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El Ritmo del Garaje

Con el fallecimiento de Steve Jobs, numerosos artículos han alabado su capacidad emprendedora y los humildes comienzos de Apple. Ciertamente los primeros Apple I y II fueron diseñados y construidos en el garaje de Steve Jobs. Junto con Apple; Hewlett Packard, Disney y Youtube son empresas que se fundaron en algún garaje de la costa oeste de los Estados Unidos. Forman parte del mito de las grandes corporaciones que partiendo prácticamente de la nada encontraron la idea brillante que les abrió las puertas del éxito. Son genuinos milagros económicos. Proyectan la imagen de emprendedor hecho a si mismo, con buenas ideas y poca experiencia o capital. Sin embargo, las referencias que he ido leyendo sobre el garaje de Apple me han hecho recordar un viejo documental de NPR sobre el mito del garaje. ¿Son estas empresas la norma o más bien la excepción? ¿Hasta que punto podemos generalizar su éxito?

La respuesta es que la realidad de la mayoría de las empresas que consiguen asentarse en el mercado no puede ser más distinta. Los datos del censo de emprendedores de los Estados Unidos y numerosos estudios muestran que la receta del emprendedor con éxito es más propia de antiguos empleados con experiencia, que un día decidieron independizarse y fundar su propia empresa, que de emprendedores hechos a si mismos. Amar Bhide (1994) analiza a 100 fundadores de entre las 500 empresas con mayor crecimiento en 1989 y encuentra que el 71% de ellos comenzó replicando o modificando una idea relacionada un empleo anterior. Arnold Cooper (1985) analiza la idea de las “incubadoras de negocios”; empresas, universidades o agencias gubernamentales donde se fraguan las futuras empresas con mayor crecimiento. De nuevo encuentra resultados similares: el 70% de los fundadores encontraron sus oportunidades de negocio a partir de un puesto de trabajo previo. Audia y Rider (2010) encuentran que el 91% de una muestra de empresas financiadas mediante capital riesgo están relacionadas con los trabajos previos de sus fundadores. De hecho hay incubadoras de negocio que están especializadas en la creación de empresas a partir de trabajadores con experiencia. La historia del Silicon Valey comenzó de algún modo cuando los “ocho traidores” que eran empleados de Shockley Semiconductors decidieron montar su propia empresa. Sucesivas traiciones desembocarían en Intel y AMD, entre otras empresas.  Incluso el caso de la propia Apple es menos claro de lo que parece. Antes de empezar a trabajar en el garaje de Apple con Steve Wozniak (que venia de Hewlett Packard), Steve Jobs estaba entre los 50 trabajadores mejor pagados de Atari.

Aunque pueda resultar paradójico, la mejor forma de empezar una carrera como emprendedor es trabajar para otro. Permite acumular conocimientos más rápidamente, aprendiendo de los aciertos y errores ajenos y buscando un nicho de mercado comprendiendo la naturaleza de la industria. El historial profesional como empleado certifica además la capacidad para gestionar una empresa, facilitando el acceso a la financiación. El patrón del empresario que abandona la escuela y parte de cero con una idea y sin ninguna experiencia es infrecuente entre las empresas que se crean y aun más minoritario entre las que sobreviven. Incluso entre aquellos asalariados que se aventuran en el mundo de la empresa, el salario previo y la posición que ocupaban son buenos predictores de la probabilidad de supervivencia de la empresa. En parte porque son indicadores del talento del emprendedor, pero también porque reflejan los contactos con clientes, empleados y proveedores. La evidencia reciente indica por tanto que el perfil del emprendedor que consigue asentarse como empresario es el de un antiguo trabajador, con buenas conexiones sociales y un buen conocimiento del sector.

No conozco evidencia directa para España aunque no tengo motivos para pensar que no operen los mismos mecanismos. El gráfico que colgó Samuel el martes me hizo pensar si el paro entre los jóvenes, además de estar creando a una generación perdida de trabajadores sin experiencia, también conllevará una generación con pocos emprendedores. Sin experiencia laboral, el emprendedor debe encomendarse a la suerte, la idea feliz y el garaje. Es una combinación que a veces funciona y nos encantaría que sucediese con frecuencia en España, pero no parece ser la receta optima.

El mito del garaje puede sin embargo ser una potente arma publicitaria. Los inicios de Google también fueron humildes. Sergei Brin y Larry Page comenzaron trabajando en el algoritmo que derivaría en Google Rank en las residencias de estudiantes de Stanford, con financiación de familiares, amigos y algunos de sus profesores. Mas adelante, cuando fundaron Google decidieron que la sede de la empresa durante los primeros 5 meses fuese un garaje antes de instalarse en sus oficinas definitivas en Palo Alto. En este momento ya contaban con el apoyo técnico y financiero del  fundador de Sun Microsystems y con un millón de dólares de capital. Poco después recibirían otros 25 millones de dólares de capital riesgo. Google ya no era una micro empresa improvisada y sin embargo Brin y Page eligieron comenzar en el garaje ¿Por que? Para pertenecer al club, para enfatizar que partían de la nada. El mito del garaje continúa.