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¿Y ahora qué? Consejos para un joven profesor de economía


En diciembre participé en una sesión, organizada por la Asociación Española de Economía (AEE) con el título de esta entrada en el mercado de trabajo europeo para economistas (este año virtual), del que hemos hablado mucho por aquí. La AEE a su vez es una de las coorganizadoras de este evento, con la European Economic Association (EEA) y la Royal Economic Society (RES). Los otros panelistas eran Rachel Griffith y Alessandro Ruggieri. La grabación completa la tienen aquí.

Como ya hace bastante tiempo que no soy un joven economista y la profesión ha cambiado mucho en mi tiempo, lo que hice fue poner juntos algunos datos sobre la evolución de la profesión, antes de dar ningún consejo. Los datos en bastantes casos ya tienen tiempo, pero las tendencias son fuertes y evidentes y si acaso se han hecho más pronunciadas en los últimos años.

1. La investigación se hace más empírica y complicada

Hamermesh (2013) muestra que en los últimos 50 años la proporción de artículos teóricos ha bajado espectacularmente. En cambio, la investigación empírica, con datos recogidos por el propio investigador, o experimentales ya representan la mitad de nuestra producción. Si además juntamos la investigación con datos que han recogido otros, estamos hablando de casi tres cuartas partes de toda nuestra producción (por esto debe desconfiar de un “economista crítico” que le diga que la economía es todo teoría matematizada y no verificada, claramente no ha mirado una revista de economía desde los años 70 del siglo pasado).

Lo más importante de esta tendencia es que un economista joven probablemente tendrá que construir sus propios datos, analizarlos y probablemente tener un marco teórico para pensar sobre ellos. Esta es la explicación más probable para otra tendencia paralela a la primera, que observan Card y DellaVigna (2013). Los artículos son más largos (de menos de 20 páginas a casi 50 en media) y tienen más coautores (de 1,2 a 2,6 en media).

Esto es una tendencia de la que mucha gente es consciente. Por esto algunas revistas han introducido un límite muy estricto de palabras o incluso se han creado revistas nuevas que solo publican artículos cortos (AER: Insights. Esperemos que cunda el ejemplo.

Por si fuera poco, cuesta más publicar estos artículos en las revistas más prestigiosas. La fracción de artículos aceptados es ahora menos de la mitad que hace cuatro décadas.

Todo esto supone un progreso claro, la economía se hace más científica. Pero el otro lado de la moneda es que estabilizarse en la profesión es más complicado. Por ejemplo, hay una tendencia creciente a tener posiciones postdoctorales, y predoctorales para acumular el capital humano necesario para esta actividad crecientemente compleja. En esto también nos acercamos más a las ciencias naturales. Estas posiciones pueden ser una forma interesante de avanzar en la carrera si se hacen en lugares donde el investigador tiene cierta libertad y trabaja en un proyecto interesante (tanto es así que algunos jóvenes doctores retrasan un año su incorporación a “tenure track” para tener esta posibilidad), pero no dejan de alargar el tiempo “precario.” Y a veces son "precariado" del malo, posiciones que requieren una cantidad muy elevada de docencia, o trabajo poco interesante en proyectos de bajo interés académico.

2. En muchos lugares es más complicado estabilizarse

En muchos departamentos, per no todos, los requisitos para estabilizarse se han hecho más duros en estas décadas. Es corriente que obtener la “tenure” requiera una (o más) publicaciones en las llamadas top5 (les recomiendo la entrada de Roberto Serrano sobre esta otra enfermedad, la top5itis, para la que aún no hay vacuna). Heckman y Moktan (2020) muestran que la probabilidad de tener “tenure” en los 35 mejores departamentos es muy dependiente de tener (varias) publicaciones en esas revistas.

Esto es verdad independientemente del impacto de estos artículos medidos por el número de citas, lo que sugiere al menos un cierto fetichismo.

Pero individualmente es irrelevante si estamos de acuerdo con esta tendencia, el hecho es que es importante para el futuro de la carrera de un joven investigador.

¿Y cómo funcionan estas revistas? Card y DellaVigna (2020) nos dan una pequeñas buena noticia. Parece que los evaluadores quizá son algo más benévolos con los autores jóvenes, ya que el impacto medido en número de citas de un autor más senior es mayor que el de un autor más joven. Esto sí, los evaluadores que son más decisivos para la decisión del editor son los más senior, aunque sus decisiones parece que no tienen mayor poder predictivo sobre si los artículos tendrán más impacto. La noticia terrible por otro lado es que los evaluadores exigen más a los artículos escritos por mujeres, casi un 25% más de citas. Por desgracia este sesgo lo tienen los evaluadores masculinos y femeninos, como nos muestran Card, DellaVigna, Funk e Iriberri (2020).

3. Consejos

Hasta aquí los datos, pero no querría acabar sin un par de consejos, más o menos derivados de esta evidencia.

El primero es que quizá la pura descripción de lo que está pasando suene negativa. Y claramente no quiero esconder la dificultad del proceso. Pero tampoco sería justo si no contara que ser investigador y profesor de universidad es una de las actividades más interesantes que conozco. He trabajado y vivido muy cerca de gente con otras profesiones, y no puedo imaginar ninguna en la que hubiera sido tan feliz. El consejo es que para disfrutar de ella es necesario, entre otras cosas, concentrarse en el proceso de descubrimiento y en la transmisión de conocimiento a los estudiantes y el resto de la sociedad. Hay que intentar abstraerse de las evaluaciones, tanto de la investigación como de la docencia. Ya sé, eso es más fácil decirlo que de hacerlo, pero hay que buscar la manera de mantener la atención en el hecho de que lo que hacemos es objetivamente muy difícil, y cualquier éxito es digno de alabanza y festejo. Y de los fracasos debemos concentrarnos solo en la información objetiva que pueda ayudar a mejorar. Recuerden que los evaluadores no aciertan mucho sobre lo que va a tener más impacto, así que hay que mantener el espíritu crítico sobre sus apreciaciones.

El otro consejo procede de la observación de que la disciplina ha cambiado mucho en estas décadas. Si yo hubiera seguido trabajando en los temas de mi tesis probablemente me habría estancado y ya no estaría en la universidad. Es muy útil mantener la mente abierta a nuevas ideas y nueva gente. Es importante construir coaliciones, dejar que te ayuden (mis primeros coautores/mentores después del doctorado, Hugo Hopenhayn o Massimo Motta son grandes académicos que se tomaron un interés inexplicable en mí cuando era joven) y prestar atención a los jóvenes doctorandos (en mi caso, algunos de mis mayores éxitos nacieron de escuchar a gente más joven y mucho más brillante, como Giovanni Ponti, Nicola Pavoni, Facundo Albornoz, o el añoradísimo Toni Calvó). La ciencia a veces se representa como una empresa de genios solitarios, pero en su mayoría es trabajo colaborativo y en esto esta parte del atractivo, construir algo increíble con gente interesante. Más "castell" que trabajos de Hércules.