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Avance sobre la re-reforma laboral

Ayer se aprobó en el Congreso el proyecto de ley que modifica el decreto-ley de reforma del mercado de trabajo de junio pasado. Se han añadido muchas enmiendas, que es imposible analizar instantáneamente. Además, queda un trámite en el Senado, que podría incorporar alguna variación menor. Por tanto, tiene sentido dejar el "post-mortem" para el mes de septiembre, cuando se conozca el texto final. Voy a intentar, no obstante, un brevísimo avance.

La mayoría de las enmiendas parece, en una lectura rápida, de menor transcendencia. El cambio más importante parece ser la concreción de las causas económicas de despido objetivo, en que la situación económica negativa de la empresa se concreta en "la existencia de pérdidas actuales o previstas, o la disminución persistente de su nivel de ingresos, que puedan afectar a su viabilidad o a su capacidad de mantener el volumen de empleo". La concreción de las causas podría ser en principio buena noticia, pero la incertidumbre sobre ese carácter persiste. Por ejemplo, no sabemos cómo estimarán los jueces si la disminución de ingresos es "persistente" o no. Por tanto, creo que sigue siendo válida la valoración que hice de este aspecto en una entrada anterior. En particular, en que probablemente lleve bastante tiempo averiguar la incidencia de la medida, tras  procesos de casación de sentencias contrapuestas.

En segundo lugar, es imposible sustraerse a la sensación de estar ante una oportunidad perdida. Por una parte, es muy improbable que la reforma permita acabar con la lacra del empleo temporal y sus múltiples secuelas. Como expliqué en otra entrada, el contrato con indemnizaciones crecientes es una propuesta sólida, que combina mayor flexibilidad para las empresas con mayor seguridad para los trabajadores, pero no se ha tenido en cuenta. Por otra parte, en las enmiendas apenas se ha retocado la ya escasa variación de la regulación de la negociación colectiva, con el argumento (¿excusa?) de que se ha de dar tiempo a los agentes sociales para hacer una propuesta de reforma consensuada (que no llegará). Por tanto, en este caso también se mantiene en esencia la valoración anterior sobre el decreto-ley.

En suma, mi primera impresión es que nuestros representantes políticos no se han atrevido a abordar en serio los dos grandes problemas que impiden que nuestro mercado de trabajo funcione bien -la temporalidad y la negociación colectiva- y que conducen a resultados como el estancamiento de la tasa de paro en el 20% en el segundo trimestre, anunciado hoy por el INE. Excediendo los límites del análisis económico estricto, mi sospecha es que ello no se debe tanto a discrepancias con respecto al diagnóstico técnico de la situación o de las medidas que la mejorarían, sino a razones de carácter político. Si estoy en lo cierto, entonces el resultado real no es, como podría pensarse el de un "juego de suma cero", en el que unos se benefician y otros salen perjudicados pero en promedio nadie pierde. A mi juicio, perdemos todos.