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Bienvenido Mr. Marshall

Bienvenido Mr. Marshall, es una fantástica película que muestra los esfuerzos e ilusiones que los habitantes del pueblo de Villar del Río tienen puestas en atraer las inversiones de “los americanos”, encabezados por el enigmático Mr. Marshall. A mi me parece una obra maestra, posiblemente la mejor de Luis García Berlanga. No quisiera contar más de lo necesario, el que no la haya visto debería verla y dado que sigue totalmente vigente tampoco está de mas repasarla. La película es una alegoría nada encubierta de cómo el plan Marshall, el programa impulsado por los Estados Unidos para fomentar la recuperación Europea tras la segunda guerra mundial, pasó de largo por España.

En la actualidad tenemos un nuevo Mr. Marshall. Se trata de los fondos soberanos de inversión. Desde el gobierno y las empresas privadas oímos con frecuencia como las esperanzas de uno u otro sector están puestas en la llegada de un fondo de Catar, China o Emiratos Árabes entre otros. Los fondos soberanos son los instrumentos de inversión a medio y largo plazo de gobiernos y bancos centrales. Los mas importantes son fruto de la a la acumulación de capital por la venta de petróleo y materias primas (Oriente medio, Noruega…), o están asociados a superávits comerciales (China, Singapur…). Globalmente han crecido mucho durante la ultima década y en la actualidad gestionan aproximadamente 3 billones de Euros (esto es, 3 trillones americanos). En España han tenido presencia desde hace tiempo, y el ejemplo más conocido es probablemente el grupo KIO - actualmente Kuwait Investment Authority (KIA).

Como hemos destacado en Nada es Gratis más de una vez (por ejemplo en estas dos entradas de Tano Santos I y II) España necesita pasar por una cura de desapalancamiento. Recapitalizar las empresas con la llegada de fondos extranjeros es en principio una opción apetecible y menos dolorosa que esperar a la lenta acumulación de resultados que por ahora no llegan. Sin embargo, en esta entrada querría hacer una serie de reflexiones que me parecen obvias a la hora de poner nuestras esperanzas de salvación en la llegada de un fondo de inversión soberano.

En primer lugar, la presencia de los fondos soberanos en España es bastante limitada. Según la consultora A.T. Kearney, durante el periodo 2000-2008, la participación en el IBEX 35 de inversores de países emergentes no supera el 0,6%. Esto incluye tanto a fondos soberanos como inversiones privadas. En total, los países emergentes representan un 2% de la inversión directa en España. Aunque el volumen de operaciones ha ido creciendo con el tiempo, son cifras reducidas. Muchas empresas querrían catar los petrodólares de Catar, pero me temo que no va a haber para todos.

En segundo lugar, los fondos soberanos no son instituciones de caridad ni ONGs sino más bien todo lo contrario. Los criterios principales que determinan sus inversiones son, o bien encontrar altas rentabilidades o bien criterios políticos (ver Bernstein, Lerner y Schoar 2009). Las rentabilidades que obtienen son difíciles de medir, dado que los fondos soberanos sólo rinden cuentas a sus gobiernos; aun así, la poca evidencia disponible indica que en aquellas inversiones orientadas por criterios de rentabilidad son capaces de obtener buenos resultados (ver Fernandes 2011). A veces, la rentabilidad no es el único criterio para seleccionar inversiones, sino que priman motivos políticos. Entre ellos está el control de sectores estratégicos, (por ejemplo varios fondos Chinos buscan asegurar mediante la propiedad el control de la producción de materias primas), la promoción de un país de cara al exterior (por ejemplo comprando el Getafe C.F. para promocionar Dubai), o el intercambio de favores políticos que frecuentemente incluyen la legitimación de regímenes autoritarios. La inversión de un fondo soberano no es en ningún caso una ayuda desinteresada.

En tercer lugar, como cualquier inversor, los fondos de inversión soberanos tienen en cuenta las perspectivas de crecimiento del país en el que invierten. Una de las ventajas de los fondos soberanos es que, en general, tienen horizontes temporales de inversión a medio y largo plazo y no se trata de fondos especulativos a corto plazo. Aun así, son importantes a la hora de invertir las posibilidades para liquidar y rentabilizar sus inversiones (las llamadas “exit strategies” comunes en los fondos de capital riesgo). Algunos tienen obligaciones bien definidas, por ejemplo los fondos de capitalización de las pensiones (Francia, Irlanda, Australia y Nueva Zelanda). Otros, los llamados “open-ended funds” presumen de buscar rentabilidades a muy largo plazo, pero en la practica se concentran en inversiones liquidas. Para atraer a un fondo soberano, no basta con vender barato, sino que es necesario ofrecer oportunidades para desinvertir en el futuro. Si España no ofrece perspectivas de crecimiento a 5 años vista va a ser muy difícil captar fondos soberanos. Que nadie piense que la entrada de capital extranjero es un sustituto de ganar en competitividad o realizar reformas estructurales. Las recetas para atraer a los inversores son las mismas que para salir de la crisis por nuestra cuenta.

Por último, los fondos soberanos son frecuentemente gestores activos de sus inversiones. Toman posiciones de control, participan en los consejos de administración, están en contacto constante con los gestores de las empresas e impulsan la reestructuración de estas. Esto es particularmente importante en el caso de las cajas de ahorros. Como llevamos diciendo desde hace tiempo (por ejemplo con Luis Garicano aquí, aquí y aquí) el gobierno corporativo de las cajas de ahorros sigue siendo una asignatura pendiente en la reestructuración del sistema financiero español. La legislación actual permite otorgar poder político a quien invierta en las cajas en la forma de asientos en el consejo, pero sigue siendo una opción muy limitada. Es necesario clarificar la estructura de propiedad de las Cajas, entregando acciones comunes a la obra social y permitiendo que inversores privados puedan, mediante sus inversiones, tomar eventualmente el control de la caja. Una posición en minoría en un consejo de administración dominado por políticos no va a ser atractiva para un inversor que pretende la gestión activa de su inversión.

Da la impresión de que más de uno piensa que con agasajar a los inversores y ofrecerles un asiento en el consejo será suficiente para que inviertan, pero esto no va a ser así. Retomando el hilo de “Bienvenido Mr. Marshall”, imaginad la punta que le sacaría Luis García Berlanga a la siguiente escena: “El delegado del fondo gubernamental chino llega por primera vez al consejo de administración de una caja española donde es recibido por políticos municipales (una versión moderna de Pepe Isbert) y empresarios locales (a lo Manolo Moran)…”.  Mientras lo escribo me da la risa, pero reiría más a gusto si no se pareciese tanto a la realidad.

En definitiva, los fondos de inversión soberanos van a seguir invirtiendo en España y forman parte de la salida a la crisis, pero yo recomendaría tanto a políticos como empresarios que no los presenten como una panacea, no sea que luego haya que dar explicaciones.