- Nada es Gratis - https://nadaesgratis.es -

Sindicatos para el siglo XXI

[Conjunto con Florentino Felgueroso]

En respuesta a las medidas de consolidación fiscal del Gobierno, los sindicatos mayoritarios han convocado una huelga en el sector público dentro de unos días y amenazan también con convocar una huelga general. Esta reacción, su actuación durante la crisis y su bloqueo de la reforma laboral nos llevan a hacernos la siguiente pregunta: ¿Qué funciones cumplen hoy los sindicatos?

Para responderla acudimos a Olivier Blanchard, quien destaca cuatro funciones de los sindicatos en el pasado: (1) Asegurar a sus miembros en caso de pérdida del empleo. (2) Protegerles de la explotación empresarial. (3) Extraer rentas de las empresas y del Estado. Y (4) representar los intereses de los trabajadores a nivel nacional. Repasemos la actuación sindical en esta crisis para luego retomar el asunto de su papel futuro.

Los dirigentes sindicales se quejan a menudo de que el Gobierno no hace lo suficiente para reducir el paro. Se diría que ellos no influyeran en el nivel del empleo. Sin embargo, ante una reducción de la demanda de trabajo de las empresas por perturbaciones económicas, se puede mitigar la destrucción de empleo reduciendo los salarios reales (es decir, acordando que los salarios crezcan menos que los precios) o las horas de trabajo, reorganizando la producción para aumentar la productividad, etc. ¿Qué ha pasado en España? Veamos, por ejemplo, la evolución del PIB, el empleo y los salarios reales (restando el aumento de precios según el deflactor del PIB, que es el más relevante para la competitividad) acordados en los convenios colectivos (y no los salarios medios, para evitar sesgos de composición) desde 2007:

evolucion

Sorprendentemente, el crecimiento salarial real ha ido subiendo a medida que se agravaba la crisis. Los acuerdos salariales pactados por los sindicatos y la CEOE han destruido muchos empleos. Su impacto se amplifica porque los empresarios que han intentado mantener su plantilla negociando con sus propios trabajadores menores aumentos salariales o reorganizaciones internas no han podido hacerlo, pues es dificilísimo descolgarse de los convenios de sector. (También hay que explicar por qué la CEOE pactó esos aumentos salariales, lo que queda para otro día.)

Existe una gran desconexión entre las necesidades de los trabajadores y las decisiones de sus representantes. ¿Por qué? Un dato clave es que los convenios colectivos afectan al 90% de los asalariados aunque solo entre el 10% y el 15% están sindicados. Por dos razones principales: (1) El reducido umbral de votos en las elecciones sindicales requerido para que un sindicato pueda participar en la negociación de los convenios colectivos de ámbito sectorial. (2) Los convenios se aplican, con categoría de ley, a todos los ocupados del sector, estén o no sindicados y hayan participado o no en las elecciones (que en las empresas pequeñas no se permiten).

Por tanto, no hay incentivos ni para que los trabajadores se afilien ni para que los sindicatos busquen implantarse en todas las empresas. La escasa implantación –que provenía del franquismo– se perpetuó en la regulación actual, que es de finales de los años 70 y nunca se ha reformado, al otorgar representatividad a los sindicatos desde arriba, en vez de requerir que la obtuvieran desde abajo.

Como resultado, los sindicatos defienden principalmente los intereses de solo una parte de los trabajadores (los “insiders”), que ha sufrido pérdidas de empleo limitadas. Según Dolado, Felgueroso y Jansen el afiliado típico de un sindicato es varón, mayor de 55 años, con estudios medios, con contrato permanente y trabaja en una empresa de más de 250 empleados. Además, su máxima afiliación está entre los funcionarios. Estos autores calculan que el 99% de la destrucción de empleo entre 2007:3 y 2009:3 recayó en los no afiliados a los sindicatos y el 79% en colectivos sin posibilidad de votar en elecciones sindicales.

Incluso si los sindicatos defendiesen a todos los asalariados con contrato indefinido, éstos solo han perdido empleo neto, en términos interanuales, a partir de 2009:2 (mientras que el empleo temporal empezó a caer en 2007:1). Se entiende así la ausencia de moderación salarial durante la crisis como resultado de la escasa amenaza de paro que han experimentado los trabajadores representados por los sindicatos.

Dolado, Felgueroso y Jansen también estudian en otro artículo si los trabajadores piensan que una mayor flexibilidad laboral estimularía la contratación. La respuesta afirmativa es más frecuente entre los más jóvenes, los estudiantes, los autónomos, los trabajadores manuales, los que no esperan mantener su empleo y los que lo han perdido durante la crisis. Son características infrecuentes entre los colectivos representados por los sindicatos. Éstos han bloqueado por tanto la reforma laboral, que sería más bienvenida por los temporales y los parados (los “outsiders”). Así, no es raro que casi la única propuesta de reforma apoyada por los sindicatos sea el llamado “modelo alemán”, que subsidia con dinero público la reducción de horas de los empleados permanentes.

Retomemos ahora el tema de las funciones sindicales futuras. Como señala Blanchard, hoy en día el Estado es un mejor asegurador de los trabajadores en paro. Y debido a la globalización, tanto las empresas como el Estado tienen muchas menos rentas que los sindicatos puedan ayudar a extraer. Las otras dos funciones que quedan, proteger a los trabajadores de la explotación empresarial y defender sus intereses a nivel nacional requieren que los sindicatos realmente representen a todos los trabajadores.

Una nueva regulación legal de la negociación colectiva podría ayudar a este fin, por ejemplo, aumentando el umbral de votos requerido para obtener la legitimidad para negociar en los convenios. También facilitando a las empresas que lo acuerden con sus empleados el descuelgue de las condiciones de los convenios colectivos de sector  (véase Bentolila y Jimeno) o, como ha propuesto recientemente Marcel Jansen siguiendo el ejemplo de Alemania, introduciendo una decisión administrativa para la posible extensión de éstos a todas las empresas del sector.

También ayudaría la eliminación de la dualidad entre fijos y temporales mediante el contrato único, que convertiría automáticamente a todos los trabajadores en “insiders” (otro ejemplo de la complementariedad entre las reformas de distintas instituciones laborales).

Los sindicatos se enfrentan a un reto ineludible, pues una representatividad otorgada por ley tiene límites. Su poder de convocatoria seguramente esté en declive. En efecto, se observa una tendencia decreciente en la participación de los trabajadores en huelgas (según la OIT y el Ministerio de Trabajo), incluso en los picos, que corresponden a huelgas generales:

GRAFICO2

En España hay cierto tabú a la hora de debatir en foros públicos la actuación de los sindicatos. Sin embargo, el mundo ha cambiado y, tanto por su propia superviviencia como para reducir el paro, se necesita un nuevo sistema de relaciones laborales, en que los sindicatos representen a todos los trabajadores y se hagan por ello corresponsables de la evolución del empleo. Pero para que existan incentivos para esta renovación es necesario cambiar las reglas. Lo que resultaría costosísimo para todos sería seguir con el sistema actual.