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¿Ha servido el protocolo de Kyoto para algo?

La Semana Santa, con sus imágenes de bañistas mediterráneos frustrados por el mal tiempo o de costaleros sevillanos llorosos a causa de la lluvia que les impide realizar la procesión para la que llevan todo el año preparándose, es una época apropiada para volver a hablar del cambio climático. Algo que como saben nuestros lectores nos preocupa bastante en NeG. Esta vez vamos a para reflexionar sobre las posibles soluciones al problema.


La última entrada que escribí sobre este asunto
pretendía aclarar que es muy improbable que solucionemos el problema simplemente dejando que cada país limite voluntariamente sus emisiones. Aunque la solución “voluntaria” es teóricamente posible, el experimento de Milinski y sus coautores que discutí mostraba que los problemas de coordinación son demasiado grandes para que la mano invisible funcione adecuadamente en este caso.

Una alternativa razonable es un acuerdo internacional. Aunque en general hay razones para ser escépticos sobre el poder de los acuerdos internacionales, si el problema es realmente de coordinación hay alguna evidencia de que la comunicación mitiga estos problemas. De ahí la importancia de estudiar el efecto que ha podido tener el protocolo de Kyoto, un acuerdo internacional patrocinado por las Naciones Unidas, por el que los países firmantes se comprometen a unos objetivos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

El artículo que quiero discutir, de Chistian Almer y Ralph Winkler, estudia la evolución de las emisiones de varios de los firmantes (Australia, Canadá, Francia, Alemania, el Reino Unido, Italia y Japón) para ver si la firma del protocolo ha conseguido algo que no se podría haber logrado en ausencia del mismo.

La principal dificultad para contestar esta pregunta es averiguar cuál habría sido la evolución en ausencia de protocolo. Una aproximación a la respuesta es comparar si la evolución de estos países es distinta a la de otros países no firmantes. Aunque esto se puede hacer por procedimientos econométricos estándar (diferencias en diferencias), los autores prefieren usar una técnica novedosa relacionada, los métodos de control sintético (desarrollada en primer lugar por Abadie y Gardeazábal, pero ver también aquí). Esencialmente este método consiste en comparar la evolución de cada país tratado con la de un país “sintético” que se construye como la media ponderada más cercana posible de los países no tratados al país que firma el protocolo justo antes del tratamiento. Una ventaja importante de este método con respecto al más tradicional de diferencias en diferencias es que aquél solamente permite identificar el efecto “medio” del tratamiento (la firma del protocolo) en los países tratados. Pero el método de control sintético permite diferenciar el efecto “individual” en cada país tratado, y dado que los objetivos del Protocolo son diferentes por países, la flexibilidad de este método parece una ventaja interesante.

El protocolo comprometía a los países firmantes a una reducción media de un 5,2% entre 2008 y 2012 que variaba por país. De los 84 que firmaron 39 tenían compromisos de reducción. Aunque el proceso de firma y ratificación duró un año (de marzo del 98 a marzo del 99) los autores toman como fecha inicial de tratamiento diciembre del año 97, fecha en la cual se dieron a conocer las cuotas y los países comenzaron a prepararse.

El artículo utiliza variables económicas, del Banco Mundial, y variables de uso de energía y emisiones de la Convención de las Naciones Unidas para el Cambio Climático. Aunque como hemos dicho los autores prefieren el método de control sintético, su primer análisis es una regresión estándar de diferencias en diferencias, comparando los países tratados (los firmantes) con los de control antes y después del tratamiento. La siguiente tabla muestra estos resultados. Las columnas 1 a 3 muestran los efectos para diferentes especificaciones, sin variables de control ni efectos fijos de país o período. Las columnas 4 a 6, en cambio, usan controles y efectos fijos. Como puede observarse, el efecto medio del tratamiento una vez se tienen en cuenta las circunstancias de cada país es insignificante.

Kyoto

Ahora presentamos los resultados del método de control sintético para los países estudiados. El gráfico de la izquierda muestra la comparación del país real con la mejor combinación convexa de países de control. El gráfico de la derecha muestra el resultado de los tests de permutación. Lo que hacen estos tests esencialmente es predecir las emisiones de los países firmantes con las de países no firmantes. Sólo si la diferencia entre las emisiones reales y las predichas son más grandes en el país tratado que en cualquiera de los otros se considera que en el país tratado hay una diferencia significativa. Los países, por orden, son: Australia, Gran Bretaña, Canadá, Francia, Alemania, Italia, y Japón.

Kyoto 1

Kyoto 2

Kyoto 3

Creo que en este caso la imagen es suficientemente expresiva. Con la excepción del Reino Unido, el protocolo de Kyoto no parece haber tenido gran efecto. ¿Qué podemos concluir? Yo creo que está claro que una continuación del protocolo de Kyoto en su forma presente no va a tener ningún efecto. Solamente un tratado con mayor posibilidad de castigo a los que no cumplan y una conciencia más elevada del peligro que corremos pueden dar lugar a una solución duradera. Por desgracia, y para mi gran tristeza no soy optimista sobre la posibilidad de que algo así suceda. Me temo que tendremos que acostumbrarnos a un planeta con un clima más extraño y más pobre. Las lágrimas de los costaleros son proféticas de otras lágrimas mucho más amargas que están por venir.