida a la comentada en la primera parte de esta entrada. El INE por su parte, también debe hacer un esfuerzo para adaptar las preguntas y las respuestas relativas a contrataciones y períodos de inactividad, en empleos principales y secundarios para mejorar la calidad de sus indicadores. La información estadística ofrecida por el SEPE, condenada por la Orden de 1985 sobre criterios estadísticos para la medición del paro registrado, se ha quedado obsoleta con el paso del tiempo, tanto en contenido, formato como accesibilidad. Necesita de una gran lavado y acondicionamiento para poder contribuir a un debate más sano, más cuando se sigue bloqueando el acceso a los microdatos para la investigación.

  1. La información procedente de los registros administrativos no sustituye a la procedente de encuestas, la complementa

Desde la creación de la Muestra Continua de Vidas Laborales (hace ya 20 años!!!) poco se había avanzado en la disponibilidad de microdatos de registros administrativos del mercado de trabajo para la investigación. La creación del PET, la puesta en marcha de salas de investigación y otras herramientas para la investigación on-line por parte de la TGSS, y el reciente ES_DataLab son avances mayúsculas (sobre los que aún hay que trabajar en materia de acceso).

La activación de los datos de registros administrativos para la investigación y para la generación de series estadísticas, no debería ir en detrimento de la información disponible mediante encuestas. Sería un error irreparable, como mostró el recorte que se hizo hace unos 15 años en el Ministerio de Trabajo. La pérdida de información sobre múltiples aspectos de nuestro mercado de trabajo nos dejó en la penumbra desde entonces.

Es importante que la EPA que sufrió un recorte de cerca de un 25% de su muestra en años recientes no pierda en calidad para seguir siendo referencia en indicadores del mercado de trabajo español que no pueden ofrecer los datos administrativos. También es importante que el INE investigue en mayor profundidad el impacto real de los cambios metodológicos realizados en 2021 sobre algunas series muy relevantes para el debate actual sobre horas trabajadas, ausencias, formación, etc... En el caso de los fijos discontinuos, la EPA revela una información importante: de momento, los informantes no parecen identificar los trabajos fijos discontinuos como un empleo estable, y los confunden con los contratos temporales.

  1. Evaluación de impacto de las reformas laborales para mejorarlas o complementarlas

Al igual que para cualquier otro tipo de política, evaluar una reforma laboral consiste en analizar si ha alcanzado sus objetivos primarios. Ese evidente que la RL21 ha alcanzado con éxito el objetivo que se estableció al aprobarla: reducir drásticamente la tasa de temporalidad.

Ahora toca evaluar si esta reducción mejora significativamente la estabilidad laboral, con una reducción de la rotación laboral (y sus efectos perversos en la precariedad y pobreza laboral, ya en el corto plazo), una menor destrucción de empleo en las fases recesivas (en el medio plazo) y una mejora de la productividad (en el largo plazo). En base a esta evaluación, habrá que debatir sobre cómo mejorar la reforma o qué medidas complementarias se deberían aplicar. Éste es un principio básico de la política basada en la evidencia.

La disponibilidad de datos es aún escasa debido al poco tiempo transcurrido desde la aplicación plena de la reforma, y no resulta sencillo distinguir entre efectos de la reforma de las tendencias seguidas desde finales de la Gran Recesión, ni de los posibles efectos de la pandemia en la gestión de los recursos humanos.  Hasta el momento, los estudios realizados varían en su calificación de los efectos en la estabilidad en el corto plazo entre “mínimos”, “poco significativos” y “ligeros” ( aquí, aquí y aquí).

En el caso de los trabajadores en trabajos estacionales o intermitentes se ha dado por supuesto  que con los CFD estarían al menos más protegidos que en la situación alternativa de concatenación de contratos temporales en la misma empresa. Pero no se trabajó con evidencia previa acerca de quienes eran estos trabajadores, y si realmente para ellos, el trabajo intermitente o estacional, no dejaba de ser un trabajo transitorio, es decir, con una alta probabilidad de abandono. Por ejemplo, un joven estudiante que trabaja unas horas o días a la semana o durante períodos festivos o vacacionales en la hostelería, pero no piensa hacer carrera en el sector. Otro ejemplo, un inmigrante recién llegado que acepta un empleo intermitente hasta que consiga un mejor ajuste ocupacional en el mercado de trabajo español.  Es decir, personas con una alta propensión al abandono en este tipo de trabajos, dejaron de percibir la indemnización por cese de los contratos temporales, y no accederán a las indemnizaciones por despido.

En relación con el trabajador que esté atrapado en trabajos estacionales, tampoco parece que se hay realizado una evaluación ex – ante sobre el tiempo total trabajado, el número y la duración de los períodos de empleo en la misma empresa, y las medidas necesarias para incrementarlos, más allá de que las empresas tengan que realizar los llamamientos por orden de antigüedad. Lo cierto, es que en comparación con la situación alternativa, de sucesión de contratos temporales de corta duración, las empresas se ahorran el recargo de cuotas a la seguridad social y las indemnizaciones por cese. Se pueden además saltar las limitaciones impuestas en la concatenación de contratos o el límite de duración de los contratos temporales, sin por ello mejorar el tiempo trabajado.

Solo el seguimiento riguroso del stock de TFD,  los indicadores sobre frecuencia de los llamamientos, las causas de bajas definitivas y un mejor conocimiento del tipo de trabajador y el momento en el que se encuentra en su vida profesional ayudará a debatir sobre medidas complementarias para compensar a los trabajadores y hacer del trabajo intermitente un trabajo menos precario.

 

Hay 2 comentarios
  • Como la entrada anterior, otro post magistral procedente de un actor protagonista entre nuestros estudiosos del mercado de trabajo. Leer a Floren es como ver una peli de Humphrey Bogart. Un lujazo .

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