Por Ainoa Aparicio Fenoll, Roberto Quaranta, William Revello e Claudia Villosio
En 2002, el Consejo Europeo de Barcelona fijó el objetivo de garantizar una plaza en la escuela infantil a al menos el 33 por ciento de los niños de entre 3 y 36 meses. Mas tarde, el objetivo se elevó al 45 por ciento a finales de 2022.
En España, los niños menores de tres años que frecuentan los sevicios educativos para la primera infancia son menos del 29 por ciento, frente al 38 por ciento de la media europea. Nuestros vecinos presentan estadísticas mejores: Francia tiene el 39 por ciento de sus menores de 3 años en la guardería y Portugal incluso más de la mitad (el 53 por ciento). Por otro lado, Italia presenta un número excepcionalmente bajo de menores en la guardería: solamente el 20 por ciento.
Aunque un porcentage bajo de niños en la guardería puede ser señal de una escasez de estructuras adecuadas, también podría reflejar rigideces por el lado de la demanda. Por ejemplo, ciertas culturas podrían tener la creencia de que la guardería no es una etapa necesaria en el proceso de crecimiento de los menores.
Las características de las familias que no mandan los hijos a la guardería
Para comprender mejor las decisiones y las motivaciones de las elecciones de las familias respecto a la utilización del servicio de guardería, el centro de investigación Collegio Carlo Alberto en colaboración con la Fundación Ufficio Pio y el ayuntamiento de la ciudad de Turín (la cuarta ciudad más poblada de Italia) ha llevado a cabo una investigación basándose en una muestra de familias turinesas que han decidido no mandar a sus hijos o hijas a la guardería.
El punto de partida para el estudio son las casi siete mil familias que cuando han inscrito a sus hijos a infantil en una de las escuelas situadas en el municipio de Turín en 2023, han declarado en la inscripción si su hijo o hija ha ido a la guardería y han dado su consentimiento a la utilización de sus datos personales declarados en la inscripción con finalidad estadística y a ser contactados para una entrevista.
El 60 por ciento de los niños y niñas que a los tres años ha sido inscrito en una de las escuelas infantiles de Turín no ha ido nunca a la guardería. Analizando las características declaradas en la inscripción por las familias de estos menores y comparandolas con las de las familas que sí que declaran haber ido a la guardería, ha sido posible identificar qué factores están asociados a una mayor o menor probabilidad de que un/a menor sea inscrito/a a la guardería.
Un primer elemento relevante es la nacionalidad de los padres: el que ambos progenitores provengan de paises de África o de Asia está asociado a una menor probabilidad de mandar el hijo o hija a la guardería respecto a los nativos. Concretamente, la probabilidad es más baja de 8 puntos percentuales si ambos progenitores son africanos y más baja de hasta 27 puntos si los dos padres son asiáticos. Estos datos indican que la cultura de origen es un factor importante. Por el contrario, tener dos progenitores originarios de los países de Europa del Este está asociado a una probabilidad más alta de 5 puntos, mientras que todas las otras combinaciones de nacionalidades son indistinguibiles de los nativos.
Un segundo aspecto importante es la composición del nucleo familiar: la probabilidad de ir a la guardería se reduce de manera dramática (menos 26 puntos percentuales) en los nucleos compuestos solamente de un padre independientemente de su nacionalidad. Por otro lado, esta probabilidad aumenta de 4 puntos percentuales en los núcleos compuestos exclusivamente de una madre, pero solamente si ésta viene de un país de fuera de la UE.
También cuenta la dimensión total del núcleo familiar: un aumento del número de adultos se traduce en una pequeña aunque significativa reducción de la probabilidad de inscribir los menores a la guardería. Esta reducción se ha cuantificado en 4 puntos percentuales por cada componente añadido al núcleo familiar. Lo mismo pasa cuando aumenta el número de menores entre 10 y 18 años que forman parte del hogar. Sin embargo, no se detectan variaciones conforme crece el número de menores de 10 años.
La ocupación de la madre juega un papel importante a la hora de elegir si enviar a sus hijos a la guardería o no: en el caso de madres inactivas o desempleadas, la probabilidad de que sus hijos asistan a la guardería es 27 y 11 puntos porcentuales menor, respectivamente. La presencia de un padre inactivo se asocia a una disminución de 6,5 puntos en la probabilidad de asistir a la guardería.
La edad de los padres también juega un papel, aunque marginal: a medida que crece, la probabilidad de que los niños vayan a la guardería es ligeramente mayor en 0,4 puntos porcentuales por cada año de edad de los padres.
En cuanto a la oferta de plazas infantiles, un aumento de un punto porcentual en la proporción de plazas disponibles en el distrito se asocia a un aumento de 0,38 puntos en la probabilidad de que el niño que vive allí asista a la escuela infantil.
La guardería es poco conocida pero no detestada
Un estudio cualitativo, a través de un cuestionario telefónico sobre una muestra de algo menos de mil familias, permitió poner de relieve algunos aspectos poco conocidos detrás de la falta de asistencia a la escuela infantil.
En primer lugar, la mayoría de las familias que no han utilizado las guarderías tienen poco conocimiento de los servicios disponibles, especialmente si son familias extranjeras. Sólo un pequeño número de estos padres, por ejemplo, ha recopilado información o visitado instalaciones locales y, en promedio, sólo el 31 por ciento conoce el nombre o la ubicación de una guardería específica en su área. La razón principal es la percepción de no necesitar recopilar información porque ya conocen las características del servicio de guardería (82 por ciento de los italianos y 44 por ciento de los extranjeros), a lo que se suma el 26 por ciento de los extranjeros y el 4 por ciento de los italianos que dicen "No necesito escuela infantil". Entre las familias extranjeras, sin embargo, también hay un porcentaje significativo que no ha preguntado por las guarderías debido a dificultades lingüísticas (19 por ciento), mientras que el 7 por ciento de ambos grupos de familias, italianas y extranjeras, dicen haber sufrido obstáculos de tipo burocrático ("Yo he sido incapaz de contactar con el servicio").
El desconocimiento se extiende también a los aspectos económicos. El sistema de tarifas de las guarderías turinesas es muy parecido al descrito aquí. Las consideraciones sobre los costes del servicio influyen en la elección, pero sólo una familia de cada cinco es capaz de indicar el valor de la tarifa que pagarían si asistieran. Y la mayoría de las familias desconocen la existencia de subsidios para ayudarles a sufragar la guardería (el 52 por ciento de las familias de niños italianos y más del 90 por ciento de las familias de niños extranjeros).
Aunque tienen poco conocimiento directo de lo que ofrece la guardería, las familias no parten de un prejuicio negativo. De hecho, el 69 por ciento de las familias italianas y el 62 por ciento de las familias extranjeras lo consideran un servicio educativo importante, mientras que son pocos los que mencionan tener amigos o conocidos que no disfrutaron de la guardería (sólo un tercio de las familias italianas y una cuarta parte de los extranjeros).
Sin embargo, hay un aspecto en el que las familias entrevistadas ponen énfasis: son muchas las que creen que los niños se enferman con demasiada frecuencia en la guardería. Y un porcentaje no elevado, pero digno de atención, afirma que fue el pediatra quien desaconsejó la asistencia a la guardería: el 30 por ciento de los italianos y el 22 por ciento de los extranjeros así lo indican.
¿Quién ha cuidado a los niños y niñas que no han acudido a la guardería?
Dado el estrecho vínculo entre la ocupación de la madre y la asistencia a la guardería, no sorprende que dos tercios de los niños que no asistieron a la guardería fueran atendidos por su madre; una quinta parte de ambos padres. Sólo el 12 por ciento de los niños estaban al cuidado de los abuelos. El 77 por ciento de los padres que cuidaban exclusivamente al niño pudieron hacerlo porque no estaban trabajando, mientras que sólo el 7 por ciento tuvo que reducir su jornada laboral y sólo el 2 por ciento tuvo que abandonarlo por completo.
Incluso en el análisis cualitativo se confirma la estrecha relación entre el (no) empleo de la madre y la (no) asistencia a la escuela infantil, ya destacada a partir de los datos relativos a las matriculaciones.
Otra consideración contribuye a fortalecer la relación: un número importante de familias cree que el cuidado familiar y la asistencia a la guardería son opciones alternativas y al mismo nivel de calidad, creencia arraigada especialmente entre las familias extranjeras. De hecho, el 47 por ciento de las familias italianas y el 64 por ciento de las familias extranjeras afirman que la guardería no es útil si uno de los padres está disponible para cuidar al niño.
El análisis sugiere que la no asistencia a la escuela infantil está asociada a un conjunto de factores culturales, de conocimiento y económicos. Para acercar a las familias a la guardería como un servicio capaz de cumplir diversas funciones -educativas, de conciliación, oportunidades de crecimiento y desarrollo del niño- es fundamental facilitar el acceso a la información sobre los servicios disponibles, sobre los costes reales, sobre la metodología educativa y oportunidades de conciliación. También es importante permitir el acceso a la experiencia de lo que significa utilizar este servicio y su papel positivo en el desarrollo general del niño. Actualmente se reconoce ampliamente que ofrecer a los nuevos padres, especialmente a los de entornos socioeconómicos desfavorecidos, información, orientación y cursos de formación específicos sobre el cuidado de los niños en los primeros años de vida es esencial para promover su bienestar y prevenir la pobreza educativa (ver aquí).
Al mismo tiempo, el fortalecimiento de los servicios de mediación cultural y lingüística podría reducir algunos de los obstáculos que enfrentan las familias, especialmente las extranjeras. A un nivel más general, las políticas para apoyar el empleo femenino y una mayor difusión de los beneficios económicos podrían fomentar una mayor participación en los servicios de cuidado infantil.
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