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¿Esfuerzo o suerte?

De Pablo Brañas (con Teresa García, Antonio M. Espín y Filippos Exadaktylos).

En los últimos meses se ha hablado mucho sobre la cultura del Esfuerzo y mucho más desde los disturbios en Inglaterra donde jóvenes “alborotadores” no roban comida en los supermercados sino iPhone 4 en la tiendas de electrónica. A tenor de los disturbios el primer ministro D. Cameron achaca la culpa de todo la tienen los padres que maleducaron a sus hijos, que no les educaron en el esfuerzo.

Hace unos días estaba comenzando mi propia reentrée a trabajar cuando me encuentro que mi admirado Antonio Cabrales nos habla también de la revueltas en UK. Acaba su post con la siguiente frase:“Esta es una razón más por la que me parece tan importante que los estudiantes aprendan que solamente mediante el trabajo y esfuerzo se llega a obtener buenos resultados. Los niños tienen que aprender, ya desde el colegio que Nada es gratis.”

Y me acordé, tipo flash back, del paper que me había dejado Maximo Rossi en mi despacho cuándo se volvió a Uruguay hace un mes. Era el “Does Culture Matter” de Raquel Fernández. En la página 1 nos dice:“… countries in which people tend to think that luck plays a fundamental role in the income process also have higher redistribution”. Esto ya me pareció curioso…. y en el siguiente párrafo me encontré con lo siguiente: “Alesina and Angeletos (2005) show that the share of respondents in each country who believe that luck determines income is highly correlated with that country’s spending in social welfare as a proportion of GDP.”

Ayer, entre los disturbios de Londres, el post de Cabrales y mi propia curiosidad, no he podido resistirme a mirar el trabajo de Don Alberto (Alesina). Ya en el abstract nos sopla lo siguiente: “If a society believes that individual effort determines income, and that all have a right to enjoy the fruits of their effort, it will choose low redistribution and low taxes. In equilibrium, effort will be high and the role of luck will be limited, in which case market outcomes will be relatively fair and social beliefs will be self-fulfilled.

Si bien lo anterior me encantó no quiero ni contaros cómo me quedé con lo siguiente: “If instead a society believes that luck, birth, connections and/or corruption determine wealth, it will tax a lot, thus distorting allocations and making these beliefs self-sustained as well.”

Y ahora uno se acuerda de la Sra. Ángela Merkel, de España, del Plan E, … y de todo el mundo…

Volvamos al tema, ¿por qué la gente que valora la suerte y no el esfuerzo prefiere la redistribución? Se me ocurren dos explicaciones.

Pero claro lo mismo podemos decir de los que creen en el esfuerzo. Puede ser una cuestión de preferencias: “Yo valoro el esfuerzo, me he esforzado y me he partido los cuernos para tener lo que tengo. No tengo porque ayudar aquellos que deliberadamente no lo hacen.”

Pero también puede ser algo completamente ex post, una vez que han tenido la vida de cara, entonces, justifican su éxito con un “supuesto” esfuerzo (que vuelve a ser no verificable). Es decir, puede ser que no haya hecho nada pero haya tenido una enorme fortuna.

¿Huevo o gallina? Para dar algo de luz vamos a usar unos datos que tenemos sobre este tema y veamos que nos dicen los datos.

¿Cómo la medimos?

El pasado noviembre hicimos un trabajo de campo (con la ayuda “muestral” de Juanfran Muñoz, UGR) que incluía una encuesta, experimentos económicos y medidas fisiológicas a lo largo y ancho de la ciudad de Granada con representatividad a nivel de distrito y casi de manzana (puedes leer algo más aquí). La muestra es de 850 familias que recibieron a los encuestadores en su propia casa. El entrevistado fue, en la mayoría de los casos, el que abrió la puerta.
De la encuesta nos centraremos ahora en la #17 del bloque 1:

17) Crees que el éxito en la vida se debe principalmente a (sólo una opción):
a) la suerte
b) el esfuerzo

El 17,34% de los entrevistaron dijeron la suerte. Es decir, la gran mayoría de la población considera que el esfuerzo es central para el éxito en la vida. Hay que mencionar que nuestra pregunta es un poco distinta a la del GSS porque nosotros no preguntamos por el éxito financiero sino el éxito en la vida.
Ahora vamos a estudiar dos cosas: el logro educativo del que responde a la encuesta y su nivel de envidia. Lo primero es algo que, se supone, responde directamente al esfuerzo del entrevistado. Lo segundo son preferencias: cuánto me gusta compararme con los demás.

Nivel educativo y renta

Veamos cómo funciona esto de la suerte y el logro educativo. La proporción de sujetos que no logró pasar de secundaria es del 30.5% entre los que creen en la suerte. El porcentaje es notablemente menor, 20%, entre los que creen en el esfuerzo (existe diferencia significativa entre ambas proporciones, p= 0.0120). Nótese que no podemos hablar de un mayor logro educativo sin corregir por edad (e incluso por oportunidades económicas de la familia). Los números son más duros si vemos el porcentaje que logró terminar primaria: 23% vs. 13%.
Nos quedaremos con este resultado tan claro: los que creen que la suerte es determinante han logrado un nivel educativo notablemente menor. Parece razonable pensar que crean que han tenido “mala suerte”.

Otra segunda cosa que nos permite este estudio de campo es saber el nivel educativo de los padres de los entrevistados. Aquí hemos encontrado otros datos de interés: entre los que creen en la suerte el 23,7% tienen un padre que no logró ningún nivel de estudios mientras que este porcentaje cae hasta el 16,6% para el grupo de los del esfuerzo. Unos números muy similares para la educación de la madre (27,2% vs. 18,6%). Las diferencias son significativas. Para los de la suerte parece fácil el argumento: “yo no tuve oportunidades y mis padres tampoco”.

Ahora nos encontramos un detalle curioso. No hay diferencia entre los que creen en la suerte y en el esfuerzo respecto a la fracción que son hijos de padres (madres) que fueron a la universidad. Dicho de otro modo, el argumento de la mala suerte no se lleva hasta las generaciones anteriores sino que, cuando interesa, se centra en uno mismo.

¿Y el dinero? ¿Y el bienestar económico? Los entrevistados son preguntados por el nivel de renta del hogar (dinero que puede ser o no ingresado por el entrevistado) usando una medida discreta.

13. ¿Cuál de las siguientes cantidades se corresponde mejor con el nivel de ingresos mensual del hogar - la media del año 2010 (en euros)? 0 (0) 500 (1) 1000 (2) 1500 (3) 2000 (4) 2500 (5) 3000 (6) 3500 (7) 4000 (8) más de 4000 (9).

Para hacer un análisis sencillo, dividimos a la población en dos grupos: los que pertenecen a familias con una renta superior (o igual) a 2500 euros y los que están por debajo. La división deja el 33% de la población arriba y el 66% abajo. Puede parecer un poco forzada pero nos viene muy bien para ver si los que les ha ido bien, los que tienen dinero, consideran que no es suerte sino esfuerzo: “su trabajo les ha costado llegar a donde están, nadie les ha regalado nada”.

¿Cuántos ricos hay entre los que creen en el esfuerzo? Pues muchos (el 36,3%) más que en el grupo de los que creen en la suerte (21,8%). Nuevamente las diferencias son significativas (p=0,0032). Dicho de otro modo. Dentro del grupo de los que creen en el esfuerzo hay casi el doble de ricos que en los de la suerte. Eso suena a: “Todo lo que tengo me lo he ganado con el sudor de la frente”.

Lo que hemos visto hasta ahora da bastante soporte a la idea de que la gente valora el esfuerzo o la suerte en función de cómo lo ha ido… digamos que el argumento ex post funciona mejor que a las preferencias.

Sin embargo me sigo resistiendo a que esto sea así de simple y vamos a buscar un instrumento en la base de datos para indagar este tema. Usaremos la envidia.

¿Por qué la envidia? La envidia al final es el gusto por la comparación con los demás, buscar lo que tienen los demás que nosotros no tenemos….pensando un poco parece que la envidia y creer en la suerte son cosas correladas. “Ese ha tenido más suerte que yo en la vida…y mira cómo le va a él y cómo me va a mí.”

Dicho de otro modo la envidia puede ser un potente catalizador a favor del argumento la suerte. Pero claro, alguien podría decir que la envidia no venga de las preferencias sino que se aprenda también… uppsss!!!

Envidia

Para averiguar si la gente es envidiosa usamos una aproximación tipo Fehr-Schmidt (ver aquí) donde queremos ver si la gente “sufre” porque otros son más ricos (la “alfa” de Fehr-Schmidt). Nuestra pregunta concreta (#16 del bloque 2)

16. No me preocupa cuánto dinero tengo. Lo que me preocupa es que otros tienen más que yo.

Donde el entrevistado dice si está completamente en desacuerdo (=1) o de acuerdo (=7), es decir los que dicen “7” son muy envidiosos.

La proporción de los que no son nada o casi nada de envidiosos (valores 1 y 2) es del 57% entre los que creen en la suerte. La misma proporción para el grupo de los que creen en el esfuerzo es de 77%. La diferencia es significativa (p=0,0556) indicando que los que creen en el esfuerzo suelen ser menos envidiosos.

¿Y los muy envidiosos? La proporción de los que eligen 6 o 7 (bastante y muy envidiosos) entre los que creen en la suerte es del 12,5% mientras la misma fracción entre los que creen en el esfuerzo es del 7,3%. La diferencia es de nuevo significativa: p=0,0296. Los creen en la suerte reconocen ser notablemente más envidiosos.

Si bien las diferencias entre grupos son muy altas no dejan de ser unos números bajos. Sólo el 12% de los que creen en la suerte es muy envidioso. Por tanto, parece que el argumente de las preferencias tampoco es tan relevante.

¡Todo es justificación ex post!

Resumen

Lo que nos dicen los datos de este trabajo de campo, que no fue diseñado para estudiar nada relacionado con el esfuerzo, es que la fracción de población que cree en la suerte es determinante en la vida ha logrado un nivel educativo notablemente más bajo y, como es lógico, tiene menor renta. Parece, además, que tener padres poco educados ayuda a esto de creer en la suerte y no en el esfuerzo. Sorprendentemente tener padres muy educados no causa diferencia alguna.

Los resultados obtenidos parecen indicar que, ex post, los individuos evalúan sus resultados y dicen tener mala suerte. Como el desempeño no es verificable se alude a la mala fortuna pasada en vez de reconocer la falta de empeño. Es decir no es nada relacionado con las preferencias sino más bien es puro oportunismo.

Obviamente prefieren la re-distribución: si se distribuye renta se disminuirán las diferencias entre los ricos y los pobres y se verán favorecidos. Mientras que ellos, de manera estratégica, aluden a que la fortuna ha sido la causante de la varianza, los que están en la parte de arriba renegarán de tener que pagar a unos que no trabajaban mientras que ellos (dicen que) se levantaban todos los días al alba.

Todavía queda una posibilidad: ¿No será que los que eligen la suerte son mas solidarios? Al fin y al cabo supongo que se puede ser lo suficientemente complejo como para ser envidioso y solidario a la vez. Vayamos a la pregunta #3.

A los sujetos también les hicimos la variante inversa de la pregunta #16. Es decir, en entorno tipo Fehr-Schmidt (ver aquí) nos preocupamos por la solidaridad (la “beta” de Fehr-Schmidt) y no de la envidia (la “alfa”). Nuestra pregunta concreta (#3 del bloque 2)
3. No me preocupa cuánto dinero tengo, lo que me preocupa es que otros tienen MENOS que yo.
Nótese que dice “menos” y no “mas”. Como en el caso anterior, el entrevistado dice si está completamente en desacuerdo (=1) o de acuerdo (=7), es decir los que dicen “7” son muy solidarios.
Sorpresa! No hay diferencias significativas en solidaridad cuándo comparamos el grupo de los que prefieren la suerte a los del esfuerzo. No hay solidaridad por ningún sitio. El rollo de los solidarios envidiosos no funciona.

Pues eso…… todos son oportunistas y no dicen toda la verdad.