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Houston, tenemos un problema... de comunicación

Con Marina Della Giusta

El 2016 ha sido denominado el año de la post-verdad, en la que prevalecen las apelaciones a las emociones sobre la información basada en hechos y evidencias. Dichas apelaciones han demostrado mucha eficacia a la hora de modificar las construcciones mentales y la interpretación de los hechos del público en general. Esto ha sido acompañado por movimientos políticos populistas y noticias falsas. Esta retórica se ha diseminado a través de nuevas herramientas como Twitter. En este contexto pueden explicarse algunos fenómenos inesperados como la elección de Trump como presidente del gobierno de Estados Unidos y el resultado de la votación a favor de Brexit en el Reino Unido.

Por otro lado, los Economistas que se habían unido (salvo contadas excepciones) para desaconsejar la elección de Trump y Brexit (ver aquí  y aquí), se preguntan por qué su mensaje no ha llegado a la población. La coautora de este post, Marina Della Giusta y otras dos investigadoras de la Universidad de Reading (Sylvia Jaworska y Danica Vukadinovic Greetham) usan una gran base de datos que incluye todos los Tweets enviados por una serie de personas influyentes durante casi una década para realizar un análisis sobre cómo los economistas usan Twitter. Para tener en cuenta el hecho de que los argumentos económicos son más complejos y por tanto, difíciles de comunicar que otros argumentos más cotidianos, las autoras usan como punto de comparación un grupo similar de científicos de otra serie de disciplinas. En la práctica, ellas analizan el contenido de las cuentas de Twitter de los mejores 25 economistas y los mejores 25 científicos según el ranking de IDEAS y sciencemag. Los tres mejores economistas son Paul Krugman, Joseph Stiglitz y Erik Brynjolfsson y los tres mejores científicos son Neil deGrasse Tyson, Brian Cox y Richard Dawkins. En total sus datos cuentan con 64,212 Tweets de los economistas y 63,472 Tweets de los científicos (los Tweets de los economistas van desde 2/11/2009 a 6/4/2017 y los de los científicos van de 9/12/2008 a 13/4/2017). De estos seleccionan los últimos 3,240 Tweets de cada persona en la lista  De estos Tweets las autoras del estudio analizan tanto las conexiones de los autores a través de la red social como el lenguaje utilizado en estas comunicaciones.

Los resultados de la investigación muestran que aunque el número medio de links en Twitter sea el mismo para los economistas que para los científicos, los economistas mencionan a otros usuarios con menos frecuencia y mencionan un conjunto más restringido de usuarios, lo que en la práctica implica que “los economistas hablan entre economistas”. El análisis de diferencias en el registro utilizado revela que los economistas usan un número más elevado de palabras complejas, términos específicos y abreviaciones que los científicos. Otros niveles de análisis del lenguaje evidencian que los economistas son menos capaces de comunicarse con el público de las redes sociales que un grupo comparable de expertos (ver la tabla 6 de su articulo abajo). También se ve que los economistas usan la tercera persona mucho más de lo que ocurre en el uso común y más que los científicos, lo que crea más distancia con la audiencia (ver su tabla 7 abajo).

Es posible que los tres científicos del estudio sean más divulgadores que científicos académicos mientras que los economistas son en su mayoría académicos. En ese caso el estudio nos indicaría que necesitamos mas economistas divulgativos o darles más protagonismo a los que ya hay.  En cualquier caso, los economistas no sólo estamos fallando en comunicar  los consejos derivados de nuestras investigaciones a individuos e / o instituciones. También estamos fallando en algo mucho más básico, comunicar cuáles son nuestras competencias, es decir, de qué nos ocupamos. Della Giusta, Sarah Jewell y Danica Vukadinovi Greetham analizan un muestra de adolescentes del Reino Unido en un momento de sus vidas académicas en el que tienen que tomar una decisión crucial para su carrera académica (el equivalente a nuestra selectividad).  Usando datos procedentes de redes sociales demuestran que los jóvenes británicos tienen una visión muy sesgada de las diferentes disciplinas. Además, en una encuesta de Economics Network realizada a través de internet a 1,700 habitantes del Reino Unido aparece que la Economía viene asociada a aspectos como las predicciones, las finanzas y los negocios, ignorando otros tan intrínsecos a esta disciplina como el intentar racionalizar las elecciones individuales en presencia de diferentes incentivos, grados de aversión al riesgo, preocupación por el futuro, etc. (ver gráfico abajo). Aspectos estos últimos que suelen ser asociados por los jóvenes en la muestra de Della Giusta y sus coautoras a campos como la psicología. Quizás ligado a estas creencias sesgadas, la Economía aparece como una disciplina asociada al género masculino (ver grafico abajo) y la licenciatura en Economía se perfila como unos estudios preferidos en mayor medida por hombres. Además, esta diferencia de género se está acentuando con el tiempo. De hecho la Economía es la única licenciatura en la que la proporción de mujeres ha caído en los últimos 4 años en Reino Unido.

En este sentido la American Economic Association hace un intento muy interesante para divulgar en qué consiste la labor de los economistas (aquí).

No es casualidad que el tema de los problemas de comunicación de los economistas haya interesado a estas economistas radicadas en el Reino Unido. Este país es pionero en enfatizar la importancia de que los académicos se comuniquen con la prensa:

En el mundo de las publicaciones científicas, algunos journals como Review of Economics of the Household han comenzado a publicitar sus artículos con Tweets.

En España este blog ha sido mencionado aquí como una de las mejores maneras de dar a conocer la investigación económica al público en general. Esperemos que esta práctica se difunda mucho más. De momento, la Asociación Española de Economía se podría plantear adoptar algunas prácticas de su homóloga inglesa.