[Conjunto con JUAN J. DOLADO]
Ayer, 14 de diciembre, en el Foro Cinco Días, el Secretario de Estado de Economía, D. José Manuel Campa, abogó por penalizar el uso de los contratos temporales como única opción para hacer más atractiva la contratación permanente. Dado que uno de los principales problemas del mercado de trabajo español es la alta indemnización media por despido, no parece una medida muy adecuada.
Como se ha señalado repetidamente, por ejemplo en la Propuesta de Reactivación Laboral en España, la dualidad contractual es muy nociva. La alta tasa de empleo temporal reduce la productividad, desanima la emancipación juvenil, reduce la tasa de fertilidad, etc. Por ello, en esa Propuesta se defendía la introducción de un contrato laboral único con indemnización creciente con la antigüedad del trabajador.
La altísima rotación laboral de los contratados temporales y su baja expectativa de convertirse en indefinidos se debe a la gran diferencia entre el coste de despido de los segundos, típicamente igual a 45 días (de salario por año de antigüedad), y el de los primeros, de 8 días (o nula en algunos casos). Por tanto, va en la buena dirección reducir la brecha entre unos y otros. Por ejemplo, esto se hizo en la reforma laboral del año 1997, cuando se introdujo la indemnización de 8 días para la no renovación de los contratos temporales. Pero en esa ocasión, para evitar que subieran los costes medios de despido, se introdujo el contrato indefinido de fomento del empleo, con 33 días de indemnización, para algunos colectivos de trabajadores. Recién salidos de la profunda recesión de la primera mitad de los años 90, en aquella época las perspectivas eran de mejora de la economía (con el posible acceso a la zona euro). En esas circunstancias convenía evitar un aumento del coste medio del despido que inhibiera las futuras contrataciones, y así se hizo.
En la situación actual sucede algo similar, si bien la duración de la recuperación podría ser más larga que entonces. Según la mayoría de los analistas de coyuntura, estamos en o cerca del suelo de la recesión. Por consiguiente, se debe evitar una subida del coste medio del despido, que retrasaría aún más la recuperación del empleo.
En suma, esta medida no haría más que entorpecer todavía más los cambios necesarios para que España deje de ser uno de los campeones mundiales de la destrucción de empleo. Al igual que la propuesta de subvencionar la reducción de horas de los trabajadores (el llamado modelo alemán), se trata de una forma más de enmascarar la falta de capacidad para llevar adelante auténticas reformas que beneficien tanto a los trabajadores más desprotegidos como a los empresarios.