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Ángel Rojo: Un gran maestro

Ayer falleció en Madrid una persona extraordinaria, Ángel Rojo. Era excepcional por muchas  razones y su desaparición supone una pérdida enorme. Es alguien que destacó en la política económica, la docencia y el fomento de la investigación científica. Sus logros son tantos y tan grandes que parecen el fruto de varias vidas.

En la Universidad, Rojo fue un catedrático de Economía de vanguardia. En los años 60 revolucionó los estudios de Economía en una Universidad completamente anticuada. Introdujo entre nosotros la Macroeconomía moderna y muchísimos estudiantes de toda España descubrimos, gracias a su manual Renta, Precios y Balanza de Pagos, la frontera del conocimiento económico del momento.

En la administración pública, empezó colaborando en la elaboración del Plan de Estabilización de 1959, que supuso la vuelta de España al seno de la economía mundial tras largos años de aislamiento. Después se hizo cargo del Servicio de Estudios del Banco de España, convirtiéndolo en el mejor centro de análisis de la economía española. En la segunda mitad de los años 70 diseñó y puso en práctica una política monetaria moderna, pues la que se practicaba hasta entonces no merecía tal nombre. Posteriormente fue Subgobernador y Gobernador del Banco de España, teniendo que gestionar situaciones tan difíciles como la reducción de la inflación en España desde finales de los años 70, la crisis bancaria de los años 80 o el cumplimiento de las condiciones de convergencia para la entrada de España en la Unión Monetaria Europea, institución en cuya gestación también participó. Dotó al Banco de España de autonomía, no solo formal sino también real, construyendo la gran reputación de la que esta institución disfrutó durante su mandato.

A finales de los años 90, anticipando los problemas que podrían sobrevenir por la inversión crediticia en el sector inmobiliario, supervisó el diseño de la regulación que exigió a las entidades financieras la elevación de su capital para garantizar su solvencia. Fue una medida que no se tomó en ningún otro país y que evitó que los bancos españoles tuvieran que ser rescatados al inicio de la crisis financiera iniciada en 2007 –a diferencia de lo sucedido en muchos otros países occidentales.

La brillantez intelectual de Rojo le llevó a ser maestro de varias generaciones de economistas, tanto dentro como fuera de la Universidad. Un notable grupo de sus discípulos le siguió de la Universidad al Servicio de Estudios del Banco de España y acabó conformando su equipo de colaboradores directos durante un largo periodo. En muchos otros ámbitos, el número de quienes se beneficiaron de su sabiduria es muy grande. Hace unos años, la Universidad Complutense publicó un libro en su honor, que acabó abarcando dos gruesos volúmenes de artículos escritos por excelentes profesionales, uno de Economía y otro de Historia Económica, campo cuyo desarrollo siempre apoyó desde el Banco de España.

Aunque se dedicó principalmente a la política económica, Ángel Rojo nunca perdió su interés por la economía académica, lo que le llevó a promover dos de las mejores instituciones de análisis económico que hay en España. Por un lado, creó el Centro de Estudios Monetarios y Financieros (CEMFI), dedicado a la docencia y la investigación económicas, que tras 24 años de andadura, es una de las más prestigiosas de Europa en su campo. Por otro lado, promovió la creación de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA), que acaba de celebrar sus 25 años y que hoy desempeña un papel muy destacado en el debate de política económica en nuestro país.

Incluso después de su jubilación, Rojo lanzó una nueva iniciativa, el Programa de Ciencias Sociales de la Fundación Ramón Areces, desde el que estimuló el mecenazgo de la investigación con estrictos criterios de calidad y la divulgación económica. Gracias a esta última iniciativa y a la que había impulsado muchos años atrás, creando un programa de becas en el Banco de España, centenares de españoles pudimos cursar estudios de doctorado en las mejores universidades del mundo.

Para los que tuvimos la suerte de tratarle, hablar con Ángel Rojo era un placer y un reto. Era muy inteligente y de mente rápida. Otros de sus rasgos sobresalientes eran su absoluta integridad, su austeridad y su cortesía con todos. Tenía una cultura extraordinaria, que le gustaba compartir. Somos muchos los que descubrimos a Proust gracias a él. No es extraño que llegara a ser miembro de la Real Academia Española, donde ingresó con el que recuerdo como magnífico discurso sobre “La sociedad madrileña en Galdós”, o a ser vicepresidente de la Fundación de Amigos del Museo del Prado.

En suma, Ángel Rojo trabajó toda su vida para elevar el bienestar económico y social en España, dedicándose en cuerpo y alma al servicio público y dedicando su inteligencia y su tesón para mejorar nuestras instituciones, nuestra docencia y nuestra investigación. Somos muchos los que tenemos una enorme deuda de gratitud con él. En un libro de celebración de los 25 años de FEDEA que se presentará el mes próximo, Julio Segura dice de él: “ha sido la persona fundamental en mi vida académica. Si Ángel no hubiera existido, yo no estaría donde estoy, no solo en la CNMV sino tampoco en la universidad.” Yo puedo decir lo mismo. Todos le echaremos mucho de menos.