Enrique Castellón Leal
Beatriz Gonzalez Lopez-Valcarcel
El World Economic Outlook del Fondo Monetario Internacional de enero 2021 se subtitula "Policy Support and Vaccines Expected to Lift Activity". El cambio favorable de las expectativas sobre las vacunas, junto al reforzamiento de las políticas de apoyo en algunos países, hacen revisar al alza en 0.3 puntos porcentuales el crecimiento mundial para 2021, unos 262,000 millones de $. El gran reto, y punto de partida para la vuelta a la normalidad económica, es alcanzar la inmunidad de rebaño. Un mes de adelanto o retraso de un país marcará una gran diferencia. El valor económico de la vacuna COVID-19 es enorme, como discutimos en una entrada anterior con Vicente Ortun.
La pregunta es ¿Hay capacidad para poner en el mercado en el corto plazo, digamos 2021, las vacunas necesarias? Una encuesta global llevada a cabo por CEPI para averiguar la capacidad de fabricar vacunas Covid en el mundo sin desplazar otras vacunas necesarias, estima entre 2,000 y 4,000 millones de dosis las que se podrían producir hasta el final de 2021. La mayor parte de las vacunas que están apareciendo necesitan doble dosis, por tanto estamos lejos de obtener en un plazo razonable las entre 10,000 y 15,000 millones de dosis que serían precisas. La alternativa de seguir el curso actual de gestión de la pandemia durante dos o tres años más sería dramática para la economía.
Además de la incertidumbre económica, también pesa la incertidumbre sobre el sistema sanitario: cuándo la asistencia sanitaria podrá tratar a todos los pacientes de todas las patologías, aún con los retrasos habituales, sin que resulten desplazados por los pacientes Covid. De momento, las listas de espera del SNS en el primer semestre de 2020 reflejan retrasos importantes, y la existencia de una bolsa de pacientes invisibles al radar del sistema sanitario.
La incertidumbre económica actual se deriva en gran medida de la incertidumbre relacionada por las vacunas, que es atribuible a causas biológicas, tecnológicas, logísticas, geopolíticas y económicas. En esta entrada aportamos una lista de "lo que sabemos que no sabemos", y por tanto, de las fuentes de incertidumbre.
1. Sobre las vacunas que ya están en el mercado y las que entrarán en breve plazo: cuál resultará ser su efectividad real, si ésta variará entre grupos de personas, cómo de seguras serán en el largo plazo (no hay experiencia con las vacunas DNA/RNA), cuánto durará la inmunidad y, muy importante, cómo se comportan en relación con la transmisibilidad. En relación con la duración de la inmunidad, desconocemos si harán falta periódicamente dosis de refuerzo y si esas dosis, en su caso, deben ser de la misma vacuna.
2. Sobre las vacunas en las primeras fases de desarrollo clínico (en la web del Financial Times puede seguirse su evolución), la gran pregunta es si podrán completar los ensayos clínicos. Una dificultad es que en la medida en que la gente se vaya vacunando con las ya comercializadas, será difícil encontrar voluntarios para los ensayos. Aunque la cobertura sea todavía escasa, sería éticamente inaceptable "reservar" personas naive para probar nuevas vacunas. Esto podría impedir el acceso al mercado de vacunas con ventajas claras sobre las existentes, y podría frenar la producción muy por debajo de su potencial. En esas circunstancias, es improbable que las compañías consigan financiación para completar todas las fases regulatoriamente exigidas hasta la aprobación.
3. Sobre las "variantes": hasta que no se consiga alcanzar la inmunidad de rebaño irán apareciendo nuevas mutaciones, y ese hecho aumentará todavía más el nivel de incertidumbre, tanto biológica como económica. No sabemos cuáles responderán y cuáles no a las vacunas actuales, ni a las vacunas en fase de desarrollo. Eso puede significar que cada cierto periodo de tiempo haya que crear nuevas versiones, como en el caso de la gripe. La Agencia Europea del Medicamento (y las agencias regulatorias equivalentes en otros países) han de establecer los requisitos para la autorización de las "variantes" vacunales que inmunizan frente a las variantes del virus, sin obligar a volver a la casilla de salida de la fase I del ensayo clínico. Las vacunas de RNA mensajero imponen un reto regulatorio nuevo.
4. Sobre los acuerdos de pre-compra y su falta de transparencia: no es un problema de incertidumbre, sino de ignorancia. Conocemos las dosis pre-compradas en el mundo (más de 7,000 millones a mitad de enero), pero no se han hecho públicas ni las condiciones económicas y otras obligaciones contractuales ni el calendario de entrega. Aunque dos compañías (Astrazeneca y Johnson & Johnson) han declarado que sus vacunas COVID son líneas de producto non-for-profit, sus precios difieren entre países sin una justificación clara. La información fragmentada que llega de diversos leaks y recogen el Business Insider y Dyer en el BMJ el 29 de enero, revela que una dosis de la de Astrazeneca cuesta $5.25 en Sudafrica, $4 en EEUU y $2.15 en Europa.
5. Sobre la capacidad de producción global hay muchos cálculos para estimarla, como el mencionado arriba de la encuesta CEPI, UNICEF y el Center for Global Development. Esos cálculos incluyen la posibilidad de reconversiones productivas, pero son muy imprecisos en cuanto a la disponibilidad temporal de las vacunas, y tampoco queda claro si sus estimaciones tienen en cuenta el mantenimiento regular de la producción necesaria de otras vacunas. De hecho, este año ha habido retrasos con el suministro de la vacuna de la gripe, cuya demanda, además, ha aumentado, y 37 países han suspendido la campaña del sarampión, afectando a 117 millones de niños. La OMS también ha informado (ver aquí y aquí) que dejarán de vacunarse 80 millones de niños menores de 1 año de difteria y polio. El desabastecimiento es un riesgo importante y real en las actuales circunstancias e impone una amenaza adicional a la desigualdad entre países.
En el caso de esta pandemia, nos llama la atención que los gobiernos anticipan plazos de vacunación (generalmente, hablan del 70% de la población vacunada en un periodo de tiempo que va desde el verano hasta finales de año), pero no los justifican acompañándolos de una estimación de la capacidad de producción. Además, asumen una logística de distribución perfecta. Por tanto, son previsiones imposibles de valorar. La propia presidenta de la Comisión Europea reconocía ese problema esta semana.
6. Sobre la inmunidad de rebaño: con la incertidumbre en cuanto al ritmo de vacunación, la efectividad real, la transmisibilidad post-vacunación y la aparición de nuevas variantes, es difícil estimar el porcentaje de población que debe vacunarse para alcanzar la inmunidad de rebaño. Quizá podría acercarse al 90% (según afirma Antony Fauci y recoge Barry Bloom) y por consiguiente se retrasaría más de lo previsto en los escenarios macroeconómicos actuales la vuelta a la normalidad económica.
En cualquier caso, parece que la humanidad se enfrenta a un problema a corto plazo de desajustes entre oferta de demanda y a la necesidad de planificación de la oferta para atender la previsible demanda de vacunas a largo plazo.
La producción es compleja. Las diferentes tecnologías vacunales (hay 7 plataformas) exigen distintas instalaciones. En algún caso podría desplazarse la producción a otras fábricas que no produzcan habitualmente vacunas, pero no es sencillo calcular ese dato con precisión.
Si la oferta es incierta, más aun lo es la demanda. Estamos a expensas de las estimaciones de brotes epidémicos que acaecerán en los próximos años, su gravedad y su potencial para volverse pandémicos.
Si finalmente fuese posible tener una foto clara de qué capacidad real se tiene en una situación base para atender la demanda en tiempo y forma y, por otro lado, cual sería la exigencia en una situación de pandemia (no sólo de número de dosis, sino del horizonte temporal admisible para liberar esas dosis) podríamos calcular la capacidad extra que sería necesaria, y planificar como conseguirla, considerando fórmulas y alternativas de pre-financiación mediante contratos de riesgo compartido como los Advanced Market Commitments.