La viabilidad legal del carné por puntos educativo, de Elisa de la Nuez y Rodrigo Tena

Leyendo una noticia sobre la posibilidad de que los padres respondan económicamente por el mal comportamiento de sus hijos nos entró a Luis y a mí la duda razonable sobre la legalidad del carné por puntos educativo por el que hemos abogado alguna vez (al final de esta entrada, por ejemplo). Así que pedimos a nuestros compañeros de ¿Hay Derecho? que nos iluminaran. Lo que sigue es su contestación.

En este post vamos a estudiar las posibilidades legales de establecer un carnet por puntos escolar con la finalidad de garantizar la disciplina en las aulas, y cuya pérdida (la de los puntos) lleve aparejada sanciones económicas graves, e incluso la posibilidad de tener que abonar parte o todo del coste de la plaza escolar en un centro público o concertado. En la actualidad, dada la gravedad de la indisciplina en las aulas, se están adoptando diversas medidas (algunas legislativas, como la reciente Ley de autoridad del profesor de la Comunidad de Madrid, ley 2/2010 de 15 de junio) y otras puramente voluntarias, como las que se están estableciendo en distintos centros de enseñanza que han decidido implantar un carnet por puntos escolar de forma consensuada con los padres de los alumnos, al parecer con buenos resultados (ver por ejemplo aquí, aquí, aquí, aquí o simplemente teclear carné por puntos escolar en Google). Si bien estas iniciativas son todavía domésticas, por así decirlo, y afectan únicamente a determinados aspectos de la vida escolar, manejan ya un sistema de incentivos que, aunque modesto (no se trata ni mucho menos de incentivos económicos, ni positivos ni negativos) resulta muy interesante desde el punto de vista de la implantación de un carnet escolar por puntos ligado a los valores que se quieren restablecer en las aulas españolas.

Y, en todo caso, estas iniciativas indican que existe una creciente conciencia social respecto a este grave problema, problema que está suponiendo –junto con otros factores- una merma muy importante en la calidad de nuestra educación, lo que de forma reiterada viene poniendo de manifiesto año tras año el informe PISA. Como hemos dicho, el establecimiento por ahora de este tipo de carnets por puntos en distintos centros educativos de forma voluntaria no lleva aparejada consecuencia económica alguna para los padres o tutores de los menores. Se trata más bien de incentivos positivos para los niños (sentarse al lado de compañeros favoritos, tener más tiempo de descanso, etc.) o negativos (trabajos extra, menos recreo, etc.).

Por otro lado, las consecuencias económicas para los padres (vía responsabilidad patrimonial) que se deriven de determinadas actuaciones por parte de los menores que suponen un daño patrimonial o moral, sí está prevista en nuestro ordenamiento jurídico con carácter general. Conviene recordar que el principio de que los padres respondan por los daños causados por sus hijos se remonta a los mismos orígenes del Derecho romano y está plenamente consolidado en la actualidad. En el ámbito de la responsabilidad civil extracontractual el artículo 1902 del Código Civil señala que “El que por acción u omisión causa daño a otro, interviniendo culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño causado”; y el 1903 añade: “La obligación que impone el artículo anterior es exigible, no solo por los actos u omisiones propios, sino por los de aquellas personas de quienes se debe responder. Los padres son responsables de los daños causados por los hijos que se encuentren bajo su guardia”.

El fundamento de semejante responsabilidad es la “culpa in vigilando”. La patria potestad es una función que impone derechos y obligaciones. Y entre estas últimas está la de adoptar las medidas necesarias (dentro de lo que cabe exigir a “un buen padre de familia” como todavía dice en muchos lugares nuestro Código Civil) para evitar comportamientos de los hijos que causen daños a terceros.

Por lo demás, en el ámbito de la responsabilidad extracontractual, la jurisprudencia viene reconociendo de forma absolutamente consolidada la posibilidad de reclamar por daños morales; al margen de que la ley lo haya también consagrado de manera expresa en multitud de campos, entre ellos el escolar. Vemos entonces que el concepto de daño es amplio y no se circunscribe ni muchísimo menos a los directamente patrimoniales. Es perfectamente posible identificar daños morales en el ámbito escolar derivados de determinadas conductas de los menores (insultar, interrumpir una clase, humillar a los compañeros, etc, etc). Hay muchas conductas que se identifican como “acoso escolar” (a compañeros o incluso a profesores) y que pueden producir importantes daños morales. De hecho, el art. 12.2 de la reciente Ley de Autoridad del Profesor de la Comunidad de Madrid destaca expresamente la obligación de reparar los daños morales. Ver aquí.

Es cierto que este esquema de responsabilidad civil patrimonial exige, con carácter general, interponer una demanda ante los tribunales para exigir reparación económica a los padres del infractor, procedimiento en el que hay que probar la culpabilidad, el daño y la relación de causalidad. Pero lo que queremos señalar ahora es que ese principio de imputación, y su fundamento, está reconocido de forma pacífica en nuestra legislación.
En este sentido, las disposiciones relativas a la responsabilidad civil de padres y tutores se recogen en una serie de normas reglamentarias sectoriales, como son las que regulan el régimen disciplinario en los centros escolares. A título de ejemplo, podemos mencionar el Decreto 15/2007 de 19 de abril por el que se establece el marco regulador de la convivencia en los centros educativos de la Comunidad de Madrid.) cuyo artículo 19 regula la responsabilidad civil de los padres o tutores por los daños patrimoniales y morales que pueden causar los menores de conformidad con los principios de nuestro ordenamiento civil.

Partiendo de estos principios y con el objetivo de perseguir un cese casi total de la indisciplina en las aulas con el alto coste que esto tiene, se trata de ver qué posibilidades legales hay para establecer un régimen obligatorio de carnet por puntos educativo, tanto en la escuela pública como en la concertada con consecuencias económicas graves, tanto positivas como negativas, en función de la conducta de los menores, con la finalidad de conseguir la finalidad de la disciplina en las aulas como garantía mínima imprescindible para una educación de calidad.

Debemos partir de la base de que la enseñanza básica es obligatoria y gratuita, según el art.27 de la Constitución, lo que a nuestro juicio plantea bastantes problemas a la hora de establecer como consecuencia de un carnet por puntos educativos la pérdida de subvenciones (en concreto, la de la propia plaza en un centro público o concertado) o una repercusión económica negativa, vía impuestos, respecto de los padres de los alumnos indisciplinados. Aunque es una cuestión que excede por su complejidad del objetivo de este post esta vía nos parece muy complicada.

La cuestión a plantear es, entonces, si la ley puede objetivar esos comportamientos que considera indeseados y establecer, para los padres de los infractores, una consecuencia económica de manera directa sin necesidad de acudir a un juez para que fije la responsabilidad civil por daños morales o patrimoniales. No se perseguiría tanto reparar como prevenir. Pero ¿se puede imponer esta consecuencia económica de forma directa a los padres por la actuación de los hijos? Entendemos que sí. El legislador puede considerar que las faltas graves de disciplina en el aula, conductas imputables a los hijos, son consecuencia de la falta de cumplimiento de los padres de sus deberes de vigilancia e imponer de forma objetiva consecuencias económicas mediante un carnet por puntos. Podría alegarse que habría que dar al padre la oportunidad de alegar que efectivamente no es así, pero, sin perjuicio de que tal posibilidad pudiera aceptarse por cuestiones de política jurídica, no es estrictamente necesario. En estos casos el legislador podría obligar a reparar a padres o tutores el daño producido como consecuencia de una conducta determinada del menor, a la que sí serían aplicables los principios propios de los procedimientos administrativos sancionadores (tipicidad, culpabilidad, etc).

Esta norma supondría, en definitiva, el establecimiento de consecuencias económicas para padres o tutores derivadas de conductas infractoras de los hijos (cosa que ahora la legislación no contempla) y la obligación para los centros públicos y concertados de establecer este tipo de sanciones ligados a los carnets por puntos escolares. Otra posibilidad sería no imponer esta obligación, sino simplemente permitir que los centro públicos y concertados que así lo deseen puedan adoptarla y dejar que estos compitiesen entre sí (de forma que los Centros que lo tengan, al alcanzar mayores niveles de disciplina y mejorar la calidad de la enseñanza sean más interesantes que los otros).

Hay 25 comentarios
  • Muy interesante el post, pero me surge una duda: para los padres que hoy en día no reconocen la autoridad del profesor, con tal sistema de puntos, ¿no sería aún peor? Bajo el punto de vista de estos 'inteligentes' padres, ¿quién tendría la culpa de la detracción de puntos?, ¿el hijo o hija, o el profesor que impone la sanción? ¿Y en qué situación se verían más legitimados para discutir con el docente, cuando existe amonestación verbal o castigo al discente, o cuando les tocan el bolsillo? No tratando de justificar en absoluto estos argumentos, deberíamos buscar paralelismos con el caso de las sanciones de tráfico.

  • Por si lo presente no fuera suficiente, un pasito mas hacia la plutocratización completa de esta sociedad. Expertos como sois, en economía vulgaris, os recomendaría que hicieras un pequeño estudio de regresión correlacionando la afección de el fracaso escolar con la pertenencia a un status socioeconómico bajo. Como doy por sentado que seguro que lo habéis hecho, habréis concluido que no era suficiente factor de distorsión y que mejor camino que aumentarlo. Seguro que, por contra, el camino de la cohesión social no es determinante, ni mucho menos, el problema radica en los incentivos (¿Esos mismos racionales y puros incentivos que se esperaban tras la liberalización de los movimientos de capitales?), los mismos incentivos que llevan a que en el marco del actual sistema, no prime la educación no autoritaria, que los padres actúen de modo discreccional y que al finamente sean la televisión y otros productos de alta calidad (así lo dicta el catecismo liberal, si demandamos telebasura, sea) donde solo prima el placer cortoplacista (¿a qué me suena esto?) los que determinen nuestra actual educación.

    Es muy fácil no mirar mas allá, huir hacia delante, y solucionar los problemas de nuestra actual sociedad consumista con recetas peregrinas. !Solucionemos los problemas que nos ha generado esta sociedad fundamentalista del libre mercado......con más mercado!

    ¿Y van?

  • Javier. Estoy de acuerdo en que los padres van a protestar como protestan a la policía. Pero con todos los problemas que tienen que soportar las fuerzas de seguridad, ya les gustaría a muchos profesores que les trataran igual. Y es que ya hemos intentado la "fuerza del cariño" y por lo que se ve no funciona muy bien. Y lo de llamarlo carné por puntos es por la evidencia de que está teniendo un efecto en los conductores, a los que se suponía "incorregible". Supongo que es algo de optimismo ontológico, pero no nos resignamos a creer que esto no tenga arreglo.

  • Emprendedor. Yo tampoco sé si es la solución, pero un emprendedor es justamente alguien que comienza 1000 aventuras con la loca ilusión de que alguna cuaje.

  • El carnet por puntos educativos me parecía una idea exótica y de muy difícil implementación. Pero quizás los últimos planes del gobierno holandas me obligan a cambiar de opinión. El partido liberal del primer ministro Rutte está estudiando la posibilidad de retirar la ayuda financiera a los padres cuyos niños faltan a clase con cierta frecuencia. No es exactamente igual que el carnet propuesto por Antonio - se trata de absentismo en vez de indisciplina y de retirar una subvención en vez de imponer una multa - pero la filosofía es la misma.
    Ignoro si hay diferencias legales entre las dos maneras de incentivar a los padres. Pero la retirada de una subvención es seguramente más viable políticamente que la introducción de multas, sobretodo si las subvenciones no dependen (únicamente) de la situación económica de los padres. Además en el caso holandés la retirada de la subvención es una arma importante - los padres reciben una ayuda entre 1.200€ - 1.700€ por año por cado niño en la edad entre 0 y 18 años. Dudo que un gobierno se atreve a imponer multas de este calibre.

  • Yo a esto le veo un problema, y es que colapsaría el ya de por si lento e injusto sistema judicial español (Y digo injusto, porque la justicia lenta no es tal)
    Está claro que son faltas y no delitos, pero estoy convencido que más de uno y de dos se liarían a recurrir "porque sus niños tienen razón y los profesores no tienen ni idea" (que por otra parte, viendo el nivel deleznable de las escuelas de magisterio, tampoco es mentira aunque sea otra acepción de "no tener ni idea")

  • Me alegro de que sea posible basándonos en el derecho. Otros problemas técnicos para su buen funcionamiento pueden ser fácilmente superados, pero el escollo político me parece muy grande. Aún así algo hay que hacer para que los colegios no tengan que soportar la pésima actitud de algunos estudiantes contra los cuales es muy difícil aplicar medidas disciplinarias efectivas, como expulsarles tras haber acuchillado un compañero o violado a alguna alumna (lo primero pasó en el instituto de mi pueblo, lo otro salió en las noticias).

    Lo peor de este asunto es que empobrece la educación que recibe las familias de rentas medias y bajas, a las que precisamente algunos dicen defender al criticar las sanciones. Ayudar a que un joven sea buen estudiante, es uno de los mejores favores que se le puede hacer, aunque sea en parte a base de multas.

  • Con la expulsión del niño por parte del colegio tendría que ser más que suficiente: a ver cómo se comen esos padres a los niños durante una temporadita en su casa. Lo que ocurre es que la administración educativa no se atreve en serio con las expulsiones.

  • Yo echo de menos que la propuesta del carné por puntos sea más concreta. ¿Qué es exactamente lo que vamos a penalizar?

    No es lo mismo acosar, acuchillar o violar que estar de cháchara en clase y no hacer las tareas . Lo primero, aunque ocurre, no es la tónica general (aunque seguramente, cierto tipo de acoso es más frecuente de lo que desearíamos) y buena parte depende del código penal. Existen otras conductas no tan extremas pero igualmente graves (he puesto los extremos adrede).

    Pero en el otro extremo, la "disrupción de baja intensidad", creo que concentra los obstáculos que impiden unas clases eficientes y puede ir ligada a alumnos "normales", "buenos" o que, por lo menos, no van a reaccionar con violencia verbal o física.

    No tengo claro que para lo segundo fuese razonable introducir penalizaciones del tipo carnet por puntos SI PREVIAMENTE NO se han tomado otras medidas. Y, como ya he señalado en otro momento, me inclino a pensar que esas medidas previas deben ser del tipo: al alumno se le ha suspendido porque no sabe atender a los que hablan a la clase, etc.

    Cuando ese suspenso no ha sido eficaz, en estos casos, sí habría que pasar a las antedichas penalizaciones.

  • En mi internado la motivación era así.

    Evaluación quincenal pública que incluía materias del programa oficial (todas obligatorias) y de conducta. Desde urbanidad, aseo, corrección expresiva y limpieza de pupite hasta el comportamiento deportivo.

    De esta evaluación, de la que llagaba copia a los padres sin intermediación de alumno, dependía la salida de fin de semana, el trabajo extra a realizar y la paga semanal si, como era mi caso, ésta se administraba por el padre Prefecto en función de criterios acordados con mis padres.
    De los castigos especiales se daba cuenta a los padres (esto era gravísimo porque los padres tenían la espada de damocles de las vacaciones que podían ser en el internado).

    Entramos unos cien en Ingreso (ocho/nueve años) todos menos uno terminamos el Bachiller y la carrera universitaria. Ninguno éramos genios y todos los que nos hemos visto con los años tenemos un maravilloso recuerdo de aquellos días.

  • Francisco. Yo creo como tú que el problema más perjudicial para el aprendizaje es la "disrupción de baja intensidad". Y justamente el carné por puntos lo que hace es ir "avisando" al colegial. Se le van quitando puntos progresivamente, y se le dejan recuperar si se vuelve a portar bien. Solamente cuando acumula muchas faltas sin recuperar es cuando se actúa. No se me ocurre nada más conducente a que la gente se reconduzca. Pero eso sí, el que no lo haga tiene que ser castigado eventualmente.

  • Marcel, como puedes ver en los enlaces de la entrada, el carné por puntos educativo ya está en vigor en muchos sitios de España. Lo único que hace la propuesta es aumentar el poder de los incentivos con los que trabajaría el profesor. Entiendo por lo que dicen nuestros juristas que retirar la subvención es legalmente más complicado que imponer una multa, aunque tal como yo lo veo son económicamente idénticos. Así que me quedo con lo que funcione.

  • Folks. Tienes razón que puede haber un aumento del pleiteo. Pero no me parece que los litigios por multas de tráfico sean lo que paraliza la justicia, aunque confieso que debería estudiar ese problema mejor.

  • Jesús. No me parecen medidas excluyentes, pero puede haber algún padre irresponsable al que no le importe tener a un adolescente perezoso por una semana en casa, pero al que sí que le molestaría desembolsar unos centenares de euros por su vástago indolente y maleducado.

  • Carlos y Valeri, soy consciente de que la gente de renta baja tiene peores calificaciones, pero no estoy seguro de que tengan peor comportamiento del de "baja intensidad", que es de lo que se trata aquí. Y como dice Carlos, el problema del mal comportamiento es más serio para quien tiene menos elección. Un estudiante de familia adinerada que se encuentra en un colegio con malos compañeros tiene más fácil buscar uno donde los chicos se porten bien. Por cierto que algo que no he dicho pero que me sugiere vuestra intervención es que las multas pueden fácilmente ser progresivas. En los países escandinavos ya lo son las multas de tráfico y creo que aquí deberían serlo también. Al fin y al cabo, disuadir del exceso de velocidad a un millonario puede requerir un castigo monetario mucho más serio.

  • Lo primero es reconocer mi satisfacción porque ya se trata el tema de la educación en ámbitos que exceden los muros de los colegios e institutos. Por supuesto que hay que hacer algo, lo que sea, pero la insostenibilidad del sistema tal y como hoy se entiende no tiene perspectiva alguna. La indisciplina aumenta y no me refiero a las agresiones al profesorado, sino al simple hecho de tener que pasarte más de 10 minutos intentando poder trabajar. El nivel ha disminuido hasta lo impensable y, lo peor de todo es que va llegando a la universidad y, por supuesto, a todos los ámbitos de la sociedad donde los alumnos de hoy exigiran "sus derechos" con la misma intensidad con la que lo hacen en los centros educativos.

    Creo que el primer problema es la denominación en sí. Nosotros no somos educadores, yo soy profesor y mi profesión es formar a alumnos. Los alumnos deben venir educados y por supuesto que yo puedo recriminar un comportamiento pero no puedo sustituir en unas horas el trabajo de los progenitores.

    Creo que no somos conscientes del futuro tan negro que tenemos por delante pero con la generación que estamos formando la cosa de más miedo aun.

    Termino con un ejemplo. En Andalucía los libro de texto son gratis, con el compromiso de que si el niño lo pierde o lo rompe, el padre es responsable del pago. Me gustaría saber cuántos libros se han pagado porque a la hora de la verdad todo son excusas: me lo han quitado, yo no tengo que pagarlo si me lo han quitado y... la última y principal, soy insolvente.

    Muchas gracias por dejar desahogarme porque a pesar de todo, no hay nada que me guste más que mi profesión, lástima que no pueda dedicarme a ella como quisiera, simplemente porque no me dejan.

  • Coincido con Rubén. No sé si el carnet por puntos sería una solución, pero está claro que algo hay que hacer. Desconfío profundamente de nuestra clase política, creo que carecen de la capacidad intelectual y de la convicción moral que hace falta para atacar un tema como éste, siempre pensando en no pisar charcos que pudieran resultar polémicos, no vaya a ser que les acusen de retrógrados.
    Yo empezaría intentando la autorregulación: que los colegios y las AMPAS convinieran un sistema gradual de incentivos/castigos, que fomente la responsabilidad tanto de los alumnos como de los padres, siempre bajo la idea central, ahora olvidada que como dice Rubén, quienes tienen la tarea de educar son los padres, el colegio es un colaborador, no un sustituto.

  • Folks. Siempre es posible terminar en un juzgado, pero la clave es establecer los incentivos necesarios para evitarlo. Si la medida no permite discutir al padre su “culpa in vigilando” o “in educando” respecto del comportamiento del menor, como me parece más razonable, se evita un riesgo por ahí. Pensemos que el término “culpa in vigilando” ha quedado en la práctica sin sentido como consecuencia de una jurisprudencia, al menos en la responsabilidad extracontractual, que cada vez objetiviza más la responsabilidad de los padres y que no les permite escaparse con ningún subterfugio. Los padres responden sí o sí, aunque demuestren ser mejores que Ana Sullivan.
    Y en cuanto a discutir la responsabilidad del menor, si el sistema se establece de manera seria proporcionando a los centros la decisión definitiva, también resultará difícil revolverse por ahí. A lo mejor la atribución de la condición de autoridad a los profesores termina sirviendo para algo.

  • Me parece una buena idea el carnet por puntos, especialmente si se diferencia claramente de la disciplina "penal", que debería tener otra solución. El problema moral, teórico e incluso legal, es la determinación de la responsabilidad real de los padres. Cierto que existe esa responsabilidad legal, pero ¿de qué instrumentos puede hacer uso un padre con las actuales legislaciones diversas?. Por una bofetada o un azote (recurso que no castiga, establece un principio de autoridad), un padre/madre puede acabar en el juzgado, por una riña en público, se puede acabar tambien en el juzgado por bronca con algún transeunte bienintencionado (o malformado), por un castigo sin tele puede el padre/madre acabar en la picota pública del psicólogo de turno (con licencia o sin ella), por crueldad con un menor, etc. Lo que quiero decir es que, atribuir en las actuales condiciones, la responsabilidad a los padres, sirve para encontrar un chivo espiatorio o un "pagano", pero no es una solución de estricta justicia. Antes de exigir responsabilidad hay que permitir el uso de intrumentos de autoridad, excluidos los inaceptables socialmente o la violencia gratuita. O dicho de otra forma, junto o previamente a la autoridad del profesor habría que restablecer la autoridad de los padres.
    Saludos.

  • Reconozco que sin la invitación de nuestros amigos editores de NeG no se nos hubiera ocurrido esta solución para un problema creciente que tenemos de indisciplina en las aulas, pero una vez que nos hemos puesto a estudiar el tema no parece una solución tan peregrina ni tan inviable. Muy interesante lo que comenta Marcel Jansen, me gustaría conocer más sobre la iniciativa, porque efectivamente el privar de todo o parte de una subvención al padre del infractor es un tema a estudiar, si bien muy delicado por el carácter gratuito y obligatorio de la educación básica. No obstante como dice Rubén hay otras subvenciones, como las autonómicas para comprar libros, que no están ligadas al caracter gratuito y obligatorio de la enseñanza, sino que son una ayuda complementaria para los padres. O las ayudas para comprar ordenadores o portátiles, la famosa escuela 2.0. Está claro que aquí hay tema de debate. Y bienvenida mientras tanto la autonomía de los centros para ir implantando sistemas a lo mejor menos drásticos y voluntarios pero que vayan en la dirección correcta.

  • Buenos días:
    Quizá sería bueno ver como son los padres de hoy.
    Y luego vemos si es conveniente:

    De:
    19 Colección Estudios Sociales
    Gerardo Meil Landwerlin
    Padres e hijos en la España actual

    Pag 111

    “Hay un pesimismo muy extendido entre todos los padres acerca de su capacidad para conseguir determinados logros educativos por más que se esfuercen en ello, sobre todo, entre
    las madres: un 43% de las madres y un 31% de los padres varones se identifican precisamente con la afirmación «por más que uno se esfuerce, al final los hijos salen como quieren», a lo que habría que añadir un 11% que se muestra indeciso. Es decir, la mitad de los padres no tienen mucha confianza en su rol de padres, lo que no debe identificarse con una dejación de sus responsabilidades, sino más bien con una sensación de impotencia ante la importancia que han adquirido otros agentes socializadores, como la televisión, los amigos o «el ambiente en la calle», con los que tienen que competir e incluso contra los que tienen que «luchar». A ello hay que añadir, además, que la cultura negociadora que se ha ido extendiendo hace que los padres perciban que se les ha perdido respeto, es decir, que la aplicación de las normas en la familia negociadora se ha hecho más difícil al cuestionar los hijos, a edades cada vez más tempranas, la legitimidad de muchas de sus decisiones y de las normas que han ido estableciendo. En esta misma línea, no debe extrañar que la gran mayoría de los padres se quejen de que la educación de los hijos es hoy más difícil que en la época de sus padres (70% de acuerdo más un 10% de indecisos). No obstante, no todos estos padres han tirado la toalla. La proporción de los que reconocen que realmente «los hijos son un problema que nunca acabas de llevar» es menor, pero todavía muy grande, pues alcanza a una de cada cuatro familias (26%).
    El análisis según las características sociodemográficas básicas de las familias evidencia que los «padres desbordados» están bastante homogéneamente distribuidos a lo largo de la sociedad española (véase tabla 3.10). Aunque estos padres sea más frecuente encontrarlos cuanto menor es su nivel de estudios,”

  • Algo hay que hacer, el profesor debe ser autoridad en el colegio. Hay unos pocos que son carísimos al sistema educativo ya que ni hacen ni dejan hacer. Que se pierda un 30 % de los recursos por culpa de 4 es una ineficiencia que no nos podemos permitir es carísmo a corto y largo plazo.

  • Realmente una propuesta que merecería ser atendida por los responsables políticos. Es imposible dar una clase cuando es constantemente interrumpida, aunque sea con indiscimplina de baja intensidad. Mi madre (profesora de un instituto en Valladolid hasta hace cuatro años, que se jubiló) me contaba el cambio de comportamiento de los alumnos en los últimos años y las dificultades que tenían los buenos alumnos de aprovechar la clase. Y en gran parte lo achacaba a unos padres más comprensivos con la mala educación de sus hijos que exigentes con su progreso educativo. A diferencia de lo que había vivido hasta pocos años antes. Por tanto, poner a los padres ante su propia responsabilidad con medidas como el carnet por puntos puede ser muy útil.

  • Llevo muchos años dedicándome a la educación, como profesor y como padre. La situación ha degenerado tanto que la solución al problema es complejísima. A ello se añade que, debido a la excesiva estatalización de la educación, parte de la solución queda en manos de los políticos, lo que hace que esa solución sea prácticamente imposible.
    Los estudios que se publican, como el Informe Pisa, nos ofrecen un panorama deprimente. Pero no es nada comparado con la realidad: todos los profesores sabemos lo que ocurre en la reuniones de evaluación, las presiones por parte de la dirección del centro y de los burócratas de las consejerías, ... La realidad es doblemente peor de lo que publican esos informes.

    Parte del problema es la sensación de impunidad que tanto alumnos como padres comparten. Y ahí el carné por puntos, y la correspondiente sanción (sea la que sea) me parece una buena idea.

    Pero son muchos más los frentes donde luchar y demasiados los mitos que derribar.
    Se podría hablar de una mejor preparación del profesorado; de unas instalaciones más dignas; de favorecer la creación de colegios con ideario propio, con el que los padres puedan sentirse identificados y facilitar la libre elección de centro escolar; de promover la educación diferenciada; de libertad de contratación por parte de la dirección a la hora de elegir al profesorado de los centros estatales, de manera que se pueda conseguir una cierta unidad de acción en el centro; ... pero, claro, a ver quién es el guapo que se enfrenta a los tabúes de la corrección política.

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