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¿Vale la pena estudiar? (V) El extraño caso de la FP

En España faltan graduados de formación profesional (FP), como proporción de la población, en relación con lo que sucede en otros países europeos. ¿Hasta qué punto se debe esta situación a la ausencia de incentivos económicos?

Como han indicado en otras entradas varios de mis compañeros del blog, es bien sabido que el nivel educativo de la población española tiene, por comparación con otros países, una forma de “reloj de arena”: más personas con educación primaria o secundaria obligatoria (ESO) y más con formación terciaria. Este cuadro muestra algunos datos:

El déficit en la educación secundaria post-obligatoria (SPO) se debe sobre todo a la FP. Pero, como estos stocks no reflejan necesariamente los flujos actuales, hay que analizar la situación de los jóvenes. En el curso 2008-2009 el 70% de los jóvenes en SPO estaban matriculados en Bachillerato y el 30% en FP de grado medio.

¿Hay determinantes económicos en la elección entre Bachillerato y FP? Ésta es la pregunta que Cristina López-Mayán se plantea en un trabajo reciente. Para contestarla usa la Encuesta de Transición Educativo-Formativa e Inserción Laboral (ETEFIL), que contiene datos individuales de 2001 a 2005 de los alumnos que acabaron la ESO en 2001.

En su muestra, el 80% de los jóvenes opta por el Bachillerato al terminar la ESO, el 14% por la FP y el 6% no sigue estudiando (entre los varones las cifras respectivas son 75%, 18% y 7%). Estas cifras son compatibles con las anteriores, porque el número de matriculados depende de cuántos repitan curso y cuántos abandonen los estudios tras empezarlos. Por ejemplo, en Bachillerato tras el primer año repite curso el 13% y en la FP el 17%. Y en el Bachillerato se gradúa el 79% pero en la FP solo lo logra el 67%.

Un indicador de la aptitud de los alumnos para el estudio es la repetición de curso. Resulta que entre los que acaban la ESO con 16 años (o sea, no repetidores) el 91% elige el Bachillerato, el 7% la FP y el 2% no sigue estudiando. Pero entre los que acaban la ESO con 18 años (es decir, repitieron curso 2 veces) las cifras respectivas son 36%, 43% y 21%. Esto sugiere que los que eligen la FP tienen menor aptitud para el estudio de los que cursan Bachillerato.

El trabajo citado analiza la decisión de los jóvenes de seguir estudiando o no –distinguiendo en el primer caso entre Bachillerato y FP– y permitiendo que tengan en cuenta aspectos como las probabilidades de pasar de curso y alcanzar el título. También permite que tengan en cuenta el rendimiento salarial de cada nivel de estudios, lo que requiere a su vez considerar la probabilidad de más adelante quieran seguir estudiando: por ejemplo, el 73% de los que acaban el Bachillerato va a la Universidad y el 8% de los que acaban la FP de grado medio sigue a la FP superior.

Tras calcular el valor actual descontado esperado de todo el flujo vital de salarios reales (ver la definición en esta entrada), usando la Encuesta de Estructura Salarial, se encuentra que, en comparación con tener solo el título de ESO, graduarse en la Universidad genera un aumento medio de renta laboral del 67% y graduarse en Bachillerato un aumento del 42%, mientras que graduarse en FP genera un aumento del 36% (aunque en todos estos casos hay grandes diferencias entre regiones y por sexo). Esto sugiere, por ejemplo, que estudiar Bachillerato es rentable solo si se va a ir a la Universidad.

En una entrada anterior mostraba que estudiar parece ser rentable en España, pues cuanto mayor es el nivel educativo mayor es el salario y menores son las tasas de paro y de temporalidad. Pero no podemos inferir que esas correlaciones capten efectos causales de estudiar, porque las personas de distintos niveles educativos tendrán distintas caracteristicas. En particular, la productividad tiende a ser mayor cuanto mayor es el nivel educativo. Por tanto, no podemos concluir directamente que si una determinada persona pasara de tener el título de FP a tener el de Bachillerato ganaría un x% más simplemente comparando los salarios medios de los graduados de FP y de Bachillerato, entre otras cosas porque la decisión de qué estudiar la toman las personas teniendo en cuenta su propia aptitud para el estudio. Sin embargo, las estimaciones del trabajo que estoy comentando, al tener en cuenta las variables mencionadas (y, mediante algunos supuestos en la estimación econométrica, algunas diferencias no observadas) sí permiten hacer comparaciones más homogéneas.

Pues bien, las estimaciones del trabajo indican que el rendimiento monetario de graduarse en FP seguramente es demasiado bajo. En concreto, si subiera (exógenamente) un 10% el salario de los graduados de FP, sucedería lo siguiente: entre los graduados de la ESO seguiría estudiando un 1.5% más que ahora y estudiaría FP un 11% más, y entre los que estudian FP se graduaría un 3% más. Además, estas respuestas son mucho mayores que las generadas, entre los alumnos de Bachillerato, si se elevara en un 10% el salario de los graduados de Bachillerato o el salario de los universitarios.

Hay varios factores que pueden explicar estos resultados. Por ejemplo, es difícil medir cuál es la variación de la productividad de los trabajadores en función de la variación de su nivel educativo. Pero creo que debe de ser relevante para generarlos la escasa respuesta de los salarios a las variaciones de la productividad que se da en España (lo que nos lleva de nuevo a la reforma de la regulación de la negociación colectiva).