Beatriz Gonzalez Lopez-Valcarcel y Pilar Garrido en nombre del proyecto Womeds (Women in Medicine in Spain)
Hace año y medio publicábamos una entrada sobre sesgo de género en economía y en medicina, con énfasis en el acceso (examen MIR, preferencias declaradas por las jóvenes médicas y economistas). La semana pasada presentamos en rueda de prensa los primeros resultados del proyecto WOMEDS (Women in Medicine in Spain) en el que estamos trabajando desde 2021 junto a otras mujeres, médicas relevantes en el ámbito académico, asistencial y de la investigación. El propósito de WOMEDS es ofrecer una imagen fidedigna, basada mayormente en datos primarios recogidos para el proyecto, del sesgo de género en posiciones de liderazgo en la profesión médica en España. Abordamos cuatro ámbitos para cubrir los 360 grados del panorama: el asistencial (de momento solo en la red pública), el asociativo (sociedades médicas, colegios profesionales, academias y congresos científicos), el académico (universidades) y el de investigación (proyectos competitivos financiados por el ISCIII).
Los resultados detallados pueden consultarse en la web del proyecto y en esta página. Esta nota de prensa los resume.
El panorama es desolador. En los cuatro ámbitos hay desigualdades muy notables. Para cuantificarlas con un indicador comparable, hemos definido el índice de feminización, que es el porcentaje de mujeres en una determinada posición de relevancia o liderazgo dividido entre el porcentaje de mujeres en el colectivo relevante. Un índice igual a 1 refleja equilibrio o neutralidad, valores inferiores a la unidad reflejan desigualdades en contra de las mujeres. Ninguna de las 12 Comunidades Autónomas que aportaron datos consigue índices unitarios globales de jefas de servicio en los centros sanitarios públicos, ni siquiera de jefas de sección, y únicamente Navarra se acerca a esa cota. Solo 3 de las 46 sociedades médicas (medicina nuclear, dermatología y endocrinología) tienen índices mayores que 1 de ponentes invitados a sus congresos nacionales, y solo 3 han tenido presidenta durante todo el trienio del estudio (2019- 2021). Solo 7 de los 52 colegios médicos provinciales tenían en 2021 a una mujer en la presidencia. Las mujeres constituyen el 45% del profesorado de las facultades de medicina en España, pero solo el 28% de los catedráticos y el 10% de los catedráticos con plazas vinculadas a centros sanitarios son mujeres. Por último, el panorama en investigación también es desalentador: las mujeres solicitan menos proyectos como IPs en convocatorias competitivas del ISCIII, tienen tasas de éxito ligeramente inferiores pero sobre todo, la cuantía promedio de los proyectos liderados por mujeres es un 24% inferior a la de los hombres.
Un patrón general es que en los puestos de máxima responsabilidad y representación institucional hay un hombre, y las mujeres ocupan puestos inferiores en los consejos de dirección o juntas directivas. Presidente él, vicepresidentas y secretarias ellas.
Así pues, el acceso generalizado de las mujeres a la profesión médica no se ha traducido en una integración adecuada en puestos de liderazgo, responsabilidad y representación institucional. La sociedad no debería tolerar ese enorme desperdicio de talento femenino en los hospitales, universidades, sociedades médicas y centros de investigación.
Una vez hecho el diagnóstico, se trata de abordar etiología y tratamiento. La literatura apunta hacia múltiples causas, enraizadas en el marco cultural y los roles de género, que moldean las preferencias. Figuras femeninas de tutorización y referentes visibles para las jóvenes médicas pueden acelerar el proceso. Pero también podría haber causas conectadas a la discriminación y a la falta de igualdad real de oportunidades para ambos géneros, ligadas al contexto social, cultural y organizativo en el que se toman las decisiones.
El proceso hacia la insesgadez es complejo, no será rápido ni estará libre de retos. Requiere empezar por reconocer que el problema existe pero también un compromiso y voluntad decidida de políticos y mesogestores para mitigarlo. Puesto que el punto de partida es reconocer y cuantificar el problema, confiamos en que nuestro proyecto WOMEDS sea útil. Además, vamos a monitorizar los avances (o la falta de avances) en los indicadores, con una desagregación progresiva, territorial y por especialidades médicas.
Hay 4 comentarios
Las cifras están ahí pero ¿son realmente homogéneas? Lo digo porque parte de la explicación puede venir de la actitud (preferencias) de las propias mujeres (pueden no querer ocupar cargos directivos, o no tener interés o tiempo en presentarse a catedráticas ...). Me gustaría saber si este tipo de circunstancias han sido tenidas en cuenta.
No se han tenido en cuenta. La pregunta es si esas preferencias, que podrían "explicar" algunas diferencias, son genuinas, o mas bien el resultado de la interiorización de un determinado rol de género. El proyecto (#LancetWomen) profundiza en estos temas.
Hace unos años hice un estudio sobre el profesorado universitario.
El principal factor de discriminación era la edad, no el sexo. Se requería una edad de 60 años para ser catedrático/a.
Ajustando la distribución por edad, las diferencias por sexo desaparecían; también en profesores/as titulares y doctorandos/as.
Sería interesante ver el impacto de este factor en el estudio.
Muchas gracias por el comentario. Puede haber un efecto cohorte en las cátedras universitarias de medicina, en efecto. Pero se trata de una profesión muy feminizada y el proceso ha sido rápido. En 1980, el 17% de los médicos colegiados eran mujeres, en 1990, ya eran el 30%, en 2010 el 46% y en 2021 el 53%. Nuestra intención es seguir el proceso a lo largo del tiempo, veremos a qué ritmo se va reduciendo la brecha. Que solo el 10% de las cátedras de medicina vinculadas estén ocupadas por mujeres es una pésima señal, el cualquier caso.
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