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Las implicaciones de política de la racionalidad limitada

Jesús F.V. nos apuntaba en un post reciente al brillante artículo de Bob Lucas defendiendo a la macroeconomía moderna de la necia acusación de que no ha sido útil para evitar o paliar la crisis. Estoy de acuerdo con Jesús en que Bob podía haber sido más contundente en su defensa de la buena ciencia económica. Porque me temo que la crítica sea interesada, y tenga detrás una agenda intervencionista. Esto se ve más claro en la crítica a la economía financiera. El argumento ahí es que la crisis plantea dudas sobre que los mercados sean eficientes y los agentes racionales. El Economist no lo dice, pero algún lector despistado podría concluir que si la gente no es racional debemos buscar a "alguien" que nos guíe y nos ayude a caminar en este proceloso mundo de las finanzas. Obviamente, el Estado debe tomar cartas en el asunto. Lo cual sería un error muy grave. Incluso si creemos en serio que la ciencia económica puede beneficiarse de estudiar agentes con racionalidad limitada, esto no implica en absoluto que el Estado vaya a hacer las cosas mejor.

Por ejemplo, ayer me pasé media hora en una cola de seguridad. Me vacié los bolsillos, me quité los zapatos y el cinturón. Puse la crema de afeitar y el dentífrico en una bolsita transparente. Y luego tuve que soportar que un gorila me tocara (literalmente) los huevos. Todo esto por mi seguridad, como es natural. Pero nadie me ha proporcionado ninguna evidencia sobre cómo la humillación continua en los aeropuertos mejora mi seguridad. Sospecho que no podrían. Porque los que ordenan esto son menos racionales que los gobernados. O malvados sádicos, que seguramente es peor.

Después tuve que cambiar mi reloj de hora, a pesar de que no cambié de meridiano (de hecho Madrid está más al Oeste que Londres). Lo cual me recordó que tampoco hay ninguna evidencia seria de que los cambios de horario de verano sirvan para su propósito aparente de ahorrar energía. De hecho, un artículo reciente de Kotchen y Grant (2008) muestra evidencia de un experimento natural en Indiana en el que el cambio horario hace consumir más energía, y no menos. Entre un uno por ciento y un cuatro por ciento de aumento. Y según los autores el aumento puede ser aún mayor en otras regiones.

Y, finalmente, cuando llegué a Barajas puse a mis hijos bien ataditos en sus asientos especiales. Y allí me acordé de un artículo reciente de Steve Levitt (2008) en el que muestra que un asiento especial de niños no hace disminuir el riesgo de muerte (para niños de más de dos años) comparado con simplemente ponerles el cinturón de seguridad.

No les aburro más. Cada vez que se enfrenten a una regulación, pregúntense con qué evidencia y de qué manera se ha tomado la decisión de protegernos. Y cuando en las próximas elecciones algún candidato le diga que el mercado ha fallado y que mejor le deje a él arreglar el problema, acuérdese de la cola del aeropuerto o el horario de verano. Y si a pesar de todo el candidato gana, mejor vote con los pies y váyase a otro lado.