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El lepenismo llega al Ministerio de Educación

Como hemos denunciado repetidamente, esta legislatura ha sido nefasta para la ciencia en España. Y como contaba Ramon Xifré ayer, ni siquiera mejora con la recuperación. Y no solamente es una cuestión de dinero, ahora además se toman decisiones anti-científicas que no ahorrarán ni el socorrido chocolate del Ministro de Hacienda.

¿Exagero? Lean esta Resolución de la Secretaría de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades. Las becas para hacer el doctorado en España (becas FPU) a partir de ahora requerirán que "Los solicitantes extranjeros cuya lengua materna sea diferente del español, en el momento de presentación de las solicitudes, deberán estar en posesión de una acreditación oficial de nivel de idiomas de B2." Así que nada de extranjeros en el doctorado, aunque éste se imparta en inglés, la lengua internacional de la ciencia, a menos que dominen la lengua del Imperio donde no se ponía el sol.

Para ser justos, se admite que conozca alguna de las lenguas co-oficiales. Y, es verdad, los norteamericanos o los británicos frecuentemente piden que se sepa inglés para hacer el doctorado allá. En el caso británico por imposición del servicio de inmigración, que parece estar atacado de UKPismo. En Estados Unidos son las universidades las que deciden qué criterio emplean. Y esto debería ser lo natural en España también. Cada programa de doctorado debe decidir en qué lengua imparte la titulación, y qué necesitan saber los estudiantes. Si es filología aramea, pues arameo. Y si es filosofía germánica, pues alemán. Esto es totalmente lógico y normal, dado el tipo de investigación que van a realizar. Y en los muchos departamentos de economía y otras disciplinas que están realizando un loable esfuerzo de internacionalización, pues es lógico que pidan el inglés, y sólo el inglés, la lengua vehicular de una buena parte de la comunicación científica internacional.

Lo que no es normal son acciones como ésta de exigir certificados de conocimiento lingüístico español por parte de nuestros gestores. Por un lado certifican que la autonomía universitaria, o simplemente la libertad, les parece una abominación. Pero además demuestran que no entienden que la colaboración internacional es de gran importancia para la mejora de la productividad científica nacional. Y que en este contexto los estudiantes de doctorado extranjeros son cruciales para conseguir esa mejora, como muestra el caso americano. O eso, o el lepenismo se ha instalado ya en el Ministerio de Educación. Cualquiera que sea la explicación, es realmente muy triste.