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¿Es éste un buen momento para opositar?

La actual crisis económica y el elevado desempleo juvenil provoca que muchos jóvenes licenciados se planteen la posibilidad de preparar unas oposiciones. En esta columna discutimos las ventajas e inconvenientes de esta opción y presentamos información estadística que puede ayudar a tomar mejor esta decisión.

A la hora de elegir una determinada carrera profesional es siempre importante estudiar con mucha atención si las características del trabajo se adecúan a nuestras preferencias y a nuestras habilidades. En el caso del empleo público, la peculiar idiosincrasia de su sistema de selección, las conocidas oposiciones, hace que también sea importante considerar atentamente si el candidato será un buen opositor.

En primer lugar, como todos sabemos, preparar una oposición exige una gran capacidad de sacrificio. Como decía Paco Umbral, una oposición es ”una manera casta de pasar la juventud sin tentaciones, ocios, discotecas ni enfermedades”. En segundo lugar, para aprobar una oposición conviene disponer de un horizonte temporal suficientemente amplio. Paradójicamente, para conseguir un trabajo que garantiza la estabilidad es necesario pasar por un proceso de selección muy incierto. Factores puramente aleatorios como las preguntas sorteadas, el orden de convocatoria, el momento del día en que se realiza la evaluación, un posible aplazamiento o incluso las características del tribunal al que ha sido asignado el candidato influyen significativamente en sus posibilidades de éxito (Bagues 2005). La importancia del azar se debe en gran parte al relativamente escaso tiempo que la administración dedica a la selección de los opositores: años de esfuerzo son evaluados en unas pocas horas. Esta aleatoriedad, unida a los extensos temarios de algunas oposiciones, beneficia a aquellos opositores con capacidad para presentarse en un mayor número de ocasiones.

En tercer lugar, preparar una oposición requiere en muchos casos el aprendizaje de contenidos muy específicos cuya utilidad es muy limitada fuera del ámbito de la oposición. Por ello, se corre el riesgo de caer en un problema de inconsistencia temporal. La mayor parte de los opositores se fija inicialmente un determinado horizonte temporal pero, cuando ese momento llega, no resulta fácil renunciar, sobre todo cuando la alternativa es incorporarse al mercado laboral con un currículum en blanco. Así, nos encontramos con que algo más del 10% de los actuales opositores a notarías y a judicaturas llevan más de diez años presentándose a los exámenes. Por lo tanto, si creemos que llegado el momento no tendremos el coraje de abandonar, quizás convenga no empezar.

Por último, es importante no sobrestimar las posibilidades de éxito. Aprobar una oposición no depende únicamente del talento y del esfuerzo del opositor, también se ve afectado por la calidad y la cantidad de opositores y por el número de plazas disponibles. Si analizamos las convocatorias realizadas en los últimos diez años por los principales altos cuerpos del estado (ver información estadística aquí), observamos que, en media, al cabo de cinco años de haberse presentado por primera vez únicamente habían conseguido obtener plaza cerca del 20% de los candidatos, un 30% seguía presentándose y cerca del 50% había abandonado. El panorama para los próximos años es aún más sombrío. La crisis de la hacienda pública ha provocado una fuerte reducción de la oferta de empleo. En 2011 la oferta ha sido igual a un 10% de la tasa de reposición. Aunque este recorte ha sido menor en los altos cuerpos del estado, el número de plazas se ha reducido en general en más de un 50% (una notable excepción es la Carrera Judicial y Fiscal). Dada la difícil situación de las arcas públicas, parece probable que esta situación se prolongue durante al menos unos años. Al mismo tiempo, se ha incrementado el número de opositores. Por ejemplo, en los últimos dos años se ha observado un aumento del 32% en Abogados del Estado, 32% en la Carrera Diplomática, 14% en la Carrera Judicial y Fiscal, un 47% en Inspector de Hacienda y un 32% en TAC. La combinación de un menor número de plazas con un mayor número de opositores está teniendo consecuencias dramáticas, con tasas de éxito que en muchos casos no superan el 2% anual.

Naturalmente la conveniencia de preparar oposiciones también depende de su coste de oportunidad. La situación en el sector privado es también desoladora. La tasa de desempleo entre los titulados universitarios que tienen menos de 30 años se sitúa en torno al 25% y menos de la mitad de los que trabajan lo hacen en ocupaciones que requieren título universitario. Parafraseando a los hermanos Coen, éste no es país para jóvenes…