Ayer en los los mentideros capitalinos y en las tertulias de las radios, y esta mañana en los blogs discutíamos el último rumor o el último anuncio sobre política fiscal ---este gobierno es tan voluble que he renunciado a distinguirlos. Se comentaba la intención del gobierno de reformar la "Ley Beckham", concretamente el artículo 93 de la Ley 35/2006 de 28 de noviembre. Y obligar a que los profesionales, que trasladen temporalmente a España su residencia fiscal y que ingresen más 600.000 euros anuales, tributen al 43 por ciento en lugar de al 24 por ciento actual.
Los que estaban a favor de la reforma se llenaban la boca hablando de "justicia" y de "equidad". Por qué ese trato de favor. Por qué en 2009 una española que hubiera ganado entre 1 céntimo y 17.707,20 euros tuvo que pagar religiosamente el 24 por ciento, exactamente el mismo tipo al que habría tributado Cristiano Ronaldo, que parece ser que cobrará 13 millones de euros, o sea 734 veces más que los diecisietemil.
A mi este argumento no termina de convencerme por tres razones. Primero, porque creo que se recaudaría más y de una manera más eficiente si todos tributáramos al 24 por ciento, con un mínimo exento elevado para las rentas del trabajo, pongamos que de 12.000 euros. Y por cierto, el programa economistas 2004 con el que el Presidente Rodríguez concurrió a las elecciones de ese año proponía una reforma de este estilo. Pero de esta reforma nunca más se supo.
Segundo, porque el gobierno prevé que con esta medida se ingresarían unos 100 millones de euros más. Aproximadamente lo mismo que gasta en un año el Ayuntamiento de Parla. Y los costes fiscales potenciales son mucho mayores. Si les subimos los impuestos, los millonarios extranjeros pueden optar por fijar su residencia fiscal en las Islas Caimán, pongamos por caso, y el Estado español no ingresaría por su IRPF prácticamente nada.
Y tercero porque, aunque nadie lo haya dicho, el aumento de tipos del IRPF que grava las rentas de los futbolistas extranjeros lo terminarán pagando los aficionados al fútbol. Ya sea en forma de entradas más caras, de retransmisiones más caras, o de equipos con menos estrellas.
No contento con subirnos el precio del pan, por lo menos el que compramos en un restaurante, el gobierno también nos quiere subir el precio del fútbol, y por partida doble. Definitivamente, y en España sobre todo, Nada es Gratis.