Tano Santos, colaborador de Nada es Gratis, ha recibido el IV Premio Jaime Fernández de Araoz sobre Corporate Finance por su trabajo titulado “Cream Skimming in Financial Markets”, conjunto con Patrick Bolton y Jose A. Scheinkman.
Reciba mi más sincera enhorabuena, a la que estoy seguro se suman los editores, colaboradores y lectores del blog. Creo que casi todos entenderíamos muchísimo menos la crisis financiera, el endeudamiento de la economía española y muchos otros asuntos sin sus entradas en el blog. Me permito recomendar la última y excelente entrada que ha publicado, sobre los indignados y la economía política de la burbuja.
Al recibir el premio de manos del Príncipe de Asturias, Tano recordó cómo hace veinte años había recibido de su padre, el Rey Juan Carlos, la beca de la Caixa que le permitió llevar a cabo sus estudios de doctorado en Estados Unidos. Es un excelente ejemplo del altísimo rendimiento que proporciona la inversión en capital humano (como decimos los pedantes economistas, ver abajo).
El premio es muy merecido, pues el trabajo es interesantísimo, ocupándose de los mecanismos que llevan a las personas a elegir entre hacerse empresarios y ser operadores en los mercados financieros. Creo que lo mejor es reproducir los párrafos del discurso de Tano en la recepción del Premio en que explica su contenido.
“El trabajo hoy premiado versa sobre uno de los temas de gran actualidad en finanzas, que es la relación que hay entre mercados financieros y capital humano. Está inspirado, en primer lugar, por el peculiar patrón observado en las últimas décadas en EE.UU., que no es otro que el espectacular crecimiento observado en dichos mercados. Pero también lo está por nuestra propia experiencia como docentes: después de casi quince años de enseñanza en la escuela de negocios se hacía cansina la letanía de nuestros mejores estudiantes, cuya única obsesión era la de conseguir un trabajo en uno de los grandes bancos de inversión estadounidenses. ¿Por qué? ¿Por qué lo mejor de nuestro talento prefería usarlo en la intermediación financiera antes que en la pura actividad empresarial? No es que esto último no ocurriese, pero es que era tan infrecuente que cuando lo hacía llamaba poderosamente la atención. El punto del trabajo es precisamente mostrar que el desarrollo de los mercados financieros modernos sesga la distribución de talento: los más dotados, aquellos con más talento, obtienen rentas mayores en el sector financiero que en cualquier otra actividad incluso cuando el beneficio social de emprender iniciativas empresariales sea mayor.
El motivo es que el crecimiento de los mercados financieros se ha concentrado en un segmento particularmente opaco y donde es fácil apalancar el talento de uno sin que los precios transmitan la información y el conocimiento tan costosamente obtenidos. Estos son los mercados privados y over-the-counter (OTC). Tal es el beneficio de obtener liquidez y coberturas de riesgo en este mercado que muchas contrapartidas con necesidades de financiación pagan un precio alto por dicha financiación para evitar tener que obtenerla en los mercados centralizados. De ahí las grandes rentas que fluyen al sector financiero.
Entiéndaseme bien, que veo alguna cara nerviosa, no es que estos mercados y los intermediarios financieros no tengan un papel en nuestra sociedad; de hecho nuestro trabajo muestra cómo estos mercados y sus participantes son absolutamente fundamentales para el buen funcionamiento de nuestra economía y para resolver importantes problemas de incentivos. Lo que digo es que toda sociedad ha de buscar el equilibrio entre un sector, el de intermediación financiera, y el otro, el empresarial, y que hay un sesgo que hay que corregir.
Y esto me trae a donde quiero ir, que es a animar a nuestras autoridades con responsabilidades en política económica, y hoy nos honran con su presencia muchas de ellas, a que incentiven todo lo posible la actividad empresarial. Es ella la que nos sacará de esta crisis. En nuestro país hacen mucha falta “Silicon Valleys” y hay que asegurarse de que se produzcan las condiciones para que éstos surjan. Y aquí aprovecho que el Pisuerga pasa por Valladolid, para recordar que nada de esto es posible sin una inversión fuerte en lo que los economistas denominamos, con esa pedantería que nos caracteriza, capital humano: todo en el mundo de hoy es educación y economía del conocimiento, todo, y nuestro país haría bien en mejorar la calidad de la misma y nuestra posición en este campo con respecto a nuestros competidores directos.”