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Erasmus: otra válvula de escape

En este año ya he dicho varias veces ( aquí o aquí, por ejemplo) que a los jóvenes puede no quedarles otro remedio que poner pies por medio para escapar de un país que no encuentra el valor de reformarse para hacerles un sitio. En una de esas entradas decía que siempre queda la Unión Europea de la libre movilidad de trabajadores. Hoy quiero discutir un poco la otra herramienta que la Unión Europea ha puesto a nuestra disposición para facilitar ese exilio voluntario: el programa Erasmus.

El objetivo del programa era mejorar la calidad y fortalecer la dimensión europea de la enseñanza superior fomentando la cooperación transnacional entre universidades, estimulando la movilidad en Europa y mejorando la transparencia y el pleno reconocimiento académico de los estudios y cualificaciones en toda la Unión.

Este objetivo es totalmente consistente con los objetivos de la Unión Europea, y se podría decir que es incluso una precondición para la unión monetaria que llegaría más tarde con la introducción del euro. Muchos de los lectores ya lo saben, pero les recuerdo brevemente que el premio Nobel de Robert Mundell se debe a explicitar bajo qué condiciones un área económica debe tener una moneda única. El peligro principal se debe a que la fuerza de las perturbaciones económicas (recesiones y expansiones) no se siente con igual fuerza en todas partes y con una moneda única la política monetaria no puede responder de manera diferencial en las diversas partes del área monetaria. Esto genera una tensión que ha sido más que evidente en el área euro estos últimos años. La válvula de escape para evitar ese problema es un mercado laboral flexible en toda la unión. De esta manera un choque negativo en España y positivo (o menos negativo) en Alemania se podría solucionar si los desempleados españoles se marcharan a Alemania.

Como se pueden imaginar, esa válvula de escape no es particularmente efectiva en Europa por motivos lingüísticos, culturales y educativos. Esta es una de las razones por las que la unión monetaria europea contaba con tantos escépticos de entrada. Y esto explica también por qué el programa Erasmus pretende estimular la movilidad en Europa y mejorar la transparencia y el pleno reconocimiento académico de los estudios y cualificaciones en toda la Unión. Esto no es privativo del programa Erasmus, naturalmente. El Espacio Europeo de Educación Superior (EEES, más conocido como proceso de Bolonia) es el paraguas de todas las iniciativas que persiguen ese objetivo. Pero el EEES, por su ambición y relativa novedad en sus aspectos más notables, resulta algo más difícil de evaluar. En cambio el programa Erasmus lleva funcionando desde 1987 y ya se puede hacer un balance de su impacto.

Esto es justamente lo que hace un artículo de próxima aparición en el Economic Journal. Matthias Parey y Fabian Waldinger analizan el efecto del programa Erasmus sobre la movilidad laboral de los que participaron en él. La introducción del programa y su motivación revelan una profunda creencia a priori de que efectivamente el programa estimula la movilidad de los graduados que se acogen a él. Pero probar esa creencia es difícil. Los participantes en programas de movilidad no son iguales al resto de las personas. Como mínimo han demostrado tener menos pereza para desplazarse de país, o más capacidad para hacerlo. Y por tanto atribuir un diferencial de movilidad entre participantes y los que no lo hicieron al programa no sería riguroso.

Para evitar este problema los autores explotan el hecho de que el programa se introdujo en distintas universidades y distintos grados universitarios en momentos del tiempo diferentes y con intensidades diversas. Para que esto sea suficiente estas diferencias no deben estar relacionadas con la propensión intrínseca de los estudiantes a la movilidad. Y esto es parte de lo que Parey y Waldinger documentan en su artículo. Para hacernos una idea del tipo de variación explotada puede ser útil el siguiente gráfico:


En él se ven las diferencias en disponibilidad de plazas Erasmus en el tiempo para cuatro grados distintos en dos universidad de Munich, cuyo prestigio es esencialmente equivalente en términos globales.

Los datos del artículo vienen de un cuestionario que realizan los universitarios alemanes primero doce meses después de la graduación y, en una segunda ronda, cinco años después de la misma. Los estudiantes tienen que informar de todas las universidades en las que han realizado estudios de grado. También se les pregunta si han participado en el mercado de trabajo y dónde lo han hecho.

Una primera forma de ver el efecto del programa es la que refleja el siguiente gráfico. En él se muestra la proporción de estudiantes que estudian fuera como función de su fecha de entrada en la universidad en relación con la puesta en marcha del programa Erasmus en sus estudios (por ejemplo, un -1 en el eje horizontal quiere decir que el estudiante entró en la universidad un año antes de que el programa comenzara a funcionar).

Esto se puede ver de manera más sistemática en las regresiones del artículo. Un aumento del ratio de plazas Erasmus del 5% al 10% de los estudiantes del grado aumenta en un 2,2% la probabilidad de estudiar fuera. Otra evidencia importante es que el programa afecta solamente a la probabilidad de estudiar en países europeos, y no en otros, lo cual es una señal de que el efecto del programa es genuino y no producto de alguna tendencia general a mayor movilidad.

Pero el resultado principal es el que tiene que ver con la movilidad laboral. Estos resultados se pueden ver en las tablas 4 y 5. Reproduzco más abajo la 4.

Las columnas interesantes son las que tienen IV (variables instrumentales) porque son las que controlan por la endogeneidad de la decisión de trabajar fuera (el hecho de que los más motivados a trabajar fuera también tienden a estudiar fuera). Los dos tipos de instrumentos son la disponibilidad del programa (columna Dummy) y el porcentaje de plazas Erasmus respecto del total de estudiantes de la titulación (columnas Ratio). El coeficiente del efecto del programa en trabajar fuera se mide en la fila Abroad). Las columnas donde la estimación es más precisa, y por tanto el resultado cuantitativo más creíble son las de Ratio. En ellas se puede ver un aumento de cerca del 15% en la movilidad a causa del programa, un efecto muy notable. La columna Dummy es útil porque hace ver que no es probable que el efecto venga de que las titulaciones con alumnos más propensos a la movilidad tengan mayores Ratios (lo cual sesgaría el resultado). Si fuera así, el coeficiente de la columna Dummy sería más bajo que el de Ratio, y no lo es.

En conclusión, el programa Erasmus ha tenido un efecto sustantivo en la movilidad laboral de los alemanes. Desgraciadamente no tenemos datos ni remotamente igual de buenos en España, así que no podemos decir cuál ha sido el efecto aquí. Pero no me sorprendería que también haya sido notable. Y esto es bueno no solamente para la supervivencia del euro, sino porque como ya dije cuando hablé de las bondades de aprender inglés para la movilidad, lo que hoy es brain drain mañana puede ser brain circulation y nos podemos encontrar con un grupo de gente bien formado que le da la vuelta al país de arriba abajo, y nos hacen más productivos y dinámicos, como ya están haciendo los expatriados indios que vuelven a casa. Falta nos hace.