De ratones y hombres

200px-OfMiceAndMen"De ratones y hombres" es una gran novela del gran John Steinbeck, de la que tomo prestado el título para este post aunque, en realidad, la conexión es un tanto indirecta. Uno de los varios temas de la novela (¿cómo se puede meter tanta enjundia en tan pocas páginas? Steinbeck era un monstruo) es, en lo tocante a la interacción humana, el abuso y la opresión, situados en el terrible contexto de los trabajadores errantes en la California de la Gran Depresión. Pues de eso va a ir este post... ¡pero del abuso y la opresión de los ratones por los malvados mercados!

En realidad, el tema que me ocupa es un artículo publicado por Armin Falk y Nora Szech hace unos días en una revista de papel couché, Science, nada menos, con el impactante título de "Morales y mercados".  Ya sé que yo no debería estar hablando de esto, que lo mío es la ciencia "dura", pero es que este trabajo me ha fascinado, y además como sale en la "prensa amarilla" igual les pasa desapercibido a la mayoría de mis amigos economistas, por lo que me voy a permitir (o los editores me permiten) este ejercicio de intrusismo.

Pongámonos en situación. Para ello, necesitamos a este adorable ratoncito:

Sintítulo

¿A qué es majete? Pues nada, amigo lector, ahora voy yo y le ofrezco 10 €... a cambio de matar al ratoncito. Sí, sí. Bueno, no. En realidad, si usted no coge los 10 €, lo que haremos será salvarlo, porque verá, es uno de esos muchos ratones que se crían para experimentos y por lo que sea no ha salido bien (no tiene el gen que se quería, o la enfermedad que se quería, o lo que sea). Así que si rechaza los 10 €, los invertiremos en mantenerlo en buenas condiciones con unos cuantos colegas hasta que se muera, unos dos años. Pero si usted acepta esos 10 €, lo gasearán. Literalmente. Aquí, un video del proceso. ¿Qué, cómo lo ve?

El 45,9% de los preguntados aceptaron los 10 € cuando Falk y Szech les hicieron la misma oferta.

"Es que como somos", pensará usted. Pobre bicho. Pero espere, espere, que ahora viene lo bueno. ¿No le había prometido meter a los malvados mercados en esto? Falk y Szech compararon su resultado con otra situación, que paso a exponerle. Está usted con otra persona, y los investigadores le dan a usted 20 €. Ahora la vida de nuestro amigo bigotudo depende de que ustedes dos hagan una transacción: durante tres minutos pueden discutir y regatear sobre cómo repartir esos 20 €. Si llegan a un acuerdo, el reparto se lleva a cabo pero en el proceso... Sí, la cámara de gas para el ratón. Si ustedes no llegan a un acuerdo, de nuevo se salva el ratón. Fíjese en que usted, al que los experimentadores llaman "el vendedor", tiene todo el poder. Puede usted decir que no hay trato. Que no reparte el dinero. La otra persona sólo puede evitar el ratonicidio si usted le hace una oferta, rechazándola. La iniciativa es, pues, suya. ¿Que hará usted?

El 72,2% de los vendedores que tomaron parte en el experimento hicieron una transacción por 10 € o menos. Como lo lee.

Falk y Szech plantean este experimento como una estilización del efecto, y aquí vienen, de los mercados. El artículo comienza diciendo: "Es una característica generalizada de la interacción de mercado el imponer costes sobre terceros no involucrados. Producir y comerciar con mercancías a menudo crea externalidades negativas, tales como malas condiciones para los trabajadores, posiblemente asociadas con reducciones en la esperanza de vida, explotación infantil, sufrimiento de animales o daño medioambiental. La gente que participa en mercados comprando tales mercancías parece ir muchas veces contra sus propios estándares morales." Por citar solo un ejemplo concreto, podemos pensar en el reciente desastre de la fábrica de Bangladesh en la que murieron 339 trabajadores al derrumbarse el ruinoso edificio en el que producían ropa para marcas europeas. Si a usted le preguntan qué le parece este hecho, seguro que se horroriza, ¿no? Pero seguro que usted se compra mucha ropa de esas marcas (y yo también, no se crea, que mi catadura moral no es mejor que la suya). U otros productos que proceden de desmanes parecidos. En el planteamiento del experimento, el ratón es el daño colateral. Y ya ve. Hay al menos 27% de personas (la diferencia entre las dos situaciones) que cuando la cuestión se pone en términos de esa externalidad ratonil se comen sus principios.

Pero espere, porque la cosa es peor. El experimento con "vendedor" y "comprador" se repetía 10 veces, en cada una de las cuales usted, como "vendedor", era emparejado con diferentes compradores. El gráfico siguiente muestra la evolución del mínimo precio por el que se hacían transacciones al ir repitiendose el "negocio" (línea gris clarita, la de abajo, vamos). Sintítulo2

No sólo al interaccionar como una transacción nuestra "moralidad" se relaja considerablemente, sino que además al ir repitiendo el proceso, valoramos cada vez menos al pobrecillo roedor. Como comparación, se muestra el resultado de un experimento de control en el que todo era lo mismo pero lo que se negociaba era un cupón válido para comprar en la tienda de la Universidad de Bonn, y lo que vemos es que la valoración del cupón es la misma todo el tiempo, mientras que la del ratón empieza a un cierto nivel (en el que nos comemos los principios como decía antes) pero después decrece a medida que nos damos al genocidio (sí, los ratones están sobrevalorados, nos podríamos decir).

¿Por qué nos comportamos así? Todo esto está como siempre sujeto a bastante discusión, pero a mi parecer la que hacen los autores en el artículo es bastante completa (aunque el amigo Antonio discrepa de la interpretación en términos de mercados, y espero que elabore sobre ello en los comentarios). De hecho, discuten posibles problemas que pueden derivarse de interpretaciones erróneas de las observaciones, y las descartan con tratamientos de control adicionales:

  • Un primer problema es que en el tratamiento con transacción hay 20 € en juego, comparado con 10 € en el individual, y esto podría llevar a resultados distintos. Para descartarlo, repitieron el caso individual con un sujeto adicional pasivo, que es eso, pasivo, es decir, ni pincha ni corta, pero se lleva otros 10 € (que junto con los 10 € de la persona que decide hacen 20 €) si la decisión es matar al ratón. En esta situación, las personas optan por el ratonicidio en el 44,8% de los casos, prácticamente lo mismo que en el caso individual puro, y muy diferente del de la transacción.
  • Por otro lado, puede ocurrir que los participantes en la versión con transacción perciban la muerte del ratón como una consecuencia indeseada de su negociación, mientras que el sujeto individual vea que él está directamente diciendo de matar al ratón. Para transformar esta percepción, los investigadores cambiaron el caso individual de manera que el sujeto puede comprar un billete de lotería por 2€ que le va a reportar 10 o 15 € con igual probabilidad (ganancia esperada 12,50 € - 2 € = 10,50 €, básicamente lo mismo), pero si compra el billete de lotería el ratón muere. El resultado vuelve a ser el mismo: un 46,5% de desalmados compra el billete.

Hay otras posibles dificultades de interpretación del experimento que los autores han controlado con más tratamientos de control, como ofrecer una lista de precios entre 10 y 50 € por matar al ratón y otros más, por lo que creo que el resultado es bastante robusto, y merece la pena meditar sobre él. En ese sentido, si aceptamos la interpretación en términos de mercado, aceptación que ya digo que no es unánime, los autores concluyen que apelar a valores morales no va a ser muy útil para paliar las externalidades negativas de los mercados. Eso sí, dejan muy claro en el párrafo final que no están en contra de los mercados, que los consideran enormemente útiles para generar información sobre recursos escasos y distribuirlos eficientemente, y que no cuestionan la economía de mercado en general. Sin embargo, desde el punto de vista de sus efectos, para ellos su experimento muestra que los mercados deterioran los valores morales, por lo que coinciden con Michael Sandel (en su reciente libro What Money Can't Buy: The Moral Limits of Markets) en que como sociedad tenemos que decidir donde queremos mercados y donde no (como es el caso de los mercados repugnantes del último premio Nobel de economía Alvin Roth).

Y ahora, amigo lector, mire la foto del principio y piénselo otra vez: ¿Mataría usted al ratoncito por 10 €? ¿Y por 50 €? Todos tenemos un precio... Y llegado aquí de pronto (y de verdad que de manera imprevista) veo la conexión con la novela de Steinbeck, tanto con su desarrollo como en su intenso final. Pero no me deje que se la destroce. Léala. Lo pasará mucho mejor que leyendo mis bobadas, dónde va a parar...

NOTA (al hilo de publicar en papel couché): Mientras escribía esto Science ha publicado un editorial advirtiendo contra el uso del factor de impacto de las revistas en las evaluaciones de la investigación, en la línea de lo que yo decía en mi post. Science remite a la Declaración de San Francisco sobre la Evaluación de la Investigación (DORA, de sus siglas en inglés) que se puede encontrar aquí. DORA contiene además recomendaciones muy importantes para acabar con el mal uso del factor de impacto. A ver si nos ponemos manos a la obra.

Hay 25 comentarios
  • Anxo: me ha gustado mucho este post y ha removido mis neuronas... (No quiero ocultar que entre los que encuentro más entretenidos, además de interesantes, de este blog están algunos que llevan tu firma). Mi juicio, que está sesgado (¿cual no?) por mi background es : me parece refrescante que desde la "ciencia" se hagan incursiones -agunas tan lúcidas y otras con menos fortuna-en la economía. (Creo que Keynes fue también un fino matemático) PD. Me encantó la novela "de ratones y hombres" de Steinbeck.

    • Gracias Rafael. Aclaro que los autores de este artículo son economistas (aunque de una escuela, la de Ernst Fehr en Zürich, que cuenta con un número nada despreciable de detractores, en parte por su presencia en el papel couché, en parte por cuestiones más serias), y el intruso soy yo que lo cuento. Y es cierto que muchos economistas son muy buenos matemáticos, y hay muchos matemáticos en economía. Y la novela, ¡buena buena!

      • Al introducir otro sujeto se diluye la responsabilidad individual pero también se incrementa la sociedad: dos hombres y un ratón. Si Falk ha hecho una carrera de "preferencias sociales" al menos deberíamos considerar la posibilidad de que los individuos valoren el dinero que va a parar a un tercero (y lo hagan de manera distinta si él colabora que si es pasivo). En ese caso, no habría "efecto mercado" sino sólo "efecto sociedad". Para ver si hay un efecto de mercado o es simplemente una interacción entre humanos debería realizarse un tratamiento con un "dictator game" y otro con esta negociación. No entiendo que Falk no haya metido un dictator game.

        • Gracias por tu comentario Daniel. Efectivamente esto va en la línea de lo que discutía con Antonio (ayer volvimos sobre el tema con un café). Es muy posible que el experimento no esté distinguiendo un "efecto mercado" de una "dilución de responsabilidades". Y sí creo que tu propuesta ayudaría a distinguir.

          • Exacto,
            En el primer caso yo soy responsable de la muerte del raton, porque si digo SI, el raton muere.
            En el segundo caso es el "comprador" el responsable. Yo solo he dicho un precio, pero es el "comprador" el que tiene que decir SI (pulsar el botón).

            El analisis de robustez con la loteria esta mal hecho, creo yo, deberia ser al reves. Si compro el boleto de loteria con probabilidad p el raton muere y yo obtengo €10, con probabilidad (1-p) el raton vive y yo tengo €0.

            Finalmente la tendencia es a la baja pero muy suave, en el grafico no hay intervalos de confianza... asi que no esta tan claro que la moreal disminuya con el tiempo. Aunque en cualquier caso el que disminuya o no con el tiempo es independiente de como interpretemos el efecto.

            Un abrazo,

            J

            • Gracias José Espín. Coincido también con tus planteamientos, pero en cuanto a la lotería, igual la he explicado mal. Si uno se compra el décimo, el ratón muere con probabilidad 1. Luego yo gano 10 € o 15 € con probabilidad 50% en cada caso, ya independientemente de que el ratón haya muerte. En este contexto, no entiendo muy bien lo que quieres decir con que sea al revés.

            • Mirando los resultados en el articulo original, la tendencia bajista del precio en el mercado del raton es muy significativa (P = 0.006, n = 297, random
              effects regression) mientras que en el mercado del cupon no hay ninguna tendencia significativa en el precio (P =0.319, n = 233, random effects regression). Anxo no habia indicado este dato en su articulo.

  • Excelente artículo. De todas formas, no se debe olvidar que lo que señala el autor es un mero efecto del mercado, y puede haber muchos otros que vayan en sentido contrario (es decir, puede haber otros mecanismos y/o situaciones en las que participar en interacciones de mercado nos haga comportarnos de manera MÁS moral, y no menos), y lo importante será el efecto neto. P.ej., se ha señalado muchas veces que la moral del "comerciante" implica adoptar una postura más universalista, más respetuosa con el otro, que la moral "guerrera" de las sociedades tradicionales, y que por tanto, las ideas de "derechos universales", "imperio de la ley", etc., le deben mucho a la proliferación del comercio y al hecho de que las transacciones de mercado sean en los últimos siglos una proporción mucho mayor de nuestras actividades que las interacciones de no-mercado.
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    Por cierto, si os interesa el tema de la justificación de los derechos de los animales, os recomiendo estas entradas: http://abordodelottoneurath.blogspot.com.es/2010/06/argumentos-en-defensa-del-toreo.html

  • Creo que, con una mínima formación en economía (sí, esa que deberían alcanzar todos nuestros estudiantes al finalizar los estudios obligatorios) casi nadie estaría en contra del mercado como mecanismo de asignación de recursos y precios. Pero sabemos que un mercado perfecto (transparente, con simetría en la información, etc) no se encuentra (casi) nunca en la práctica y ahí tiene cabida la regulación. Si nos pasamos con la regulación matamos al mercado y las decisiones no son eficientes. Pero si nos quedamos cortos mueren 300 personas en Bangladesh a consecuencia de unas condiciones laborales deplorables. Y eso es sólo la punta del iceberg.
    ¿Qué hacer, entonces?
    Quizá ha dado usted con la solución: leer a Steinbeck para tener un conocimiento más hondo de lo que es la amistad, la solidaridad, la compasión y la piedad.

    • Ese mercadode individuos libres e iguales y con contratos libres regulado no existe . El mercado y capitalismo necesitan al estado para su formación y su reproducción....

      Sólo hay que que saber un poco de historia económica para saber que el mercado como mecanismo general de asignación de recursos es un resultado social, que necesita del estado, de la intervención del estado y no sólo de un marco regulatorio , para reproducirse como mecanismo....

      Pensar en un mercado de contratos libres entre individuos, sin control y represión estatal es una quimera tan grande como los falansterios,,, esa idea de una buena regulación + mercado = libertad, conduce a una distopia aún mayor que el estalinismo.

      ... la cuestión es como interviene el estado capitalista como más o menos proclive esta es la discusión interesante.a la oligarquía???, como utiliza la ideología del mercado libre y la competencia como mecanismo ideológico para justificar su dominio.... estado, mercado y capital son indisociable, la intervención masiva del estado para favorecer procesos de acumulación y dominio de clase es imprescinble para reproducir el mercado y el capitalismo

      • "esa idea de una buena regulación + mercado = libertad, conduce a una distopia aún mayor que el estalinismo".
        que su amigo Jean Paul defendiera esto en 1955, a pesar de visitar en numerosas ocasiones los países comunistas tiene un pase. Pero que lo haga usted ahora, sabiendo que el estalinismo causó la muerte de decenas de millones de personas me resulta grotesco. Podía, sin embargo, seguir a su tocayo en su famosa crítica del determinismo como escudo tras el que los humanos rechazamos nuestra responsabilidad individual. Aquí el mercado como mecanismo determinista puede tener cierto sentido, sobre todo en una economía real donde somos sustituibles (si no compro en Zara, otro lo hará).

    • "Mueren 300 personas en Banglasdesh en condiciones deplorables": deberíamos ser más conscientes del logro social que supone que estas muertes las conozcamos y nos horroricen.

      Morir, lo que se dice morir, los seres humanos han muerto siempre. En condiciones, de media, menos deplorables que las de ahora nunca. Los ratones siguen muriendo en condiciones, de media, tan deplorables como siempre ... seguramente, porque no tienen mercados.

  • Muchas gracias por el post! La novela de Steinbeck es maravillosa, un retrato terrible de la miseria. Dejando el paralelismo con la obra, me surge la duda de si en vez de un ratón el experimento se "enmarcara" de otra manera. ¿"Relajaría" el mercado nuestra moralidad? ¿O todo lo contrario (sabiendo las consecuencias de nuestra negociación)?

  • Muy interesante el artículo y el estudio. Lo que me parece es que aquí la cuestión de la moralidad es un poco difusa. Quizás para algunos mantener con vida al ratón sea algo bueno, pero no tiene porque ser así para todos (es más, hay quien paga para matarlos...).

  • El articulo y los pseudoeconomistas del experimento son un ejemplo palmario de los disparates de la economía mainstream; a saber, concebir las interacciones o intercambios (sean o no "res extra commercium") entre las personas como análogas a la Teoría de Juegos; el "experimento" no es mas que un Juego de suma no cero entre n participantes reducible a uno de suma cero para n+1 participantes en el que el jugador n+1 representa la ganancia o la perdida total (Von Neumann y Morgensten); ¿quien es el jugador n+1? no es la cosa o ratón exterminada, sino los prejuicios o juicios de valor de los pseudoeconomistas que presuponen externalidades negativas o perdidas para terceros en todo acto de intercambio; el viejo dogma de Montaigne y de San Jerónimo, uno de los padres fundadores de la Iglesia, (el beneficio de uno es la perdida de otro) un corolario inevitable del error (no se percató de que estaba negando el principio de identidad) del gran Aristóteles sobre la necesaria equivalencia de valor (los pseudoeconomistas matemáticos lo llaman equimarginalidad o indiferencia de los niveles de utilidad) entre las cantidades cambiadas de dos bienes distintos ya sean intra o interpersonales; ex-ante, si no hay la necesaria disparidad en sentido inverso de las valoraciones por parte de los sujetos no se produce ningún intercambio; A valora en más lo que recibe de B que lo que le entrega; y viceversa para B; ¡ a ver si nos vamos enterando!

  • Gracias aNXo, muy interesante, pero poco sorprendente. Una muestra más de la inconsistencia de las decisiones humanas que vemos todos los días. Muchos concejales tendrían salarios más bajos si los fijaran teniendo más presente al ratón... digo al ciudadano. Pero en el salón de plenos, discutiendo con otros pares, resulta fácil elevarlo. Otro ejemplo: damos monedas al pobre que vemos en la calle pero le negamos una ayuda a las ONG para que puedan vacunar a niños en los países pobres. No es una hipótesis: he participado en el experimento, una cuestación de Médicos sin Fronteras cerca de mi facultad.
    Parece como si el dolor disminuyera con el cuadrado de la distancia. Esto casaría mal con los modelos de equilibrio general ¿no?

  • Anxo,

    No entiendo que tiene que ver la moral en el experimento. A mi me parece que lo que esta ofreciendo es la disyuntiva entre regalarte dinero o que lo dones a una fundación para la defensa de ese ratón del laboratorio . Me sorprende que en el individual un 50% de la gente realice la donación (en España seguro que el % es más bajo), en todo caso seguro que si en el diseño experimental hubiera otro grupo al que directmente preguntan si donan 10USD a esa fundacion la tasa de respuesta es mucho más baja . (puro endowment effect)

    Realmente no creo que sea la moral individual ni la maldad de los mercados lo que se mide en estos experimeintos sino el peso en la decision de "lo que pensara el investigador de mi". En el caso del diseño experimental de mercado la responsabilidad en la "no donación a la fundación de defensa de ese raton de laboratorio" es compartida por dos y por tanto se releja esa presion al que diran y se acerca a lo que sería al verdadera donación espontanea para le defensa del raton de laboratorio.

    Si hubiera un diseño individual en el que el sujeto del experimento estuviera seguro qu el investigador no podia saber lo que el decidia seguro que en el % de no donaciones se iba como poco al 70%

  • Enhorabuena por el post, desde luego te hace pensar! En cualquier caso, creo que el experimeno no es del todo extrapolable. En los mercados los intercambios y las externalidases negativas están muy alejadas en cuanto a posición en la cadena de producción. En el experimento la decisión final sobre el ratón recae sobre el sujeto mientras que en los mercados no es así. Si quisiéramos que efectivamente las decisiones en los mercados estuviesen condicionas a las externalidades (con todo lo bueno que ello podría generar) habría que enfrentar un problema básicamente de información. Un saludo y mi enhorabuena de nuevo!

  • Yo creo que si es bastante interesante. Pensemos en dos situaciones: en una te ofrecen diez euros por matar a un ratón, y en la otra te dicen que van a matar a un ratón si no pagas diez euros.

    Para un agente racional son situaciones casi identicas, pero en general la gente no hará lo mismo: muchas personas que no aceptarían los diez euros por matar al ratón, tampoco pargarían 10 euros por salvarlo.

    Bien, la gente implicada con frecuencia en procesos de mercado, no suele mantener estas discrepancias. Si no están dispuestos a pagar 10 euros para salvar a un ratón, normalmente estarán dispuestos a cobralos para matarlo. Una de las consecuencias de la interacción de mercados es que nos parecemos cada vez más a los agentes racionales del libro de texto. Nuestras preferencias pueden ser más o menos altruistas, y eso no tiene porque afectarlo el mercado, pero sean cuales fueren, se van van volviendo más y más consistentes en el sentido de Samuelson.

    En definitiva, el mercado no nos hace egoistas, solo consistentes, y estratégicamente más sofisticados. Y eso muchas veces puede parece muy egoista a quienes no son consistentes.

  • Estimado Anxo, me parece que, en consonancia con tus dudas, la lectura de "Humanidad e inhumanidad. Una historia moral del siglo XX" de Jonathan Glover te resultará en extremo interesante. Aborda las cuestiones que planteas y, además, explica el fenómeno de "deslizamiento moral" por el que te interrogas aquí. La discusión de fondo es sobre el realismo hobbesiano propio del fundamentalismo de mercado, que suele expresarse en darwinismo social u otras manifestaciones nietzscienias similares cuando se le enfrenta a los límites morales o a su coste social. El caso de los ratones no es bueno, porque dificulta la empatía que debe ser la razón de ese límite moral y plantea cierto paternalismo (Consumidor ser superior, víctima de sus decisiones ser inferior). De todas formas, me alegra leer por aquí a científicos duros preocupados por lo ocurrido en Bangladesh, porque los fundamentalistas del mercado nos defienden un mercado metafísico apelando a una supuesta ciencia económica y objetiva que demuestra de una forma realista la existencia de ese mismo mercado con unas fuerzas externas e independientes de la voluntad de las personas (Curiosa perversión del pensamiento de Hayek). Por lo tanto, tragedias como la de Bangladesh serían inevitables e irremediables y el natural coste del progreso y la modernización, como queda demostrado por una ciencia objetiva y amoral. A este respecto:
    http://www.academia.edu/3475208/Del_dano_que_hacen_los_mitos_de_la_Teoria_de_la_Modernizacion_en_nuestra_opinion_publica

  • Lo preocupante es que el mercado favorezca al 45% malvado. Al repetir n veces ese "pago a la inmoralidad" los que prosperen serán los inmorales. Como decía nosequién: "Cuando se ha renunciado a ser noble es fácil parecer astuto". Eso no es una novedad precisamente.
    Ahí entra la Ley (llámese regulación si se quiere) y el Estado ejecutor de esa Ley. No creo que esa entrada estatal deba ser masiva sino proporcional. Esa proporcionalidad es cara y difícil de estimar. Pero cuando se habla de la entrada del Estado en la Economía no es por equilibrar justicias sino por repartir la cosecha a coces.
    Creo que la discusión sobre las externalidades, llevada más allá de lo que da de si, es una excusa para argüir un reparto inmerecido de esa cosecha.
    Si sabes calcular la compensación de una externalidad negativa, aplícala. Pero no digas "más Estado, más Estado" como compensación a ojo de algo que no puedes medir. En todo caso, sin el mercado, veo difícil esa medición.

  • "Producir y comerciar con mercancías a menudo crea externalidades negativas, tales como malas condiciones para los trabajadores, posiblemente asociadas con reducciones en la esperanza de vida, explotación infantil, sufrimiento de animales o daño medioambiental. La gente que participa en mercados comprando tales mercancías parece ir muchas veces contra sus propios estándares morales"

    Dicho así parece que la responsabilidad recae en el mercado y en los consumidores. Desde hace más de un siglo Occidente acepta el capitalismo como sistema más adecuado, pero optando por que el Estado intervenga para mitigar consecuencias adversas. Cuando en el XIX se trabajaban 14 horas diarias, recurriendo al trabajo infantil y a la discriminación salarial de la mujer, la sociedad reaccionó y esas condiciones que imponía el mercado fueron legalmente abolidas. Esos Estados deberían seguir defendiendo lo mismo y no deberían aceptar acuerdos comerciales sin casi aranceles con países que no respetan ni la prohibición del trabajo infantil, ni protegen a sus mujeres ni establecen unas mínimas condiciones laborales. Así es completamente imposible que la industria téxtil europea o norteamericana pueda competir con la de Bangla Desh y similares. Los responsables son quienes firman esos acuerdos comerciales sin exigir unas mínimas condiciones laborales (y una vez que se den estas, sí, a competir y cada uno a hacer lo que mejor sepa) y las empresas que presionan para que esto sea así, no los consumidores que, como es lógico, buscan la mejor opción para sus muy maltratadas economías. Librecambismo con respeto a los derechos fundamentales del ser humano.

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