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Qué puede hacer la sanidad por la economía: el coste-efectividad de las estrategias de test, rastreo y aislamiento[1]

Beatriz Gonzalez Lopez-Valcarcel
Laura Vallejo Torres

A nivel macroeconómico, la COVID-19 impone un alto coste global en términos de caída del PIB global y de cada país. El coste macroeconómico de la pandemia será del 14% del PIB mundial acumulado hasta 2021, según una estimación reciente. En el caso de España, según las predicciones de los organismos internacionales, el coste macroeconómico de la COVID-19 será mayor que en otros países europeos. Según las predicciones de octubre del Fondo Monetario Internacional, la economía española caerá un 12.8% en 2020 y solo recuperará un 7.2% en 2021. Pero el coste de la COVID-19 no es solo la caída del PIB, sino la diferencia entre lo que cae y lo que deja de crecer según las predicciones pre- COVID-19, de enero 2020, que para España eran de una subida de 1.6% cada año.

En economía sabemos que los incentivos funcionan, y la pandemia ha creado un potentísimo incentivo para la búsqueda de soluciones. Una parte de ese coste macroeconómico es exógeno, debido a la propia pandemia y está fuera de control por los gobiernos, pero otra parte puede mitigarse con intervenciones y políticas públicas efectivas. Nunca la política sanitaria había sido tan económica, ni la política económica había sido tan sanitaria. La Sanidad ha saltado a primer plano, está en el punto de mira, y la salud se ha convertido en un valor muy apreciado por la sociedad.

El SNS tiene una responsabilidad en la contención de la epidemia mediante estrategias coordinadas entre salud pública y atención primaria, y específicamente mediante la estrategia de test, rastreo y aislamiento (TRA). La atención primaria se ha convertido en el "el muro" de Juego de Tronos, que no deja pasar a los caminantes blancos.

Hemos hecho un Análisis Coste-Efectividad de la actual estrategia de TRA en España bajo la perspectiva del Sistema Nacional de Salud, es decir, teniendo en cuenta los costes y ahorros de coste que incurre o evita el sistema de salud, así como las mejoras en salud de la población, empleando una tasa de descuento del 3%. En el escenario base, asumimos hipótesis razonables basadas en los datos epidemiológicos para España: que hay un rastreador por cada 5.000 habitantes, que las PCR tienen un coste unitario de 40€, que cada caso detectado tiene 3 contactos estrechos, hay una tasa de positividad del 10% y el 24% de los contactos estrechos da positivo en el test. También asumimos que un tercio de los casos graves de COVID-19 (los que requieren hospitalización) sufrirán una complicación de salud a largo plazo, que les resta 2.8 Años de Vida Ajustados por Calidad (AVAC) en el tiempo de vida restante. Por cada muerte evitada se estimó además una ganancia de 2.9 AVAC.

Los resultados son muy contundentes. La estrategia actual de TRA es dominante, es decir, sus beneficios monetarizados (ahorros de costes) superan ampliamente los costes. En la solución de base, que aproxima la situación actual de España, la ratio beneficio/coste es de 7 a 1, es decir, por cada euro gastado en la estrategia, se ahorran 7.

Aunque hay incertidumbre sobre muchos parámetros de la epidemia, hemos obtenido resultados robustos variando los parámetros relevantes mediante análisis de sensibilidad, en el que hemos alterado los parámetros para los que existe mayor incertidumbre: la tasa de positividad de los test (entre el 5% y el 15%), el número de contactos estrechos de cada caso (entre 1 y 5), el % con potencial de transmisión en el momento de la detección (entre el 60% y el 90%), la tasa de adherencia al aislamiento (entre el 60% y el 90%), el número reproductivo básico, R0 (entre 0. 8 y 1,2), el horizonte de seguimiento (de 1 a 5 ciclos quincenales), el coste unitario de las pruebas (entre 20 y 60 euros) y el % de casos hospitalizados que sufren consecuencias a largo plazo (entre 10 y 40%).

La estrategia TRA es dominante en todos los escenarios considerados. Por lo tanto, la conclusión clara es que es una excelente estrategia, con retornos altísimos en términos de value for money. Posiblemente no exista ninguna intervención tan coste-efectiva en el sistema sanitario. La inmensa mayoría de nuevas tecnologías, sean tratamientos, medios diagnósticos o aparatos, están en el primer cuadrante del plano de coste-efectividad, es decir, cuestan más que las mejores tecnologías disponibles hasta que ha aparecido la nueva, pero aportan más efectividad. Por tanto, generalmente se trata de poner una cifra de umbral de disposición social a pagar por ganar una "unidad" de salud. Pero en este caso, la estrategia TRA está en el segundo cuadrante del plano, es mejor (gana salud) y tiene costes menores que la alternativa de no seguirla. El mensaje para las políticas está claro.

Pero no es solo hacerlo, también hacerlo bien: sin retrasos en la toma de muestras y en su resultado, con rastreadores bien entrenados, facilitando arcas de Noé para garantizar el aislamiento eficaz de quienes no pueden hacerlo en su domicilio.

Nuestras estimaciones son prudentes y han de ser consideradas cotas inferiores de la ratio beneficio/coste, pues no hemos incorporado los costes y ahorros macroeconómicos en términos de PIB. Manteniendo el número reproductivo básico por debajo del nivel al que se colapsarían los hospitales, forzando así confinamientos nuevos, la estrategia TRA estaría contribuyendo a aliviar el coste de la epidemia en términos de PIB. A pesar de que en nuestro análisis no incluimos esos costes y ahorros macroeconómicos, encontramos una ratio beneficio coste muy positiva.


[1] Parte de esta entrada resume la intervención de Beatriz Gonzalez en el homenaje a Ernest Lluch en el Ayuntamiento de Barcelona el 27 de noviembre de 2020. El video está disponible en https://youtu.be/TwWhN0lFUTI, y el artículo de las autoras de esta entrada "The costs of COVID-19 and the cost-effectiveness of testing" que saldrá publicado en breve en Applied Economic Analysis