Hace unos días di la primera clase del curso en Londres. Siempre es una gran experiencia, porque tengo cerca de 350 alumnos, lo que de por sí intimida. Pero además viniendo de España te dejan muy impresionado. Pueden aguantar dos horas callados sin problemas; cuando hago preguntas para que contesten “in situ” por vía electrónica (LectureTools, TurningPoint o similar) contestan mayoritariamente muy bien; y si pregunto algo directamente a la audiencia siempre hay un buen puñado que están dispuestos a hacer aportaciones sensatas. Y ante unos estudiantes de tanto nivel, las inseguridades de uno se hacen más evidentes: ¿Realmente unos chicos y chicas como ellos se merecen a un trozo de corcho como yo? ¿Se puede hacer algo para mejorar su experiencia y aprendizaje?
Este no es el lugar para psicoanalizarme, claro, pero la pregunta es seria. Cada año muchos millones de estudiantes universitarios en todo el mundo son los receptores de una lotería alocada. ¿Les tocará un buen profesor o un mal profesor? ¿No podríamos sustituir a un mal profesor, o incluso a un mediocre profesor por una buena película, posiblemente interactiva? Es verdad que los estudiantes a niveles inferiores tienen un problema parecido, pero como recordaba recientemente Mariano Fernández Enguita, en su caso, las escuelas proveen, además de educación, servicios de “aparcamiento” que hacen menos probable una solución puramente tecnológica de momento.
Y es que los medios actuales permiten cosas verdaderamente increíbles. Uno podría tomar un curso por ordenador de economía protagonizado por Julianne Moore y Eddie Redmayne (los dos últimos Oscar a mejor actriz y actor), con guion de Greg Mankiw o Paul Krugman (los autores de los textos introductorios más vendidos), con preguntas de elección múltiple interactivas (como las que tenemos en el CORE Econ) y distintos itinerarios según como se contestara a esas preguntas, y a los intereses del estudiante. Un equipo de ayudantes, posiblemente instalado en diversos países alrededor del mundo, contestaría a las dudas que fueran surgiendo sobre la marcha.
A alguien le parecerá que esto no puede funcionar. No estoy de acuerdo. Ya ha habido ensayos con tecnologías mucho más primitivas y diseños menos ambiciosos que dan resultados mejores a los de una clase presencial. En 1981 (¡1981!) se publicó un meta-análisis de 65 estudios de la literatura de los efectos de la instrucción por video. De los 65 estudios, 37 encontraban que la instrucción por video era superior, 28 que era inferior, y 17 no hallaban un efecto significativo. Teniendo en cuenta no solamente el signo sino el tamaño de los efectos, los autores encuentran una diferencia de aproximadamente 0.15 desviaciones estándar. La siguiente tabla detalla los efectos para distintos tipos concretos de tecnología.
Dada la edad del estudio es natural preguntarse por qué no hemos cambiado ya la tecnología. Es una pregunta importante, y volveremos a ella, pero antes vamos a un par de estudios más recientes. Ciñéndonos a la comparación del video con la instrucción presencial es muy interesante el artículo de Zhang y coautores de 2006, no sólo porque es más reciente, sino porque investigan además el efecto de la interactividad del video. El estudio se basa en un experimento que consiste en tomar una clase de un curso sobre sistemas de información de gestión de distintas maneras. Los 140 participantes (de distintos estudios, desde artes a ingeniería) en el estudio se asignan aleatoriamente a una de cuatro condiciones en varias de las cuales se utiliza un sistema de enseñanza por ordenador llamado LBA (Aprendizaje vía preguntas): (1) LBA con video interactivo, (2) LBA con video no interactivo, (3) LBA sin video, (4) instrucción presencial.
Los participantes realizan una pequeña prueba antes de comenzar para determinar su conocimiento de base, y después de terminar la sesión hacen un examen y un cuestionario. Si nos fijamos en la siguiente tabla, donde se muestran las diferencias de resultado entre los tratamientos veremos que las diferencias son grandes y significativas entre el video interactivo y todos los demás, los cuales, a su vez, no presentan diferencias significativas entre sí (las estrellas señalan que la diferencia es significativa al 1 por ciento). Este resultado es importante porque señala la importancia de la interactividad, algo que solamente ha comenzado a ser importante muy recientemente.
Estos resultados no son una casualidad, una meta-análisis reciente muestra que los sistemas de tutorización por ordenador interactivos, son indistinguibles estadísticamente a sistemas de tutorización “humanos”, y claramente mejores que enseñanza sin tutores. Y también hay evidencia de que las tareas con papel y bolígrafo corregidas no son mejores que las corregidas por ordenador.
Todo lo anterior sugiere que podemos estar cerca de un cambio muy importante de tecnología en la universidad. Los grandes (o pequeños) auditorios con clases magistrales pueden llegar a ser algo del pasado muy pronto. La inversión que universidades como MIT o Stanford están realizando en MOOCs (Cursos en línea masivos abiertos) sugieren que las universidades de punta más cercanas a la frontera tecnológica ya anticipan esta posibilidad.
Es posible que los profesores universitarios adopten como reacción una estrategia ludita. Alguien me contó, por ejemplo, que en su universidad intentó realizar un experimento (ojo, un experimento, no un cambio radical inmediato) con un MOOC y el profesor responsable del curso no paró de poner dificultades más o menos espurias hasta que el proyecto descarriló. Seguro que estas estrategias individuales serán apoyadas en algunos casos por la administración universitaria y quizá por los gobiernos. Pero hay que andar con cuidado, si una universidad o un gobierno experimenta con la alternativa y tiene éxito, puede ser muy difícil parar el cambio.
Y también hay, efectivamente, que considerar la eventualidad de que la superioridad de la nueva tecnología no exista. Después de todo, la posibilidad de tomar cursos a distancia ya existe hace mucho tiempo. Primero cursos por correo, luego grabaciones de audio, y luego de video, y a pesar de todo no ha cambiado apenas el dominio de las universidades de ladrillos y hormigón en el último siglo.
Pero yo creo que por una mínima prudencia las universidades deben comenzar a pensar en una estrategia de adaptación. Como mínimo deben pensar si continúan las lecciones magistrales y en adoptar estrategias que aumenten de manera exponencial la interactividad en el aula. Si quieren, es decir si queremos, sobrevivir en este negocio, tenemos que pensar cómo ofrecer un servicio que sea difícilmente replicable por una máquina.
Hay 32 comentarios
Interesante artículo, Antonio. Yo he vivido en primera mano la insurrección del profesorado, cuando se planteó hacer podcasts y grabar vídeos con las clases. Al final, todos defendían (ante los "jefes") la misma historia: ¿quién va a querer que yo le explique juegos si el alumno puede ver aprender lo mismo con un vídeo grabado por Matthew Jackson, por ejemplo? Al final, creo que la pregunta es más general que la que planteas sobre el profesorado. Mi duda es, si llegamos al punto donde todo el material es accesible on-line ¿Cuánto les queda a las universidades para dejar de existir como las conocemos ahora mismo?
Gracias Ismael. Es posible que la supresión de las clases magistrales sea un primer paso, y luego como dices vayamos más lejos. La cuestión es que la investigación seguirá siendo una misión de la universidad. Y ya que están todos esos cerebros allí, se puede usar una porción de su tiempo en como mínimo hacer de mentores o tutores, el modelo Oxbridge, vamos. Eso sí las universidades puramente docentes lo van a tener más difícil.
Creo que para que se dé la interactividad debe existir una actitud mínima por parte de los alumnos que en el caso de España, por mi experiencia, no existe, o está presente en un mínimo porcentaje de cada aula. La única manera de romper la pasividad es la presencia de un ser humano que lleve las riendas de la clase y llegue a motivar a sus alumnos. Yo sigo viendo el empleo de las TIC en la educación como un complemento, muy útil, eso sí, pero a corto plazo no vislumbro que sustituyan a los profesores. Las experiencias de educación semipresencial son un ejemplo del fracaso de este sistema. La educación a distancia es hoy por hoy una alternativa para quien no tiene disponibilidad horaria para acudir a un curso presencial.
A pesar del provocativo título no creo que de momento se pueda sustituir a los profesores. Pero la clase pasiva de 100 o 300 personas es un disparate en los tiempos actuales. Como muestra el artículo que cito, el curso por ordenador más tutorías puede ser el futuro cercano. Algo más allá, quién sabe.
El modelo que describes es exactamente el de la UNED en España. Otra cosa es que ese modelo se esté desarrollando y aplicando de forma correcta (no digamos óptima), o que una universidad pública española tenga la capacidad de reorganizarse para adaptarse a esto. Pero el modelo es ese exactamente, y no puede ser otro en una universidad de estas características.
Muchas gracias por la entrada Antonio,
Es un tema interesantísimo que muchos profesores nos preguntamos. La parte de las clases magistrales tiene pinta de que morirá, no veo como no. Aun así los datos que conocemos sobre los MOOCs nos dicen que ese tipo de enseñanza es buena para los alumnos que ya son muy buenos. Los perfiles de la gente que hacemos los MOOCs con éxito somos en general gente con estudios altos y muy altos y la tasa de abandono y fracaso es altísima. No sé si es el efecto motivador, o la posibilidad de responder dudas de forma personalizada o el adaptarse a un alumnado específico, pero quiero pensar que todavía somos útiles 🙂
http://moocnewsandreviews.com/what-do-we-know-about-mooc-students-so-far/
http://www.slate.com/articles/health_and_science/new_scientist/2014/03/mooc_survey_students_of_free_online_courses_are_educated_employed_and_male.html
Gracias, Josema. Los MOOSc son un animal distinto, porque no forman parte de un programa estructurado. Es muy distinto que tu profesor te diga que mires el MOOC de Matt Jackson porque de eso depende la nota que te da el título a que voluntariamente lo hagas en tu tiempo libre. Por esto me centré en experimentos controlados donde ese efecto deber ser menor. En todo caso, estoy de acuerdo en que los profesores podemos tener un papel en la medida que la interacción/tutorización tiene un valor.
Los comentarios reticentes, que citan habitualmente la tasa de abandono, y más recientemente, el perfil de alta educación de los participantes en MOOCs nos plantean, de nuevo, el reto de la desigualdad en un mundo globalizado y digital. Estoy a punto de terminar el tercer MOOC este año, supongo que entro en el perfil de estudiantes más activos en MOOCs, pero sin duda esto no se debe a una singularidad genética.
Si los sistemas educativos, en particular los sistemas educativos públicos de masas, no son capaces de adoptar/adaptar estas tecnologías suficientemente deprisa, con los beneficios que conllevan en efectividad y eficiencia, estarán fallando terriblemente. De nuevo, la tecnología beneficiará a una elite cada vez más diferenciada a nivel económico y educativo y aumentará la brecha digital que deviene socioeconómica.
En un momento especialmente dulce de la educación privada (o privada subvencionada aka. concertada), que ya sirve sin rubor a la mayoría de la clase media urbana española; en un momento en que algunas universidades privadas están abandonando sus nichos mediocres o elitistas; en un momento en que la movilidad internacional en la educación universitaria crece (no me refiero a Erasmus, sino a hacer la carrera entera fuera), esta puede ser la última estocada a la educación pública y universal de calidad aceptable. Cualquier persona /partido de izquierdas debería saberlo y actuar en consecuencia.
La universidad pública tiene mucho de responsabilidad en eso. O se cambia radicalmente el modelo de universidad pública o pasará exactamente eso que dices (o seguirá pasando, mejor dicho, pero de forma acelerada).
Es una anécdota, claro, pero la primera persona a la que le vi utilizar esta tecnología (clickers para hacer preguntas y obtener respuestas inmediatas) fue a un profesor de IESE, Javier Díaz-Giménez, hace casi 1o años.
Aquí las universidades españolas presentes en Cursera:
https://www.coursera.org/about/partners/es
ESADE
IE
IESE
UAB (La única pública y creo que la primera de las cuatro en estar; y mi alma mater)
No puedo estar más de acuerdo, Antonio. Mucha de mi docencia es Álgebra Lineal en primero de ingeniería. Los conceptos son los mismos desde hace un siglo y la manera de enseñarlos cambió en los 80 pero nadie la ha mejorado. En ese sentido, yo el año que viene estoy pensando en recomendar a mis alumnos que vean los videos de Gilbert Strang en el MIT (uno de los pioneros de la manera de enseñar Álgebra Lineal de hoy) y dedicar mis clases a resolver sus dudas y a discutir de lo que hayan visto. Lo que no tiene sentido es que yo dedique todos los años una apreciable parte de mi tiempo a repetir como un lorito los mismos contenidos que, además no van a cambiar. Quizá cambie la forma de enseñarlos, pero en ese sentido estaría mejor que dedicase mi tiempo a pensar en cómo enseñarlos y no a repetirlos. Y no creo que por eso yo ni ningún otro profesor debamos ir al paro, es más, creo que seríamos más necesarios que antes para ayudar en el proceso de aprendizaje. El video es el nuevo libro de la asignatura para una generación muy acostumbrada a este medio, y los profesores estamos para guiarla en ese viaje. Aparte por supuesto de que debemos investigar, pero eso es otra historia.
Yo me he registrado y completado varios MOOCs, a diferentes niveles. Mi sensacion personal, sin un analisis riguroso, es:
1) Para las clases introductorias (introduccion a la economia, Algebra lineal que menciona Anxo), donde todo esta estandarizado, funcionan bastante bien.
2) Para cosas mas avanzadas, donde la interaccion personal es mucho mas importante, y donde parte de las explicaciones tiene que ser "improvisada" segun la discusion en clase, funcionan mucho peor.
3) Para cosas avanzadas pero "oscuras" (por ejemplo, "literatura en la estonia de la edad media" si uno no esta en Estonia) son quizas la mejor alternativa al no existir mas que un puñado de gente que sabe del tema.
Estoy de acuerdo. Esto nos lleva al inevitable y deseado modelo híbrido.
Por un lado, máxima calidad en los conocimientos fundamentales, realizados en parte como Moocs (habéis comentado bastante por aquí que en las mejores universidades americanas, quien da el curso 101 tiende a ser el mejor profe del departamento)
Por otro lado, clases de "proyectos" (lo que antiguamente eran "problemas"), orientadas a la especialización, en que el contenido se aprende a la vez que se absorben herramientas técnicas (modelos, software) pero en un contexto creativo y de resolución de problemas reales y complejos. Aquí parece evidente que profesores y asistentes con los pies en el suelo, en la frontera de la aplicación industrial o social, o en la frontera de la investigación, tienen más papel que nunca. En estos proyectos se desarrollan las soft skills (cada vez más necesarias), se ponen las bases de la carrera profesional (por qué no, emprendedora) y se conecta con los actores destacados del ecosistema local (la universidad también proporciona redes de conocidos). Optimamente, estos grupos de proyectos trabajarían sobre problemas reales de los servicios públicos y las empresas (de su entorno cercano o más lejano), con cuidado de no convertirse en competencia desleal ni cortijos de los profes más listos.
Completamente de acuerdo con el punto 2 de Jesus.
Llevo más de 10 años impartiendo docencia en España, pero al no haber hecho el pregrado acá nunca me he acostumbrado al esquema tan absurdamente magistral. Ante este panorama, no se debe renunciar a la interacción y desvío del "guión" en clase. Lo óptimo en este contexto sería un esquema híbrido texto-MOOC-clase, pero aún no veo madurez en el alumnado para llevar esto a cabo.
Totalmente de acuerdo con Jesús. Yo veo el papel de los MOOCs muy apropiado para asignaturas introductorias/generalistas. La especialización es más de contacto personal. Por eso está bien liberar a los profesores de universidad de tareas tipo máquina como dar clases de Álgebra Lineal para que se puedan concentrar en tutorizar de cerca a grupos más reducidos de estudiantes en cosas más específicas, o en trabajos de máster y tesis doctorales.
Batallita: Me licencié en Sociología en 1989 en la Complutense y aquellos 5 años me parecieron una extensión del Instituto, donde el objetivo de la mayoría de los alumnos era aprobar como sea y el objetivo del profesorado tener cuantos más días libres mejor... ¿Han cambiado las cosas? Luego hice un MBA y pensaba que así de intenso tenían que haber sido los años de facultad. Hoy tenemos en internet clases magistrales de las principales universidades del mundo a tiro de ratón, así que, en la universidad actual, o el profesor es un crack o queda en evidencia por la competencia en la web. Puedo imaginar un futuro en que el que los temas se llevan ya preparados, los libros leídos y las clases son un coloquio entre profesores y alumnos. También había una ventaja en aquel marco desolador: prácticamente tenías clases particulares si te interesaba la materia, el profesor se quedaba estupefacto ante el interés mostrado y te ayudaba encantado.
Tres pequeños comentarios:
1) "De todas formas, una cosa que pasa con el progreso es que nos parece mucho más grande de lo que de verdad es." (Nestroy y Wittgenstein). La imprenta, eso sí que fue una revolución... y siguieron existiendo universidades. Sinceramente, no sé que ventaja tiene un simple vídeo, o incluso un vídeo interactivo, sobre un libro de texto con ejercicios propuestos, soluciones y pistas para su resolución (tecnología esta última que alguien llamará "viejuna" y que nunca fue objeto de tanto "hype").
2) El contraste importante es el que hay entre aprendizaje "pasivo" y aprendizaje "activo". (vd. http://www.pnas.org/content/111/23/8410.full.pdf). La enseñanza a distancia puede ser pasiva y la presencial puede ser activa.
3) Un papel tradicional de la Universidad fue la certificación más o menos fiable de aptitudes y conocimientos. Como creo que en este mismo blog ya escribí en otra ocasión, Antonio Banderas podrá -una vez aprendido el papel- dar clases mejor que yo... pero me temo que no podrá evaluar al alumno mejor que yo. A esto se puede responder que (i) la universidad boloñesa ha renunciado en la práctica a emitir certificaciones fiables; y (ii) una institución especializada tipo ETS puede evaluar y certificar mejor que la Universidad.
Muy interesante Antonio.
Yo no sé qué pensar, (como en casi todo). Confieso que me pasé casi toda mi carrera durmiéndome (a veces de verdad) en la gran mayoría de las clases, por lo que no sé si tengo criterio para decir si son útiles o no. Igual si lo eran, nunca lo sabremos. Lo que sí es cierto es que algunas magistrales, impartidas por un auténtico magister, sí son imprescindibles. Por ejemplo una magistral impartida por un abogado especialista en mergers & acquisitions que en una hora y media te cuente de forma ordenada y amena los principales problemas de tan compleja operación desde la perspectiva tributaria luego te facilita mucho el estudio, y el active learning y lo demás. ¿Se podría sustituir con un video? quizá, pero hay que preguntarse si se aprende igual porque en la clase presencial tienen "engagement" que se supone que es lo que te ayuda a pensar.
Quizá la conclusión es que las clases magistrales si el que las imparte es realmente bueno. Una obviedad vamos.
En fin, muy buen post, lo he compartido para deprimir a todo el mundo
(Por otro lado, una tesis parcialmente contraria aquí: http://www.nytimes.com/2015/10/18/opinion/sunday/lecture-me-really.html
Los vídeos interactivos, las clases por ordenador, etc., estarán muy bien pero, aparte de que los vídeos deben estar bien hechos, este sistema puede llevarnos a individuos encerrados en su casa con sus cacharros tecnológicos. ¿Y las relaciones humanas? ¿No tienen un valor añadido?
Yo los he probado, tanto para cosas off-topic (mitología griega, filosofía, etc) como para cosas más vinculadas a la economía.
Mi opinión no puede ser más positiva. Que te explique los mercados financieros un nobel es un privilegio y para mi que todo eso sea gratis o muy barato cuando se quiere certificar el curso es la mayor revolución del presente.
Aparte, como anécdota puedo decir que sin ser yo fan (más bien lo contrario) del FMI está ofreciendo unos cursos sobre Financial Programming y sostenibilidad de deuda (a través de la plataforma EDx) que deberían ser obligatorios a cualquiera de los políticos de todos los partidos y tertulianos que dicen saber de todo.
Sí, son cursos que están muy bien planteados.
Y un libro no es más sencillo. No aprendo más estudiando el libro de Mankiw o Krugman que escuchandoles?
En anteriores comentarios hablé de por qué esto es importante para la educación pública y para la igualdad de oportunidades.
Aquí un ejemplo https://www.noodle.com/articles/innovative-schools-2015
Clintondale High School
Grades 9–12
Clinton Township, MI
How is Clintondale innovative?
Clintondale, located in a suburb of Detroit, was the first institution to pioneer the flipped classroom model at the K–12 level. A financially challenged public school, three-quarters of whose students qualify for free or reduced-price lunch, Clintondale sought out a radical solution to its then-failing educational model. Under the leadership of influential educator Greg Green, and thanks to funding from software company TechSmith, Clintondale abandoned the traditional classwork/homework paradigm.
Clintondale had students watch teachers’ lessons at home; then, they would come into school to do “homework” and problem-solving with the guidance of their teachers. “When students do homework at school, they can receive a meal and access to technology … and an overwhelming amount of support and expertise.” [...] enable the school to “provide a level playing field for students in all neighborhoods.” [...]
[...]The school reduced the failure rate in English Language Arts by 33 percent, in math by 31 percent, in science by 22 percent, and in social studies by 19 percent. In addition, Clintondale saw a dramatic reduction — 66 percent — in disciplinary actions among participating first-year students.
Thanks to the school’s pioneering efforts, other K–12 institutions across the country are utilizing flipped classrooms. Now, teachers around the U.S. are using the flipped model — and spreading the word about how to implement it to improve student success.
A los profesores que puedan ser sustituidos por un vídeo yo no los llamaría profesores,. Son bustos parlantes, loros, recitadores de apuntes u otra cosa peor.
https://www.youtube.com/watch?v=W1T-h5UZwaU
Como estudiante de segundo de grado tengo que decir que si bien es cierto el desinterés en gran parte del alumnado que simplemente busca aprobar estudiando lo menos posible, gran parte del problema lo veo también en el profesorado. No me parece que sea el mejor método de enseñanza un profesor delante de unas diapositivas/transparencias explicando (muchas veces leyendo simplemente) unos apuntes resumidos. Se hace mucho hincapié en fórmulas, modelos y teoremas que el alumno ve con miedo y no se explica el trasfondo de esa teoría, cómo surgió y cómo se aplica en la realidad. Las llamadas horas de "práctica" se limitan a un profesor resolviendo ejercicios en la pizarra mientras el alumno copia literalmente.
Decepcionado por los profesores que me han caído este curso y aprovechando que nadie controla la asistencia, he decidido que en asignaturas con malos profesores voy a leer los libros y manuales por mi cuenta y asistir solo a la realización de ejercicios y resolución de dudas. Siento que aprovecho mejor mi tiempo y aprendo más que 2h sentado como una estatua. Todo esto requiere un trabajo individual del alumno por su cuenta, y aquí pueden entrar las nuevas tecnologías. El simple hecho de interesarse por un MOOC ya demuestra mucho. La cuestión está en si se premia al que pasa del tema o a quien realmente demuestra interés por lo que estudia. Soy de la opinión de que el alumnado no va a cambiar por su buena voluntad, hay que guiarlo.
Un apunte. Mientras sigamos teniendo nuestro maravilloso sistema educativo preuniversitario, es una ilusión pensar que la gran mayoría de los alumnos de primero de carrera van a entender ni un 10% de lo que diga Mankiw en un MOOC. Tendrá que haber grandes estrellas españolas (o hispanoamericanas) grabando y elaborando programas parecidos en castellano, si queremos que lleguen a tener una audiencia realmente masiva.
La posible reacción ludita es un muy buen apunte, siempre se ha dado cuando la fuerza de trabajo ha temido a un avance (tecnológico, organizativo, etc...) que incrementa la productividad en algún ámbito, que finalmente ha resultado beneficioso para todos.
Las máquinas pueden ejercer de manera más efectiva ciertas tareas docentes, pero hay ámbitos en los que es muy difícil o casi imposible que puedan superar a un cerebro humano. Creo que la cuestión está en renovar el concepto de docente y diferenciarse, aprovechar ese aumento de productividad en la tarea docente que implicaría la intransitividad en tecnología para prestar atención a otros elementos. Hay ciertos campos relacionados con la enseñanza de la capacidad de filosofar y de cuestionar a los que no se les ha dado importancia desde hace mucho tiempo en el campo de la enseñanza, y es ahí donde los docentes pueden diferenciarse de las máquinas para conservarse como docentes. Todavía no se ha inventado una máquina que sea capaz de enseñar sobre estos puntos, y sobre todo, alguien tendrá que introducir y renovar los conceptos que esos "robots" enseñen a los alumnos.
En el anterior comentario el autocorrector me ha sustituido "intensividad" por "intransitividad"
Gracias por tu interesante artículo, Antonio. Yo creo que la clave para responder a esta pregunta es que no todos los que son profesores merecen ser llamados así. En el modelo que todos conocemos (modelo hidráulico) se asume que el profesor es un gran "contenedor de conocimiento" y mediante una "lecture" es capaz de transferir ese conocimiento a los estudiantes. Esto, como bien dice Antonio, no tiene mucho futuro.
Pero ser profesor es algo más que ser un mero transmisor de información. Un profesor es alguien que disfruta con su trabajo, que ayuda a discriminar y priorizar información, que sabe cómo motivar a los estudiantes.
El pasado verano estuve en Harvard para participar en un encuentro sobre el futuro de la enseñanza universitaria. Pude comprobar in-situ lo que hacen junto con el MIT en edX, nos explicaron los problemas que han tenido en el desarrollo de los MOOC y también pudimos ver las ventajas e inconvenientes de estos nuevos métodos de enseñanza.
Mi conclusión. Creo que los auténticos profesores tienen mucho futuro.
Últimamente está muy de moda considera al profesor algo así como una extensión del buscador de google encargado de organizar la información del tema que los alumnos quieran estudiar. A mi me parece que es al contrario, en esta época de información inmediata a un click de ratón, la pura docencia es más necesaria que nunca. Tener una buena base antes de lanzarse a buscar todo tipo de informaciones dispares e incompletas por internet. Y las instituciones puramente docentes, sin investigación, también para estudiantes a nivel de grado.
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