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El catalán en los tribunales

Hemos acabado el verano con una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que conmina a la Generalitat a hacer posible que el castellano sea lengua vehicular en igualdad de condiciones al catalán. Esta sentencia se deriva de un fallo del Tribunal Supremo en la misma línea que la Generalitat decidió que no era necesario respetar. Imagino que los amigos de Hay Derecho comentarán la cuestión más puramente legal. En particular, es sorprendente que un gobierno decida no acatar una sentencia judicial sin que pase nada. Como dirían en la tele: “no intente usted esto en casa”. A mí me resulta más interesante la argumentación de la Generalitat para recurrir la nueva sentencia.

La Vanguardia nos dice que una de las bases de la argumentación del recurso del Govern es que Cataluña no tiene un problema con la lengua castellana. Más precisamente dice que: “El nivel de lengua castellana de los alumnos de Catalunya se sitúa en la media de España. La evaluación general de diagnóstico que el Ministerio de Educación realiza a los alumnos de 4. º de primaria y de 2. º de ESO indica que el dominio del castellano por comunidades autónomas es similar, si bien unos sistemas educativos brillan más que otros. Estas pruebas miden las competencias en lengua castellana, matemáticas, ciencias y sociales de los estudiantes de toda España, tal como exige la ley orgánica de Educación.” Me parece un argumento sumamente interesante, y por esto quiero repasarlo.

La evaluación a la que hace referencia el artículo se encuentra disponible aquí. El gráfico 3.3. que reproducimos a continuación resume el argumento del Govern. El nivel de competencia lingüística en castellano de los estudiantes catalanes tiene una media similar a la media española. El número de chicos en los niveles <1 y 1 (los suspensos) es un 15%, parecido a la media, y el porcentaje de nivel 5 (los sobresalientes) también. No es como para sacar pecho, pero tampoco es una hecatombe, nos dicen. No tan deprisa, por favor. Las únicas comunidades con renta per capita similar a Catalunya que están por detrás, Baleares y Valencia, son también bilingües y con sistemas no tan distintos al catalán. Y Madrid, con renta similar (y porcentaje de inmigrantes similar o gasto por alumno inferior) tiene un resultado mucho mejor. Una proporción doble de sobresalientes (del 6% al 12%) y un 50% menos de suspensos (del 10% al 15%), por ejemplo.

Pero supongamos que sólo nos preocupa la media, y que puesto que no estamos tan lejos nos conformamos con esta medianía. La pregunta que surge entonces es si se aceptaría el mismo argumento para defender el castellano como lengua vehicular. El secretario de imagen de ERC dice que la sentencia es mala entre otras cosas porque “pone en duda la continuidad de la lengua catalana, que aún debe normalizar y que se encuentra en situación de clara desigualdad frente al castellano.” El problema es que no sabemos si esto es verdad. El contrafactual interesante es saber que pasaría si se permitiera un sistema en el que los estudiantes y sus padres pueden elegir qué lengua vehicular quieren en su escuela.

Como no se ha hecho el experimento no sabemos qué pasaría en este caso. Se me ocurre, sin embargo, que hay algún otro experimento que puede resultar indicativo. En Euskadi coexisten dos sistemas educativos, uno cuya lengua vehicular es el euskera y otro con el castellano como lengua vehicular. Y por lo que dice la encuesta del uso del euskera que organiza el gobierno vasco, no parece que esta coexistencia de sistemas “ponga en duda la continuidad de la lengua vasca”. En la página 15 nos dice el informe que “más de dos tercios de los jóvenes menores de 16 años son bilingües” (en euskera y castellano). Otra evidencia circunstancial que se podría analizar es la de algunas escuelas privadas en Barcelona que no utilizan el catalán como lengua vehicular. Sería interesante saber si la competencia lingüística en catalán es inferior o no a la de escuelas que usan el catalán y cuyos alumnos tengan características socio-económicas similares. Sospecho que no. Si esto no parece suficiente a los responsables de Ensenyament, podrían hacer algún experimento controlado.

En fin, que tengo serias dudas de que el catalán se viera amenazado por permitir que el castellano fuera lengua vehicular. Pero entonces, ¿por qué ese grado de preocupación en los dos lados del debate? Ni los padres que iniciaron la demanda que dio lugar a la polémica sentencia, ni los responsable políticos que se niegan a acatarla tienen nada que temer de manera realista por sus respectivas lenguas. Y no puedo creerme que ellos no lo sepan; me consta que la clase política catalana tiene un porcentaje notable de gente muy capaz. Yo creo que la razón por la que los ánimos se excitan tanto es porque lo que está en juego es la creación de un espíritu nacional. En la escuela no se enseña exclusivamente a hablar o escribir en catalán. También se enseña que Cataluña es una nación. La evidencia para defender esta afirmación la recogí en dos entradas anteriores, que animo a (re)leer a los lectores interesados (aquí y aquí).