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Manifiesto para mejorar el rendimiento del sector educativo en España

El jueves pasado presentamos un nuevo manifiesto de economistas, esta vez para mejorar el sector educativo en España. El impacto en prensa ha sido razonablemente bueno (se han hecho eco El País, ABC, Expansión, El Confidencial, Magisnet o Invertia entre otros) pero como es lógico los titulares han tendido a enfatizar lo que convenía más en cada medio.

El resumen ejecutivo de la propuesta es relativamente sencillo. Tenemos que conseguir que todos los actores del sistema educativo tengan más libertad para conseguir mejores resultados, pero los rendimientos y el comportamiento tienen que tener consecuencias. Autonomía, sí, pero con rendición de cuentas. Ahora paso a explicar con algo más de detalle la motivación y las propuestas (enlazando con entradas que ya hemos escrito aquí que justifican la necesidad). Pero me gustaría aclarar que aunque intento ceñirme al texto, lo que viene a continuación es mío, y lo que han apoyado muchos colegas es lo que está escrito en el manifiesto en sí. La otra aclaración es que seguiré el orden de propuestas de la rueda de prensa (aquí está la presentación), que tiene alguna ventaja pedagógica respecto al orden del manifiesto.

Diagnóstico

Como ya hemos explicado bastantes veces, España tiene dos problemas educativos muy importantes. Por un lado, la escasez de alumnos con muy buenos resultados (ver aquí o aquí), algo que no puede achacarse por desgracia al diferente estatus socioeconómico de nuestra población, porque España está por debajo de la media significativamente para alumnos con padres de mayor nivel educativo y económico como pueden ver en el siguiente gráfico.

Por otro lado el problema está en las pocas personas que obtienen formación después de la enseñanza obligatoria (lo que suele llamarse el “fracaso escolar”, ver aquí o aquí)

Todo esto es muy importante porque como hemos repetido en algunas ocasiones, la educación es crucial para el crecimiento. Y no sólo la cantidad (el número de años que uno se educa) sino también la calidad. Los periodistas, de manera inteligente, se aferraron al número: 100 puntos de PISA equivalen a un 2% extra de crecimiento anual, lo cual en cuarenta años dobla la renta.

Y ¿qué proponemos?

1. Educación preescolar: Importancia de las habilidades no cognitivas

En este blog hemos hablado mucho de este asunto (aquí, aquí, o aquí), porque la evidencia es concluyente acerca de la importancia de la motivación temprana -- entre 1 y 3 años -- y el desarrollo de las habilidades no cognitivas, de manera muy especial en los estratos menos favorecidos de la sociedad. Esta inversión es además extremadamente rentable y debe mantenerse para estos grupos sociales.

2. Una carrera profesional de los enseñantes basada en los resultados

La investigación económica demuestra, como hemos mostrado aquí con frecuencia (ver aquí, aquí o aquí), que los profesores son cruciales para los resultados de sus alumnos pero también que es prácticamente imposible saber si un profesor consigue buenos resultados sólo por sus títulos o sus notas. Por tanto es importante que tras una acreditación que se base en requisitos académicos, la consolidación y el progreso profesional se base en los resultados de los alumnos. Pero cuando hablamos de resultados es importante no premiar a los profesionales simplemente por tener la suerte de gestionar buenos estudiantes: la medición de los resultados obtenidos debe centrarse en el valor añadido del profesor (ver aquí, aquí, o aquí).

3. Atención a las necesidades específicas

Tenemos tasas de repetidores muy elevadas, con el consiguiente coste, desmotivación y desmoralización de los estudiantes (en la enseñanza secundaria la repetición es del 36,6% frente a un 17,4% en la OCDE). Hay que corregir estas deficiencias, sin que ello se traduzca en dejar pasar de curso a los alumnos para “mejorar” una estadística. Al mismo tiempo, como hemos dicho, no hay suficientes estudiantes con un desempeño brillante. Nuestra propuesta de mejora en este ámbito pasa por limitar la rigidez del sistema educativo. Por ejemplo, es probable que no todos los niños tengan que comenzar la educación primaria a la misma edad, como ya hemos dicho aquí. También sería deseable que puedan avanzar a diferentes velocidades dentro de la misma aula o del mismo curso. Esto requiere mantener los refuerzos actualmente existentes para alumnos con necesidades especiales y desarrollar programas similares de refuerzo para los alumnos más brillantes. Es importante que los alumnos tengan siempre vías para permanecer escolarizados (los programa de Cualificación Profesional Inicial, PCPI, podrían ser una buena idea) y mantener pasarelas de acceso a la educación secundaria post-obligatoria.

4. Autonomía, flexibilidad interna y rendición de cuentas

La flexibilidad que pedimos en la propuesta anterior es impracticable sin más autonomía curricular y de recursos humanos en los centros. Alumnos diferentes requieren tratamientos diferentes, pero como verán en los siguientes gráficos, los centros no tienen posibilidad de adaptarse a nada en la actualidad.

Pero como se ve en el siguiente gráfico, el peor de los mundos es aquel en el que hay autonomía pero no hay rendición de cuentas (como pasa en la universidad, vaya). Y también se puede ver que la autonomía es magnífica si al mismo tiempo hay formas de ver si los centros dan valor añadido.

Una vez que la autonomía da resultados, veremos que los centros se diferencian entre sí (unos preferirán especializarse en unas cosas y otros en otras). Esto inevitablemente llevará a que necesitemos un sistema de emparejamiento (“matching”) menos dependiente de la proximidad geográfica que el actual. La investigación económica ha hecho muchos avances en este asunto, que deberían aprovecharse.

5. Esfuerzo y comportamiento adecuado

Otra de nuestras obsesiones en el blog (ver aquí, aquí, o aquí) es concienciar a los alumnos y familias de que nada, absolutamente nada, va a sustituir al esfuerzo personal y al comportamiento adecuado (en el que España deja mucho que desear). Muchos condicionantes personales y sociales son relevantes pero las posibilidades de mejora son escasas sin el esfuerzo del alumno. Simplemente no debe haber excusas para el fracaso. Y pensamos que para incentivar al esfuerzo, los resultados y rendimientos deben tener consecuencias. Al final de la educación primaria y secundaria deberían existir pruebas estandarizadas cuyos resultados tengan consecuencias académicas (por ejemplo, mayores posibilidades de elección de centros, acceso a programas especiales). Y debe proporcionarse a los profesores herramientas de autoridad que sean rápidas, eficaces y con escaso coste administrativo para gestionar los conflictos (por ejemplo, labores de trabajo social para los más conflictivos).

6. La formación profesional

Ya saben nuestros lectores que la formación profesional nos parece un aspecto crucial, y descuidado, del sector educativo. Tenemos un porcentaje de estudiantes muy inferior al de otros países europeos. Parte del problema está, según hemos mostrado alguna vez en que la financiación de la formación profesional es insuficiente. Pero también nos parece que es importante mejorar la conexión de la formación profesional con el mundo empresarial.

7. Universidad: autonomía y competencia

Para mejora de manera sustancial los resultados de las universidades es importante que sean independientes tanto en sus políticas de gestión del capital humano (no sólo en contratación, como ahora, también en condiciones laborales) como en su configuración investigadora y docente. Pero como ya hemos dicho antes, esto solamente funciona con una financiación competitiva basada en una evaluación seria y uniforme de los resultados en docencia e investigación. Esto es mucho mejor que micro-gestionar infinidad de titulaciones y planes de estudio, o condiciones laborales de los profesores. Pero esta estrategia debe venir asociada a una reforma del gobierno de las universidades para que rindan cuentas de manera más directa a la sociedad que las financia.

8. Evaluación rigurosa

En España se han introducido numerosas reformas globales del sistema educativo e innumerables programas concretos sin una evaluación rigurosa. Esta situación debe cambiar radicalmente, las reformas deben introducirse de forma que puedan ser evaluadas con rigor. Esto requiere, entre otras cosas, que sean evaluadas de manera independiente y que los datos necesarios para la evaluación estén disponibles para la comunidad investigadora, como lo están por ejemplo los datos de la prueba de PISA y otras similares.

Conclusión

Resumiendo, España puede mejorar mucho en educación. Si lo hacemos tendremos buenos resultados a largo plazo, y a corto plazo generaremos ilusión y confianza, algo de lo que no andamos muy sobrados estos días. Y las recetas no son complicadas, ni caras en general, aunque a veces sí que hace falta gastar. Pero hay que gastar en lo que es útil y da resultados. Ahora, a trabajar.