El impacto de las vacunas sobre el bienestar psicológico

La pandemia ha tenido efectos devastadores tanto en términos de salud física como de salud mental. Solamente en el Reino Unido hay más de 130,000 fallecidos por COVID-19 y el número de personas con problemas mentales aumentó desde cerca del 20% antes de la pandemia a casi el 30% en Abril de 2020.

Afortunadamente, en los últimos meses gracias a los procesos de vacunación se está observando una mejora en los distintos índices de salud mental. Las vacunas tienen un efecto directo sobre el bienestar psicológico de los individuos que son vacunados, al disminuir el riesgo de contraer el COVID-19 y la severidad de la enfermedad, y un efecto indirecto a través del descenso en el número de infectados y la relajación de las medidas de confinamiento y movilidad. En un trabajo conjunto con Velichka Dimitrova (Universidad de Warwick) que estará disponible próximamente medimos el efecto directo sobre el bienestar psicológico de la gente que se vacuna. Utilizamos datos de Understanding Society, un panel representativo de la población británica en el que cada dos meses participan unos 12,000 individuos, e incluye información detallada sobre las características personales, salud mental y el proceso de vacunación.

El Reino Unido fue el primer país del mundo en comenzar el proceso de vacunación a principios de diciembre de 2020. La vacunación siguió un orden estricto que daba prioridad a los trabajadores de la sanidad y a las personas más vulnerables, y a continuación a todos los ciudadanos en orden inverso a su edad. Como se observa en la siguiente gráfica, los individuos que tenían entre 70 y 74 años fueron invitados a vacunarse finales de Enero, los que tenían entre 65 y 69 años en Febrero, y así sucesivamente.

Según los datos de Understanding Society, a pesar del ruido mediático de los anti-vacunas, la inmensa mayoría de la población, en torno al 95%, se ha vacunado en cuanto se le ha ofrecido una vacuna. Incluso entre 18% de la población que se declaraba reacio a vacunarse en Otoño de 2020, el 70% aceptó vacunarse en cuanto tuvo la oportunidad.

Para poder identificar el impacto de las vacunas y aislarlo de otros factores utilizamos dos estrategias empíricas que proporcionan resultados muy similares. En primer lugar, utilizamos un diseño de regresión discontinua (RDD) que explota la forma en que se implementó el proceso de vacunación en función de la edad. Como se puede observar en la siguiente gráfica, cuando Understanding Society realizó su encuesta de finales de marzo de 2021, cerca del 90% de los individuos que tenía 50 o más años estaba ya vacunado, comparado con únicamente el 45% por debajo de esa edad.

A su vez, como se observa en la siguiente gráfica, también se observa un patrón muy similar en el bienestar psicológico de los individuos, que medimos a partir del denominado Cuestionario de Salud General de 12 ítems. En las encuestas realizadas en los meses anteriores no se observa ningún cambio en el bienestar psicológico a los 50 años, por lo que todo parece indicar que la mejora observada a esta edad en Marzo de 2021 se debe al impacto de la vacunación.

Este análisis captura el efecto a muy corto plazo de las vacunas: estamos comparando individuos que han sido vacunados en las semanas anteriores a la encuesta con individuos ligeramente más jóvenes que presumiblemente serán vacunados en las semanas siguientes.

También estimamos el efecto de las vacunas utilizando una estrategia de diferencias en diferencias (DID), explotando la estructura de panel de los datos. Comparamos la evolución a lo largo del tiempo del bienestar psicológico de los individuos que habían sido vacunados cuando se hizo la encuesta con individuos de la misma edad que no han sido vacunados todavía. Los resultados son muy similares a los obtenidos con el RDD. Como se puede observar en la siguiente gráfica, los dos grupos tienen un nivel de bienestar muy parecido durante los meses precedentes a la vacunación, pero el bienestar psicológico de los vacunados aumenta inmediatamente tras la vacunación.

El efecto positivo se prolonga al menos durante los dos meses que podemos observar a los individuos vacunados en el panel y el impacto de la segunda dosis es muy similar.  Hay dos mecanismos que parecen explicar el aumento en el bienestar psicológico de los vacunados. Disminuye dramáticamente la probabilidad que otorgan los encuestados a la posibilidad de contraer COVID en el futuro y aumentan sus contactos sociales, disminuyendo su sentimiento de aislamiento. El aumento en el bienestar psicológico se observa en todos los grupos demográficos y sociales con una sola excepción: los anti-vacunas. A pesar de que en su mayoría (un 70%) acaban vacunándose, la vacunación no les proporciona ninguna mejora en su salud mental.

Nuestro trabajo confirma lo que probablemente todos sospechábamos, tanto por introspección como por todas las fotos que hemos visto estos meses de gente eufórica vacunándose, y cuantifica la magnitud del efecto. La vacunación está teniendo un impacto muy positivo sobre la salud mental de la población. Con las dos dosis se recupera aproximadamente unas 2/3 partes del efecto negativo que la pandemia tuvo sobre el bienestar psicológico. La magnitud del efecto es comparable a la mejora en el bienestar psicológico que experimenta un desempleado al encontrar trabajo.