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La inmigración y los salarios y el empleo de los nativos

CyprusEscribo esta entrada como abnegado corresponsal de NeG en Chipre. Cuando vamos a una reunión científica y no presentamos nuestra propia investigación en ella, a los académicos normalmente nos toca ganarnos el derecho a asistir haciendo un comentario crítico de alguno de los trabajos presentados. A mí me tocó ayer comentar un trabajo de Christian Dustmann, Uta Schönberg y Jan Stuhler sobre un episodio de entradas de trabajadores checos en Alemania. Lo mejor de esta práctica es que uno suele aprender cosas interesantes sobre temas en los que no investiga 😉

El trabajo estudia los efectos de una política puesta en práctica en Alemania tras la caída del muro de Berlín, en concreto al inicio de 1991. Como consecuencia de ese evento se necesitaban más trabajadores, por lo que se permitió a todos los checos que lo desearan trabajar en los distritos alemanes fronterizos con Checoslovaquia (y también a los polacos en los distritos alemanes fronterizos con Polonia). Aunque podían trabajar, no podían obtener la residencia allí (ni alquilar un piso), por lo que cada día tenían que volver a dormir a su casa, al otro lado de la frontera. Estos son los distritos analizados (en azul oscuro):

districts

(Los distritos marcados en rojo se excluyen del estudio, por estar muy cerca de la antigua Alemania del Este (RDA), donde estaban sucediendo otras muchas cosas.)

El efecto de esta liberalización fue bastante grande. La proporción de checos en el empleo en los distritos fronterizos pasó de prácticamente cero en 1990 al 3% en 1992, como se ve en este gráfico:

commuter_shock

La idea del estudio es aprovechar esta política para estudiar el efecto de una entrada masiva y repentina de trabajadores extranjeros sobre los salarios y el empleo de los trabajadores nativos en los distritos fronterizos. Se estudia comparándolos con otros distritos no fronterizos, elegidos por tener una composición del empleo parecida en 1990 (algunos de los cuales aparecen sombreados en azul claro en el primer gráfico). Como se observa en el segundo gráfico, en los distritos no fronterizos la proporción de empleados checos apenas varió (línea discontinua).

Cuando aumenta el número de trabajadores que buscan empleo en una zona, manteniendo todo lo demás constante, lo previsible a muy corto plazo es que los salarios y el empleo de quienes ya trabajaban en esa zona caigan: los entrantes están dispuestos a trabajar por salarios menores y algunos residentes son reemplazados por los entrantes (de nuevo, para un nivel dado de la demanda de trabajo). Estrictamente hablando no tienen por qué caer (y en este caso no cayeron): si la economía está creciendo −como sucedía en los distritos fronterizos−, los salarios y el empleo de los residentes pueden fácilmente aumentar. (Y en cuanto la inversión puede reaccionar, se espera que haya un aumento generalizado de la actividad y el empleo.)

Lo que nos interesa saber es si los salarios y el empleo crecen más o menos con respecto a la senda que habría seguido la economía sin ese cambio. Pero este es un caso hipotético e inobservable. Para salvar este escollo se eligen los distritos de "control", es decir los no afectados por la entrada de trabajadores checos. Tras verificar que la senda de los salarios y el empleo previa a esa entrada de trabajadores se asemeja mucho en ambos grupos de distritos, se utiliza la senda de los distritos no afectados para construir ese contrafactual.

El estudio encuentra que por cada punto porcentual (un 1%) de aumento de la proporción de checos en el empleo en esos distritos entre 1990 y 1993, el salario medio de los residentes cayó un 0.13% y su empleo en un 0.93% (es decir, una expulsión casi completa). Si bien el tamaño del efecto estimado es grande, en concreto el del empleo, el sentido (signo) de estos resultados no es sorprendente. Tampoco lo es que el coste principal, tanto en salarios como en empleo, lo sufrieran los trabajadores menos cualificados, dado que la mayoría de los trabajadores checos también lo eran.

En el gráfico siguiente aparecen los efectos sobre las nuevas contrataciones y los despidos (o bajas voluntarias), por grupos de edad. Algo más novedoso es lo siguiente: el efecto principal no es que los residentes pierdan sus empleos (línea roja, en puntos porcentuales de respuesta por cada punto porcentual de entrantes checos), lo que solo les pasa a los mayores de 50 años, sino que es una menor contratación de residentes (línea azul).

inflows-outflows

Estos efectos sobre el empleo seguramente son una cota superior de lo que se encuentra para migraciones estándar a corto plazo. Una razón es que estos no son estrictamente hablando inmigrantes, sino trabajadores externos que se desplazan ("commuters", en inglés). Se trata de lo que los economistas llamamos un "shock de oferta de trabajo" puro, con escasos efectos de demanda: los trabajadores checos seguramente contribuían poco a estimular la demanda local, pues se volvían a cenar a casa (y quizá se llevasen la comida en la tartera) y sus familias probablemente tampoco consumían muchos productos alemanes.

Cuáles sean los efectos sobre los salarios y el empleo también depende de si los trabajadores (en sus decisiones de trabajo y de aspiración salarial) y los empresarios (en sus decisiones de contratación e inversión) reaccionan mucho o poco a la actividad económica y a qué velocidad. Aquí las expectativas podrían ser importantes. Los trabajadores alemanes posiblemente reaccionaran menos al principio, por esperar que este flujo fuera temporal. Como se puede apreciar en el segundo gráfico, de hecho lo fue, pues hubo una reacción negativa de los ciudadanos, quienes lograron que a partir de 1994 la ley se aplicara de forma más restrictiva y remitieran así las entradas de trabajadores checos.

Estas condiciones tan especiales no se dan en las migraciones habituales. En España se han hecho varios estudios rigurosos sobre los efectos de los enormes flujos de inmigración que experimentó nuestro país desde finales de los años 90 hasta mediados de la década pasada. Por ejemplo este trabajo de Raquel Carrasco, Juan F. Jimeno y A. Carolina Ortega, o este otro de la editora de NeG Libertad González con Francesc Ortega. En ellos no se encuentran efectos negativos significativos de los flujos inmigratorios sobre los salarios o el empleo de los trabajadores nativos. No obstante, no se han hecho aún estudios para el periodo de crisis ni con métodos parecidos a los del trabajo comentado, así que debemos mantener una duda razonable.

Medir los efectos de la inmigración a medio y largo plazo es muy difícil, porque se desencadenan muchas cambios en la economía a medida que pasa el tiempo y seguramente se necesita mucho más un modelo teórico para interpretar los resultados (con los consiguientes supuestos restrictivos). En todo caso, contamos con alguna evidencia para Estados Unidos de que a medio y largo plazo la llegada de inmigrantes conduce a aumentos de la capacidad productiva de la economía, al estimular la inversión y promover la especialización productiva, sin afectar apenas a las oportunidades de empleo de los trabajadores nativos (ver este resumen de Giovanni Peri).