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Acoso sexual en el trabajo y brecha salarial

Por Manuel Bagues (Universidad de Warwick)

Las revelaciones sobre los abusos sexuales cometidos por el productor Harvey Weinstein y la consiguiente eclosión del movimiento #MeToo consiguieron poner en primera plana el problema de acoso sexual en el trabajo. Un excelente estudio realizado recientemente en Suecia documenta la magnitud de este fenómeno, muestra que lo sufren también algunos hombres que trabajan en entornos muy feminizados, y cuantifica su efecto sobre la carrera laboral de las víctimas. Las mujeres víctimas de acoso tienden a cambiar de trabajo e irse a empresas más feminizadas y con salarios inferiores, presumiblemente para limitar la posibilidad de volver a padecer acoso. El trabajo también muestra que los casos de acoso perjudican a las empresas, dificultando su capacidad de atraer a otras mujeres en el futuro.

Los autores del estudio, Olle Folke y Johanna Rickne, combinan tres fuentes de datos complementarias. En primer lugar, utilizan una serie de encuestas realizadas por el gobierno sueco entre 1999 y 2007 a unos 40,000 trabajadores. Cerca del 13% de las mujeres encuestadas declara haber sufrido acoso sexual en el trabajo en los 12 meses previos, definido como un comportamiento de naturaleza sexual y no deseado por parte de algún jefe o compañero de trabajo que afectó a su dignidad. La probabilidad de reportar acoso sexual es mayor entre las mujeres jóvenes y con estudios superiores, y aumenta substancialmente en las empresas y ocupaciones donde hay más hombres. Por ejemplo, como muestra la siguiente gráfica, en trabajos donde más del 80% de los trabajadores son varones la tasa de acoso sexual está en torno al 25%, mientras que esta cifra desciende por debajo del 10% cuando los hombres constituyen menos del 20% del personal.

Una de las ocupaciones más afectadas es la enseñanza universitaria: un 28% de las profesoras había sido víctima de acoso sexual en los 12 meses anteriores, cifra incluso superior a los resultados de la encuesta realizada por la Asociación Americana de Economía, donde el 22% de las encuestadas denunciaba haber sufrido acoso sexual en algún momento de su carrera.

Las cifras de Suecia son superiores a las que normalmente se observan en España. Por ejemplo, en una encuesta realizada por el CIS el 7% de las trabajadoras declaraba haber sufrido “piropos ofensivos” en el trabajo (sin especificar el período de tiempo), un 5% "gestos y miradas obscenas, peticiones descaradas de relaciones sexuales sin presión ni amenazas, peticiones reiteradas de citas", y un 1% "tocamientos, pellizcos, abrazos o besos no deseados". Sin embargo, es difícil determinar si el menor nivel de acoso reportado en España refleja una mejor situación de la mujer, o más bien diferencias entre ambos países en la probabilidad de reportar o interpretar un determinado comportamiento como acoso sexual.

Una interesante novedad del estudio sueco es que extiende su análisis también a los varones, y muestra que, aunque es mucho menos frecuente, en torno al 4% de los hombre también denuncia haber sido objeto de acoso sexual. De manera simétrica a lo que ocurría con las mujeres, los varones tienen una mayor probabilidad de sufrir acoso en ámbitos de trabajo más feminizados. Por ejemplo, el 20% de los trabajadores de guarderías y el 17% de los enfermeros aseguran haber sido acosados sexualmente en los 12 meses anteriores.

Para cuantificar cómo el acoso sexual afecta a trabajadores y empresas, los autores utilizan dos fuentes de datos adicionales. En primer lugar, aprovechando la extraordinaria disponibilidad de datos para la investigación existente en los países nórdicos, lograron a través del Instituto Nacional de Estadística sueco información acerca de la trayectoria laboral de los encuestados. El análisis de estos datos de registro muestra que el acoso sexual en el trabajo afecta muy negativamente la vida laboral de los afectados. Las mujeres que denunciaban en la encuesta haber sufrido acoso sexual tienen una probabilidad entre un 24% y un 44% superior de dejar su trabajo en los tres años posteriores a la encuesta, en relación a otras trabajadoras con características similares. La mayoría de estas mujeres consigue encontrar trabajo y no abandona el mercado laboral, pero tienden a irse a empresas con una menor presencia de hombres. En estas empresas los salarios suelen ser menores, de forma que, a través de su efecto sobre la movilidad laboral, el acoso sexual acrecienta la brecha salarial. El efecto es ligeramente inferior para los varones víctimas de acoso. La probabilidad de que abandonen su empresa aumenta entre el 15 y el 29%.

El acoso sexual también supone elevados costes para las empresas. Al aumentar la rotación del personal, genera costes de reemplazo. Además, los autores estiman utilizando un experimento "hipotético" que los casos de acoso incrementan los costes de las nuevas contrataciones en torno a un 10%. En particular, mostraron a unos 4,000 trabajadores y trabajadoras ofertas ficticias de puestos de trabajo en las que se modificaba la información relativa al salario y al ambiente de trabajo utilizando viñetas gráficas. Como muestran en la siguiente gráfica, cuando la viñeta mostraba que en la empresa un empleado o empleada había sufrido un caso de acoso, el salario ofrecido tenía que ser un 17% superior para que los encuestados del mismo sexo declarasen que aceptarían el empleo, y un 6% para los encuestados del sexo contrario.

 

El impacto del #MeToo

Los datos utilizados en el estudio sueco fueron recogidos antes del #MeToo. La información de otras fuentes posteriores sugiere que este movimiento podría haber aumentado la probabilidad de que las trabajadoras denuncien el acoso sexual y cambien de empresa. Por ejemplo, como muestra la siguiente gráfica, en Estados Unidos se observa un repentino aumento en el número de denuncias por acoso sexual en el trabajo justo después de la aparición del #MeToo en 2017. Aunque este incremento podría teóricamente reflejar a un aumento en la tasa de acoso, parece más plausible que se deba a la mayor sensibilidad social con este problema.

Fuente: US Equal Employment Opportunity Commission.

Otro reciente trabajo utilizando datos de Francia muestra que se ha producido también un aumento en la probabilidad de que las mujeres que trabajan en empresas con un riesgo elevado de acoso sexual cambien de trabajo, que los autores atribuyen al #MeToo.

Más allá del #MeToo, algunos estudios recientes también muestran que las campañas de concienciación pueden ayudar a cambiar la percepción social del acoso sexual pero a veces generan backlash (e.g. Sharma 2022).

Conclusión

El trabajo de Olle Folke y Johanna Rickne muestra que el acoso sexual en el trabajo es un grave problema incluso en países como Suecia, uno de los más igualitarios del mundo. Tiene consecuencias muy negativas para la carrera laboral de las mujeres afectadas, que se ven obligadas a aceptar trabajos con salarios inferiores en empresas donde hay menos hombres y el riesgo de acoso es menor. Además, también perjudica a las empresas, que deben hacer frente a una mayor rotación y al encarecimiento de las nuevas contrataciones. La gran asignatura pendiente es entender mejor qué medidas pueden ser efectivas para acabar con el acoso sexual en el trabajo. Mientras que persista este problema, será imposible cerrar la brecha salarial entre hombres y mujeres.