Al mismo tiempo que el producto interior bruto sigue adelgazando, los españoles no dejamos de engordar. Según la Encuesta Nacional de Salud, más de la mitad de los españoles, incluyendo a un servidor, tiene un índice de masa corporal superior a 25kg/m2, el límite a partir del cual se considera que existe sobrepeso. Una sexta parte de la población supera el llamado umbral de la obesidad, más de 30 kg/m2, una cifra que se ha doblado en los últimos 25 años.
La epidemia de obesidad está afectando a la población española de manera muy desigual. La tasa de obesidad es tres veces más alta entre los inviduos que no poseen el graduado escolar que entre los que tienen estudios universitarios (30.2% vs. 8.5%). En términos geográficos, la distribución de la obesidad es muy similar a la del desempleo. En regiones del norte como Cantabria y Navarra el desempleo está en torno al 18% y la tasa de obesidad afecta al 11% de la población. Sin embargo, en regiones como Andalucía y Extremadura tanto la tasa de desempleo como la de obesidad se doblan, alcanzando al 35% y al 21% de la población respectivamente.
Los individuos obesos pueden sufrir problemas de tipo médico, laboral e, incluso, sentimental. Los estudios epidemiológicos muestran que la esperanza de vida es entre 8 y 10 años menor cuando el índice de masa corporal supera los 40 kg/m2, aunque un ligero sobrepeso podría no ser del todo malo. Además, la obesidad reduce las posibilidades de encontrar trabajo. Por ejemplo, un estudio realizado en Suecia con currículum falsos muestra que los candidatos cuya foto había sido distorsionada para que pareciera que habían ganado unos kilos tienen significativamente menos posibilidades de ser convocados a una entrevista de trabajo. Los michelines tampoco ayudan en lo que los economistas denominan el “mercado matrimonial”. El análisis realizado por Pierre-André Chiappori, Sonia Oreffice y Climent Quintana Domeque muestra que un varón de altura media que engorde unos cuatro kilos (1,3 kg/m2), debería conseguir un aumento salarial de un 1% si quiere mantener su atractivo intacto.
¿Debería el Estado intervenir para reducir la obesidad? La intervención pública podría explicarse en base a las potenciales externalidades negativas sobre el gasto sanitario, estimadas en EE.UU. en torno a los $40,000 por cada individuo obeso. Estas externalidades justificarían la introducción de un impuesto pigouviano a los productos con elevado contenido en grasas saturadas. Esta idea podría resultar tentadora para gobiernos con abultados déficit públicos, aunque quizás la reciente experiencia fallida de Dinamarca pueda haber enfriado el entusiasmo por este tipo de políticas.
La intervención del estado también podría estar relacionada con la posible existencia de límites en la racionalidad de los individuos, especialmente asociados a la falta de autocontrol. Algunos países han intentado `orientar’ a sus ciudadanos hacia hábitos más saludables. Un divertido ejemplo son las escaleras musicales instaladas en una estación de metro sueca. También ha tenido éxito la normativa que obliga a los productores a proporcionar información acerca del contenido calórico de sus productos. Tal y como nos explicaba Jesús Fernández-Villaverde, en los Starbucks de Nueva York esta medida redujo el consumo de calorías en cerca de un 6%. Menor fortuna ha tenido el intento del álcalde Bloomberg de limitar el tamaño de los refrescos gaseosos, un proceso que ha sido por el momento paralizado por decisión judicial.
También en el sector privado existe la percepción de que la obesidad podría reducir la productividad de los trabajadores y algunas empresas están explorando posibles formas para combatirla. La compañía de automóviles Chrysler trabaja con el economista John List en un programa de incentivos monetarios para que sus empleados pierdan peso. Chrysler ha asignado a sus empleados a distintos grupos de tratamiento en los que varía tanto la cuantía como la forma del incentivo, que puede depender del número de kilos que pierda el empleado o del número de kilos que pierda su equipo. Aunque los resultados de esta intervención no han sido aún publicados, algunos estudios similares realizados en el pasado sugieren que este tipo de intervenciones podría ser efectiva en el corto plazo, pero su efecto en el medio y largo plazo es más dudoso. Una medida que ha tenido más éxito son los subsidios al uso del gimnasio. Los experimentos realizados por Royer et al. (2011) y Charness y Gneezy (2011) muestran que este tipo de subvenciones aumenta la asistencia al gimnasio por parte de los empleados y, además, este efecto persiste una vez que desaparece el incentivo.
La obesidad supone un problema económico y de salud pública de primer orden que exige una intervención decidida por parte de la sociedad, el Estado y las empresas. Los experimentos realizados en los últimos años han contribuido a mejorar nuestra compresión del problema, ayudándonos a entender cómo los individuos toman decisiones acerca de su salud y qué políticas pueden ser más efectivas. La evidencia empírica sugiere que no existe una única solución mágica que pueda resolver un problema tan complejo, pero una combinación de medidas que aumenten los incentivos y faciliten el acceso a la información podría servir para aliviar el problema.
Fe de errores (26 de abril de 2013): Para evitar posibles confusiones, la leyenda del mapa “Índice de masa corporal” ha sido sustituida por “Tasa de obesidad”. También se ha añadido una nota indicando la definición de “Tasa de obesidad”.
Hay 44 comentarios
Viviendo fuera lo que sorprende es el poco debate sobre estos temas en nuestro pais, sobre todo cuando uno se fija en obesidas infantil. Por cierto grasas o azucares?
http://m.guardian.co.uk/society/2013/mar/20/sugar-deadly-obesity-epidemic
Gracias Juanjo por el link al artículo sobre Robert Lustig. ¿Grasas o azúcares? Una buena pregunta para la que no estoy seguro de que tengamos una buena respuesta. El problema de fondo metodológico es que, como dice Lustig, es muy difícil estimar el efecto de la dieta a través de pruebas controladas aleatorias porque los sujetos tienden a regresar a su dieta anterior una vez que termina la evaluación.
Parece clara la relación entre obesidad, bajo nivel de estudios y paro. Otro elemento más a tener en cuenta en el debate que se reabre nuevamente sobre la jornada continua en primaria y ESO, la cual normalmente también significa el cierre de los comedores escolares. Doble perjuicio para los hijos de las familias con menos ingresos y menos estudios, ya que a la disminución de horas de permanencia en la escuela hay que añadir la pérdida de la oportunidad de adquirir hábitos alimenticios adecuados.
Un comentario muy acertado. Tengo que confesar que no conozco ningún estudio que analice los efectos de la jornada continua en primaria sobre la dieta de los alumnos, explotando alguna fuente de variación exógena, pero no me extrañaría nada que lo que dices sea cierto.
Pues lo de que las empresas fomentan hábitos saludables será en otro país. Si bien es cierto que en mi empresa recibimos periódicamente mails que recomiendan la actividad física y una dieta saludable, en el vending y en la cafetería sólo se pueden encontrar patatas fritas y bollería industrial. Ah, y los zumos de naranja naturales a precio de oro. Ejemplar, sí señor.
lady_sackville,
Tienes razón, todos los casos que he citado se refieren a empresas de Estados Unidos, donde el problema de la obesidad es aún más dramático que en España. ¡Esperemos que las empresas españolas no tarden mucho en ponerse las pilas!
Muy interesante el artículo.
Además tiene la virtud de ilustrar al estado pensando por los ciudadanos sin freno a su capacidad coactiva en lo económico. Jacobinismo destilado.
A todo esto el 22% de la población vive con alguna medicación psicotrópica (legal). Hay segmentos bien nutridos (parados y divorciados de más de 40 de ambos sexos, por ejemplo) de más del 40%. Más de 1o0 millones así medicados en Europa: 7 x 24.
Es una buena imagen de la degradación del sistema y de su incapacidad de proveer bienes realmente humanos (la libertad integral es uno de ellos), más allá de lo más básico que se va degradando visiblemente.
Parece caminar de modo determinista hacia su inutilidad para ofrecer y servir a una idea del ser humano mínimamente atractiva.
Al contrario, parece producir y acentuar los rasgos de la manada "Trotterianos".
Estas cosas pasan cuando un paradigma agoniza.
Interesantísimo el ejemplo Danés. Se abandona la genialidad porque la Coacción no podía ser Total, es decir, los países vecinos no la aplicaban y entonces, los "libres" --y por tanto sospechosos--, pueden votar con los pies y lo hacen.
Es decir, Ley de Ashby a tope.
Me lo guardo.
Saludos y gracias
Manu Oquendo,
Gracias como siempre por tus comentarios. En la Encuesta de Salud en España el 17% de la población declara haber consumido "Tranquilizantes, relajantes o pastillas para dormir" en las dos semanas anteriores. No sé que proporción se refiere a "medicación psicotrópica", pero como bien dices las cifras son muy preocupantes.
Buenos días Manuel.
El dato del 22% es de un libro de psiquiatría para profesionales cuyo autor no recuerdo con certeza porque es de cuando una de las niñas --que hoy vive de esa profesión-- aún guardaba sus libros en esta casa.
Planteaba (¿Garrido?) la naturaleza epidémica y creciente del problema.
Como dices, cuando los porcentajes son de ese calibre, incluso el 17% (recordemos que no habla sólo de adultos sino de toda la población) el asunto es gravísimo. Los psicotrópicos legales son medicamentos que actúan sobre el sistema nervioso central. Percepción, estado de ánimo, etc.
Pero el dato del 40% y más para determinados segmentos está en prensa, fue un estudio de Osakidetza sobre toda su población basado en las recetas emitidas.
Es decir, a la hora de definir a uno de los agente socioeconómicos aparentemente decisorios estamos ante un ser no sólo complejísimo sino muy doliente en sus cualidades cerebrales más humanas.
Y también vive en una burbuja. Coincidencias de la vida sin causalidad ni correlación, por supuesto.
Saludos y muchas gracias por el artículo.
Hola Manuel,
Hay una cierta inconsistencia entre los estudios que citas. Por un lado, la evidencia médica sugiere que la obsesidad (grave) reduce en unos 8 años la esperanza de vida. Por otro, en el abstract del artículo que estima los costes leo " Obese seventy-year-olds will live about as long as those of normal weight but will spend more than $39,000 more on health care". Es decir, el segundo artículo estima el coste adicional de un obeso que llega alos 70 años, dado que al llegar a esa edad vive tanto como un no obeso. Mientras que la comparación en términos de gasto esperado debe tener en cuenta que los obesos tienen una esperanza de vida menor. Este tipo de políticas paternalistas que usan como excusa la existencia de un sistema de reparto en los costes sanitarios (otro ejemplo es el del cinturón de seguridad) deben, al menos, mostrar que los costes esperados son mayores.
Hola Daniel,
Muy buena apreciación. Mi lectura de la literatura es que en general se observa que (i) la gente con un grado de obesidad elevado tiene una mayor probabilidad de sufrir enfermedades crónicas y (ii) esto genera unos costes sanitarios mayores a lo largo de su vida, aunque esta sea más corta. Pero hay algún artículo en la literatura que apunta en la misma dirección que tú señalas. Por ejemplo, a partir de una simulación realizada con datos holandeses van Baal et al. (2008) sostienen que el efecto dominante sería el de la longevidad, pero en general la mayoría de estudios encuentra lo contrario (ver por ejemplo el siguiente informe de la OCDE, página 28). En general en estos estudios no se tiene en cuenta el gasto en pensiones, y en el contexto de España esto podría ser muy importante. En cualquier caso estoy totalmente de acuerdo contigo, el peso de la prueba debería caer sobre el Estado que decide intervenir.
Hace algún tiempo puse un enlace a un artículo del cuestionado Kenneth Rogoff que me pareció acertado sobre el tema: "Capitalismo coronario".
http://economia.elpais.com/economia/2012/02/10/actualidad/1328875983_329094.html
Cierto es que el panorama es algo más complejo:
http://frac.org/initiatives/hunger-and-obesity/are-low-income-people-at-greater-risk-for-overweight-or-obesity/
Sin embargo también se puede tener mentalidad "proactiva" en tiempos de crisis, como en este artículo de Jama :
"Obesity and the Economy. From Crisis to Opportunity".
http://jama.jamanetwork.com/article.aspx?articleid=183302
Desde una perspectiva un poco cínica se puede contemplar a la manera de presentar los despidos por parte de Ryan Bringham en la película "Amor sin escalas". Siempre se puede intentar ver el lado positivo. Ya se sabe, los problemas como oportunidades.
http://www.youtube.com/watch?v=Y9KN24j8b7s
Muchísimas gracias José Jarauta, los tres primeros links son excelentes, incluyendo el artículo de Rogoff. (La escena de "Amor sin escalas" me gusta un poco menos! 🙂 )
Muchas gracias Manuel, interesante como de costumbre, aunque uno se queda con ganas de saber más en profundidad que mecanismos funcionan (lo del gimnasio es una parte de la ecuación pero tengo entendido que la buena alimentación importa más).
Por cierto, si ciertos productos como las grasas, azúcares o refrescos de tamaño extra grande producen un efecto negativo sobre la salud, ¿no podrían ser tratados como el alcohol y el tabaco y en vez de prohibirlos gravarlos impositivamente? Me encantaría saber si hay experiencias de este tipo y como han funcionado.
Saludos.
http://www.guardian.co.uk/world/2011/oct/02/denmark-fat-tax-obesity
Pero...
http://www.euractiv.com/science-policymaking/denmark-scraps-infamous-fat-tax-news-516018
(ojo: Instead, the Danish government is to launch a new tax and competition plan.)
"Introducing taxes on certain nutrients or foods has never been recognised by international organisations, such as the WHO, the OECD and the European Commission, as a panacea for public health. It usually affects citizens with lower income as food taxes increase prices and impacts the competitiveness of national enterprises, putting jobs at risk."
Poderoso caballero...
No he visto enlaces a estudios que analicen el impacto positivo en las cuentas públicas sanitarias una población menos obesa y con mejores hábitos de vida.
Saludos.
Santiago,
Gracias por el update sobre la situación de la "fat tax" en Dinamarca.
Puedes hallar referencias a varios estudios que analizan el impacto que tiene sobre las cuentas públicas una población menos obesa en el siguiente informe de la OCDE: "Obesity and the Economics of Prevention: Fit not fat" (página 28-30), aunque hay que tener siempre en cuenta que se trata de evidencia observacional y puede estar sujeta a diversos sesgos.
Carlos Jerez,
Como apunta Santiago, yo creo que la experiencia más cercana sería la Fat tax danesa. En términos de policy, quizás el gran reto sería como conseguir que la gente adquiera unos determinados hábitos. Es decir, no es tan complicado conseguir que alguien haga una determinada acción en un momento dado si le damos los incentivos apropiados, pero es difícil conseguir que este efecto perdure en el medio/largo plazo, una vez que desaparece el estímulo.
Diseñar políticas económicas basándose en que los individuos ni son racionales ni tienen información suficiente siempre es interesante ... pero también hay otras alternativas. Fomentar la investigación en terapias génicas, por ejemplo.
El ser humano ha trascendido en buena medida el proceso de selección natural. Características, como la acumulación de grasa, que durante milenios nos sirvieron para sobrevivir se están convirtiendo en riesgos actualmente porque afectan a edades, y entornos físicos, para las que nuestro diseño biológico no está preparado.
Fede,
Aunque no está muy relacionado, tu comentario me ha recordado una serie de estudios que intentan estimar el efecto de la obesidad sobre el desempeño educativo utilizando los marcadores genéticos como variables instrumentales (por ejemplo aquí). Es decir, los autores sostienes que hay marcadores genéticos cuyo único rol está relacionado con la obesidad, lo que permitiría explotar variaciones exógenas en la obesidad (y en nada más) y permitiría identificar su efecto.
Hola Manuel,
me parece que también debería criticarse la obsesión por las economías de escala y de industrializar toda la actividad económica y social, como si las economías de escala operasen correctamente en todos los ámbitos. Los alimentos procesados sólo han aumentado, creo, un 30% su precio en los últimos 20 años, mientras que los frescos más de un 200%. Aunque aquí operan de forma indirecta los inmensos incentivos otorgados a la producción de carbohidratos, que siempre son más fáciles de procesar, al final es la aplicación industrial de conocimiento tecnológico lo que ha permitido el ahorro de costes.
A otro nivel, el sector agroalimentario es asimétrico. Cuánto más procesado el alimento, más economía de escala y una corporación más grande detrás. Esto significa más publicidad, ahorro de costes y más imagen de marca. Las naranjas no tienen imagen de marca, no hay identificación fácil del producto y no tienen campañas de marketing en su comercialización. Es difícil competirpara la comida sana con PEPSICO o Cocacola.
No sé si en el futuro el Estado debería actuar más en el campo de la publicidad para evitar situacion de dominio o abusivas del mercado en algunos sectores. Por no hablar de cómo afectan a la libertad del menor, que está en formación y no es legalmente autónomo. Las bebidas azucaradas deberían estar alejadas por ley de la infancia y, en cambio, se favorece que promocionen y esponzoricen eventos escolares.
"A otro nivel, el sector agroalimentario es asimétrico. Cuánto más procesado el alimento, más economía de escala y una corporación más grande detrás. Esto significa más publicidad, ahorro de costes y más imagen de marca. Las naranjas no tienen imagen de marca, no hay identificación fácil del producto y no tienen campañas de marketing en su comercialización. Es difícil competirpara la comida sana con PEPSICO o Cocacola."
No es solamente el marketing: Hace unos años la autoridad holandesa de la competencia llamó la atención sobre la política de precios de la gran distribución en el sector alimentario. Las cadenas de supermercados vendían a pérdida los productos de grandes marcas, en particular las bebidas azucaradas, las cervezas y los productos lácteos (sector completamente copado en Holanda por dos grandes cooperativas), ya que ningún supermercado holandés podría sobrevivir sin vender Coca-Cola o Heineken y esas marcas tenían la sartén por el mango frente a los distribuidores. En cambio, los distribuidores se resarcían hinchando los márgenes en las frutas y verduras, cuyos suministradores estaban mucho más fragmentados...
Carles,
¡Gracias una vez más por tus comentarios!
Creo que lo que comentas coincide en gran parte con el artículo de Rogoff que señalaba José Jarauta, ¿verdad?
De las cifras se deducen varias cosas.
Primero que todo el rollo de la dieta mediterránea es un camelo. Cuando éramos mas pobres y comiendo “mas mediterráneo” éramos mas bajos, feos y con menor esperanza de vida que los nórdicos. Ahora que tenemos mas renta per cápita todos los indicadores han mejorado. Dentro de España sucede lo mismo entre las regiones más ricas (las del norte) y las menos ricas (las más mediterráneas).
Conclusión, en vez de dar incentivos vía precios/impuestos, que siempre distorsionan, la mejor política para evitar la obesidad es fomentar el crecimiento económico. A ver si este argumento lo compra “la” Merkel y abre un poco la mano, pues a este paso los alemanes se van a quedar sin camareros y cuidadores de ancianos en sus vacaciones mediterráneas.
Saludos
KEyNES,
Yo quizás no sería tan optimista. En general en casi todos los países occidentales se observa un aumento secular de la obesidad. Y como muestra la primera gráfica, la tendencia en España es bastante acíclica. Quizás vamos a necesitar algo más que crecimiento económico para reducir la obesidad.
¿Un camelo?. La obesidad se está convirtiendo en le problema de los pobres, los ricos tratan de consumir alimentos más naturales, menos procesados. Comer mediterráneo, con alimentos frescos, es más caro. Otra cosa es que comas mediterráneo y comas muy poco, eso se llama pasar hambre, pasándola se crece poco, te quedas cejijunto, renegrio y escanijao.
Muchas gracias por el post Manuel,
Sólo una pregunta: ¿afecta o podría afectar en algo en mantenimiento de estos horarios infrahumanos con jornadas partidas de dos o tres horas para comer, abundantes comidas a mediodía más postre y café cuando los trabajos en los que se requiere una actividad física son cada vez menores? la falta de horas de sueño debido en parte al "artificial horario" que mantenemos ¿podría también afectar?
Hola Cherry,
Gracias a ti por el comentario. Me consta que hay investigadores que han analizado el efecto del número de horas trabajados sobre la salud en un sentido amplio, pero
sería también interesante conocer los efectos de la jornada partida.
Perdona por irrumpir en tu post pero esto es importante:
http://www.lavanguardia.com/politica/20130425/54371542226/mas-colell-atribuye-estado-veto-profesora-catalana-georgetown.html
El Ministro de Educación puede enterarse en medía hora si en la decisión de no renovar la cátedra de Georgetown a Clara Ponsatí han influido sus opiniones políticas. En caso de que haya la menor duda al respecto, el Ministerio debe rectificar con rapidez para evitar el desprestigio de los procesos de selección académica a su cargo y en cualquier caso debe dar una explicación convincente. Olvídense de la controversia política. Lo que está en juego es su reputación en cuestiones realmente importantes.
Agradezco el post. Este como algunos otros temas, que no están en los medios y el debate público, entiendo que son mucho más interesantes que otros muchos a los que se dedica tiempo sin cesar.
Pero la cuestión es ¿no deberíamos reflexionar sobre la sociedad que estamos creando? ¿Basta con pensar que es el Estado quien debe resolverlo?
En mi opinión la perspectiva no debiera ser esa.
Muy interesante el análisis, tan sólo una puntualización. Seguimos relacionando erroneamente el consumo de calorías con la obesidad, cuando ningún estudio reciente demuestra dicha relación.
Os recomiendo el libro de L. Jiménez "Lo que dice la ciencia para adelgazar" para ampliar más información al respecto. Si seguimos asociando calorías y grasas con la obesidad, estamos haciendo un flaco favor a la ciencia y confundiendo a la gente con mensajes absolutamente erroneos que son los que nos han llevado a esta pandemia mundial de obesidad.
Esta serie de artículos habla precísamente del consumo calórico y su relación con la obesidad. Recomiendo a todo el mundo su lectura:
http://loquedicelacienciaparadelgazar.blogspot.com.es/2012/10/una-caloria-no-es-una-caloria-i.html
Uno de los más famosos detractores de las dietas bajas en grasas y calorías y altas en hidratos de carbono es el doctor Robert Lustig. Colbert le hizo una entrevista recientemente sobre su último libro http://www.colbertnation.com/the-colbert-report-videos/424875/march-28-2013/robert-lustig y bueno, este video suyo es bastante famoso: http://www.youtube.com/watch?v=dBnniua6-oM
Un amigo argentino me comentaba que el paro no era culpable de la obesidad, en todo caso es el resultado de la política educativa y cultural de un país. Argentina sufrió hace años paro y pobreza en todos los niveles culturales, sin que cambiara por ello el tipo de obeso.
Yo no pondría al paro y la pobreza como provocadores de la obesidad. Entonces el remedio sería simple y no haría falta darle muchas vueltas, ¿no te parece?
El pasado diciembre descubrí a mi hijo revisando los currículos de docenas de jóvenes biólogos y me chocó su sistema de discriminarlos, tanto que hasta le llamé la atención. Luego me explicó que se basaba en la experiencia y me enseñó algunos de los que habían trabajado el año anterior.
-¿Qué te parece este, este, este...? Y luego me contó cómo trabajaron.
Y sí, la impresión que da una imagen, la manera de vestir, si la foto es de cuerpo entero... tiene mucho que ver; pero no del todo, porque después me contó lo importante que era la nacionalidad y el sexo dependiendo de ella. Podríamos decir que mi hijo prefería una bióloga rusa con algo de obesidad, que una delgada portuguesa; pero a un portugués antes que a un ruso.
¿Sorprendente? Mucho, pero tiene su explicación, demasiado larga para un lugar como este.
Con la imagen y la palabra el individuo se vende sin necesidad de demostrar si vale para el trabajo encomendado, cosa que lleva a muchos engaños y fracasos
Pau,
Gracias por tu comentario! Un par de cosas al respecto.
En general en casi todos los países se observa una correlación negativa entre obesidad y diversos indicadores socio-económicos. Por supuesto, esta evidencia observacional no implica que el vínculo sea causal. Aunque desde un punto de vista puramente teórico no parece del todo disparato pensar que la ausencia de ingresos dificulta el acceso a comida saludable, pero el efecto también podría ir en la otra dirección, como apuntan los experimentos realizados con currículum "falsos" (la obesidad reduce la posibilidad de obtener una entrevista de trabajo), o incluso alguien podría sostener que tanto el desempleo como la obesidad han sido (en parte) causados por un tercer factor no observado, como la falta de auto-control. Es decir, en base a evidencia observacional es muy difícil establecer vínculos causales.
Por otro lado, incluso si pudiéramos establecer a través de un experimento que el paro causa obesidad, esto no necesariamente implica que ésta sea su única causa. De hecho, parece probable que las causas de la obesidad sean múltiples.
Por último, el tema de los estereotipos en los procesos de selección ha recibido mucha atención en la literatura económica. En general la forma en la que los economistas han intentado detectar si existen estereotipos (estereotipos que por otra parte podrían ser o no correctos) es a través de la realización de experimentos de campo aleatorizados donde se contesta a miles de anuncios de trabajo enviando currículum similares pero en los que se ha modificado al azar la información acerca del sexo, nacionalidad, belleza, obesidad... Así se puede estudiar de una manera sistemática si los departamentos de Recursos Humanos tienen alguna preferencia en base a este tipo de características. Si tienes curiosidad un artículo clásico es Bertrand y Mullainathan (2004).
Basicamente el problema estriba que se inicia el día comiendo poco o nada, tomando al mediodía cualquier cosa de picoteo, llegando al final del día a casa, donde aparte de ganas cero para preparar comida sana, se tiene un hambre mortal. De la unión de ambos parámetros tenemos, engullir cualquier cosa preparada frente a la tele.
Al comer sin prestar atención a la comida, acabas comiendo mucho más de lo necesario. Suma cero actividad diaria ( caminar por ejemplo de forma rutinaria) , y ya tienes un explosivo cóctel.
El gráfico ese de las zonas azules no indica que haya sobrepeso (un IMC de 20-25 es estar normal o con uno o dos kilos de más).
Por favor, no manipuléis estadísticas a vuestro antojo.
Raúl,
Gracias por el comentario. Me parece que no he explicado bien el mapa. La variable representada no es el IMC medio, sino el porcentaje de la población cuyo IMC es superior a 30, la definición habitual de obesidad. Cambiaré la leyenda del mapa para que no genere más confusiones.
¡Falta Canarias en los mapas!
Mis disculpas, intentaremos solucionarlo. (el software que utilizamos originalmente no incluía Canarias, pero esto no es excusa)
Muchas gracias por ambos comentarios. Santiago, lo de la experiencia danesa suena un poco desolador porque no se ha tenido los efectos en la salud a la hora de de derogar el impuesto, además de que parecía producir grandes dificultades burocráticas.
En cuanto el enlace de Manuel, no he podido tener acceso al informe directamente, no estoy suscrito a la biblioteca de la OCDE, pero se puede ver entero en googlebooks:
http://books.google.es/books?id=E69ftBS6goUC&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false
Con los costes que produce la obesidad nos podríamos tomar más en serio nuestra política alimentaria con el objetivo de mejorar nuestra sostenibilidad fiscal. Esto me recuerda a que en la cafetería del instituto de mi pueblo (una concesión pública) se permite vender todo tipo de porquerías (casi es lo único que se sirve) porque si no fuera así no se podría rentabilizar (palabras de la dirección del centro). Creo que también hay una relación entre la alimentación y el rendimiento escolar, ¿me equivoco?.
Saludos.
Carlos Jerez,
No sé si se ha podido establecer empíricamente la relación entre dieta y rendimiento escolar. No me sorprendería que existiese la relación, pero quizás no es fácil realizar una prueba controlada aleatorizada. (Y sospecho que la evidencia observacional es difícil de interpretar, los alumnos mejor alimentados probablemente proceden de entornos socio-económicos más favorables para el aprendizaje.)
PD: ¡Gracias por el link!
He de reconocer mi ignorancia sobre muchas cosas, entre otras no ser un experto en los estudios estadísticos, y quizá por eso me sorprende tanto su poder de seducción para algunas personas. Se superponen dos mapas: el del paro y la obesidad y se ve que hay bastantes similitudes, pareciera que una cosa explica la otra. Como se trata de un problema macro las soluciones deberán ser de ese signo: el Estado debe tomar cartas en el asunto. Poco importa que el acto de comer con lo que más fuertemente relacionado esté sea con la familia, y que no estaría mal estudiar qué ha pasado con ella en los últimos años.
La cuestión es que si se hiciese lo mismo con los mapas del paro y el fracaso escolar el resultado sería muy semejante. Aquí la relación causal ya no sé en qué dirección habría que establecerla, aunque me supongo que lo más inmediato sería decir que el fracaso escolar incide negativamente en las posibilidades de empleo. De ambas cosas ya se ocupa el Estado, por lo que seguramente no será fácil ser muy optimista en cuanto a que una posible intervención resuelva el asunto porque hace ya mucho que viene interviniendo y no parece haber dado con la fórmula.
No diré que ambas cosas no tengan relación, pero tengo la impresión de que la metodología no puede ser esta y necesariamente habrá que estar al estudio de otras variables.
Emilio,
Lamento no haberme explicado bien. El mapa no pretende “probar” que existe una relación causal entre desempleo y obesidad. Como bien dices, en general no es posible establecer relaciones causales a partir de evidencia observacional. Aunque en los datos la correlación entre ambas variables es muy alta, un 80%, esta correlación podría deberse a un tercer factor (por ejemplo, el nivel educativo). Pero incluso si intentamos controlar en nuestro análisis por este y otros factores, siempre cabe la posibilidad de que omitamos algún factor relevante.
En definitiva, los mapas únicamente pretenden poner de relieve que el problema de la obesidad es más agudo en las zonas donde el desempleo es mayor.
En efecto. Podemos rápidamente imaginar mapas parecidos que vinculen paro y temperatura media, paro y pluviosidad media o paro y porcentaje de la población de ojos oscuros, que harían las delicias de 'Bild'. Este mapa, sin embargo, es curioso en el sentido de que no se había visto antes (para la obesidad). Sin embargo, hay que recordar que en el fondo estamos relacionando dos variables con la idea subconsciente, aunque no lo reconozcamos en público, de encontrar un atisbo de causalidad. Es claro que nos estamos dejando fuera muchas otras variables importantes. Por eso es tan importante que el análisis sea multivariante, en el que al menos se pueden descartar algunas cosas. En un gráfico bidimensional no es tan fácil, aunque tampoco imposible.
Y Canarias? se les olvidó en el mapa y es la región con mayor tasa de obesidad...
Jose,
Mis disculpas por haber omitido Canarias del mapa, fue debido a un problema técnico. Según la última edición de la Encuesta Nacional de Salud la tasa de obesidad en Canarias está por encima de la media (18.2 vs 17) pero no es la más alta de todas (sería Extremadura). En todo caso, es consistente con el patrón de que en las regiones con alto desempleo se observa una mayor tasa de obesidad.
Los comentarios están cerrados.