Denme una práctica y ¿moveré el mundo?

Una de las cosas que más me sorprendió cuando empecé a dar clases en el Reino Unido es la obsesión de los estudiantes por las prácticas en empresas durante sus estudios. En las conversaciones con los estudiantes de los que era tutor me impresionada la pasión que ponían en preparar las entrevistas y procesos selectivos. En algunos casos lo hacían más que los propios exámenes, lo que nos causaba una cierta preocupación como tutores (¿no estarán exagerando?). Luego te decían los salarios de entrada en algunos sectores y la sorpresa ya no era tan fuerte (aunque la preocupación no desaparece). En banca de inversión en Londres, un sector muy habitual para los graduados en economía, los salarios de entrada son de 60 mil libras (70000€) y en un par de años se pasa a 80 y 90 mil libras. Como esto de las prácticas no es algo solamente británico, sino que tiene impacto en el Reino Unido, vamos a ver qué nos dice la evidencia sobre dos aspectos importante. Uno es el impacto sobre la empleabilidad de los egresados. Y el otro el impacto sobre el aprendizaje. Gisela Di Meglio, Andrés Barge-Gil, Ester Camiña y Lourdes Moreno ya han hablado antes (y mejor) de esto por aquí, pero el ángulo de resultados académicos es nuevo, y en todo caso, conviene volver a visitar los asuntos de vez en cuando. Además, soy un varón, y por tanto tengo que estar más seguro de todo y dar recomendaciones de política con mucha seguridad (tengan sentido o no).

Para empezar, notemos que las prácticas varían mucho entre países europeos, como se ve en la siguiente figura, pero que en casi todos ellos hay una proporción significativa de estudiantes que las hacen. Dada la amplia variación en la prevalencia de las prácticas y, sobre todo, entre los mercados de trabajo de los diferentes países, vale la pena revisar varios ejemplos diferentes para ver si los efectos dependen mucho del país. También hay diferencias importantes en el sentido de que algunas prácticas son curriculares (dan créditos a los estudiantes) y otras no, algunas retrasan el ingreso en el mercado de trabajo y otras no lo hacen, pueden ser pagadas o no serlo, y pueden ser obligatorias y voluntarias. Para no hacer la discusión (más) tediosa, ignoraré estos aspectos, pero conviene tener presente la gran variedad. En todos los casos un problema de cara al análisis es que no todos los estudiantes hacen prácticas y por tanto que debemos controlar el efecto de autoselección en estas prácticas.

Para Alemania, este artículo reciente del Journal of Human Resources
utiliza datos de una encuesta a graduados y como estrategia para controlar la endogeneidad de la realización de las prácticas utiliza el hecho de que en muchas universidades y grados las prácticas se vuelven (o dejan de ser) obligatorias en distintos momentos del tiempo. Si esta entrada y salida de la obligatoriedad es “prácticamente aleatoria” como sugieren (y muestran) los autores la estimación por variables instrumentales es plausiblemente causal. En una primera etapa de la estimación, los autores muestran que la obligatoriedad aumenta de manera bastante importante la probabilidad de hacer las prácticas (del orden de un 56%) con lo cual es un instrumento bastante potente. Como segunda etapa, estiman que el aumento en salarios debido a las prácticas es del orden de un 6%. Este aumento es del mismo orden de magnitud que se suele estimar para un año adicional de educación en diferentes contextos, así que se puede decir que es notable. Por otro lado, cabe señalar que esas prácticas duran entre dos y seis meses. El efecto del 6% hay que entenderlo para una práctica de duración media, porque no se especifica el impacto de la duración de las mismas en el retorno.

Los efectos son más intensos para los estudiantes que eligieron los estudios pensando menos en el mercado de trabajo (la variable correspondiente mide cómo de
importantes fueron los aspectos del mercado laboral con respecto a la elección de estudios para el estudiante, medidos en una escala de cinco puntos, donde 1 indica "sin importancia" y 5 “muy importante”), y para los estudios con menores niveles de inserción laboral (humanidades y ciencias sociales). También observan que parte del efecto sobre los salarios se deriva de una mayor rapidez en encontrar el primer empleo, una menor propensión a estar desempleados, y una mayor propensión a estar empleados a tiempo completo.

Otro estudio diferente, utiliza una encuesta de egresados y datos escolares de una Grande École francesa, ENSAE, especializada en estadística y administración económica. En este caso la variable instrumental que utilizan los autores es el año de ingreso en la escuela (de máster) y la edad del estudiante en ese momento. Para que sean instrumentos válidos es importante que las empresas no las tengan en cuenta al tomar decisiones salariales y de contratación, y que se fijen solo en el lugar de graduación, los estudios y la nota.

Una cuestión importante en este estudio es que las prácticas se hacen antes de elegir la rama de estudios y por tanto puede afectar a los estudios que escogen. Hacer prácticas parece aumentar la probabilidad de elegir finanzas en lugar de economía, pero si las prácticas son variadas, y escogen tanto en empresas financieras como económicas, esto reduce la probabilidad de elegir finanzas. Los retornos monetarios de las prácticas no están claros en este caso. Hay que tener en cuenta que allí como en Alemania las prácticas típicamente no son remuneradas, y están exentas de la regulación del salario mínimo, por tanto aunque el salario aumente hay un coste de oportunidad de entrar antes en el mercado de trabajo. Tampoco hay retornos significativos en satisfacción (incluida la no pecuniaria). Este artículo enfatiza que los retornos de las prácticas no son obvios, y por tanto la legislación que las prohíbe (en tanto que no remuneradas) puede tener sentido.

Para España tenemos el artículo bien interesante de los autores de la entrada mencionada al principio que utiliza los datos de la encuesta de inserción laboral de egresados del INE. En este caso la estrategia de identificación se basa en controlar efectos fijos de titulación y comunidad autónoma y datos observables de los estudiantes. Los resultados son comparables al caso alemán, porque se observa una mejora significativa (y de tamaño similar) en el tiempo para acceder al primer empleo y la adecuación al sector de actividad, y lo hace, parcialmente, como resultado de que algunos estudiantes se quedan en la empresa de prácticas.

Hay otras evidencias, pero la española y la alemana dan cuenta de por qué los estudiantes están tan preocupados por conseguir las prácticas. La francesa nos pone una nota de precaución. Si las prácticas son “gratis” o “más baratas” que el empleo, no es siempre obvio que se gane tanto en términos laborales.

Pero volvamos a nuestra “preocupación” como tutores. ¿Es racional, o estábamos, también, reaccionando excesivamente? Aquí las cosas son más complicadas. La literatura más antigua, con métodos menos sofisticados, parece encontrar una correlación entre notas y hacer prácticas pero es difícil conseguir una identificación clara de causalidad. Un intento interesante utiliza como instrumento el deseo indicado en la solicitud de admisión de hacer prácticas. No es un instrumento perfecto, porque aunque es algo que no impacta directamente en las notas, podría incorporar efectos inobservables que las mejoran (o empeoran). Este artículo no encuentra efecto de las prácticas en las notas medias, pero sí en la probabilidad de conseguir las dos categorías de notas más altas en el Reino Unido (First y Upper Second, más o menos equivalente a nuestros Sobresaliente y Notable). La razón por la que los dos resultados son posibles al mismo tiempo es que empuja a algunos estudiantes marginales de las categorías más bajas (Lower Second) a las siguientes (Upper Second), pero es un efecto pequeño en notas, que se hace difícil de detectar en las medias. Es de notar que las empresas británicas no se fijan mucho en el aprobado, pero sí en la categoría, y muchas no contratan por debajo de Upper Second (Notable).

Otro estudio que presenta similares resultados, aunque con similares dificultades de identificación causal muestra mejoras en los resultados académicos, particularmente para los estudiantes con peores resultados previos a las prácticas (como se puede ver en el gráfico siguiente). Sospecho que los problemas de selección son incluso mayores que para el estudio anterior, así que simplemente puede ser que los estudiantes más motivados de entre los menos académicamente aptos son los que optan más por las prácticas.

En todo caso, yo diría que, de momento, no hay causa grave de preocupación. Lógicamente necesitamos más investigación, pero como poco no parece que las prácticas hagan mucho daño. Por "full disclosure" mis hijos han hecho prácticas, y creo que han aprendido cosas, y han adquirido una cierta madurez e independencia gracias a ellas. Pero tampoco hay que exagerar. En general, no parece que sean la panacea final para mejorar la integración laboral de los egresados, sino una herramienta más. Por tanto, mi recomendación de política es que diseñemos nuestros estudios teniendo en cuenta las competencias profesionales de los estudiantes, y que no nos fiemos que otros (las empresas) harán el trabajo por nosotros. ¡A trabajar!