De Samuel Bentolila y Marcel Jansen
Estamos a dos semanas de Nochevieja y toca hacer balance. Ayer lo hicimos durante una presentación a la prensa en Fedea. Allí destacamos que durante este año ha habido algunos cambios importantes en la evolución del mercado de trabajo español. Por una parte, por fin hemos tocado fondo, aunque solo en la tasa de caída, no en el nivel del empleo. También se observa un afianzamiento de la moderación salarial, lo que con el tiempo debería ayudar a la recuperación del empleo. Sin embargo, el agravamiento del paro de larga duración y su concentración entre trabajadores mayores y poco cualificados hará más difícil la reinserción de estos en el empleo, a pesar de lo cual no se ven avances en las políticas de empleo.
El gráfico de cabecera muestra la debacle. Del techo del verano de 2007 al suelo del invierno de 2013 hemos perdido 3.9 millones de empleos, de los cuales 3.2 millones eran asalariados en el sector privado (la diferencia son empleos públicos y autónomos). Es decir, el 19% del total y el 23% en el segundo caso. ¡Ay!
Como el primer trimestre suele ser peor que los colindantes por razones estacionales, cabe preguntarse si de verdad hemos tocado fondo en el nivel de empleo. Lamentablemente no parece ser así: el aumento de 189 mil empleos de los trimestres segundo y tercero de 2013 se convierte en una destrucción de unos 122 mil empleos al restar las variaciones estacionales, según los datos del INE (aclaración: como el INE no proporciona datos de niveles, los hemos calculado a partir de las tasas que da el INE; tampoco contamos información oficial sobre empleo asalariado privado desestacionalizado).
Sí hemos tocado fondo en la tasa de caída interanual, que compara cada trimestre con el mismo del año anterior:
La máxima tasa de caída interanual se dió a finales del año pasado. Extrapolando de forma mecánica la tendencia reciente, cabe esperar que se cree empleo neto en términos interanuales (es decir, independientemente de las variaciones estacionales) hacia mediados de 2014.
No obstante, sería insensato echar las campanas al vuelo: todo indica que la recuperación del empleo será lenta, pues no se esperan aumentos del PIB por encima del 1% para 2014. Y parece claro que lo que crecerá será sobre todo el empleo temporal. De hecho, el aumento neto de empleo asalariado de los dos últimos trimestres proviene de la creación de 300 mil empleos temporales y la destrucción de 150 mil indefinidos. Como muestra el gráfico siguiente, estos últimos siguen cayendo a una tasa interanual del 3.5%, mientras que los temporales podrían incluso mostrar una tasa positiva a finales de este año.
El segundo rasgo destacable del año es la consolidación de la moderación salarial. La información sobre convenios colectivos es cada vez menos útil, pues los trabajadores cubiertos por los registrados han caído un 60% con respecto a 2010 (4.2 millones v. 10.8, ver aquí). Según esta fuente, hasta octubre el aumento salarial medio fue del 0.55%, frente al 1.24% de hace un año (en lo que se basó el Ministro Montoro para aducir la no caída salarial). Restando la inflación según el deflactor del PIB, los salarios crecen un 0.15% frente al 1% de hace un año.
Otras fuentes sí muestran, sin embargo, una caída nominal. Por ejemplo, en la Encuesta Trimestral de Coste Laboral (2º trim.), la caída salarial es del 0.2% frente al aumento del 0.5% de hace un año, que --con el mismo deflactor-- en términos reales es una caída del 0.9% frente al aumento del 0.6% hace un año (aunque esta medida refleja también cambios de composición, como señalaba J. Ignacio Conde-Ruiz).
Aún no tenemos información para 2013 sobre la distribución salarial según la Encuesta de Población Activa, pero cabe pensar que se hayan mantenido los rasgos del año pasado, conocidos hace un mes. El siguiente gráfico muestra la evolución salarial en términos reales, es decir, tras deflactar los salarios nominales (aquí) por el índice de precios de consumo. Lo mostramos tanto para 2011 (ya discutido) como para 2012, en comparación con 2008 y distinguiendo por decil (es decir, en bloques del 10% de los salarios):
Mientras que para el primer decil (que deja por debajo al 10% de salarios más bajos) la caída real se aceleró hasta casi el 17%, hubo un aumento real del 1% para el séptimo decil (que deja por encima al 30% de salarios más altos). La pérdida de poder adquisitivo ha afectado más, por tanto, a los salarios más bajos. El resultado es un aumento de la desigualdad salarial (como se discutió aquí).
Conviene aclarar que el aumento en la desigualdad salarial es fruto de muchos cambios a la vez. Nótese que la identidad del trabajador en el primer decil, digamos, cambia con el tiempo. Por tanto, la caída real para ese decil refleja tanto cambios en los salarios por hora, como cambios en las horas, el tipo de contrato y el capital humano del trabajador que ocupa esa posición en la distribución. En cualquier caso, el aumento de la desigualdad no es necesariamente malo, porque facilita la contratación de jóvenes y trabajadores poco cualificados.
Las evoluciones del empleo y salarial se han visto afectadas por la reforma laboral de 2012. Un estudio reciente de Mario Izquierdo, Aitor Lacuesta y Sergio Puente vincula la moderación salarial a la reforma e indica que los efectos sobre el empleo son menos concluyentes. Pronto se hará público un análisis de la reforma encargado por el Ministerio de Empleo a la OCDE y veremos si confirma estas conclusiones.
El tercer rasgo a señalar es el aumento de los parados de larga duración, es decir, los que llevan más de un año en esa situación laboral. Hace un año eran alrededor de tres millones y representaban el 53% del total de parados, ahora son tres millones y medio, suponiendo el 59%.
Como señalamos el mes pasado, esta característica reduce sensiblemente las oportunidades de reempleo. Además, su composición está sesgada hacia los trabajadores con peores perspectivas de recolocación. En concreto, entre quienes llevan parados menos de un año, la mitad tiene como máximo educación secundaria obligatoria, mientras que entre los parados de larga duración la proporción asciende al 60%. En segundo lugar, entre los parados menos de un año, los mayores de 45 representan la cuarta parte, pero entre los parados de larga duración ascienden al 35% (ver las entradas de Sara de la Rica sobre el paro de larga duración y de los mayores de 45).
En otras palabras, la fracción de parados de más difícil recolocación está aumentando tendencialmente, lo que implica que, incluso con una recuperación del empleo, estos colectivos no van a tener nada fácil la salida del paro y por tanto requieren una atención especial, a través de políticas de empleo más eficientes.
¿Qué cambios ha habido en las políticas activas de empleo durante este año? En febrero se aprobó un decreto de medidas de "apoyo al emprendedor y de estímulo del crecimiento y de la creación de empleo". El comentario en este blog es elocuente: "Las medidas para los jóvenes no convencen" (I) y (II).
En agosto se anunció Plan Anual de Política de Empleo para 2013, que saludamos esperanzados. Y se convocó la selección de agencias de colocación para la inserción de los parados que debería poner en marcha la colaboración público-privada en la reinserción. Resultados hasta ahora: ninguno. Bueno, ninguno no, podemos mencionar que los servicios públicos de empleo intermediaron solo el 2.6% de los casi 3.8 millones de contratos realizados en el segundo trimestre del año.
En suma, el Gobierno ha adoptado varias medidas aisladas, pero sigue faltando una estrategia global decidida y coherente. Ahora se anuncian medidas menores, sobre el empleo a tiempo parcial, o directamente cosméticas, de reducción del número de tipos de contrato, pero manteniendo la temporalidad. Como discutía Sara hace poco, no basta con esto y, de hecho, desde Bruselas ayer mismo nos reclamaron algo más. Una buena forma de avanzar en el diseño y la puesta en práctica de las políticas activas sería, siguendo el ejemplo de las reformas de pensiones y fiscal, crear una comisión de expertos nacionales y --sobre todo-- extranjeros, coordinada por la OCDE, que tiene mucha experiencia en este campo.
Hay 5 comentarios
Se ha hablado aquí hasta la saciedad sobre política laboral. Se han propuesto soluciones agresivas, más aún que las tomadas por el gobierno. Se ha insinuado incluso que al no haber sido practicadas, por miedo a los agentes sociales (una tontería con perdón) o por falta de inteligencia, la tasa de empleo no ha parado de caer.
La realidad es que el mismo ejecutivo reconoció, creo recordar soto voce, que la reforma laboral había conseguido dos de sus objetivos: bajar el coste del despido y el de los salarios. Y no hay que ser muy listo para saber que lo primero debía servir exclusivamente para aumentar el paro, mientras de lo segundo no sabemos.
Yo no soy economista, pero desde el primer día sé, igual que otros muchos, que el país no podía por si mismo y atado al euro crear empleo, y que el resto de la UE suficiente tenía con salvar su descalabro. Y si yo y otros iguales lo sabían, es de esperar que también el resto. Dicho esto debemos entender que con una reforma laboral más agresiva, ahora tendríamos más paro y salarios aún más bajos.
Ahora la situación española la veo como el vuelo de un ala delta, que ha entrado en ángulo de no retorno, debido a volar en frenado con el morro demasiado bajo. En pocas palabras: el que pueda que marche corriendo.
Por cierto, el artículo merece comentarios largos y por partes, y no quedan palabras
Señores Bentolila y Jansen:
Me permito advertirles que su información es bastante menos significativa que lo que un lector poco crítico podría suponer. Una cosa es hablar de promedios sobre los salarios y otra hablar de las condiciones económicas de quienes no obtienen rentas sustanciales del capital y aspiran a vivir de las rentas de su trabajo, sea éste por cuenta ajena o autónomo. Es decir, la gran mayoría de la población.
En primer lugar, aunque el incremento real del salario neto (nominal menos impuestos e inflación) hubiera, en promedio, sido positivo (lo cual sería francamente preocupante, pues supondría que los empresarios son tontos y suben salarios pudiendo hacer lo contrario), ello no implicaría que los ingresos de los trabajadores hayan aumentado. Puesto que muchos de los que han perdido su puesto de trabajo asalariado habrán visto reducirse sus ingresos al pasar a trabajar en la economía sumergida, cobrar una pensión o subsidio estatal, autoemplearse como buenamente hayan podido o no percibir ingresos de ninguna clase. Metan ustedes eso en el promedio y luego hablamos.
Por otra parte, no perdamos de vista que los ingresos de las personas no se componen exclusivamente de los salarios directos, sino que hay que tener en cuenta también los indirectos (gasto público social). Les sugiero que incluyan también éstos en su cómputo, a ver qué sale.
En resumen: recuperación económica no será la recuperación del empleo, ni siquiera la de los salarios, sino la del poder adquisitivo o, mejor, del bienestar en su sentido amplio.
Según mi entender, para conseguir pleno empleo, en una economía abierta, debe uno ajustarse a las circunstancias mundiales. Otra cosa es forzar a que unos paguen un poco a otros por no hacer nada útil. Y eso es injusto, ineficiente e insostenible.
¿ Un parado de larga duración está dispuesto a moverse de su casa ? Si no es así no me merece lástima sino rabia. Si sí es así entonces ¿ por qué voy a subvencionar que no lo haga ?
No lo entiendo. Estamos en un área de libertad de movimiento de trabajadores. ¿ Por qué no lo aprovechan para emigrar ? ¿ Un parado de larga duración no ha tenido tiempo de aprender inglés y comprar un billete de autobús ? Venga ya, estamos protegiendo de la cuna a la tumba y más allá, y así solo se consigue una población cuyo único ímpetu es cobrar la "paguilla". No, primero que cada uno haga todo lo posible por si mismo y después que pida a los demás. Y después quiere decir después, no mientras.
¿ Cuánta gente ha emigrado en 5 años de crisis ? ¿ 100.000 españoles sobre 6 millones de desempleados? ¡¡¡ Uno de cada 60 ¡¡¡¿ Eso es señal de responsabilidad o de vaguería ?
Gracias Samuel,
Me ha resultado una descripción muy clara de la situación. La pena es que no parezca que haya interés por los buenos diagnósticos.
Feliz año
Juan, yo creo que está sobrediagnosticado. Por lo que no parece haber mucho interés es por poner en práctica medidas sobre las que existe un amplio consenso, como un contrato para acabar con la temporalidad o políticas activas de empleo efectivas. Aparentemente solo se harían si vinieran impuestas desde fuera, lo que no es fácil (la Comisión está en su propio ciclo electoral) ni la mejor alternativa. Feliz año nuevo,
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