Algo similar a trepadores es como denominaba a algunos de nuestros rectores irónicamente un colega ya jubilado de mi antigua universidad. El reciente nombramiento del rector de la Universidad de Salamanca, con un 6,5% de los votos tras haber sido denunciado por inflar sus citas desaforadamente a través de burdas prácticas de inteligencia artificial, ha puesto de nuevo sobre el tapete el papel que juegan algunos de estos gestores académicos. No es este el único escándalo que se ha producido en la universidad española. Recordarán los lectores de NeG que la Universidad Rey Juan Carlos ha tenido diversos rectores denunciados por conceder falsos títulos de master, plagios y otras actividades éticamente reprobables. Aunque uno de ellos fue expulsado de la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE), otro pasó a ocupar la presidencia del Tribunal Constitucional, y un tercero continúa en su cargo. Y no son los únicos casos de mala praxis entre nuestras autoridades académicas.
Recientemente, algunos medios se han hecho eco del acoso que ha sufrido por parte del rectorado una prestigiosa politóloga de UC3M que optó a una plaza de Titular tras incorporarse a la universidad española procedente de una conocida universidad británica donde era Senior Lecturer. En casos de atracción de talento proveniente de centros o universidades extranjeras de reconocido prestigio, la normativa de ANECA requiere acreditar los méritos docentes e investigadores en dichas instituciones. El departamento de Recursos Humanos de UC3M validó la documentación aportada por la candidata pero no le informó de que debía enviarla a la ANECA ya que en la convocatoria solo se pedía la denominada I3 (Programa de Incentivación de la Incorporación e Intensificación de la Actividad Investigadora). Este presunto “escándalo” ha sido denunciado años después por medios de la derecha mediática (la UC3M se considera “pseudo-socialista”) y el Rector, en vez de salir en su defensa por un error administrativo ajeno a la candidata, ha salido a la palestra alegando que la plaza no es válida y solicitando su pronta renuncia. No sólo eso, ahora está poniendo en entredicho la supervivencia del conocido Instituto Carlos III-Juan March, un centro muy prestigioso a nivel internacional de estudios políticos y sociológicos, que la candidata dirige. ¿A quién beneficia este tipo de actitudes? Desde luego no a su universidad. Otra cuestión en la no entraré aquí es el papel de la ANECA en todo este embrollo. Eso sí les invito a que echen una ojeada a la composición de su comité de Ciencias Sociales y Jurídicas I y II y me digan (con muy honrosas excepciones) a cuantos miembros conocen por su impacto investigador. Ahí lo dejo: un caso claro de selección adversa en su composición.
Por tanto, una pregunta relevante es cuáles son los objetivos de estos directivos cuya labor en la formación de nuestros jóvenes es tan importante o incluso más que la de los presidentes y CEO´s de nuestras grandes empresas. Los métodos de elección de estas autoridades académicas han sido objeto de debate desde hace mucho tiempo. Frente a la defensa de los procedimientos basados en juntas de gobierno o directivas, que también han sufrido episodios de conflicto en las universidades extranjeras donde se usan (ver abajo), existen las formas de elección directa que, como se ha visto antes, pueden redundar en baja calidad académica y en dinámicas de conflicto entre grupos de interés que buscan controlar a la universidad en su propio beneficio. Desde esta postura se reivindica y la defensa de la autonomía universitaria. Repasemos sus pros y contras con la ayuda de esta panorámica sobre el tema.
Por un lado, la crítica a los nombramientos por juntas de gobierno enfatiza el carácter autoritario, secreto y sujeto a presiones de grupos de poder externos e internos en el nombramiento de autoridades académicas. Así, puede darse la continuidad de grupos dominantes y la subordinación de las juntas al poder político. Por ejemplo, en el caso de UC3M al igual que en las otras universidades públicas madrileñas, el nombramiento del presidente de su Consejo Social corresponde al gobierno regional de la Comunidad de Madrid que, haciendo uso de esta facultad, nombró para dicho cargo al Director del diario La Razón. A continuación, se examinan distintas prácticas en el nombramiento de autoridades en diversas universidades del mundo.
Un primer tipo incluye a las universidades en las que se verifican procesos amplios de votación en los cuales participan distintos estamentos: académicos, estudiantes, personal administrativo y alumnos. Este es el caso de las universidades españolas. Mediante ponderación, el voto de los profesores permanentes es siempre mayoritario; cuando ningún candidato alcanza mayoría absoluta, se produce una segunda vuelta entre los dos más votados. En la Ley Orgánica de Universidades (LOU) se definen dos procedimientos para la elección de rector: elección directa y elección por el claustro, siendo la primera opción la mayoritariamente utilizada en casi todas las universidades públicas. Los votos del profesorado permanente pesan al menos en 51%, resto de personal académico un 9%, personal administrativo un 30% y alumnado un 10.
Un segundo tipo se refiere a los casos de universidades en las cuales el nombramiento de autoridades se realiza a través de claustros, órganos colegiados representativos de carácter permanente o de cuerpos establecidos ex professo para el nombramiento del rector o la rectora. Las universidades portuguesas utilizan este procedimiento. Las universidades francesas tienen como autoridad central un canciller nombrado por el presidente de la República. En cada una de las 17 universidades que integran el sistema, el Rector es elegido por el consejo de administración (Conseil d’administration) donde, aparte de profesores, estudiantes y técnicos se incluye a alguna personalidad externa.
Otras universidades en el mundo establecen cuerpos representativos especiales para la elección de rector. En la Universidad Libre de Berlín cada cuatro años se amplía el senado académico, de 25 a 61 integrantes, para elegir al presidente y al vicepresidente; más de la mitad de ellos representan a profesores y el resto a otros académicos, estudiantes y trabajadores. La formación de órganos colegiados ad hoc también tiene fuerte presencia en América Latina.
El tipo corporativo se refiere a las universidades que utilizan juntas de gobierno de diferentes tipos para el nombramiento del rector, presidente o canciller. En la tradición anglosajona, las universidades son frecuentemente definidas como corporaciones, y de esta noción se desprende el concepto de juntas de gobierno (Governing boards), de regentes (Board of regents) o también las llamadas corporaciones (Corporations). Por ejemplo, el sistema de la Universidad de Oxford es representativo del de muchas otras instituciones de este país. El canciller es un puesto de carácter simbólico y de nombramiento vitalicio realizado por una amplia asamblea (Convocation), integrada por todos los ex alumnos que obtuvieron un título (no honorífico) de la universidad, así como por cualquier otra persona que sea miembro o que se haya jubilado siendo miembro de la congregación (Congregation). Este es el órgano soberano de la universidad y actúa como su parlamento; tiene más de cinco mil miembros e incluye a los profesores, directivos e integrantes de los órganos de gobierno de los colegios que componen la universidad, así como al personal administrativo de mayor antigüedad. Este cuerpo tiene la responsabilidad de aprobar cambios a estatutos y reglamentos, considerar las políticas universitarias más relevantes y nombrar al vicecanciller, autoridad similar al Rector que dirige los destinos de la universidad. Las universidades suecas cuentan con juntas de gobierno más representativas de los sectores académicos, con una junta integrada por ocho representantes del gobierno (profesores, personalidades destacadas o empresarios nombrados por el parlamento), tres representantes electos por los profesores y tres representantes electos por los estudiantes. Además, en este cuerpo tienen presencia (con derecho de asistencia, voz y sin voto) tres representantes del personal administrativo. En el caso de las universidades escocesas, el Rector es el segundo cargo en importancia, tras el Canciller que es un cargo vitalicio de carácter simbólico designado por el Consejo General. El Rector es elegido por votación directa de estudiantes y, no siempre, profesores.
Por último, en las universidades norteamericanas, las juntas son el mecanismo más frecuente para el nombramiento de presidentes, aunque presentan algunas variantes en su denominación, composición y origen. Así, la junta de regentes (Board of regents) de la Universidad de California está integrada por siete miembros ex officio (el gobernador y vicegobernador [Lieutenant governor] del estado, el portavoz del congreso estatal, el superintendente de instrucción pública, el presidente y vicepresidente de la asociación de ex alumnos y el presidente de la universidad) y 18 integrantes nombrados por el gobernador del estado y ratificados por el senado estatal. Los regentes pueden incluir en la junta discrecionalmente a a representantes del claustro académico, y los estudiantes. En particular, la Universidad de Harvard cuenta con dos juntas: la corporación (Corporation) tiene de 7 a 13 miembros, está formada por el presidente y los académicos de tiempo completo [Fellows] de Harvard), y la junta de supervisores (Board of Overseers) que tiene 30 miembros electos por todos los graduados con un título de Harvard, entre candidatos propuestos por un comité de búsqueda de la Asociación de Exalumnos de Harvard. El presidente es seleccionado por la corporación. Como en algunas corporaciones empresariales, tampoco las universidades de élite norteamericanas se han librado de sonoros escándalos, incluyendo plagios y ocultación de casos de violencia de género o más recientemente por permitir conductas antisemitas.
Volviendo al caso español, la normativa de la LOU establecía que el Rector debía ser un Catedrático en activo de la propia universidad, aunque dicho requisito cambió en 2023, permitiendo que fuera cualquier profesor permanente y no solo catedráticos. No obstante, las universidades disponían de 2 años para implementarlo. Entre tanto, se pide estar en posesión de tres sexenios de investigación, tres quinquenios docentes y cuatro años de experiencia de gestión universitaria en algún cargo unipersonal. La idea es que los candidatos tengan capacidad de liderazgo intelectual y habilidades de manager en la búsqueda de recursos financieros para sus universidades. Respecto a lo segundo, dichas aptitudes son difíciles de medir aunque cabe señalar que muchos de los rectores, tanto hombres como mujeres, han sido vicerrectores, decanos o directores de departamento. Sin embargo, en relación a lo primero, si es posible hacer algunas observaciones. En la Figura de abajo se muestran las citas (tanto de Google Scholar como de ResearchGate) de los rectores de las 20 universidades más destacadas en el U-Ranking (2023) de FBBVA y IVIE (Cuadro 4.1), donde solo aparecen tres universidades privadas. En el eje horizontal está el nombre de la universidad mientras que el eje vertical aparece su número de citas (en miles). Se observa una gran variabilidad: rectores que apenas tienen un centenar de citas (¡¡ con 3 sexenios de investigación!!) y otros (pocos) con entre 6.000 y 11.400 citas. En el pasado ha habido científicos muy destacados que han sido rectores, como es el caso del famoso estadístico Daniel Peña (UC3M, 13.000 citas) o del matemático Jesús Sanz Serna (Valladolid, 11.700 citas) y también hay otros destacadísimos aspirantes a rectores, como el economista Andreu Más-Colell (33.000 citas), que fracasaron en el intento.
Rectores y citas académicas (Top-20 U-Ranking 2023)
Como se ha señalado antes, ningún sistema es óptimo al 100% y el sistema de sufragio universal puede parecer atractivo. No obstante, a la vista del liderazgo intelectual de las universidades en Norteamérica y Reino Unido y el pobre papel de las nuestras (excepto de algunos departamentos muy destacados en diversas disciplinas científicas), no estaría mal repensar el sistema de elección de rectores en España, especialmente para ahorrarnos algunos bochornos.
Hay 15 comentarios
La gobernanza de nuestras universidades tiene serias limitaciones. Aunque viendo los ataques a la libertad de cátedra, de expresión y reunión que las autoridades académicas aplican en el sistema estadounidense, yo diría que el sistema de aquí es preferible. En USA se están despidiendo a profesores con tenure simplemente por hablar abiertamente de temas socialmente sensibles en clase, o incluso fuera de ella.
Claro está que hay cosas mejorables. Pero mi impresión es que las ventajas del ámbito anglosajón probablemente se derivan de otros factores estructurales (como el presupuesto muchos mas alto, y la flexibilidad en la contratación, pudiendo pagar salarios de mercado), mas que el sistema de elección. El problema de nuestros rectores es que no se les requiere cualificación gestora. Muchos de ellos no tienen la menor idea sobre gestión de organizaciones, no es casualidad que las universidades españolas nunca se hayan interesado por la contabilidad de partida doble con una buena imputación de ingresos y costes a cada unidad departamento instituto o centro. Tampoco hay una buena gestión de incentivos al personal, ni rendimiento anual de cuentas basado en resultados a una junta de stockholders independientes. Por último, las universidades no tienen autonomía real. Están muy controladas por distintos organismos burocráticos que generan una inmensa cantidad de rigideces ineficientes. Todo ello es independiente de la elección democrática o no del rector.
Muchas gracias por tu comentario JM. Estoy de acuerdo y señalo que el sistema de sufragio universal ponderado tiene sus ventajas por temas como los que señalas y que también pongo de manifiesto en el post. Mi preocupación reside en el tema de la autoselección de la/os candidata/os a rector/a. ¿ Cuáles son sus objetivos y cómo se les monitoriza?
Hechos como lo que señalo demuestran que es muy fácil destruir la reputación de una universidad desde su cúpula mientras que es muy difícil construir dicha reputación. No hay una solución sencilla como se ha demostrado en el caso del Consejo Social de UC3M. Por ello es necesario denunciar estas prácticas como muy bien hace Andreu Mas-Colell en su tribuna de hoy en La Vanguardia.
https://www.lavanguardia.com/opinion/20240618/9738614/triste-historia-universitaria.html
Efectivamente, siendo la cabeza visible de una univerdidad, un escándalo rectoral hace mucho daño a la comunidad universitaria.
Si el rector de la UAB sigue siendo Javier Lafuente, estoy seguro de que tiene muchas más citas de lo que aparece en la figura
Miguel: Muchas gracias por tu puntualización. Efectivamente es un error mío. Cuando busque el nombre del rector de UAB en Google, el primer nombre que aparecía es el de Margarita Arboix cuyas citas son las que aparecen en la Figura. Como bien dices el rector actual es Javier Lafuente que tiene 7,7 mil citas y, por tanto, debería aparecer en segundo lugar. Corregiré dicho error.
"No sólo eso, ahora está poniendo en entredicho la supervivencia del conocido Instituto Carlos III-Juan March, un centro muy prestigioso a nivel internacional de estudios políticos y sociológicos, que la candidata dirige". ¿Quién ha dicho o propuesto eso? Solamente los que redactaron un manifiesto en defensa de la profesora. Triste que un profesional como este señor apoye una estrategia de defensa como esta.
Tony: gracias por tu comentario. Yo no he apoyado nada: no encontraras mi firma entre las de los cientos de profesores que firmaron la carta de denuncia. Dejé la UC3M a principios de año por motivos de edad y ahora soy profesor honorífico (sin remuneración alguna) en dicha institución. Lo que está ocurriendo daña el prestigio de toda la Universidad y no por por malas practicas de la politóloga en cuestión sino por los errores del Dpto. de RR.HH. La firma del nuevo convenio de la F. Juan March y UC3M está en el limbo. Atraer talento en el futuro costará mucho más.
Gracias por su rápida respuesta.
Usted ha repetido el mismo argumento, nada menos que la "supervivencia" del instituto. Que el asunto daña el prestigio es indudable. Que haya que buscar responsables, también debería serlo. Que se firme una hipérbole de ese tamaño (o se repita en un blog) es irresponsable, porque además, insisto, no conozco a nadie de los que critican lo que ha pasado y piden respuestas que hayan siquiera insinuado que habría que cerrar nada.
Saludos
Dado que los rectores proceden de múltiples especialidades académicas, con comunidades de distintos tamaños y prácticas de citación muy diferentes, ¿no habría que ponderar las cifras absolutas dependiendo del ámbito en el que trabaje cada rector? ¿O lo que está diciendo el artículo es que los rectores deben ser líderes en las comunidades más grandes con tasas de citas más altas, como suele ser el caso de las ciencias biomédicas?
Me resulta, además, chocante que las fuentes sean Google Scholar y Research Gate, cuando se empieza el artículo citando el caso del rector salmantino que había mostrado lo fácil que es trucar ambas para aumentar el volumen de citas.
Por lo demás, respecto a la moraleja del artículo, la historia de la ciencia está llena de grandes líderes científicos que fueron políticamente desastrosos. Los defensores de Sandra León o Mas Colell argumentan a menudo como si tener un doctorado internacional y publicar en buenas revistas hiciese imposible incurrir en malas prácticas o cometer delitos. No sé qué impresión creen que causan en quienes trabajan fuera de la Universidad...
DT: gracias por tu comentario. Posiblemente pero cuando uno hace trabajo de investigación interesante no son solo los de tu nicho específico quienes te citan. Por otra parte, es muy fácil detectar el fraude del rector de Salamanca pues tiene 36 mil citas en GS y su trabajo mas citado 544. Ello quiere decir que escribe artículo muy cortos como churros y los llena de autocitas. Siendo catedrático de ciencias de computación ha encontrado una manera de engañar al sistema.
Por supuesto que no hay correlación perfecta entre excelencia académica y ausencia de malas prácticas pero yo creo que es elevada. La razón es que el prestigio académico se logra internacionalmente (no es lo mismo ganar el torneo de tenis de Robledo de Chavela que Wimbledon) y una mala praxis arruina tu reputación urbi et orbi. La reacción internacional al escándalo de rector salmantino lo pone de manifiesto.
Muchas gracias también por tu respuesta, Juan José. Si defines el interés en términos de citas interdisciplinares, supongo que te parecerán mejores científicos los autores de artículos sobre métodos formales que se puedan usar en múltiples especialidades que los catedráticos de, qué sé yo, filología vasca y que preferirás a los primeros que a los segundos como rectores. Comprenderás que no será un criterio de consenso ni aquí ni en Harvard.
La analogía que sustenta tu optimismo sobre las bondades políticas de los académicos no me parece correcta: Michel Platini ganó el campeonato del mundo de futbol, pero cuando se puso a gestionar la FIFA, amparado en su prestigio, la cosa se complicó y acabó ante los tribunales, porque sus incentivos eran otros. Creo que todavía no se ha probado que los científicos más citados sean mejores gestores/más honrados que cualquier otro funcionario público, pero admito que me corrijas.
DT: Muchas gracias de nuevo. Aquí se pide que los candidatos a rector/a sean catedráticos con al menos 3 sexenios de investigación. Por ahí fuera, no. Bien traído el ejemplo de Platini, pero podría contestarte con el contraejemplo de Rubiales. De acuerdo en que excelencia académica no sea un requisito para dirigir una universidad pero por lo menos que hagan algo (bueno) por sus universidades y no destruir su reputación. Las ovejas negras no hacen rebaño pero es bueno saber donde están.
Gracias una vez más, Daniel. Releyendo tu artículo, yo diría que vuestro rector está intentando salvar la reputación de la Carlos III. El gran escándalo público de la Rey Juan Carlos no fue su rector plagiario, sino el caso Cifuentes, que empezó con un cambio en un acta para que la presidenta de la Comunidadad de Madrid aprobara dos asignaturas. Según se lee en la Wikipeida, el rector lo achacó a un "error administrativo" y todos sabemos cómo las consecuencias que vendrían después para la reputación de la Universidad cuando se comprobó que no lo era.
En el caso de Sandra León, la víctima del "error administrativo" era la Directora General de la Oficina del Alto Comisionado para la lucha contra la pobreza infantil y dependía de la presidencia del gobierno. Entiendo que sus amigos defiendan su inocencia, pero también Cifuentes salió absuelta: lo acabó pagando la profesora de la Rey Juan Carlos que cambió el acta y eso bastó para dañar la reputación de la Universidad. Creo que vuestro rector hace bien en querer aclararlo sin tomar partido, porque si ese error administrativo no lo fuera, lo iba a pagar toda la Carlos III, no sólo el Departamento de la afectada.
DT: Gracias por tu nuevo comentario. Supongamos que RR.HH le hubiera indicado a la candidata que era necesario la comprobación de la Aneca de que su universidad de origen en Reino Unido era equiparable a UC3M (cosa que cualquier profesional universitario con dos dedos de frente lo hubiera confirmado. Pues bien, lo hubiera enviado y con su CV le hubieran confirmado para la plaza. Eso sí, dado el funcionamiento de Aneca hubieran tardado varios meses.
Por tanto se optó por no hacerlo con independencia de que hubiera servido a un gobierno del PSOE. Era una cuestión interpretativa como bien explica Andreu Mas-Colell en su artículo de La Vanguardia. Lo que siguió fue una salida del tono del Rector actual que, en vez de salvaguardar la honorabilidad de la candidata pidiendo la renuncia y convocando inmediatamente la plaza, se lanza a degüello en los diarios mas conservadores a manchar la reputación de todos los que hemos luchado para que esta universidad sea una de las mejores de España con Dptos. destacados en los rankings internacionales, como es el caso del de la candidata.
No entiendo porque no se pone en práctica un modelo de especialista de gestión.
¿Por qué no hay un grado de gestión pública especializado que te habilite para gestionar/dirigir hospitales, universidades, centros penitenciarios, institutos...? (pienso que no lo hay).
La cooptación no creo que sea un modelo óptimo, y sí, ya sé, la autonomía universitaria y todo eso, pero se podría empezar por algún lado, pasito a pasito.
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