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Visual y Básico: ¿Somos ya más productivos?

Hace unos meses supimos que a principios de este año España volvió a alcanzar el nivel de producción (PIB) de finales de 2008 (es decir, que solo nos ha costado unos ocho añitos lograrlo). Sin embargo, el empleo aún está alrededor de un 10% por debajo del que teníamos en ese momento. Aunque nos preocupe mucho el empleo, esta noticia tendría al menos un lado bueno: si producimos lo mismo con un 10% menos de trabajo, esto quiere decir que ahora somos más productivos que antes de la crisis. El bajo crecimiento de la productividad es uno de los principales problemas de la economía española, así que ¿problema resuelto?

¿Cómo han evolucionado el PIB y el empleo?

Empecemos la respuesta con el primer gráfico, en el que normalizo el PIB real y el empleo a 100 en el primer trimestre de 2008 (como fecha aproximada de inicio de la crisis). Este gráfico muestra que en 2017 hemos recuperado en efecto el nivel de PIB inicial, tras una caída del 10%.

Fuente: Contabilidad trimestral nacional de España. Datos corregidos de efectos estacionales y de calendario.

También se ve que, como sucede siempre en nuestro país, el empleo cayó aún más que el PIB. De hecho, como las horas medias por ocupado también se redujeron (recordemos la subida del empleo a tiempo parcial), el numero de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo (ETC) cayó incluso más que el de ocupados, por lo que con esta medida del empleo estamos algo más lejos de lograr el nivel inicial.

¿Y la productividad del trabajo?

El siguiente gráfico muestra la sorprendente aceleración del PIB por puesto de trabajo ETC durante la crisis. De la bajísima tasa media de crecimiento anual del 0.4% entre el inicio de 1995 y el de 2008, pasamos a un respetable 2.1% entre 2008 y 2014, pero volvemos a caer a un anémico 0.2% en 2014-2017. Este es simplemente el resultado de la brecha del primer gráfico: la enorme destrucción de empleo es muy superior a la caída del PIB. En otras palabras, al salir de la crisis hemos vuelto a las andadas (improductivas).

Fuente: Instituto Nacional de Estadística, Contabilidad trimestral nacional de España. Datos corregidos de efectos estacionales y de calendario.

En el resto de países de la OCDE se observa una caída del crecimiento de la productividad, de ahí que se hable del estancamiento secular. Sin embargo, la mayoría está aún muy por encima de nuestra tasa.

Desviándome por un momento de la perspectiva de medio plazo, el gráfico también muestra el acusado patrón contracíclico de la productividad en España. Esto es algo muy inusual: en la inmensa mayoría de países la productividad se acelera en las expansiones y se desacelera en las recesiones. No obstante, sí se ha venido observando una caída de la correlación entre el PIB y la productividad, especialmente en países como Bélgica, Estados Unidos, Italia, Nueva Zelanda y Portugal (debo este dato a Michael Burda).

La hipótesis más habitual para explicar esta anomalía española es achacarla al empleo temporal, que exacerba la creación de empleo en las expansiones y la destrucción en las recesiones. Esta parece también una explicación útil para Italia y Portugal, donde el empleo temporal ha aumentado sustancialmente; no obstante, para EEUU, Jordi Galí y Thijs van Rens apuntan en este trabajo a lo contrario, a una caída de la rotación laboral.

¿Y la productividad multifactorial?

Como hemos insistido a menudo en NeG, para alcanzar un aumento sostenido del nivel de vida no debemos mirar tanto al aumento de la productividad por empleado, sino al uso más eficiente de los recursos, en buena parte asociado al progreso tecnológico. Es decir, al crecimiento del PIB tras restarle el efecto de los aumentos de recursos (capital y trabajo) que hemos dedicado a generar la mayor producción, lo que llamamos con el (confuso) nombre de productividad total de los factores (PTF) o productividad multifactorial.

El tercer y último gráfico es muy elocuente al respecto. Si el PIB real por habitante (en paridad del poder de compra, PPC) se ha multiplicado por casi 2.4 entre 1970 y 2016, la PTF muestra un panorama desolador: toma el mismo valor en 2013 que en 1974. Es decir, que todo el crecimiento se debería a aumentos del empleo y del capital. Tomado literalmente, querría decir que no hemos aprendido a mejorar la organización de la producción en los últimos 40 años, por chocante que resulte. (*)

Fuente: Banco de España, Indicadores estructurales de la economía española y de la UE.

Y aquí no se observa un repunte durante la crisis. La tasa media de crecimiento (en realidad, de decrecimiento) entre 2007 y 2013, -0.2%, coincide con la media observada entre 1995 y 2007. El único dato alentador es el repunte observado en 2014-2016, con una tasa media anual del 1.2%, que ya veremos si se mantiene.

Tenemos varias explicaciones para el lamentable historial de productividad español. Les remito a las explicaciones que aparecen en diversas entradas recientes de NeG y a la entrada que saldrá mañana. Antonia Díaz y Luis Franjo se centran en el bajo progreso técnico específico de la inversión y en que esta se realiza en la forma de capital menos productiva (estructuras, por oposición a bienes de equipo), Manuel García-Santana y Josep Pijoan-Mas infieren un aumento de ineficiencias y distorsiones en la economía y Enrique Moral-Benito, quien descarta el tamaño empresarial (en lo que coincide con el libro de Juan F. Jimeno que revisé aquí) y apela a factores como la excesiva regulación, la escasa inversión en I+D y la escasa capacitación de los empresarios y trabajadores españoles (ver respectivamente aquí y aquí).

Por último, un artículo de Juanjo Dolado, Salvador Ortigueira y Rodolfo Stucchi liga este fenómeno a la dualidad laboral en las manufacturas, que a mi juicio se extiende también a otros sectores porque la dualidad fomenta la realización de actividades de baja productividad.

Los datos posteriores a la crisis recién mostrados indican que el problema del crecimiento de la productividad no está resuelto en absoluto. Y las perspectivas no son buenas. No se ha tomado ninguna medida efectiva para reducir la dualidad laboral y, aunque hay meritorios intentos de mejorar la política de defensa de la competencia, son insuficientes para amenazar al "capitalismo de amiguetes".

Además, como nos contaba Anxo Sánchez hace unas semanas, se supone que el presupuesto público de I+D+i está subiendo, pero ex-post el gasto no lo hace. Los datos del Banco de España muestran, en efecto, caídas entre 2010 y 2015 del gasto en I+D sobre el PIB de 0.11 puntos y del 6.8% en el número de patentes solicitadas por habitante. Y también que, entre 2010 y 2014 (último dato disponible), el gasto en educación dividido por la población de 16 a 64 años ha caído un 16.5% (en PPC). El simple volumen de gasto no lo es todo, pero ayuda, por lo que tendríamos que estar haciendo exactamente lo contrario: invertir más en capital humano y en investigación.  Pero ya saben, ¡que inventen ellos!

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P.S. A petición de José Pablo incluyo aquí un cuarto gráfico, con la relación capital-empleo y la tasa de empleo:

Fuente: Banco de España, Indicadores estructurales de la economía española y de la UE.

Mientras que la tasa de empleo sigue las fluctuaciones cíclicas habituales, se aprecia cómo el aumento de la productividad del trabajo se debe al aumento tendencial de la dotación de capital por ocupado y que el aumento de la PTF en los últimos años refleja la atípica caída de este ratio (mayor aumento del empleo que del capital), como señala Enrique Moral en el comentario que aparece más abajo.

(*) He cambiado el tercer gráfico. La primera versión normalizaba la PTF a 2007=100 en vez de a 1995=100. La imagen no cambia mucho porque desgraciadamente no hay mucho crecimiento en todo caso. Perdón por el error.