Inicio una serie de entradas sobre cómo evoluciona nuestro mercado de trabajo durante esta crisis con datos “calentitos” procedentes de la Seguridad Social (*). La riqueza de estos datos nos abre las puertas para intentar responder a varias cuestiones recurrentes en este blog, por ejemplo, si el tremendo aumento de los salarios medios registrado en nuestro país al inicio de esta crisis se debió más a un efecto composición que a mecanismos de rigidez salarial. Empezaré por lo básico, y me iré acercando paso a paso a esta cuestión. Lo primero que abordaremos es: ¿A qué se debe el aumento tan espectacular del desempleo en España y su persistencia posterior? y, claro, lo que más importa: ¿Que debería ocurrir para que baje? Una de las claves detrás de estas preguntas es dilucidar si esta recesión se caracteriza más por un aumento de los despidos o por una disminución de las contrataciones.
Para esta serie, tomo prestado el título de este trabajo de Michael Esby, Bart Hobijn y Aysegül Sahin. Si tienen algo de tiempo, léanse al menos la introducción y las interesantísimas discusiones de Lawrence Katz, Robert Shimer, Robert Hall y Olivier Blanchard, entre otros, al final del artículo. Una parte del trabajo trata de aportar evidencia sobre un tema que ha preocupado bastante a los macroeconomistas recientemente: si las recesiones se caracterizan más por un aumento de las tasas de destrucción de empleo o por una disminución de las tasas de creación. Los autores de este artículo observan que esta recesión, aun empezando como las anteriores está yendo más allá. En su segunda fase, está dando lugar a unos hechos no observados en EEUU desde la segunda guerra mundial y que parecían más propios de los mercados de trabajo europeos, más rígidos que el americano.
Una vez leída esta entrada, verán que, en realidad, estos hechos no se alejan mucho de lo que podemos también observar en el caso español. Para empezar, tal como mostró Luis Garicano en este blog, la caída del empleo que se produjo en el inicio de la recesión parece ser mucho intensa que en las anteriores a ambos lados del Atlántico, y la recuperación también está siendo más larga. En consecuencia, y tal como viene documentando el observatorio laboral de la crisis de Fedea, después de un aumento espectacular de los flujos del empleo hacia el desempleo, los flujos en sentido inverso, del desempleo al empleo, se resisten a aumentar. Por ello, el paro de larga duración no ha cesado de crecer.
Los emparejamientos entre trabajadores y empresas: las tasas de separación y contratación
En esta serie de entradas, explotamos datos sobre historiales de afiliación a la Seguridad Social, que tienen una gran ventaja sobre otros como la EPA: permiten el seguimiento de los emparejamientos (matches) entre empresas y trabajadores y de forma muy precisa cuándo se inician, cuándo se acaban, y por qué.
En el Gráfico 1 se muestra la evolución de los emparejamientos desde inicios de 2005 hasta finales de 2010. En concreto son las tasas de variación interanuales, mes a mes, del número de emparejamientos. De esta forma, se puede observar que llegamos a alcanzar una destrucción neta interanual máxima algo superior 9% entre los primeros meses de 2008 y 2009 con grandes diferencias entre trabajadores fijos y temporales. Los primeros alcanzan un máximo de destrucción neta cercano 4%, algo más tarde que los temporales con un 22%. Pasado el mayor impacto de la crisis del entre el 2008 y el 2009, entramos en una situación de atonía en la que tanto para los temporales como para los indefinidos, la tasa de variación neta se mantuvo sobre el - 3%.
Para explicar esta evolución tenemos que detenernos en cómo han evolucionado las tasas de separación (o destrucción de emparejamientos) y las tasas de contratación (o creación de emparejamientos). Simplemente, miramos si una relación laboral entre trabajador y empresa que existía en enero del año 2005, se mantuvo en enero del 2006, ya no existe en enero de 2006 (separación) o se ha creado durante ese período (contratación), así mes a mes, hasta diciembre de 2010. Lo mostramos en la Figura 2. Existen grandes diferencias entre la evolución de ambas tasas. La de contratación comienza a caer mucho antes, ya entre 2007 y 2008, para luego estabilizarse, quedando estancada en unos valores que se sitúan 11 pp por debajo de las registradas antes de la crisis. La tasa de separación llegó a aumentar unos 3 puntos, para luego caer unos 8 puntos y finalmente también estabilizarse unos puntos por encima de la tasa de contratación.
En conclusión, los cambios en los flujos de creación y destrucción de emparejamientos que han podido aumentar la tasa de paro y luego hacer que se mantenga persistentemente alta, se deben sobre todo a una caída de la tasa de contratación a unos niveles mínimos, más que a una elevación sustancial de la destrucción de emparejamientos. La segunda fase de esta crisis, parece caracterizarse por una situación de estancamiento de la tasa de contratación, y un ajuste (menos mal!) de la tasa de separación, muy por debajo del período pre-crisis. Aunque los datos sólo llegan hasta diciembre del año pasado, muy probablemente sigamos en esta misma fase durante esta primera parte del 2011, vistos los datos de la EPA y de contratos registrados.
¿Efecto composición?
¿Hasta qué punto es esto cierto, y no sólo un efecto composición de lo que ha ocurrido con los contratos temporales e indefinidos, y con la intensa destrucción de empleo en el sector de la construcción?
Para los contratos temporales, vemos la tasa de contratación cayó prácticamente 10pp, para volver a estabilizarse entre 2009-2010. La tasa de separación prácticamente no varió en la primera fase de la crisis, fue la misma que en el período pre-crisis. Una vez estabilizada la primera, la segunda también cae para ajustarse algo por encima de esta.
En el caso de los emparejamientos con contrato indefinidos, se ha producido una disminución de la tasa de contratación en cerca de un 3pp que no ha vuelto a recuperarse desde hace año y medio. La tasa de separación aumentó de forma transitoria, unos 2pp, siguiendo la senda previa al inicio de la crisis, luego volvió a caer para situarse a niveles casi similares al período pre-crisis.
Es decir, la caída de la tasa de temporalidad observada a lo largo de esta crisis, no se debe tanto a un aumento del despido de temporales como a una caída drástica de la contratación de personas con este tipo de contrato. Notemos también que estos datos no parecen verse alterados por la reciente reforma laboral.
La Construcción
¿Hasta qué punto estas conclusiones se ven afectadas por la pérdida de empleo en la Construcción? En este enlace podrán descargar gráficos similares a los anteriores, separando la construcción y sus industrias auxiliares del resto de sectores. Cómo podrán observar la especial incidencia de esta crisis sobre el empleo en la construcción y actividades afines no cambia las principales conclusiones de esta entrada.
Las separaciones: el abandono voluntario
Ahora bien, si desagregamos la evolución de la tasa de separación por tipos de causas, también llegamos a conclusiones muy interesantes y que no se suelen tener en cuenta en el análisis de esta crisis. La evolución de la tasa de separación es producto de dos efectos, un aumento de los despidos que evolucionan de forma contra-cíclica, y una disminución de los abandonos voluntarios, que lo hacen de forma pro-cíclica. Ambas tasas, las de despido y de abandono voluntario se compensan, de tal forma que la tasa de separación agregada parece haberse mantenido prácticamente inalterada.
En el Gráfico 4, se muestra las tasas de separación en función de las causas principales para que se produzca una ruptura de los emparejamientos: el despido o no renovación, el abandono voluntario, los expedientes de regulación de empleo y las transiciones a situaciones de jubilación. En realidad, los dos primeros motivos recogen más del 90% de las separaciones.
Sin esta desagregación de las causas de separación, pensaríamos que no se ha producido destrucción de emparejamientos por razón de despido o no renovación, pero todo lo contrario. Durante la primera fase de la crisis, las tasas de abandono voluntario se han reducido casi a la mitad, tanto para los emparejamientos con contrato indefinido como para los temporales. Desde entonces no se han llegado a recuperar aún. Dicho de otro modo, no se abandona el trabajo tan fácilmente, probablemente por dos razones: porque la tasa de creación ha caído de forma sustancial y porque el riesgo que se asume con la movilidad es mucho mayor que en épocas de bonanza. Así mismo, los despidos también han caracterizado la primera fase de esta crisis. Para los temporales, ya hemos retornado a unos niveles similares a los del período pre-crisis. Para los indefinidos, aún no, y si el número de trabajadores con contratos indefinidos no cae aún más, es debido a la tasas de conversión de emparejamientos con contratos temporales en emparejamientos con contratos indefinidos. Estas tasas también parecen haberse visto afectadas a la baja por la crisis, aunque la suma de las tasas de creación y las de conversión sigue están muy cercana a la de destrucción (véase el Gráfico 3)
Conclusiones y agradecimientos
Recientemente, el gobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordoñez, acuñó la expresión “pánico a contratar” para caracterizar la situación por la que está pasando nuestra economía. La reacción desde el Ministerio de Trabajo, ha sido doble: por una parte, “relativizar” el problema de contratación, y por otra, vincular la destrucción de empleo en exclusiva con los problemas de financiación por los que pasan nuestras empresas. Con esta entrada, creo que queda demostrado que la primera parte de esta reacción no se ve apoyada por la evidencia empírica. En realidad, los brotes verdes sólo se podrán observar cuando se recuperen las tasas de contratación. De momento están más que estancadas. Las de separación (despido y abandono voluntario) también se han estancado. El gran reto consistirá en que cuando se vuelvan elevar las tasas de contratación, las de separación reaccionen más por un aumento del abandono voluntario que por el despido o rotación forzosa de los trabajadores.
En cuanto a la relación entre los problemas de financiación y la baja contratación, no están al alcance de esta entrada. Sin caer en la necedad de relativizar este problema, si que recomendio volver a la discusiones al artículo de Elby et al. En particular, Shimer hace una observación más que interesante. El hecho de que las empresas no contraten debido a las fricciones en los mercados de crédito no encaja con el aumento de la productividad del trabajo (otro hecho observado también a ambos lados del Atlántico). Las dificultades para financiar las inversiones en capital deberían producir el efecto contrario. Cabría, sin embargo, la posibilidad de que la capacidad de contratación se viera limitada por dichas fricciones debido a las dificultades para financiar cotizaciones o costes de contratación y despido…
(*) Agradecimientos: Los datos utilizados en esta entrada proceden de la Muestra Continua de Vidas Laborales, uniendo las olas de 2005 a 2010. Desde este blog, quiero agradecer profundamente el trabajo desarrollado desde la Dirección General de Ordenación de la Seguridad Social por Almudena Durán y su equipo. De forma desinteresada, en horas de trabajo extras, han puesto a disposición de los investigadores en economía de este país una herramienta que no podíamos ni soñar hasta hace poco tiempo.