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El bachiller de tres años: ¿Un buen plan? (I)

Florentino Felgueroso y Sergi Jiménez

El Ministro de Educación avanzó la semana pasada  en qué consistirá la futura reforma educativa.  Uno de los cambios más destacables es la ampliación del Bachillerato y la FP de Grado Medio a tres años, adelantándolos, a costa de la reducción de la ESO, en un año.

El argumento principal esgrimido por el ministro es que "si a una edad un poco más temprana se puede elegir un 'itinerario' que está más de acuerdo con la orientación de cada alumno y comienza un curso obligatoriamente (de Bachillerato o FP), va a ser mucho más probable que exista el incentivo para continuar".

Hemos dedicado bastante espacio en este blog al abandono escolar prematuro. Constituye una de las principales lacras de nuestra sociedad (aquí) . Estamos pagando hoy, y aún lo seguiremos haciendo durante un largo tiempo, haber fracasado continuamente en su lucha (aquí). Aunque, las tasas de abandono prematuro estén cayendo con la crisis (aquí), conviene analizar si su estancamiento desde mediados de los 90, fue consecuencia en exclusiva del período de bonanza,  de la abundancia de empleos que no requerían formación previa, o también vinieron influidos  por otros factores, como el sistema educativo.

La iniciativa de adelantar la separación de itinerarios genéricos y de FP era esperada, de hecho, fue contemplada hace ya un tiempo por los dos principales partidos que parecían coincidir en su necesidad (véase esta entrada de Antonio Cabrales de febrero de 2010, ¿Un consenso emergente en educación?). Por otra parte, este cambio en el sistema educativo supone de alguna forma un medio paso hacia atrás, retornando parcialmente a la situación existente antes de la implantación definitiva de la LOGSE.

La Logse y el abandono escolar

En España, la implantación de la LOGSE en sustitución de la LGE  introdujo cambios considerables en nuestro sistema educativo. Dos de los más importantes fueron la ampliación de la educación básica obligatoria de los 14 a los 16 años y una nueva ordenación del sistema educativo. En el sistema anterior, aprobar la enseñanza general básica (EGB) permitía  acceder al Bachillerato idóneamente a partir de los 14 años. Quién no aprobara este primer nivel, tenía la opción de seguir estudiando dos años de formación profesional (la FPI), que daban luego paso otros dos años en la FPII.

Con la LOGSE,  a los 12 años, siempre que no se haya repetido curso previamente, se inicia la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO). Aprobada esta etapa, se puede seguir la vía de la FP (grado medio) o el Bachillerato. En caso contrario, el alumno es prácticamente “expulsado del sistema”, sin ningún tipo de formación profesional. Esta deficiencia se intentó cubrir con los cursos de garantía social, primero, y más recientemente con los de iniciación profesional, pero el sistema quedó de alguna forma truncado en cuanto a las posibilidades de continuación de los estudios hasta llegar al menos a los 18 años.

¿El sistema educativo o el modelo productivo?

La implantación de la Logse coincide en el tiempo con el estancamiento de la tasa de abandono escolar prematuro, coincidencia que se produce a su vez con el crecimiento del empleo en sectores sin necesidad de formación inicial, como la construcción y también algunos servicios.

El aumento de la edad mínima obligatoria se realizó simultáneamente en toda España, pero se fijó un calendario de implementación de la Logse con unos plazos máximos para cada nivel e itinerario, plazos a los que las CCAA se fueron acomodando a distintos ritmos.  En un trabajo reciente (y pronto disponible), que hemos realizado con María Gutiérrez, aprovechamos estos hechos para analizar los efectos de los cambios en la ordenación educativa sobre el abandono escolar a lo largo de los años 90. Una de nuestras estimaciones favoritas se puede descargar aquí.

En este cuadro presentamos los determinantes del abandono escolar para los cohortes nacidas entre los años 1976 y 1986, que tenían entre 12 y 16 años en el periodo de transición educativa (entre 1991 y 1999). Para ello, utilizamos los datos proporcionados por la EPA entre 1995 y 2010, en edades comprendidas entre los 18 y los 24 años (edad en la que en la mayoría de los casos, aún no se ha producido la emancipación, por lo que se dispone de información sobre los demás miembros del hogar familiar).

Distinguimos tres tipos de factores que pueden afectar al abandono escolar: los individuales (la pertenencia a una cohorte de mayor o menor tamaño y la nacionalidad) y familiares (los estudios de los padres); las expectativas sobre la situación económica regional a los 16 años (es decir, a la edad mínima de posible acceso al mercado de trabajo) y la tasa de exposición individual a la LOGSE según la cobertura alcanzada a nivel regional por este nuevo sistema educativo.

Como se puede observar en el cuadro (que presenta los efectos marginales estimados  a partir de un modelo probit), la nacionalidad y la educación de los padres explican gran parte del abandono, mientras que ninguna variable relativa a la situación económica aparece como significativa, ni siquiera el peso del sector de la construcción. Por el contrario, si que lo son algunas variables que intentan captar el sistema educativo, en especial, la cobertura alcanzada por la LOGSE. En concreto, la penúltima variable que es el porcentaje de estudiantes  en el primer ciclo LOGSE sobre el total de estudiantes de este ciclo y del equivalente en la LGE (7 y 8 de EGB)  sale claramente significativa tanto para los varones como para las mujeres. Ahora bien, para los primeros, el resultado sería positivo (aumenta el abandono escolar), mientras que para las segundas sería negativa (cae el abandono escolar).

¿Cómo explicar estos resultados? En primer lugar, durante un tiempo, en aquellas regiones con una implantación más retrasada del sistema LOGSE, la participación en la FPI de aquellos estudiantes que no aprobasen la EGB y que tuvieran menos de 16 años dejó de ser voluntaria.  Cursar la FPI, permitía además seguir adelante con la FPII y por lo tanto no abandonar el sistema de forma tan prematura.

Como se puede ver en el siguiente gráfico, la FPI era una opción seguida por una considerable parte de alumnos, llegando a ser 475 mil en el curso el curso 1991-92 (un ratio del 36.4% sobre la población de14 a15 años), hasta su completa desaparición en el curso 1999-2000. Con la LOGSE, además, también fue cayendo progresivamente el alumnado de FP en la secundaria superior, es decir a partir de los 16 años,  y a medida que la FP de Grado Medio fue sustituyendo la FPII. Se llegó a alcanzar un máximo del 35%  sobre la población de 16 a17 años, en el curso 1993-1994. Este ratio cayó luego en más de 10 puntos y no volvió a repuntar hasta la llegada de esta crisis, aunque sin volver aún al valor máximo alcanzado en la primera parte de los años 90.

Conclusiones

En definitiva, la evidencia disponible procedente del tránsito de la LGE a la LOGSE podría ser un apoyo favorable a la iniciativa de anticipar la formación profesional antes de cumplir la edad educativa obligatoria con el objetivo de reducir el abandono escolar. La supresión de itinerarios como los de una formación profesional básica (FPI) con posibilidades de pasar a continuación a otro nivel de FP, pudiera haber desmotivado a aquellos alumnos que, estando en el margen, hubieran terminado la educación secundaria superior por esta vía.

En la segunda parte de esta entrada discutiremos si el adelanto de un año es realmente suficiente para reducir el abandono escolar y cuáles son los demás efectos que se pueden esperar de una separación alumnos más temprana.