Por Samuel Bentolila y Juan J. Dolado
Hoy ha aparecido en El País un artículo en el que respondemos a un artículo previo de Luis Martínez Noval que criticaba un trabajo de investigación nuestro, que ya expusimos en una entrada de NeG, algunos de cuyos argumentos han sido discutidos recientemente en este blog con más extensión de la que permite un artículo de prensa (una, dos, tres). Lo reproducimos aquí por su interés para nuestros lectores.
Contrato único, estructura productiva y reducción del paro
El pasado 5 de noviembre, Luis Martínez Noval (exministro de Trabajo) criticaba en la tribuna “Contrato único y paro” las conclusiones de un reciente trabajo de investigación en el que estudiamos si una menor segmentación contractual en nuestro mercado laboral habría ayudado a evitar parte del desmedido aumento de la tasa de paro durante la crisis. Vaya por delante que, como investigadores, estamos siempre abiertos a la crítica, si está bien fundamentada. Pensamos que este no es el caso.
Conviene repasar brevemente nuestro argumento sobre la necesidad de eliminar la dualidad del actual sistema de contratación laboral. Esta se explica por la gran brecha de indemnizaciones por despido entre indefinidos y temporales, responsable tanto de la fuerte creación de empleo temporal en las expansiones como de su masiva destrucción en las recesiones. Ha ocurrido ahora y ocurrió en 1994, con una tasa de paro similar a la actual (22%). Entonces, pese a la gran creación de empleo posterior, tardamos trece años en converger a la media europea (8% en 2007). No existe ningún otro país europeo con un mercado laboral tan bulímico. Debido a dicha brecha, la tasa media de conversión de temporales en indefinidos es muy baja, alrededor del 5%, con independencia del rendimiento del trabajador temporal. El resultado es una exagerada e ineficiente rotación entre empleo y desempleo, que redunda en una tasa de paro media muy alta y volátil, baja productividad, escasa movilidad geográfica y la imposibilidad de un horizonte de carrera profesional para los jóvenes.
Tras el fracaso de las reformas a dos velocidades implementadas desde 1984, la introducción del contrato indefinido único parece inaplazable. Las indemnizaciones de dicho contrato deberían crecer lentamente con la antigüedad (por ejemplo, de 8 a 12 días de salario al principio hasta un máximo de 33 a 36, con aumentos anuales de 2 o 3 días). La razón es que la diferencia entre el coste social del despido (capital humano específico perdido, prestaciones por desempleo sufragadas por los cotizantes, etc.) y el privado aumenta con la antigüedad del trabajador despedido. Con este perfil, el coste adicional para la empresa de prorrogar los contratos se reduciría radicalmente, mientras que la indemnización media por despido percibida por el trabajador seguramente aumentaría pues, pese a recibir una menor cuantía anual que la actual del despido improcedente, la duración de su contrato crecería más que proporcionalmente. Dicho contrato sería además compatible con una mínima gama de contratos temporales (por ejemplo, por sustitución en bajas por maternidad o enfermedad) y con el recurso legal frente al despido discriminatorio.
Pasemos ahora a rebatir las críticas de Martínez Noval. Nuestra investigación analiza cuánto habría aumentado la tasa de paro en España durante la Gran Recesión de haber tenido la brecha de costes de despido de Francia. Allí la tasa de paro también era del 8% en 2007 y sus instituciones laborales son parecidas a las nuestras, incluyendo el coste medio del despido, pero su brecha es la mitad de la nuestra. Martínez Noval afirma que ese efecto habría sido escaso pues, en su opinión, el gran responsable de nuestra hecatombe es el desplome del sector inmobiliario. España tiene un recurso natural (sol y playa) que normalmente implicará un mayor peso de la construcción en el empleo que en otras economías. Sin embargo, es la tercera vez en 35 años que superamos una tasa de paro del 20%, sin que las otras veces se culpara al “ladrillo”. Su conclusión ignora nuestro argumento de que la dualidad del mercado laboral afecta a la especialización productiva, siendo una de las principales causas de la burbuja inmobiliaria. Tras la fuerte caída de los tipos de interés reales durante el acceso al euro, las nuevas inversiones se centraron en sectores intensivos en mano de obra poco cualificada con contratos flexibles, como la construcción, en vez de en sectores con alto valor añadido pero mayor riesgo, como los de alta tecnología, incompatibles con el uso de rígidos contratos indefinidos. A diferencia de lo que afirma Martínez Noval, nuestras simulaciones tienen en cuenta este efecto indirecto y predicen que, con la brecha francesa, el aumento del paro habría sido bastante menor: del 8% al 15,5% en vez de al 21,5%.
El mismo razonamiento sirve para rebatir la falacia de que la regulación laboral no puede ser responsable del alto paro, porque es incompatible con la enorme diversidad de tasas de paro entre comunidades sujetas a iguales regulaciones –digamos Andalucía y Navarra–. En efecto, mientras que en 1995 el peso del empleo en la construcción era muy similar en ambas, alrededor del 10%, el boom inversor amplió la diferencia a más de 3 puntos en 2007. ¿Por qué? Posiblemente porque en 1995 la proporción de jóvenes que abandonaba la ESO en Andalucía era del 42% frente al 19% en Navarra y porque la tasa de temporalidad andaluza superaba en casi 20 puntos a la navarra. El exceso de trabajo no cualificado y el acceso a la temporalidad fomentaron en parte una especialización productiva diferente. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
Hay 16 comentarios
El Cuaderno de Politicas de Empleo nº1 de 2002 del BM indica que la incidencia de la normativa laboral en los niveles influyen en "la rotación de personal y tenencia del puesto, creación y destrucción de empleo, duración del empleo y tipos de puestos creados" pero que "Las repercusiones en los niveles de empleo y desempleo son modestas y,en este último caso,a menudo insignificantes desde el punto de vista estadístico"
También añade que en caso de depresión económica la mayor flexibilidad da lugar a un mayor despido de trabajadores mientras que en las fase expansivas el empleo crece a un ritmo ligeramente inferior.
No veo mal un contrato único siempre que se parezca más al indefinido actual que al temporal. La flexibilidad es necesaria, eso si, para que los despidos por causas objetivas puedan ser considerados como tales y no como ocurre en la actualidad que son indemnizados como improcedentes.
En general estoy de acuerdo con las palabras del Martínez Noval.
No veo la relación entre el crecimiento del sector de la construcción y la normativa laboral. En Andalucía se construye más que en Navarra porque la demanda de 2ª vivienda en la costa es mayor en el primer caso que en el primero. La regulación laboral es la misma en ambos casos.
Tampoco es la normativa del trabajo la culpable de que el abandono escolar sea superior en Andalucía. En realidad el abandono escolar y el nivel de estudios presenta un diferencial constante en todas la CCAA desde el S. XIX.
Por último el acceso a la temporalidad, en lo que a la posibilidad legal se refiere, es idéntico en Navarra que en Andalucía, por ello las explicaciones a las diferencias entre las comunidades deben tener una justificación distinta.
Después de haber leído varios artículos en NeG, me he convencido de reducir la segmentación contractual. Sin embargo, tengo un par de dudas que me gustaría plantear desde la ignorancia:
1. En mi día a día observo algo que nunca veo recogido en los estudios sobre el mercado laboral: un desprecio absoluto por la legislación correspondiente. Sin exagerar un ápice, puedo afirmar (y demostrar) que el 80% de mis conocidos no disfrutan de los derechos que, teóricamente, sus respectivos contratos les deben garantizar. Me explico, son situaciones que conozco de cerca las siguientes: 6 años de antigüedad en una empresa... pero sólo 2 de antigüedad real, al haber estado contratada por varias sociedades diferentes; contrato de 6 horas diarias pero trabajo real de 8/9; contrato de cinco días por semana pero trabajo real seis días e incluso algunos domingos... Ni que decir tiene que en hostelería nunca he conocido a nadie (fuera de las cadenas hoteleras) al que se le respete su contrato ni el correspondiente convenio (que por otra parte es absurdo, de ahí que no se respete).
Total, todo este rollo viene a cuento de lo siguiente: ¿no creéis que los empresarios ya hacen la reforma laboral por su cuenta? Es decir, si pagando por convenio a un trabajador un bar es insostenible, le pagan menos y le hacen trabajar más... Problema resuelto. Lo digo porque me sorprende esa obsesión con las leyes que regulan el mercado laboral, cuando España no es Suecia, y aquí se las saltan a la torera no todos los empresarios -faltaría más- pero tranquilamente la mitad.
Ah! Eso por no mencionar que los grandes medios de comunicación y consultorías de este país cubren puestos laborales con becarios de 600 - 800 euros al mes.
2. Una segunda duda en torno a una pregunta que formulé en su día a uno de los colaboradores de NeG y en la que no profundizamos. ¿De qué vale poder contratar si no vendes? Tanto en mi empresa como en todas las que conozco en mi sector, abaratar la contratación y el despido no cambiaría absolutamente nada. Pero nada, ni media coma. ¿Razón? No se vende nada y las empresas se han quedado con lo mínimo para tener la puerta abierta en horario comercial. Una persona la necesitan sí o sí, pero no contratarían a nadie más ni aunque les subvencionases la Seguridad Social durante 5 años.
Vamos, que mi impresión, desde la ignorancia, es que a los empresarios no les preocupa tanto hacer contratos indefinidos, el problema es que ahora no ganan con los empleados, ni teniéndolos temporales, ni indefinidos, ni poniéndolos a correr los 100m. lisos. Se celebra cada venta como si fuese un gol en la final del mundial.
Saludos cordiales.
Andalucía tiene notablemente más sol y playa que Navarra, por lo que normalmente cabría esperar un peso de la construcción superior. ¿Por qué eran parecidos en 1995? Quizás por la misma razón por la que en 2007 se separaban en un 3%. Andalucía tiene mucho más sol y playa, así que se llevó una fracción de la burbuja en relación con Navarra mayor que la que indicaría el tamaño relativo de sus economías (los jubilados británicos compraron en masa en Andalucía, no se dividieron ordenadamente en relación al PIB de cada una). Así que la diferencia de contribuciones al PIB creció. Puedes construir con base en la inmigración, por lo que no necesitas altas tasas de abandono escolar, pero el sol y playa no se puede importar.
Un saludo.
Carpaccio:
Conoce ejemplos muy normalitos, yo conozco algunos que rozan el surrealismo. Imagínese que incluso he llegado a sorprenderme.
Es muy sencillo. Que le pregunten al Sr.Roig de MERCADONA como se hace.
Estoy de acuerdo Carpaccio. Es que la crisis que vivimos no tiene nada que ver con el derecho laboral. Lo que ocurre es que aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid dan una vuelta de tuerca más para que aquellos trabajadores con contrato indefinido se vean todavía más indefensos ante los empresarios. Esto tirará de salarios a la baja y, como el 80% de nuestro PIB es consumo interno la economía se deprimirá más y en esas condiciones, como dices, nadie contratará.
Mientras tanto no se hace ni se propone nada para evitar que otra crisis financiera. Otra crisis como las subprime (con triple A, of course) es posible.
No sé si el contrato único favorecerá o no la contratación, pero desde luego un menor número de días de indemnización por despido en el caso de los trabajadores veteranos seguro que favorece la introducción de mejoras organizativas. Como explicó hace años Michael Porter, los "trabajadores especializados" son una fuerza competitiva fenomenal que puede reducir (por su poder de negociación) la rentabilidad de la empresa.
En el caso español, habría que sustituir "trabajadores especializados" por trabajadores veteranos con indemnización por despido alta. En las PYMES, como se junte un número alto de este tipo de trabajadores y "digan" que se oponen a los cambios del tipo que sea que quiere introducir la dirección, la empresa lo lleva claro.
"¿Por qué? Posiblemente porque en 1995 la proporción de jóvenes que abandonaba la ESO en Andalucía era del 42% frente al 19% en Navarra y porque la tasa de temporalidad andaluza superaba en casi 20 puntos a la navarra. El exceso de trabajo no cualificado y el acceso a la temporalidad fomentaron en parte una especialización productiva diferente."
Me parece que el autor de la entrada puede haber invertido la relación de causalidad en ese ejemplo concreto.
Mancuso y AF,
Muchas gracias por vuestros comentarios.
Es cierto que, la evidencia empírica disponible sobre los efectos de la legislación de protección al empleo (LPE) sobre los niveles de empleo y desempleo no es concluyente cuando se comparan economías con diferentes niveles de LPE, digamos elevada y reducida. Los flujos de entrada y salida al empleo son menores en la primeras y mayores en la segundas pero, como los cambios en el nivel de empleo son las diferencias entre ambos tipos de flujos, el resultado final resulta inconcluso. La peculiaridad de España es que, por razones históricas (LPE uniformente elevada durante la dictadura a cambio de salarios bajos que, siendo incompatible con el proceso de reindustrialización posterior a las crisis del petroleo, dió lugar a una drástica segmentación del sistema de contratación laboral como única solución políticamente factible ante la gravedad de la crisis) ambos niveles de LPE coexisten en un mismo mercado laboral con diferenciales astronómicos de costes de despido. La dualidad imperante produce una rotación laboral brutal de determinados colectivos de trabajadores (el 92% de los 14 millones de contratos que se firman al año son temporales y casi 6 m. duran menos de un mes, afectando pricipalmente a jóvenes, mujeres e inmigrantes) con escasa conversión de temporales a indefinidos (ahora menos del 5% e históricamente nunca por encima del 15%). Por ello, cuando la EPA hace una fotografía en momento dado de las transiciones de empleo a desempleo siempre capta muchos más trabajadores entrando en el paro (especialmente en las recesiones, pero también en las expansiones) que en otras economías donde dicho diferencial de LPE sea mas reducido, incluso cuando sus indemnizaciones, en promedio, sean similares (p.ej. en el caso de Francia). Ademas, dada la breve duración de los contratos, ni empresarios ni trabajadores tienen incentivos ni a ofrecer formacion ni a formarse, respectivamente, como tampoco los trabajadores tienen incentivo alguno la trasladarse de una región con elevada tasa de paro a otra con menor tasa de paro si el contrato que se les ofrece es de unos pocos meses y con escasa formación. Finalmente, como los sindicatos protegen a los trabajadores con contrato indefinido, al ser su votante decisivo en las elecciones sindicales, se produce una fuerte presión salarial, sabiendo que las empresas ajustarán el empleo vía la rescisión de aquellos contratos que les son mas baratos a la hora de despedir. El resultado es el que todos conocemos ( tasa media de paro elevada y enorme volatilidad) y, no les quepa duda, que las tasas de paro superiores al 20% volveran a repetirse por cuarta vez ( las tres primeras en 1984, 1994 y 2011) en el futuro, si nada cambia, cuando tras la esperada recuperación, que llegará tarde o temprano, se produzca otra nueva recesión.
Respecto a Andalucía y Navarra, nuestro argumento es que los empresarios invierten racionalmente en aquellas tecnologías que son complementarias a la dotación relativa de factores disponibles. No tendría sentido invertir en microconductores si lo que tengo alrededor son trabajadores que no acabaron la secundaria obligatoria, como tampoco lo tendría invertir masivamente en el sector de la construcción cuando la mayoría de la fuerza laboral disponible sean ingenieros de telecomunicaciones, por mucho sol y playa que haya. Si en Andalucía, había una abundancia relativa de trabajo poco cualificado (por las deficiencias de su sistema educativo) y una cultura extendida de la temporalidad (que aumentó significativamente la tasa de fracaso escolar durante los noventa porque la fácil creación de los contratos temporales arrastraba a los jóvenes fuera de las aulas) parece lógico que lo hicieran en el sector del ladrillo que es intensivo en dicho tipo de trabajo. No se trata de una codicia y miopía desmedida de los empresarios andaluces hacia las actividadeses especulativas (que tambien las hay en nuestra deficiente clase empresarial) , sino de pura racionalidad económica en un mercado laboral donde hay fricciones de búsqueda tanto por parte de las empresas como de los trabajadores. Por contra, si en Navarra, ocurría lo contrario (por un mejor sistema escolar y un política industrial activa), tambien parece lógico que las nuevas inversiones, impulsadas por la enorme rebaja de tipos de interes reales durante el proceso de integración a la moneda única, se dirigieran a sectores de mayor valor añadido, intensivos en lo que era su factor abundante: trabajo de cualificación media y alta.
Un claro ejemplo de cómo la regulacion laboral, vía su influencia en la acumulación de capital humano y en la dotacion relativa de factores, determina en buena parte la estructura del modelo productivo lo constituye Finlandia, un país que antes de entrar en el euro estaba especializado en materias primas de escaso valor añadido (como era la pulpa de papel) y que experimentó una caida de los tipos de interés similar a la de España. Las reformas educativas y laborales que siguieron a la enorme recesión que sufrió la economía finlandesa tras el hundimiento de la Unión Soviética (su principal socio comercial), de intensidad similar o mayor a la española tras el fracaso del Sistema Monetario Europeo y las sucesivas devaluaciones, dieron lugar a un mercado laboral poco segmentado y a uno de los mejores sistemas educativos del mundo. El resultado fue previsible: su especializacion se produjo en TICs y la nuestra mayoritariamente en cemento.
De veras, la tentación de culpar de todos nuestros males al sol y playa o la codicia irrefrenable de nuestro empresariado es hacernos un flaco favor.
Las cosas de la economía son bastante más complejas de lo que a los humanos nos gustaría; sí, parece claro que el comportamiento del mercado de trabajo depende de todos los factores enumerados más arriba (regulación laboral, formación de los trabajadores, modelo productivo, cultura empresarial, etc) pero además estos factores también se influyen entre sí, realimentándose (¿qué fue antes, el huevo o la gallina?).
El estudio que compara la evolución del paro en España y Francia atribuye un 6% de paro exclusivamente a las diferencias en la regulación (si no he entendido mal el artículo de Juan J. Dolado en El País, su modelo ya descuenta los efectos de las otras causas); bien, una forma sencilla de comprobar la bondad de dicho modelo sería repetir el estudio, pero esta vez comparando Andalucía y Navarra.
¿Nadie ha pensado en hacer un estudio sobr el paro y la concentración de la riqueza?
No hay peores ciegos que los que no quieren ver... Ni peores tontos que los que no quieren aprender. La configuración actual de la legislación laboral en España es el producto de un conjunto de ignorantes bienintencionados y representantes de intereses particulares que se resisten a reconocer lo evidente. Resulta sorprendente que:
1. El "progresismo oficial" se enquiste en la defensa del status quo, aun cuando dicha defensa perjudique a los intereses de los grupos de población que un verdadero progresista debería defender.
2. Todavía se critique la propuesta de contrato único con argumentos tales como "no es constitucional, porque va en contra del despido causal" o "no permite acomodar verdaderos puestos de trabajo temporales". Hasta cierto punto, es comprensible que gentes de letras no sepan sumar, pero que tampoco sepan leer...
Juan J. Dolado
Gracias por la extensa y detallada contestación. Es cierto que la excesiva rigidez laboral puede encorsetar la actividad empresarial y limitar la necesaria flexibilidad para adaptarse a los entornos cambiantes y los ciclos económicos. En la década de los 70 en España, como más tarde en otros países europeos, se cambio rigidez laboral por prestaciones de los desempleados manteniendo de este modo cierto nivel de protección. Es probable que, en la situación actual, la mayor flexibilidad vaya acompañada de recortes en el sistema de protección de desempleo.
Como he dicho, no veo del todo mal en contrato único, especialmente por lo que se refiere a la mayor estabilidad de los que ahora no la tienen (lo que, por otro lado, implica menor rotación y, así, más paro de larga duración); pero tal y como se propone quizá la pérdida de garantías es excesiva para el tramo actualmente más protegido. No olvidemos que estamos hablando de la indemnización por despido improcedente y, en este sentido, reitero que lo fundamental sería flexibilizar la posibilidad de tramitar como por causas objetivas, técnicas económicas o producción los que realmente lo son. Creo que este es el problema.
A lo dicho me gustaría añadir que me parecería más interesante la flexibilidad interna empresarial para poder adaptar los factores productivos, el trabajo, a la evolución de la actividad económica.
Concuerdo totalmente que la contratación temporal y la excesiva rotación es contraria a la necesaria especialización y formación lo que repercute negativamente en la productividad.
Si tenemos en cuanta la parte del PIB que se corresponde con los salarios no parece que este sea un gran problema, pero, en caso de que pueda representarlo en algún momento podrían implementarse medidas temporales con ajustes en el tiempo de retribuciones o reducciones en la jornada de trabajo. De nuevo estamos ante flexibilidad interna compatible con la estabilidad en el empleo.
Dice que las inversiones están directamente relacionadas con los factores disponibles. Es evidente que la disponibilidad de trabajadores cualificados es una condición indispensable para invertir en sectores de mayor valor añadido pero, que sea indispensable, creo, no implica que sea suficiente. Los físicos e ingenieros españoles están emigrando a Alemania. Según un recorte que tengo guardado en la carpeta “educación” (lo siento no puedo decirle de donde la he sacado pero creo recordar que de una ente público -quizá el INE-), en Andalucía hay 227.5000 universitarios (en Navarra 15200).
Añade que las características del empleo andaluz no se deben a la miopía de los empresario andaluces sino a la pura racionalidad económica del mercado laboral. Yo lo quitaría las tres últimas palabras y lo dejaría en racionalidad económica (a corto plazo). Si hay posibilidad de negocio en determinados sectores lo normal es que se invierta en ellos. El tipo de empleo creado depende del tipo de actividad que se desarrolle. Lo que suscribo totalmente es su defensa de la educación como motor del cambio. De hecho creo que es este factor, y no la normativa laboral, el responsable del desarrollo finlandés. Como he leído en cierta ocasión, el petróleo ha existido siempre pero sólo gracias a la investigación y el desarrollo tecnológico se le ha encontrado utilidad.
Siempre, siempre, en cualquier estrategia sea militar o económica, debe considerarse el peor de los escenarios y la incorrecta aplicación de los instrumentos o perversión de los modelos. Una mayor flexibilidad laboral, en ese sentido, ¿podría estimular la inversión hacia sectores de bajo valor añadido donde los bajos costos laborales sean el leitmotiv de la acción económica en lugar de la creación de riqueza o dicho de otro modo, en la plusvalía sobre la creación de pobreza y explotación? Por lo que ¿puede favorecerse una tendencia simbiótica entre economía de subsistencia e injusticia?
Antonio: puesto que esos trabajos pagarán menos, los trabajadores tendrán incentivos para dejarlos en favor de aquellos más tecnológicos y de mayor valor.
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