En septiembre de 2008, justo tras la caída de Lehman Brothers, volaba hacia Estocolmo con Óscar Arce para presentar en el Sveriges Riksbank un trabajo –Andrés y Arce- con un título parecido al de este post. Discutíamos sobre una forma intuitiva de justificar el resultado principal del mismo, que venía a decir que la intensificación de la competencia en el sector bancario contribuye al crecimiento a largo plazo de las economías pero puede tener efectos desestabilizadores a corto amplificando la respuesta a determinados shocks exógenos. No encontramos mejores palabras que las que Martin Wolf escribía ese mismo día en el Financial Times en donde argumentaba lo que el Reino Unido debía -“dos”- y no debía hacer -“do nots”- para salir de la crisis: ”First “do”: sustain the core financial system, while accepting that many individual institutions will disappear. Most institutions that specialise in lending to the housing market will disappear into larger and more diversified entities. Less competition will mean higher margins and more costly borrowing. So be it. The UK should not want housing finance to behave as it did in the years leading up to August 2007 ever again.”
El momento que vive el sector financiero europeo es delicado, y el español lo tiene aún más difícil como se ha discutido con frecuencia en NeG, en particular Tano en dos magníficos posts recientes –aquí y aquí. Es preciso acertar primero con la solución a los riesgos de quiebra –como discute Vicente Cuñat aquí- y luego con la regulación que optimice el funcionamiento del sector financiero. Para juzgar lo adecuado de una regulación, la métrica correcta es el bienestar del consumidor, pero un enfoque algo menos ambicioso consiste en evaluar qué sistema regulatorio tiene unos efectos económicos más deseables. Por ello, no debe sorprender que con la crisis se haya reabierto el debate sobre la contribución del sector financiero al crecimiento y la estabilidad macroeconómica, debate que años atrás parecía cerrado con una visión predominante según la cual el desarrollo de este sector, las ganancias de capacidad en su capacidad de intermediación y el aumento de la competencia en el mismo no sólo traen más prosperidad, medida en términos del crecimiento de la renta per cápita, sino que amortiguan las fluctuaciones económicas.
Hoy estas cuestiones vuelven a ser de actualidad. ¿Favorece realmente el desarrollo financiero el crecimiento a largo plazo? ¿Reduce la amplitud de los ciclos? ¿Afecta a la probabilidad de que tenga lugar una crisis financiera? En cualquier caso ¿Cuales son los mecanismos a través de los que el desarrollo financiero tiene estos efectos? ¿Hay alguna diferencia fundamental entre la financiación vía mercados o través de instituciones fuertemente apalancadas como los bancos? Estas cuestiones son complejas y han dado lugar a multitud de artículos científicos que no pueden resumirse en una entrada como esta -aunque quienes quieran una aproximación no muy costosa pueden encontrarla en la reciente serie de VOX-EU. Dejo para más adelante una discusión más general de estos temas que supongo que nos acompañarán durante mucho tiempo. En este post me interesa centrarme en un aspecto concreto, de gran relevancia dado el proceso de redimensionamiento que está sufriendo el sector bancario en España y en general en toda Europa. Me refiero al impacto macroeconómico que puede esperarse de una alteración sustancial en la intensidad de la competencia bancaria consecuencia de la reducción del número de instituciones en el mercado.
A la caída generalizada de los tipos de interés reales que trajo consigo la globalización hay que añadir en muchos países europeos una reducción adicional de hasta unos 200 puntos básicos del spread entre los tipos de préstamo y de depósito como consecuencia del proceso de integración financiera –como se puede ver en el siguiente gráfico publicado en el Informe Anual de 2010 de la CNMV o en alguno de los informes del BCE sobre estabilidad bancaria anteriores a la crisis, por ejemplo este, secciones 2 y 3. Las causas de esta reducción son diversas –Maudos y Fernández de Guevara (2004)- pero, dado que el spread aproxima razonablemente el margen de precios sobre coste marginal en las operaciones de crédito por parte de entidades con un cierto poder de monopolio, se puede entender que la intensificación de la competencia ha sido uno de sus factores determinantes –Leuvensteijn, Sørensen, Bikker y van Rixtel (2008).
Los efectos a largo plazo de esta reducción en los tipos son positivos ya que permite una reasignación del crédito hacia actividades productivas y de inversión. De hecho la evidencia empírica muestra que los sectores especialmente dependientes del crédito se desarrollan más rápidamente en países con sistemas bancarios más competitivos -Claessens y Laeven (2005)- y son muchos los trabajos que encuentran una asociación positiva entre el desarrollo financiero y el crecimiento.
El efecto de la competencia bancaria sobre la estabilidad macroeconómica no está tan claro. Por una parte, el modelo del acelerador financiero de Bernanke, Gertler y Gilchrist (1999) explica como en un mercado financiero poco desarrollado e ineficiente los prestatarios deben pagar una prima en su coste de financiación; esta prima es contracíclica –lo que es consistente con una abundante evidencia empírica- aumentando (disminuyendo) en las recesiones (expansiones) lo que da lugar a una amplificación de las fluctuaciones económicas. Son legión los trabajos que han tratado de corroborar –en muchos casos con éxito- que la moderación sustancial de la amplitud del ciclo económico observada en las economías desarrolladas en las últimas décadas está en parte ligada a la reducción de dichas primas favorecida por la profundización en el desarrollo financiero. Sobre la base de este resultado, en la medida en que la concentración bancaria que se está produciendo dé lugar a primas de financiación más elevadas esto sería el preludio de una época de mayor volatilidad en la actividad económica y, en particular, el empleo.
Sin embargo, esta es sólo una parte de la historia porque la asunción de mayor riesgo, la rebaja de los estándares crediticios y la reducción de los spreads -en particular en el mercado hipotecario- han favorecido un incremento muy sustancial del endeudamiento de empresas y hogares. Esto provoca un efecto que opera en la dirección opuesta al descrito con anterioridad y que, como ya señalaban Goodhart et al. (2004), tiene un impacto negativo sobre el ciclo económico y contribuye a aumentar las probabilidades de sufrir crisis originadas en el propio sector financiero. El mecanismo en este caso opera de la siguiente forma. La competencia estimula la compresión de los márgenes y el endeudamiento –como han contrastado empíricamente Ongena y Popov (2010). En el mercado hipotecario la reducción en el coste de la financiación tiene un poderoso efecto multiplicador sobre la demanda de crédito, lo que a su vez resulta en un incremento de la demanda de vivienda y en su precio, aumentando así el valor de las garantías reales exigidas como colateral en los préstamos hipotecarios, lo que a su vez realimenta el crédito. El resultado final es conocido, un elevado endeudamiento soportado por el valor de un activo sobrevalorado. A partir de ahí la bomba esta cebada para que cualquier shock financiero tenga efectos devastadores sobre el consumo. Pero es que incluso shocks no generados en el sector financiero tienen efectos dramáticos sobre la demanda al provocar una sobrerreacción de la riqueza neta de los deudores. Por ejemplo, el incremento del tipo de interés necesario para combatir los efectos inflacionarios del precio del petróleo a partir de 2005 fue determinante para desatar una cadena de crisis hipotecarias y depreciación de activos que están en el inicio de la crisis actual.
¿Cuál de estos efectos domina ante una intensificación de la competencia bancaria: la reducción del carácter contracíclcio del spread o el incremento del apalancamiento del sector privado? Esta es sin duda una cuestión abierta –y como muestra puede seguirse este debate reciente en The Economist- sobre la cual sólo disponemos de alguna evidencia empírica indirecta y de resultados teóricos como en nuestro trabajo antes citado. Pero estos apuntan a que el efecto desestabilizador causado por un excesivo endeudamiento no es de orden menor y que puede tener relevancia para el diseño no sólo del marco regulatorio sino de la propia política monetaria, aunque esta cuestión sobrepasa el objetivo de este post.
El reto para la regulación bancaria está en acertar con aquellas normas que potencien el efecto dinamizador del desarrollo financiero, evitando sus efectos desestabilizadores a corto plazo. Esto es más fácil de enunciar que de conseguir. La concentración bancaria augura –incluso cuando el flujo de crédito recupere una cierta normalidad- una época de costes de financiación más elevados que en el pasado, lo que repercutirá en el ritmo de la recuperación de la actividad económica. Como consuelo nos queda que esto debe también reducir el riesgo de crisis futuras. So be it, Wolf dixit.
Hay 28 comentarios
Tema muy interesante y realmente complejo.
Leyendo el post se me ha ocurrido una teoría. La bajada del spread entre crédito y depósitos diluye la frontera entre ahorro e inversión, produciendo una especie de "amateur investment" masivo. Básicamente en la construcción. Es amateur porque permite invertir sin nigún tipo de conocimiento empresarial y se basa en su condición especulativa y de retroalimentación.
Una vez con suficiente tamaño la burbuja absorbe ya no sólo inversión amateur sino también empresarial que ha sucumbido al canto de sirenas de una inversión más cómoda y con menores riesgos. Se produce, así, la paradoja que una bajada del tipo de interés, aumenta el coste de oportunidad de la inversión más productiva "professional investment".
Quizá el enfásis no debiera ponerse en la variable competencia bancaria, siempre deseable, sino en una política que mediante incentivos o regulación no deje que el simple ahorro se convierta en "amateur investment".
Joan
Efectivamente, la reducción de spreads permite abordar inversiones en principio menos rentables. Eso no está mal, es la teoría de la eficiencia marginal del capital que nos dice que la inversión aumenta porque podemos acometer proyectos marginalmente menos rentables conforme cae el tipo de interés.
El problema está cuando este abaratamiento se combina con el uso del valor de la vivienda como garantía real. Los bancos prestan al sector inmobiliario porque el valor de la vivienda actúa como colateral. Eso produce un potente efecto multiplicador, aumenta la rentabilidad de la vivienda por la expectativa de aumento de precios y atrae capital detrayéndolo de los demás sectores.
Por supuesto lo ideal sería tener lo bueno de la competencia bancaria y evitar lo malo del exceso de crédito. El éxito de la regulación estará ahí. Pero mientras tanto creo que nos debemos preparar para un periodo prolongado de mayores tipos de interés.
Estupendo artículo, Javier Andrés. Como de costumbre.
Pero me vas a permitir una pequeña crítica.
Mientras los "fontaneros" se dedican a arreglar con parsimonia los fondos llenos de carcoma, la mayor parte del pasaje se pregunta cómo es posible que, donde funcionaban 100 compitiendo duro, con un empleo fuerte y bien pagado y con costes a sus clientes normales muy por debajo de lo de otros países de Europa fuertemente oligopolizados (basta visitar cualquier pueblo alemán, italiano, francés o inglés) ahora nos encontremos tratando de explicar que, ....bueno, menos competencia no está mal. ¿De 100 a siete?.
En situaciones como esta --que está en la boca de todos los españoles de a pie-- no sirve de mucho intentar convencernos de que esto que sucede no es el resultado de un desempeño desastroso o peor, intencional, por parte del estado que, a fin de cuentas, legisla, supervisa y dicta hasta los más nimios detalles al supervisor como, por cierto, le exige la ley.
En relación al Housing Bubble es algo que ya Tiberio supo cómo hacer y por eso no se entiende muy bien lo que dicen ahora los economistas citados y aparentemente sorprendidos cuando ya Paul Krugman, en el 2002 explicaba a Greenspan lo que tocaba hacer. Todos le hicimos caso.
Cito y enlace al pie. Año 2002, fin de la burbuja dotcom.
"This was a prewar-style recession, a morning after brought on by irrational exuberance. To fight this recession the Fed needs more than a snapback; it needs soaring household spending to offset moribund business investment. And to do that, as Paul McCulley of Pimco put it, Alan Greenspan needs to create a housing bubble to replace the Nasdaq bubble".
Saludos
http://www.nytimes.com/2002/08/02/opinion/dubya-s-double-dip.html?pagewanted=1
Manu Oquendo
Thought provoking, como siempre. Sólo una consideración a lo que dices. Es evidente que las burbujas se suceden unas a otras. Uno de mis gráficos favoritos de la pre-crisis es uno de Ricardo Caballero –ahora no tengo a mano la publicación- en la que se ve la sucesión de burbujas como el oleaje del mar. Es decir que cuando una explota se genera la siguiente. De ahí a que vengan creadas a propósito por los bancos centrales es otra cosa. Es cierto que la liquidez que inyectó Greenspan para salvar a burbuja dot.com ha tenido mucho que ver en la de la vivienda –esta es básicamente la historia del “money glut” que tiene parte de razón.
Pero hay otras muchas teorías al respecto. Por ejemplo, si la abundancia de ahorro –“savings glut”- redujo el tipo de interés natural de la economía ¿hubieran debido los bancos centrales mantener unos tipos reales más elevados que el natural creando así una recesión?
Por otra parte te habrás fijado que mi argumento es de tipo “positivo”, es decir si hay menos competencia tenemos algunos efectos deseables –menos inestabilidad- y otros no tanto –menos crecimiento. El argumento “normativo” de si menos competencia es buena o mala requiere evaluar las pérdidas de bienestar en ambas dimensiones. Mi único punto es señalar que los efectos de la competencia son distintos según miramos al ciclo o al crecimiento. Muy posiblemente la pérdida de bienestar causada por un menor crecimiento domine a la causada por una mayor volatilidad, pero cuando estamos en medio de un lio como el actual es natural preguntarse si valía la pena el fuerte crecimiento de décadas anteriores si llevan a una recesión como esta. Y la respuesta puede no ser obvia.
Javier Andrés,
Aprecio tu esfuerzo por plantear en unos pocos párrafos el difícil tema de la estructura óptima de la industria financiera. La dificultad se hace mayor por la crisis y por el debate generado por la crisis. Los miles de libros y documentos de investigación teórica y empírica publicados en los últimos 30 años, a los que deben agregarse otros miles de documentos oficiales sobre propuestas y evaluaciones de la regulación de la industria, podrían hacer suponer que hemos avanzado mucho en determinar aquella estructura óptima. No es así, sin embargo. Hay varias razones que explican el escaso progreso, pero su análisis requeriría mucho más que un comentario a una entrada o una entrada o varias entradas en un blog.
Para los que no creen que ha habido escaso progreso, recomiendo leer esta entrada
http://www.nakedcapitalism.com/2012/04/scott-fullwiler-krugmans-flashing-neon-sign.html
sobre la discusión que HOY está teniendo lugar entre algunos economistas sobre cuestiones que ya se discutían hace más de 80 años. En otras palabras, hoy todavía se discute qué es dinero, qué es un banco, qué es riesgo sistémico, qué cuanta discreción y otros cosas básicas. La mayoría de los economistas prefiere ignorar estas discusiones semánticas, pero entonces no deben extrañarse de que sus hipótesis y recomendaciones de poco o nada sirven. Peor todavía cuando los supuestos de sus análisis poco o nada tienen que ver con la realidad histórica de los sistemas financieros.
Un último punto. Ninguna explicación de la realidad histórica de los sistemas financieros puede ignorar el papel crítico que siempre --insisto, siempre-- han jugado los gobiernos de todo tipo en sus estructuras, conductas y resultados.
Anexo - Los que hemos seguido por décadas el debate sobre sistemas financieros creemos que conocemos “casi“ todos los análisis teóricos y empíricos. Pero siempre aparece algo o alguien nuevo e interesante para ser tenido en cuenta. Luego de escribir el comentario, recibí la carta semanal de John Mauldin que hace referencia a las investigaciones del profesor Andrew Odlyzko, School of Math, U. of Minnesota. Recomiendo entrar en
http://www.dtc.umn.edu/~odlyzko/doc/bubbles.html
y leer por lo menos el primer paper listado allí. En los próximos días espero leer sus otros papers.
Quasimontoro
Desde luego el debate que indicas en el link es demoledor. A mí que economistas sensatos e inteligentes estén en desacuerdo sobre cosas tan básicas me hace pensar que me estoy perdiendo algo. Porque creía que entendía el funcionamiento del sistema bancario, por lo menos al nivel del libro de texto, pero ya no estoy tan seguro.
Pero dejando aparte esa cuestión, en el post me limito a señalar que a diferencia de la competencia en cualquier otro sector, cuyos efectos son en general beneficiosos en cualquier dimensión, en este caso concurren tantos otros fallos de mercado que a lo mejor la profundización de la competencia tiene ciertos efectos negativos en la frecuencia cíclica. Con eso no quiero defender que sea bueno limitar la competencia, simplemente que si queremos potenciarla mejoraremos la capacidad de intermediación del sector financiero, pero viviremos siempre más al borde de crisis de sobrevaloración de activos y endeudamiento.
Javier Andrés,
Tu hablas de tantos otros fallos de mercado en la industria financiera pero te recuerdo dos cosas. Primero, a nivel teórico, si se quiere hablar de fallos de mercado, se debe recordar que lo único que se ha mostrado en economía del bienestar es que Dios puede resolver esos fallos (y todos los fallos de los gobiernos). Este primer punto lo fundamento en lo que mis maestros Leo Hurwicz y Jim Buchanan ya enseñaban en los años 60.
Segundo, a nivel empírico, no se pueden identificar fallos de mercado en industrias que siempre han sido manipuladas por los gobiernos. Me refiero por supuesto a economías de mercado, cubriendo todo el espectro, desde gobiernos que han controlado la industria estrictamente para lograr objetivos específicos de asignación de recursos y distribución de riesgos hasta gobiernos que se han limitado a regulaciones que restringen la entrada y la prestación de servicios y además proveen una red de protección a los dueños de las instituciones privadas.
Se puede hacer una analogía con lo que ocurre en EEUU con el sistema de seguros de salud, como John Cochrane lo muestra claramente en las dos últimas entradas de su blog
http://johnhcochrane.blogspot.com/2012/03/supreme-court-and-health-insurance.html
http://johnhcochrane.blogspot.com/2012/04/supreme-court-and-health-insurance-part.html
Gracias Javier por la completa exposición que haces en el artículo.
Me quedo con algunas dudas, aunque me temo que evidenciaré mi poco conocimiento al respecto. Entiendo la reducción de los spreads en el sector bancario como una mejora tecnológica que produce un shock positivo y, por tanto, una burbuja tras él (con su aumento del apalancamiento). ¿Cuánta importancia tiene la inestabilidad producida por este shock y cuanta la de tener un sistema bancario con mucha competencia? ¿podría, tras el shock inicial, reducirse drásticamente la volatilidad en un sistema financiero competitivo?.
Especialmente, me entran las dudas de si el "consuelo" que nombras en el último párrafo, será real o no. Y al respecto, ¿aumenta la competencia en las expansiones y a la inversa? Me da esa impresión.
Saludos
Carlos Jerez
Como le comentaba a Manu Oquendo, si analizas el coste de bienestar causado por una menor competencia bancaria tienes que comparar el coste debido a un menor crecimiento con el beneficio generado por una menor volatilidad. En general este último tiende a ser menor con lo que una mayor competencia bancaria resultaría óptima. Sin embargo, el coste en bienestar de recesiones tan profundas como la que estamos viendo –en la que la economía puede tardar bastante tiempo en volver a su nivel potencial- pude ser más significativo y en ese caso la comparación no está tan clara.
Por otra parte, la evidencia empírica muestra que los márgenes son contracíclicos, por lo que cabe suponer que la intensidad de la competencia aumenta en las expansiones y se reduce en las recesiones. En nuestro trabajo Óscar y yo derivamos una función de demanda de crédito cuya elasticidad aumenta en las expansiones; la razón es que a mayor endeudamiento mayor intensidad de búsqueda de unas mejores condiciones de financiación lo que potencia la competencia en precio y la reducción del spread.
Buenas tardes,
Para mi la clave de crisis como la actual está en la política monetaria expansiva (no sé tanto como los autores de este blog, pero lo que sé - o creo saber-, me hace ser partidario de las teorías de la Escuela Austriaca). Si el BCE expande el crédito desmesuradamente poco importa que luego los bancos sean un poco más o menos competitivos. Intuyo que la "asunción de mayores riesgos y rebaja de estándares crediticios" están mas relacionados con la expansión monetaria que con el número de entidades de crédito o que, incluso, con la inteligencia de los empleados bancarios. Si el BCE se empeña en inundar de dinero el continente de poco servirán los otros factores
Me da la sensación de que, a veces, queremos tener las ventajas a CP de la política expansiva sin asumir los riesgo a LP que conlleva. Pero me parece imposible.
En relación a los bancos, intuyo que la clave para evitar crisis está en el coeficiente de caja. Por otra parte, no creo que pueda ser malo que los bancos reduzcan los spreads en base a productividad y competencia entre ellos.
La concentración nos puede servir ahora para repartir la porquería debajo de varias alfombras, pero no creo que sea determinante para evitar una nueva crisis en el futuro o un mayor o menor apalancamiento del sector privado.
Un saludo.
Ricardo M
No es mi intención decir que la competencia bancaria haya causado la crisis. Lo único que quiero señalar es que no es necesariamente cierto que un sistema financiero más competitivo suponga una reducción en la magnitud de los ciclos económicos, como por ejemplo predice la teoría del acelerador financiero de Bernanke y sus diversos coautores.
En cuanto al papel de los bancos centrales hay que tomarlo con un poco de precaución. Es cierto que tras la burbuja hay una política monetaria muy laxa pero no está claro que la alternativa hubiera sido necesariamente una más restrictiva. Piensa en los años 90 y 00, con un mundo que ahorra –los emergentes, productores de petróleo, etc- y otro que no hubiera gastado porque los bancos centrales hubieran estado aplicando una política muy restrictiva –EEUU, Reino Unido, Europa, etc- en ese caso ese periodo en vez de ser la gran moderación hubiera sido de una moderada, pero duradera recesión, o al menos estancamiento. Como le decía a Manu Oquendo, había mucho dinero pero también mucho ahorro en el mundo. Sin políticas más expansivas a lo mejor hubiéramos tenido un problema planetario de demanda, aunque seguramente no una crisis de deuda. ¿Qué es peor? No lo tengo claro.
Una cuestión más;
¿Alguien puede recomendarme algún texto donde se critique a la teoría de la Escuela de Austria (en lo que concierne a la moneda)?
Desde que descubrí estas ideas no entiendo como no están aceptadas por la mayoría de los académicos. Igual hay algún motivo de peso y me gustaría conocerlo.
Gracias.
Hola, Ricardo.
Te puedo dar mi crítica de la escuela austríaca y supongo que en internet encontrarás unas cuantas desde el marxismo.
En lo que se refiere a la "ortodoxia", la economía que vive en el paradigma vigente, no conozco crítica de fondo y si alguno de los profesores nos echa una mano se agradece.
Realmente no creo que haya discrepancias científicas importantes entre los austríacos y el mundo que llamamos "ortodoxo" por no entrar en detalles.
Lo que hay es, probablemente, una postura más realista de los economistas ofociales (los que trabajan en las instituciones del paradigma vigente).
Éstos entienden que su función es ayudar al poder político a gestionar de acuerdo con sus deseos y necesidades y los austríacos, al no estar en el paradigma, pueden adoptar posturas más, digamos, fundamentalistas y ortodoxas.
Un ejemplo: Todos preferimos un sistema monetario que no sea de encaje fraccionario y en el cual los tipos de interés los marque el mercado. Se invierte lo ahorrado realmente y punto. Por lo menos vives en un mundo mas fiable.
Pero, claro, en estas condiciones, el poder político no puede reaccionar electoralmente a través de la política monetaria o de los tipos de interés y se ve obligado a que los ajustes se hagan vía se reduzcan los costes del factor trabajo y productividad real. Es el mismo motivo que terminó en el abandono del gold standard. Rigidez y pérdida de control político.
Creo que esto es todo el problema y toda la diferencia. Parece poco pero es enorme.
En el Siglo XIX, con el Marxismo arrancando en Rusia, la guerra fría, eñ sufragio universal que llega al ciclo electoral, etc. pedir dureza con el factor trabajo es prácticamente imposible hasta que se llega a situaciones como la actual.
La crítica marxista creo que se pierde y no es seria porque austríacos y marxistas se odian. Tienen dos modelos de estado y de ser humano radicalmente distintos.
Saludos
http://econfaculty.gmu.edu/bcaplan/whyaust.htm
La wikipedia siempre te puede ayudar. Para mí lo más importante es que renuncian al método científico y suelen estar muy ideologizados. En mi caso, he tenido un brillante compañero de carrera y Javier Andrés lo tuvo como alumno, que se gana la vida divulgando las teorías de la escuela austriaca con éxito en los medios de comunicación online. Él era mucho mejor estudiante, pero desde las primeras semanas de carrera, profundamente ideologizado. Es una pena, porque podría estar haciendo aportaciones importantes a la economía.
Carlos Jerez
Por los datos que das creo saber a qué compañero tuyo te refieres. Realmente un muy buen estudiante.
Yo no sé mucho de la escuela austríaca pero del link que pones (¡gracias!) estoy muy de acuerdo sobre todo en los puntos b) y d) del principio. De los otros no me atrevo a opinar.
Buenos días y gracias, Javier Andrés, por tus comentarios instructivos.
Quizás el campo en el que más deficiente --o frustrante-- resulte el análisis económico sea precisamente en el estudio de la estructura de los mercados y en sus efectos. El viejo asunto de la competencia y la tendencia al monopolio también por parte de los gobiernos. Hay una santa alianza ahí poco visible e instintiva.
Probablemente porque, como en las incineradoras, no quedan restos fiables ni de los actos ni de sus causas. Por consiguiente poco análisis cuantitativo puede uno hacer si los datos no son lo que parecen ni sus causas reales conocidas. De alguna forma lo apuntaban Solow o Abramowich al encontrarse con aquellos residuos tan grandes. “Reflejo de nuestra ignorancia” decían.
El sistema financiero es un medio: Crea dinero, nos lo gestiona y hace circular. Algunas de esas funciones pueden ser hechas por otros a una fracción del coste. Telcos, que ya lo hacen o, más futurista, un “smart grid” de cientos de miles de minibancos, una revolución abortada en los 90.
Una parte de sus efectos es visible, otra es invisible.
La primera es lo que nuestras cuentas reflejan como cashflows negativos, los gastos, y las suyas como ingresos.
La segunda, la menos visible, son la inflación, la exclusión obligada y el crowding out. Los costes de oportunidad que nunca vemos porque el estado nos obliga a cederlos a la banca y no vale la pena ninguna iniciativa en ese campo. El privilegio que en exclusiva cede el estado a la banca de ciertas iniciativas que salen de la sociedad (fondos cautivos, depósitos impropios, obligación de usar sus servicios, ignorancia de lo que hacen con nuestros fondos e inversiones, etc) que son desempeñadas por muy pocos agentes con objetivos propios.
El efecto de la estructura oligopólica de un sector sin valor diferencial está diluido en el resto de la sociedad.
Su aportación visible (coste) e invisible (oportunidad perdida o iniciativa abortada) y esta última no hay forma de medirla dado que, como en el caso del crowding out, nunca se sabe.
Saludos
Creo que una primera dificultad está en no darse cuenta que el sistema financiero ha cambiado mucho en los últimos 20 años, cosa que no se refleja en los manuales ni en la mayor parte de los análisis ortodoxos, que siguen considerando a los bancos como meros intermediarios entre ahorradores e inversores. Esto es, entidades neutras que cumplen una función necesaria y que necesitan de unos ahorros para realizar unos préstamos.
Si esto fue así alguna vez, no sucede lo mismo ahora. En la actualidad esa función intermediadota representa un porcentaje pequeño de su actividad y mucho menor de sus beneficios. La banca actual sigue el modelo ORD-Originate, Rate, Distribute-centrada en “los mercados” y en el uso de sofisticados modelos econométricos (que son, además, sorprendentemente iguales, de forma que “las señales” de compra/venta son universalmente recomendadas, con efectos no deseados sobre liquidez t precios). En efecto, como señalan los economistas keynesianos, los bancos pueden crear dinero sin esperar a que les “lleguen” los depósitos y, como se está viendo ahora, pueden no prestar por muchos fondos que reciban. (“se puede llevar el caballo a la fuente pero no obligarle a beber”:Keynes, creo).
Saludos.
PS
No está en absoluto demostrado, especialmente en el sistema financiero, que una disminución del número de entidades signifique, necesariamente, una menor competencia. Hay un Índice, que nunca me acuerdo de cómo se llama (Samuel fue muy amable y me lo indicó, pero sigo sin recordarlo-¿Alzeimer?) que se aplicó a la banca española cuando empezaron los procesos de fusiones que redujeron los 7 grandes a los 2 actuales, que así lo demuestra.
KEyNES
Las formas de medir la competencia son diversas. Por poner algunos ejemplos, hay trabajos que se basan en el Índice de Herfindahl y el trabajo de Leuvensteijn, Sørensen, Bikker y van Rixtel (2008) utiliza otro indicador (Boone).
Es cierto que el número de entidades no determina la intensidad de la competencia, pero en España la Ley de Cajas que les permitió expandirse en el territorio nacional supuso una competencia feroz por dar créditos. Los trabajos que cito en la entrada y otros muchos establecen claramente la asociación entre el grado de competencia –medido de diversas formas- y los spreads
Para mi se trata de un retardo en dinámica económica la oferta no se ajusta y tarda en establecer precios estables ..formación de precios nominales perjudica los salarios reales,menores realmente el problema sigue preocupando por que la formación de demanda es falta de potencial ...hemos gastado para 20 años.espectativas por espectación
Aparte indicaria la competencia perfecta es dificil pero la competencia imperfecta nos demuestra que el comportamiento colusorio aumentara la financiación del credito mejora la competencia aunque hablemos de empresas blindadas de tamaño y todo se antecede ..por lo tanto la limitación de la información restringe en realidad la aparente competencia de los prestamistas y el libre acceso a multiples fuentes y esta restricción ,lo mas grave para la gente reduce el fraude moral que plantea la limitación de la información entramos en una situación de desarrollo sin ventaja comparativa absoluta¡ ¿pura? agua
El post de Keynes daría para ríos de tinta en lo referente a la naturaleza cambiante del negocio bancario como en lo referente a competencia.
Voy a comenzar por esta última.
Si eres una gran compañía y sacas tu negocio bancario en dos o tres “paquetes” y lo negocias una vez al año entonces puedes poner el sistema a competir, comes en el comedor de presidencia y sacas excelentes condiciones. Entre grandes se compite bien.
Pero ¿qué hacen las decenas de millones de pequeños clientes en todos los barrios y pueblos de Europa? Pues no pueden hacer nada. Callar y pagar.
Por cierto: Es una viejísimos norma de gestión bancaria clasificar a los clientes en dos categorías (entre otras): Los que reconcilian su contabilidad mensualmente con el extracto bancario y los que no lo hacen.
Segundo asunto: Mutación del negocio.
Hacia el año 2000 las comisiones por transacción en los grandes de retail banking ya eran más del 50% de los ingresos y margen del banco, hoy, con seguridad, este porcentaje ha crecido porque las comisiones --aprobadas por BE-- han crecido a múltiplos de la inflación y los costes muy por debajo de la inflación.
Pero lo mejor es que un banco típico de buen tamaño tiene, habitualmente, unas 150 transacciones distintas más lo que dé la imaginación de Marketing paulatinamente todas van pasando a ser "de pago".
El coste tiene dos componentes uno directo y lineal (oficial de ventanilla o el propio cliente por internet o TPV) y otro FIJO, la Infraestructura de Computación y Comunicaciones. (Cuyos costes totales bajan con la tecnología anualmente)
A economistas como nosotros no se nos debe escapar que la Banca ha conseguido convertir un Negocio de Costes y Rendimientos Lineales o Decrecientes en un fantástico negociazo de Rendimientos Crecientes. Como el Software.
Este cambio ha pasado desapercibido en la economía financiera pero es brutal. De repente la Banca tiene un objetivo estratégico que consiste en ser oligopolio y una base de negocio de rendimientos crecientes. The Sky is the Limit. A cambio se les pide muy poquito capital y generosidad en el crédito.
Saludos
Muy interesante el planteamiento de este post, Javier. Pero, ¿por qué lo que se plantea parece ser, "si hay más competencia tenemos determinados efectos beneficiosos, pero también efectos perniciosos de ciclo", como queriendo decir, hay que elegir entre más competencia o menos competencia, teniendo en cuenta estos aspectos?
¿No se puede acaso, trabajar bajo el enfoque de aprovechar los efectos positivos de la competencia y al mismo tiempo trabajar en que no se generen las burbujas que se pueden generar, como consecuencia del crédito fácil o de los tipos de interés bajos de financiación, derivados de esa competencia?
Porque que los tipos sean bajos (y la competencia alta), puede venir fenomenal para otros sectores de la economía que necesiten realizar sus inversiones productivas necesarias.
El tema está en aprovechar eso pero establecer esos mecanismos para prevenir otras burbujas. La supresión de la deducción por vivienda?, exigencias a los bancos de una provisión genérica realmente suficiente, requisitos de capital antes de que explotara la burbuja, el debate de la dación en pago (que realmente incrementaría los tipos, pero solamente los hipotecarios, no necesariamente los que se ofrecen a las líneas de crédito de las empresas), etc.
Es que el Banco de España y el Gobierno no han hecho NADA, para prevenir esta burbuja. Y se decía cuando estalló lo de Lehman, que en España se estaba bien porque teníamos una regulación del Banco de España que no permitía que aquello ocurriese. Ha, ha, como me río de esa autocomplacencia (por no llorar, claro).
Así estamos, a punto de ser intervenidos, porque de nuevo la reforma financiera es insuficiente, a nadie le quepa la menor duda. Las refinanciaciones son mora encubierta y con la recesión nadie se cree que las entidades vayan "a competir realmente entre ellas" para dar crédito, cuando su principal objetivo ahora es desapalancarse.
Josu
La solución óptima sería sin duda mantener los beneficios de la competencia -tipos de interés más bajos, mejores condiciones de crédito- evitando sus efectos negativos. Eso es tarea de la regulación y ahí es donde se debe afinar el diseño con mecanismos como los que propones. La garantía hipotecaria es una forma de abaratar el crédito. Si la eliminamos o la desincentivamos el resultado sería aumentar drásticamente los tipos de interés de este tipo de créditos y reducir su cuantía.
Sin embargo piensa en lo paradójico que resulta que antes de la crisis los reguladores considerasen mucho más seguro un préstamo hipotecario –por sus garantías reales- que préstamos a empresas. Ahora sabemos que el colateral compensa por el riesgo específico del préstamo pero aumenta el riesgo sistémico contra el que hay poco seguro. Cuando decimos que la percepción del riesgo bajo durante la gran moderación, nos referimos a que pensábamos que los seguros que prácticamente diluían el riesgo de un préstamo concreto también servían para diluir el agregado, cuando sucedió lo contrario.
Por otra parte en el post no estoy abogando por limitar la competencia en el sector, me limito a señalar algún riesgo de la competencia bancaria que no se da con la competencia en otros sectores.
Buenos días, Javier Andrés.
Siempre leo tus textos con atención. A veces dos o tres veces para entender los distintos niveles de información y mensajes que de ellos se desprenden.
Al leer el anterior me queda la sensación de que los economistas profesionales ven el sistema financiero más desde su perspectiva de fuelle sistémico que atiza la hoguera que como componente del coste de actividad.
Por el contrario, mi perspectiva, como cliente y parte de la actividad productiva, va más por el lado de los costes que el sistema me causa porque son éstos los determinantes de una parte de mi competitividad.
Por otra parte nunca he usado a la banca para financiador nada importante. Nunca tuve a la vista negocios tan rentables como para pagar tal socio.
Por eso me sorprende que siendo las comisiones por transacción la parte del león (más del 50%) del P&L bancario típico y dividiéndose en resto entre "Capital Gains", atípicos e “Intermediación Crediticia” se dé tanto peso al lado crediticio de la banca cuando, salvo una pequeña parte el crédito, es señal de una gran carencia o debilidad económica: La falta de ahorro real.
Vivir del crédito es un baldón (moral y empresarial) salvo en contadísimas excepciones: Inversiones productivas de largo ciclo.
Entiendo las causas pero lo que realmente marca la contribución bancaria a la competitividad económica sostenible no es tanto su capacidad crediticia como el coste de su existencia y éste como parte del PIB ha subido en todo occidente desde menos del 2.5% a más del 5%. Cuando un sistema financiero pasa a pesar tanto algo malo está pasando.
Por último: Hay un beneficio tremendo de la gran competitividad bancaria que teníamos en España tradicionalmente: Su estructura de costes espartana que, por ejemplo, ha permitido a los grandes españoles hacerse con bancos extranjeros cuyo coste de administración (fruto de su posición oligopólica) era Tres veces el del banco español (Caso de Abbey National y otros que pasan a ser rentables por un simple cambio de procesos de gestión)
Saludos
Manu Oquendo
Planteas dos cuestiones diferentes y las dos muy interesantes. La primera es el papel del crédito y su contribución a la actividad económica. Si miras los datos por ejemplo de la CNMV en sus informes anuales -en este link http://www.cnmv.es/DocPortal/Publicaciones/Informes/IA2010_web.pdf, en la p. 49- verás como la bancarización de la financiación productiva es tremenda, sólo comparable en Europa a la de Italia o Alemania. Por supuesto que eso refleja una falta de ahorro doméstico –porque muchos de los fondos los hemos obtenido del exterior- pero ha sido determinante en el auge y caída de la economía española entre otras. Y no hay duda de que la competencia por los depósitos y los créditos influye en ese volumen.
Por otra parte es cierto que hemos podido adquirir muchos bancos en este proceso. Pero aquí además de factores inequívocos de eficiencia hay otros que están asociados a la propia burbuja. Por una parte el valor en libros de los bancos creció enormemente permitiéndoles comprar otros más pequeños. Pero ahora nuestros grandes bancos están siendo amenazados por algunos, por ejemplo entidades brasileñas, que han crecido tanto que hoy son los peces grandes del mar. Además mucha de nuestra productividad tiene que ver con la facilidad con la que se dan créditos hipotecarios –tasación, datos de nómina y poco más- comparado con la complejidad de gestionar los préstamos a las pequeñas y medianas empresas como seguramente sabes -estudiar sus balances, conocer el mercado, estar al tanto de las decisiones de la empresa, etc. Esto último es lo que hacen en muchos bancos europeos. Si el output del banco se mide por el volumen de crédito es lógico que la especialización en el sector inmobiliario haya hecho que productividad de nuestros bancos haya crecido tanto. Por eso la competencia nos ha permitido expandirnos, pero si hubiéramos sido tan eficientes no habría sido necesario el redimensionamiento tan severo que está sufriendo el sector del sector.
Hola, Javier Andrés.
Gracias por el enlace de la CNMV. Su semántica es digna de los mejores hermeneutas de Bizancio.
La visión macro es como ver el contorno del bosque de Sherwood y la micro el visor nocturno que necesitamos dentro del bosque para que no nos capturen los bandidos.
El informe cubre dos décadas en las cuales nuestras grandes empresas tuvieron al menos dos burbujas especulativas e inversoras. El capital privado nacional consiguió salir de España y ser más autónomo.
Fueron años de comprar todo lo que se ponía a tiro en América. También de usar la “puesta en equivalencia” para parecer más grandes con la actividad de " controladas" más supuestas que reales.
Endeudadas, con muchos miles de millones cada una, están casi todas las del IBEX35. Habría que ver sus fondos de comercio y cómo resisten las actualizaciones a mercado.
Lo que ya no tengo nada claro es cuando la CNMV llama a eso economía productiva o cuando, por dicha causa, concluye que estamos "bancarizados" en relación a otros. Economía productiva no consiste en M&A ni en Ingeniería Contable ni en especulaciones varias.
Producir y crecer se medía en productos y servicios y el crecimiento era orgánico, como el ahorro.
Pero, tras la semántica, el mensaje de fondo viene a decir que nuestra estructura "productiva" ha especulado e invertido allende los mares mucho más de lo que Adam Smith habría recomendado (Libro IV, Capítulo 2) y que necesitamos recapitalizar los bancos "como sea" (nuestra gran frase de la época) pera la próxima ola crediticia porque aquí producir valor duradero, se produce más bien poco.
En este contexto veo tu artículo como un esfuerzo ejemplarizante para, dentro de las restricciones, salir a flote, tomar aire un instante, minimizar daños y mantener una leve esperanza.
Si los profesionales os sentís frustrados imagina el sordo cabreo que tenemos otros con el sistema político-económico. Al final vuestro esfuerzo se consume en tratar de salvarlos de sus intereses. Ojalá no sea vano empeño.
Trataré de responder al segundo comentario esta noche.
Saludos.
Si estoy de acuerdo con tus comentarios.
Claro que separarse del paradigma vigente puede verse de dos formas;
-Falta de realismo y de actitud práctica (Puede parecer poco realista promover ahora cambios tan profundos).
-Actitud ambiciosa (en el buen sentido de la palabra) y... realista. (Para alguien q no crea demasiado en el estado ni en los bancos centrales lo realista puede ser asumirlo con todas sus consecuencias y buscar una alternativa coherente en si misma y tan lejos de la realidad actual como haga falta.)
Gracias.
Si decís que es antiguo estudiante de la UV, que promueve esas ideas y que es brillante hasta yo me imagino quien es. Y eso que no le conozco personalmente.
Es cierto que el discurso austriaco se apoya más en la ideología que en la ciencia pura y dura. No se si es bueno o malo.
En realidad también me llama la atención la diferencia profunda entre Austriacos y neo clásicos (pese a ser todos liberales). En realidad los austriacos son bastante antisistema...
Y gracias por el link (anteriormente había leído un texto que era justo el contrario; Huerta de Soto explicando pq había pasado de ser neo clásico a Austriaco) y por vuestros comentarios!
Un saludo.
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