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La maldición de nacer en diciembre

Con Florentino Felgueroso

Un resultado muy conocido en la literatura académica, que comienza a ser popular entre el público en general, es que los niños más jóvenes en cada curso académico tienen en media peores notas en los exámenes que miden habilidades cognitivas. La evidencia internacional indica que esta desventaja, aún reduciéndose con el paso del tiempo, persiste y acaba convirtiéndose en un factor del abandono escolar, y de las decisiones de participación en la educación superior. Hoy analizaremos este problema y nos preguntaremos si se puede hacer algo para corregirlo.

Los datos que presentamos en el siguiente gráfico constituyen una buena prueba de la existencia del efecto del mes de nacimiento sobre el rendimiento escolar en España. En concreto, muestran el porcentaje de repetidores en primaria y en secundaria (parte izquierda) y las notas medias obtenidas en función del mes de nacimiento. Los datos proceden del examen de PISA del 2009, en el que todos los alumnos nacieron en el año 1993. El porcentaje de repetidores en primaria entre los alumnos nacidos en diciembre es 11,5 puntos porcentuales superior al de nacidos en enero. En ESO, la diferencia es de 10,5 puntos. Las notas también muestran una clara relación negativa, en los tres campos en los que son examinados, en matemáticas, lectura y ciencias.

¿Flexibilizar la edad mínima de escolarización?

Durante los primeros años de la escuela, la edad relativa es importante porque los estudiantes mayores pueden mostrar una mayor madurez que los más jóvenes. Y dado que esta madurez es un determinante importante del alcance educativo en los primeros cursos escolares, tiene un rol crucial en las decisiones de repetición u otros métodos de separación basados en los rendimientos de los alumnos que se examinan al mismo tiempo con distintas edades. Por ejemplo, en un artículo reciente, García-Pérez, Hidalgo-Hidalgo y Robles-Zurita muestran que el trimestre de nacimiento de los alumnos deja de ser un determinante de las notas obtenidas en el examen de matemáticas de PISA en España, una vez controlados sus efectos sobre la probabilidad de repetir curso. Malcolm Gladwell popularizó en Outliers que este efecto de madurez no solamente es importante para las actividades intelectuales, las físicas también se ven afectadas, como señala con algunas estadísticas muy impactantes sobre el mes de nacimiento de deportistas de élite en hockey.

Sin embargo, no sólo los países que utilizan las repeticiones como método de selección del alumnado padecen el efecto del mes de nacimiento. Uno de los pocos estudios internacionales sobre este tema, de Bedard y Dhuey, confirma que el problema también se reproduce en sistemas más “laxos”. Utilizan los datos del TIMSS (un examen internacional de matemáticas y ciencias que se realiza en cuarto y octavo curso) para 19 países de la OCDE y proporcionan evidencia robusta de que las diferencias de madurez iniciales de los alumnos tienen efectos duraderos sobre el rendimiento escolar de los estudiantes. Además, las diferencias en rendimientos son aún mayores en aquellos países en los que las tasas de repetición son más bajas y los niños comienzan su escolaridad en edades similares (como Inglaterra, Islandia, Japón o Noruega), siendo por lo tanto debidas esencialmente a diferencias en el mes de nacimiento. En el siguiente gráfico se muestran los resultados que obtienen para el octavo curso utilizando distintos métodos de estimación. En concreto, en ordenadas miden la situación relativa en el ranking de percentiles de los alumnos nacidos en el primer mes frente a los nacidos en el último mes (que no siempre coinciden con diciembre y enero, porque en algún país, como el Reino Unido, los estudiantes no se asignan a curso según año natural, sino según año escolar).

Una alternativa para hacer frente al efecto del mes de nacimiento sería una mayor flexibilidad en la edad de entrada en el sistema escolar. En Alemania, por ejemplo, Puhani y Weber muestran que los niños que empiezan la primaria a la edad de 7 años en lugar de a los 6 años, obtienen mejores resultados en lectura al final de la educación primaria (10 años) y también acaban prolongando más sus estudios secundarios.

Otras medidas alternativas para corregir el efecto del mes de nacimiento

Sin embargo, un informe reciente de Crawford, Dearden y Meghir (y también aquí en otro artículo) realizado para el departamento de educación del Reino Unido, llega a la conclusión de que la edad de entrada no es la variable relevante para explicar el efecto del mes de nacimiento, sino la edad en la que se realizan las evaluaciones. Para realizar este estudio, aprovechan que en Inglaterra las políticas de admisión de alumnos en función de una edad mínima, varían a nivel local. Si bien diferentes edades de entrada pueden tener efectos sobre los resultados escolares, el efecto del mes de nacimiento persiste. De ahí que propongan una solución alternativa para resolver el problema.

El hecho de que el efecto del mes de nacimiento es básicamente lineal (como ocurre en España, ver gráfico) implica que aún retrasando el inicio de la escolarización, siempre habría niños más jóvenes que obtendrían peores resultados que los mayores de sus clases. De esta forma, evaluaciones que se realizan en el mismo momento para todos los niños de la clase tendrán efectos perversos. Por tanto, una política que podría resolver el efecto del mes de nacimiento es flexibilizar los exámenes. Por ejemplo, normalizando sus resultados por edades de tal forma que cada estudiante sea comparado con los de su edad. Este método garantizaría que los alumnos fueran evaluados en base a sus habilidades reales, más que en base a la lotería de haber nacido en uno u otro mes. Esto es relativamente importante en los exámenes del tipo reválida, cuyos resultados determinan quién puede continuar y por qué tipo de itinerario.

Parece claro que no hay un consenso suficiente en la literatura como para proponer medidas muy concretas, pero creemos que es un problema de suficiente importancia como para que las autoridades piensen alternativas y evalúen sus resultados en programas piloto. Y mientras las autoridades y los cabezas cuadradas nos ponemos de acuerdo, piensen que lo de la "maldición" es solamente un truco propagandístico para que nos lean. Por un lado el efecto del que hablamos afecta a la media y todos conocemos a estudiantes de inteligencia superior, para los que el mes de nacimiento ha resultado ser poco relevante dado el tamaño de su ventaja. Por otro lado, el esfuerzo de los estudiantes y sus padres resulta crucial en cualquier cuestión relacionada con la escuela, como hemos dicho con frecuencia en estas páginas. En las palabras de un buen amigo al que le explicamos el asunto de esta entrada: "Mi hija nació en diciembre, así que quiero pensar que la cantidad de tiempo dedicado y el énfasis asiático sobre los estudios habrán compensando su handicap esperado inicial."